Lorenzo Silva - La Sustancia Interior

Здесь есть возможность читать онлайн «Lorenzo Silva - La Sustancia Interior» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Sustancia Interior: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Sustancia Interior»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En un país indeterminado, en una época tampoco especificada, un extranjero llega a una catedral en construcción para tallar la sillería del coro. Allí, entre andamios, herramientas, albañiles y capataces, descubre una compleja organización, gobernada por oscuros personajes, que convierten la complicada tarea de erigir el templo en un instrumento para otros fines. Poco a poco, el extranjero se va adentrando en los desconcertantes entresijos de una intriga que desembocará en un final sorprendente. A medida que se desarrolla la trama, descubrimos un mosaico de caracteres fascinantes, y asistimos a una conmovedora historia de amor.
Novela de intriga y de ideas a un tiempo, La sustancia interior es una obra que se desarrolla a varios niveles y permite diversas lecturas, mostrándonos un registro más profundo y poco conocido del autor de El lejano país de los estanques.
Las intrigas y pasiones que rodean la construcción de una catedral son el telón de fondo sobre el que se desarrolla la historia de la lucha interior que todo hombre lleva consigo.

La Sustancia Interior — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Sustancia Interior», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando se persuadió de que no le haría nada, comprendió que sólo le cabía escurrirse de su lecho y salir de allí como un ladrón con las manos vacías. Se vistió sin prisa, maravillado por la inconmovible placidez en que parecía sumida la muchacha. Antes de irse, se acercó a ella y se rebajó a acariciarle la frente, por disfrutar una última vez del bello tacto del infierno que tanto había temido. Entonces Náusica, sin sobresaltarse, despertó de su sueño y abrió unos ojos que guardaban todavía la imagen de la otra orilla.

– ¿Te vas? -susurró.

– Sí -replicó Bálder, escuchándose como si fuera la voz de otro.

– ¿Volverás?

– ¿Dejarás tú que vuelva?

Te esperaré. Haré que me traigan otro jarrón y una sola rosa, cada mañana. Por la que antes tiraste.

– Por mí -se mofó Bálder.

– Por ti.

– Adiós, Náusica.

– Ahora ya no puedes despedirte, maestro.Te has quedado dentro de mí.

Lo dijo con malicia, mientras se erguía.

– Lo que te dejo estará muerto antes del amanecer.

– ¿Eso crees? No te has enterado de nada -observó, risueña.

Vacilante, Bálder anduvo hasta la puerta. Cuando salió, antes de que pudiera encajar otra vez la hoja entre las jambas, una mano de hierro asió su brazo. El guardia cerró la puerta por él, sigilosamente, y le apartó hasta el centro del pasillo. En ese instante Bálder advirtió que tras él había otro guardia. Le paró con la punta del bastón, que le hizo correr un escalofrío por el espinazo. Alzó la vista y reconoció al que le había aprehendido. Era el gigante de rostro aniñado que dormitaba sobre su mesa hacía unas horas. El otro, al que miró de reojo, aparentaba más edad. Sin embargo, fue el gigante el que le habló:

– Has sido inteligente. Si hubieras intentado hacerle algo te habría partido los brazos. Ahora vas a venir con nosotros.

– ¿A dónde? -interrogó Bálder, anonadado.

– A las mazmorras, por supuesto.

– ¿Quién os dio la orden?

Casi instantáneamente, recibió un fuerte bastonazo en el riñón derecho.

– Tú no haces las preguntas aquí -aclaró el otro guardia, mientras el extranjero se doblaba de dolor-. Enderézate -le ordenó, golpeándole en el hombro-. Si te estás callado seguirás entero, por ahora. Camina.

El gigante le señaló hacia dónde con el bastón, que parecía más pequeño de lo normal en su manaza aumentada en el grosor del guante.

Con los dos guardias detrás, sin atreverse a despegar los labios ni a volver la cabeza, y resolviendo las bifurcaciones según le indicaban los bastonazos de sus captores, Bálder bajó desde los aposentos de Náusica hasta los sótanos del palacio. Antes de descender bajo el nivel del suelo, tuvo tiempo de divisar, a través de un ventanuco, un trozo de cielo que comenzaba a anaranjarse. Luego vino la oscuridad de la escalera que conducía hacia los calabozos. A medida que bajaba, un intenso olor a humedad se fue apoderando del ambiente. Donde la escalera moría empezaba un largo corredor, y al final del corredor vino una antesala en la que un guardia maduro jugueteaba con un manojo de llaves.

– Traemos un inquilino -le comunicó el gigante.

– Algo habrá para él -gruñó el carcelero.

– Que no sea demasiado bueno -sugirió el otro guardia.

Le llevaron a lo largo de un pasillo angosto. A ambos lados había puertas metálicas, recubiertas de herrumbre. El carcelero se detuvo ante una de ellas y buscó la llave. Erró tres veces antes de introducir en la cerradura la apropiada. Abrió y le invitó a que pasara al interior. El extranjero dudó un instante, pero un par de bastonazos en las costillas saldaron sus titubeos. Apenas atravesó el umbral le soltaron una formidable patada, que le derribó y le hizo chocar con la pared opuesta, situada a apenas cuatro pasos. La puerta se cerró con estruendo y Bálder quedó sumido en la tiniebla. El suelo estaba encharcado.Tanteando, comprobó que en toda la extensión del calabozo no había nada. El único accidente con que tropezaron sus dedos fue un agujero circular que se abría en un rincón. Podía tener una cuarta de diámetro y de él brotaba un olor nauseabundo. Con horror y un inexorable sentido práctico, Bálder comprendió para qué le serviría aquello.

Durante los primeros tres días, según pudo calcular, nadie fue a verle. Trató en vano de adaptarse. Ni se acostumbraba a los lejanos crujidos, gimoteos, golpes y gritos de que se componía el silencio de su reclusión, ni se acomodó de forma que le fuera posible dormir y a la vez evitar el contacto con el agua que fluía constantemente sobre la superficie del habitáculo. Al final caía rendido y despertaba sacudido por espantosos temblores, con todo el costado mojado. Completando sus exploraciones táctiles, dio con las fuentes de las que salía el agua, una serie de rendijas en la unión del suelo y la pared. Pero no disponía de medios para obturarlas y contener la corriente. Ésta fue, al principio, su mayor obsesión, por encima incluso del hambre. Sin embargo, cuando al cuarto día la puerta se abrió y le arrojaron una escudilla con algo que las yemas de sus dedos, convertidas en ojos, identificaron como alimento, no se preocupó de la carencia de utensilios ni del repugnante sabor de la masa grumosa que ingirió hasta limpiar la escudilla. Esa primera comida la vomitó enteramente media hora después de tomarla. Tras el vómito experimentó de forma angustiosa el azote de la sed. Tan apremiante era que le hizo prescindir de todos los escrúpulos que hasta aquel momento le habían impedido beber del agua que corría por el suelo, de la que en adelante se sirvió con soltura. Desde aquella cuarta jornada, le suministraron puntualmente la escudilla, cuyo contenido consiguió retener su estómago a partir del tercer intento. Todas las tardes, si no erraba al intuir la hora, un carcelero abría la puerta, lo acorralaba a patadas en el rincón del retrete y reemplazaba la escudilla vacía por otra llena antes de que Bálder pudiera habituar sus ojos a la luz del corredor.Transcurrieron quizá dos semanas sin que tuviera más relación con quienes le custodiaban. Durante aquellos días su única referencia era el cambio de escudillas, cuya hora, a medida que se fue debilitando su noción del tiempo, bien pudieron ir variando para hacerle equivocar las tardes con las noches o con las mañanas. Despojó su cerebro de lo que no fuera satisfacer sus necesidades más básicas, y sólo en sueños, de los que salía sobresaltado por el agua sobre la que terminaba apoyando derrengado la mejilla, recordaba jirones incoherentes de su vida anterior. Tan pronto soñaba que Camila estaba viva como que hablaba con Núbila o sostenía en vilo el torso blanco de Náusica, mientras ésta cruzaba los dedos detrás de su nuca. Al final siempre regresaba a la oscuridad empantanada de su mazmorra, en la que todo se desvanecía frente al reclamo primordial de continuar sobreviviendo.

Una tarde, o lo que fuera, el carcelero que vino a traerle la comida no le pateó, aunque Bálder ya se había ido hacia el rincón y se había protegido la cara con los brazos. Ante lo que tardaba en faltar otra vez la luz, respecto a lo que era usual, el extranjero se atrevió a espiar lo que ocurría. El carcelero estaba quieto ante él, con la escudilla vacía en la mano. Le miró a la cara pero no distinguió sus rasgos.

– ¿Cómo estás? -le espetó el otro, bruscamente. Bálder no contestó.

– ¿Quieres que te vea un médico?

El extranjero rechazó el ofrecimiento con un movimiento enérgico de cabeza.

– Está bien. Allá tú.

La puerta volvió a cerrarse y Bálder acogió con alivio la restitución de las tinieblas, en las que buscó ansiosamente la nueva escudilla con su ración diaria. Así, sin ninguna otra interrupción de la rutina, pasaron otras dos o tres semanas. Comía de la escudilla, bebía del suelo, evacuaba por el agujero del rincón y los carceleros le pisoteaban. Oía ruidos que a veces parecían humanos y soñaba y se despertaba sobre el agua que no paraba de manar y fluir debajo de él.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Sustancia Interior»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Sustancia Interior» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Sustancia Interior»

Обсуждение, отзывы о книге «La Sustancia Interior» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x