John Katzenbach - Juicio Final

Здесь есть возможность читать онлайн «John Katzenbach - Juicio Final» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Juicio Final: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Juicio Final»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

John Katzenbach, maestro del suspenso psicológico, nos enfrenta de nuevo a una trama tan hipnótica como las de El psicoanalista y La historia del loco.
Matthew Cowart, un famoso y ya establecido periodista de Miami, recibe la carta de un hombre condenado a muerte que asegura ser inocente.
Pese a su escepticismo inicial, Cowart empieza a investigar el caso, comprende que el acusado no cometió los delitos que se le imputan y pone al descubierto mediante sus artículos una información que permite al convicto Robert Earl Fergurson salir en libertad.
Cowart obtiene entonces un premio Pulitzer por su tarea periodística. Sin embargo, y para su horror, el escritor se percata de que ha puesto en marcha una tremenda máquina de matar y que ahora le toca a él intentar, en una carrera contra el reloj, que se haga justicia fuera de los tribunales.

Juicio Final — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Juicio Final», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Su ímpetu la había desarmado. Negó con la cabeza.

– Bien -dijo él con suavidad-. Entonces lárguese de mi casa. -Y señaló la puerta.

Ella se dirigió hacia allí.

– Tal vez tenga más preguntas -dijo.

Él sacudió la cabeza.

– No, no lo creo, detective. Esta vez no. La última vez que quise ser amable con una pareja de detectives me pasé tres años encerrado y casi me cuesta la vida. Ha tenido su oportunidad. Ahora, largo.

Ella se encontraba ya en la puerta. Dudó, como si no se decidiera a marcharse, pero sintiendo al mismo tiempo un inmenso alivio al alejarse de allí. Echó una rápida mirada a los ojos de Ferguson, encogidos por el odio, justo antes de que la puerta se cerrara. El ruido de los cerrojos resonó en el vestíbulo.

19

UN BAÑO NUEVO

Los tres guardaron silencio durante la mayor parte del recorrido.

Al fin, cuando el coche patrulla abandonó la autopista y enfiló la tierra endurecida de la carretera secundaria, Bruce Wilcox dijo:

– No nos dirá nada. Agarrará la escopeta de cañones y nos echará de su casa en menos de lo que un mosquito tarda en picar un culo. Estamos perdiendo el tiempo.

Iba conduciendo. En el asiento del pasajero, Tanny Brown mantenía la mirada fija en el parabrisas sin pronunciar palabra. Los rayos de luz que llegaban a través de las copas de los árboles le daban a su piel una apariencia brillante, como si estuviera mojada. Contestó a Wilcox haciendo un leve gesto de desaprobación; luego volvió a sumirse en sus cavilaciones.

Wilcox bufó y siguió conduciendo. Luego insistió:

– Sigo creyendo que estamos perdiendo el tiempo.

– No estamos perdiendo el tiempo -masculló Brown mientras el coche no dejaba de dar bandazos por culpa del estado de la carretera.

– Con que no, ¿eh? -repuso el detective-. A ver si consigues que me entere de qué va esto.

Volvió la cabeza hacia Cowart, que iba sentado en el centro del asiento trasero sintiéndose como uno de los detenidos que habitualmente ocupaban ese sitio.

Brown habló despacio:

– Antes de que Sullivan muriera en la silla eléctrica, le insinuó a Cowart que pudimos pasar por alto algunas pruebas en casa de Ferguson. A eso vamos.

Wilcox sacudió la cabeza.

– A otro perro con ese hueso, Tanny. Lo diría para quitárselo de encima. -Hablaba como si Cowart no estuviera presente-. Yo mismo supervisé el registro. Lo revolvimos todo. Palpamos las paredes por si había espacios huecos, retiramos las tablas del suelo, examinamos el carbón de aquel viejo horno para ver si había restos de quema, nos arrastramos por los putos cimientos de la casa con un detector de metales. Pero si incluso traje un maldito sabueso y lo pasé por toda la casa, joder. Si ese capullo hubiese ocultado algo lo habríamos encontrado.

– Sullivan dijo que se os pasó algo por alto -insistió Cowart.

– Sullivan le dijo muchas cosas a este chupatintas -le comentó Wilcox a su compañero-. ¿Por qué cojones le hacemos caso?

– Eh -dijo Cowart-, vale ya, ¿de acuerdo?

– ¿Dónde le dijo que mirara?

– No me lo dijo. Sólo dijo que se os pasó algo por alto y que me anduviera con ojos hasta en el culo.

Wilcox sacudió la cabeza.

– Aunque encontráramos algo, ya no serviría de nada. -Miró a Brown-. Y tú, jefe, lo sabes tan bien como yo. Ferguson ya es historia. Pasemos de él.

– No -contestó Tanny Brown-. No es historia.

– ¿Y qué si encontramos algo? ¿Qué más da? Será fruta del cesto podrido, no podemos utilizar contra Ferguson nada obtenido por vía extralegal. Acuérdate de la confesión. Ni aunque hubiera dicho dónde estaban las pruebas, cómo mató a la pequeña Joanie, cómo lo tramó todo, ¿qué pasa si luego va el juez y se retracta de la confesión? Las cosas vienen y se van, ya está.

– Pero las cosas no han ido de esta manera -dijo Cowart.

– Exactamente. No han ido así. Puede que los abogados aún tengan algo a lo que aferrarse. -Brown vaciló antes de añadir-: Pero yo no espero que este caso se resuelva en los tribunales.

Tras un breve silencio, Wilcox volvió a hablar:

– No creo que la abuela de Ferguson nos deje echar un vistazo sin una orden. No creo que nos dé ni la puta hora sin una orden del juez. Estamos perdiendo el tiempo.

– A Cowart sí lo dejará entrar.

– Y una mierda. No si va con nosotros.

– Verás como sí.

– Lo más probable es que los periodistas le caigan peor incluso que a mí. Después de todo fue gracias a ellos que su querido nieto acabó en el corredor.

– Pero luego lo sacaron.

– No creo que ella razone de esta manera. Una vieja baptista caga-misas… Seguramente cree que fue Jesús en persona el que bajó de los cielos y le abrió las puertas de la cárcel a su nieto, porque a fin de cuentas cada domingo iba al templo y lo colmaba de oraciones. Además, aunque le deje entrar a registrar la casa, que no lo hará, el tío este ni siquiera sabe qué buscar y menos dónde.

– Sí que lo sabe.

– De acuerdo, coño. Supongamos que encuentra algo. ¿De qué nos vale?

– Nos vale -contestó Brown. Bajó su ventanilla y el calor se introdujo en el coche y no tardó en neutralizar la atmósfera fría y viciada del aire acondicionado-. Porque entonces sabremos que Sullivan, al menos en esto, dijo la verdad.

– ¿Y qué? -espetó Wilcox-. ¿De qué cojones nos vale eso?

La pregunta sólo encontró silencio por parte del teniente.

– Entonces sabremos a qué atenernos -terció Cowart.

– ¡Ja! -exclamó Wilcox.

Siguió conduciendo, aferrando el volante, molesto por la sensación de que su compañero y su adversario hubieran compartido una información de la que él no tenía conocimiento. La furia se apoderó de él. Conducía bruscamente, levantando una nube de polvo, y casi deseaba que algún perro sarnoso o una ardilla se cruzaran en la carretera. Pisó el acelerador y notó cómo la trasera coleaba sobre la suciedad del asfalto y propulsaba el vehículo.

Cowart observó una hilera de árboles al borde de un bosque distante.

– ¿Adonde lleva eso? -preguntó señalando.

– Por ahí es donde encontramos a Joanie -contestó Wilcox-. Llega al borde mismo de la ciénaga. Luego retrocede unos diez kilómetros, se ensancha y gira hacia la ciudad. Ahí las arenas movedizas pueden tragárselo a uno y el barro es tan espeso que al pisarlo parece pegamento. Durante kilómetros sólo se ven árboles muertos, hierbajos y agua. Como está oscuro, todo parece lo mismo. Si uno se perdiese ahí dentro, tardaría un buen mes en salir. Si es que sale. Insectos, serpientes, caimanes y diversos bichos viscosos y reptantes. Aunque no está mal para pescar lubinas, se encuentran algunas piezas grandes debajo de la madera podrida. Basta con poner atención en el asunto.

Mientras el coche avanzaba traqueteando y ladeándose por efecto de los baches y las rodadas, Cowart pensó en los artículos que había impreso en la hemeroteca del Journal. Los llevaba en el bolsillo de la chaqueta, sentía su incómodo roce contra la camisa, como si poseyeran una cualidad radiactiva que irradiase con el calor. Esta información no la había compartido con Brown.

«Podría tratarse de una simple coincidencia -se dijo-. Ferguson da una charla en una iglesia y cuatro días después desaparece una niña. Eso no prueba nada. No sabes si se encontraba todavía por aquí ni lo que hizo después de hablar en la iglesia ni adonde fue. Cuatro días. Tenía tiempo de volver a Pachoula. O a Newark.»

Le sobrevino repentinamente la fotografía de Joanie Shriver que colgaba de la pared de la escuela. Vio los ojos de Dawn Perry mirándolo con aquella cara entusiasta y despreocupada con que aparecía la pequeña en el cartel de la policía. Blanco y negro.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Juicio Final»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Juicio Final» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


John Katzenbach - La Guerra De Hart
John Katzenbach
Ferran Torrent - Juicio Final
Ferran Torrent
John Katzenbach - Juegos De Ingenio
John Katzenbach
libcat.ru: книга без обложки
John Katzenbach
John Katzenbach - Just Cause
John Katzenbach
John Katzenbach - The Wrong Man
John Katzenbach
John Katzenbach - La Sombra
John Katzenbach
John Katzenbach - W słusznej sprawie
John Katzenbach
John Katzenbach - La Historia del Loco
John Katzenbach
John Katzenbach - El psicoanalista
John Katzenbach
Отзывы о книге «Juicio Final»

Обсуждение, отзывы о книге «Juicio Final» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x