J. Robb - Una muerte extasiada

Здесь есть возможность читать онлайн «J. Robb - Una muerte extasiada» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una muerte extasiada: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una muerte extasiada»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tres hombres aparecen muertos con una sonrisa en los labios. Los presuntos suicidas no tienen nada en común, ni aparentes motivos para querer quitarse la vida, La teniente Eve Dallas pone en tela de juicio la tesis del suicidio y las autopsias le dan la razón. En los cerebros de las tres víctimas se detectan pequeñas quemaduras. En su investigación, Eve se adentra en el inquietante mundo de la realidad virtual donde los mismos mecanismos concebidos para despertar el deseo pueden inducir a la mente a su propia destrucción.

Una muerte extasiada — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una muerte extasiada», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Eso he oído decir. -Eve recogió la pelota que Peabody le lanzó sin saberlo-. ¿Has pasado una época de poca inspiración, Jess?

– En absoluto. Quería dedicar tiempo a perfeccionar el nuevo equipo, a reunir los componentes adecuados. Cuando saque el nuevo material será algo que nadie ha visto u oído antes.

– Y Mavis es el trampolín.

– Es un decir. Ha sido un golpe de suerte. Ella exhibirá parte del material que no va conmigo, y he personalizado ciertos temas para que encajen con ella. Confío en dar conciertos por mi cuenta en los próximos meses.

– Cuando todo esté en su sitio.

Él bebió un sorbo de champán.

– Exacto.

– ¿Has diseñado alguna vez bandas sonoras para realidad virtual?

– De vez en cuando. No es un mal oficio si el programa es interesante.

– Y apuesto a que sabes poner subliminales.

Él hizo una pausa y volvió a beber.

– ¿Subliminales? Eso es algo puramente técnico.

– Pero tú eres un buen técnico, ¿no, Jess? Lo bastante bueno para conocer los ordenadores por dentro y por fuera. Al igual que los cerebros. Un cerebro es un ordenador, ¿recuerdas?

– Claro.

– Y te has metido en alteradores de ánimo, que provocan cambios de humor. Patrones de conducta y emocionales. Ondas cerebrales. -Sacó del cajón del escritorio una grabadora y la colocó a simple vista-. Háblanos de ello.

– ¿Qué demonios es esto? -Jess dejó la copa y se irguió en el borde de la silla-. ¿Qué ocurre?

– Ocurre que voy a recitarte tus derechos y vamos a tener una charla. Oficial Peabody, pon en marcha la grabadora de refuerzo y toma nota, por favor.

– No os he dado mi consentimiento para ser interrogado -replicó él poniéndose de pie.

Eve lo imitó.

– Está bien. Podemos hacer que sea obligatorio y llevarte a comisaría. Allí tendrás que esperar, ya que no he reservado la sala de interrogatorios. Pero no te importará pasarte unas horas encerrado, ¿verdad?

Él volvió a sentarse despacio.

– Te vuelves rápidamente poli, Dallas.

– Digamos que nunca dejo de serlo. Teniente Dallas, Eve -empezó a decir a la grabadora, y pasó a precisar la hora y el lugar antes de recitar el Miranda revisado-. ¿Has comprendido tus derechos y alternativas, Jess?

– Sí, los he comprendido. Pero no sé a qué viene todo esto.

– Voy a decírtelo claramente. Se te está interrogando en relación a las muertes sin resolver de Drew Mathias, S. T. Fitzhugh, el senador George Pearly y Cerise Devane.

– ¿Quién? -exclamó él, convincentemente confundido-. ¿Devane? ¿No es ésa la mujer que saltó del Tattler Building? ¿Qué se supone que tengo que ver con ese suicidio? Ni siquiera la conocía.

– ¿Acaso no sabías que Cerise Devane era la presienta y principal accionista de la Tattler Enterprises?

– Bueno, supongo que lo sabía, pero…

– Supongo que tu nombre ha aparecido en The Tattler alguna vez a lo largo de tu carrera.

– Claro, siempre andan tratando de sacar trapos sucios de la gente. Y han sacado algunos míos. Es parte del oficio. -El miedo lo había abandonado dejando paso a indignación-. Escucha, la señora saltó. Yo estaba en mi estudio del centro ensayando cuando lo hizo. Tengo testigos. Mavis es uno de ellos.

– Sé que no estabas en el lugar de los hechos porque yo sí estaba. Al menos no estabas allí en carne y hueso. -Jess esbozó una sonrisa burlona.

– ¿Qué soy entonces, un maldito fantasma?

– ¿Conoces o has tenido alguna vez contacto con un técnico autotrónico llamado Drew Mathias?

– No me suena.

– Mathias se examinó en el mismo instituto.

– Como otros miles. Yo opté por un curso a distancia. Nunca he puesto el pie en el campus.

– ¿Y nunca has tenido ningún contacto con otros estudiantes?

– Claro que sí. Mediante telenexo, correo electrónico, fax láser o lo que fuera. -Se encogió de hombros, tamborileando con los dedos en la parte superior de una de sus botas labradas a mano-. No recuerdo ningún técnico electrónico con ese nombre.

Ella decidió cambiar de táctica.

– ¿Cuántas veces has trabajado en subliminales individualizados?

– No sé de qué me estás hablando.

– ¿No comprendes el término?

– Sé qué significa. -Esta vez a Jess le temblaron los hombros al encogerlos-. Y que yo sepa, nunca se ha hecho, de modo que no sé qué me estás preguntando.

Eve probó suerte y miró a su ayudante.

– ¿Sabes qué estoy preguntándole, Peabody?

– Creo que está bastante claro, teniente. -La oficial estaba sumida en la confusión, pero añadió-: Te gustaría saber cuántas veces el interrogado ha trabajado en subliminales individualizados. Tal vez debería recordar al interrogado que hoy en día no es ilegal investigar o interesarse en este campo. Sólo el desarrollo y fabricación van contra la actual legislación estatal, federal e internacional.

– Muy bien, Peabody. ¿Te aclara eso las cosas, Jess?

Aquella intervención había dado tiempo a Jess para tranquilizarse.

– Claro. Me interesa ese campo. Como a otra mucha gente.

– Se aparta un poco de tu especialidad, ¿no crees? Eres un músico, no un científico licenciado.

Ése era el botón. Jess se incorporó con los ojos brillantes.

– Estoy licenciado en musicología. La música no es sólo un montón de notas que se tocan juntas, encanto. Es la vida misma. Los recuerdos. Las canciones desencadenan reacciones emocionales específicas y a menudo predecibles.

– Y yo que pensaba que sólo era una forma agradable de pasar el rato.

– El entretenimiento es sólo una faceta. Los celtas iban a la guerra con gaitas. Para ellos era un arma tan válida como el hacha. Los nativos guerreros de África se preparaban para la lucha con tambores. Los esclavos se alimentaban de sus cantos espirituales, y los hombres llevan siglos seduciendo a las mujeres con música. La música actúa sobre la mente.

– Lo que nos lleva de nuevo a preguntarte: ¿cuándo decidiste dar un paso más allá y vincularla a las ondas cerebrales individuales? ¿Lo descubriste por casualidad, por puro azar, mientras componías una melodía?

Él soltó una breve carcajada.

– Crees que lo que hago se hace solo, ¿verdad? Me limito a sentarme, tocar unas notas y listo. Es duro. Es un trabajo arduo y agotador.

– Y estás muy orgulloso de tu trabajo, ¿verdad? Vamos, Jess, estabas a punto de contármelo antes. -Eve se levantó y rodeó el escritorio para sentarse en el borde-. Te morías por contármelo. Por contárselo a alguien. Lo increíble que es, la satisfacción que te produce crear algo tan asombroso, para después tener que guardártelo.

Él volvió a coger la copa y recorrió con los dedos el largo y delgado pie.

– Esto no era exactamente lo que me había imaginado. -Bebió un sorbo y consideró las consecuencias… y las ventajas-. Mavis dice que puedes ser flexible. Que no sigues al pie de la letra los códigos y procedimientos.

– Oh, puedo ser flexible, Jess. -Cuando hay motivos que lo justifiquen, pensó-. Explícate.

– Bueno, digamos que si hubiera inventado una técnica para introducir subliminales individualizados, alteradores del ánimo que actuaran sobre las ondas cerebrales personales, sería increíble. La gente como Roarke o como tú, con vuestros contactos y base financiera, y vuestra influencia, por así decirlo, podríais pasar por alto unas cuantas leyes anticuadas y hacer un gran fortunón. Revolucionar la industria del entretenimiento personal.

– ¿Es una propuesta?

– Hipotéticamente -dijo él e hizo un ademán con la copa-. Las industrias de Roarke disponen de las instalaciones apropiadas para llevar a cabo la investigación y desarrollo, y de la mano de obra y los créditos necesarios para emprender algo así y sacarlo adelante. Y me parece que una policía inteligente podría hallar el modo de saltarse alguna ley para que todo marchara sobre ruedas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una muerte extasiada»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una muerte extasiada» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Una muerte extasiada»

Обсуждение, отзывы о книге «Una muerte extasiada» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x