Jonathan Kellerman - La Rama Rota

Здесь есть возможность читать онлайн «Jonathan Kellerman - La Rama Rota» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Rama Rota: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Rama Rota»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hay algo espectral en este caso. El suicidio de un violador de niños, una red oculta de pervertidos, todos ellos gente de clase alta, y una aterrada niña que podría atar cabos sueltos… si el psicólogo infantil Alex Delaware logra hacerle recordar los horrores de que ha sido testigo. Pero cuando lo hace, la policía parece falta de interés. Obsesionado por un caso que pone en peligro tanto su carrera como su vida, Alex queda atrapado en una telaraña de maldad, acercándose más y más a un antiguo secreto que hace que incluso el asesinato parezca un asunto limpio.

La Rama Rota — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Rama Rota», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Dos hombres, quizá tres, había dicho Melody.

– Usted también estaba allí, Tim.

– No. Bueno, yo… yo los llevé allí en coche. Con los faros apagados. Era una noche oscura, sin luna ni estrellas. Me quedé dando vueltas al aparcamiento, luego pensé que quizá me vieran, así que fui hasta las Palisades y regresé. Aún no habían acabado… recuerdo que me pregunté qué estarían haciendo para tardar tanto. Me marché de nuevo, di unas cuantas vueltas, regresé y justo entonces estaban saliendo. Iban vestidos de negro, como demonios. Y podía ver la sangre, incluso sobre el negro. Olían a sangre. Estaba por todas partes, cubriéndoles, oscura como su ropa, pero con una textura diferente… ya sabe, brillante. Húmeda.

Hombres negros. Dos, quizá tres. Se detuvo.

– Eso no es el final de la historia, Tim.

– Lo es. Se desnudaron en el coche, guardaron el cuchillo en una bolsa de lona. Lo quemamos en uno de los cañones: la ropa, la bolsa, todo. Y lo que quedaba lo tiramos al agua en el muelle de Malibú -hizo otra pausa, sin aliento-. Yo no maté a nadie.

– ¿Dijeron algo en el coche?

– Halstead estaba callado como una estatua. Me preocupó, por lo ido que se le veía, porque es un mal bicho… esa historia de que un chico le amenazó con una navaja es una pura memez. Le expulsaron de la Escuela de Artes Manuales por haber dado una buena paliza a un par de estudiantes. Y antes de eso lo habían echado de la Infantería de Marina. Le encantaba la violencia. Pero, fuera lo que fuese que hubiera pasado en aquel apartamento le había impactado… estaba muy callado.

– ¿Y qué hay de Earl?

– Earl era… diferente… era como si, le fuese aquello, ¿me entiende? Estaba lamiéndose los labios y acunándose adelante y atrás, como uno de esos crios autistas. Murmurando. Diciendo «hija de puta», una y otra vez. Era raro. Loco. Al fin Halstead le dijo que se callara de una jodida vez, y él le gritó algo en respuesta… en español. Halstead también gritó, y yo pensé que los dos se iban a hacer pedazos allá mismo. Era como ir conduciendo con dos bestias enjauladas. Los calmé, usando el nombre de Gus… eso siempre funcionaba con Earl. Aquella noche no podía aguantar el estar más tiempo con esos dos. Ambos eran el prototipo del psicópata.

– Ahórrese las descripciones intelectuales y explíqueme cómo mató a Bruno.

– Lo sabe todo, ¿no es así?

– Lo que me falta por saber me lo va a contar usted – hice un gesto en el aire con la pistola-. Bruno.

– Lo hicimos… lo hicieron la noche después de despachar al doctor y a la profesora. Halstead no quería que Earl le acompañase, pero Gus insistió. Dijo que era mejor que fueran dos para aquel trabajo. Tengo la sensación de que los dominaba, enfrentándolos el uno contra el otro. Esta vez ni fui, Halstead condujo y asesinó. Usó un palo de béisbol del almacén de suministros deportivos. Yo estaba allí cuando regresó y se lo contó a Gus: encontraron al vendedor cenando y lo mataron a golpes en la misma mesa. Earl se comió lo que quedaba de cena.

Dos asesinatos echados sobre la conciencia de dos hombres muertos. Todo perfecto. Aquello olía mal, y se lo dije.

– Así es como fueron las cosas. No estoy diciendo que yo sea totalmente inocente. Sabía lo que iban a hacer cuando les llevé a la casa del matasanos. Y les di la llave del apartamento. Pero yo no cometí ninguno de los asesinatos.

– ¿Y cómo consiguió la llave?

– Me la dio el primo Will. No sé de dónde la sacó él.

– Muy bien. Ya hemos hablado del quién, ahora hablemos del porqué de toda esta carnicería.

– Suponía que ya lo sabía…

– No suponga ni una higa.

– De acuerdo, de acuerdo. Es por la Brigada, que es una tapadera para los que gustan de abusar sexualmente de niños. El médico ese y la chica lo descubrieron y estaban haciéndoles chantaje. ¡Qué estúpidos que fueron al creer que iba a salirles bien!

Recordé las fotos que Milo me había mostrado aquel primer día. Habían pagado un precio demasiado alto por su estupidez.

Aparté las sangrientas imágenes de mi mente y volví con Kruger.

– ¿Todos los Caballeros son unos pervertidos?

– No. Sólo una cuarta parte, el resto son gente totalmente honrada. Eso hace que sea más fácil disimularlo todo, al ocultar a los pervertidos entre los demás.

– ¿Y los crios nunca hablan?

– No hasta que… escogemos con mucho cuidado a los que los pervertidos se llevan a casa, sobre todo a aquellos que no pueden hablar, defenderse. Los retrasados mentales, o los que no saben inglés, los que tiene grandes problemas mentales. A Gus le encantan los huérfanos porque no tienen lazos familiares, nadie se preocupa por ellos.

– ¿Fue Rodney uno de los elegidos?

Ajá

– ¿Y su miedo al doctor tenía algo que ver con eso?

– Aja. Uno de los raros se pasó un tanto a lo bestia con él. Un cirujano. Gus les aconseja que se vayan con cuidado, que no sean muy brutos. No quiere que los niños sufran mucho… la mercancía estropeada pierde su valor. Pero no siempre le hacen caso. Esos tipos no son normales, ¿sabe?

– Los sé -la ira y el asco me hacía difícil ver las cosas claras. El patearle la cabeza hasta hundirla huviera sido satisfactorio, en lo que a los instintos primarios se refiere, pero ése era un placer que iba que tener que negarme a mí mismo.

– Yo no soy uno de ellos -insistía, sonando como si estuviera convencido de ello-. En realidad, creo que es algo repugnante.

Me incliné y lo agarré por el cuello.

– ¡Pero les ha ayudado en todo, jodido cabrón!

Su rostro se amorató, con sus ojos desorbitándose. Le solté la cabeza. Cayó al suelo. Lo golpeó con la nariz, que empezó a sangrar. Se agitó en sus ligaduras.

– No me lo diga: sólo estaba cumpliendo órdenes.

– ¡No lo entiende! -sollozó. Verdaderas lágrimas, que se mezclaban con el bigote de sangre que le salía de la nariz, dándole un aspecto patético. Si no hubiera sido por su especialización en arte dramático, quizá me hubiera impresionado-: Gus me recogió cuando todos los demás, mis llamados amigos y mi familia, me dejaron de lado por aquello de Saxon. Y podrá pensar lo que quiera, pero no fue un asesinato. Fue un… accidente… Saxon no era una víctima inocente. El también quería matarme a mí… y ésa es la pura verdad.

– Él no se encuentra en posición de defender su caso.

– ¡Mierda! Nadie me creyó. Excepto Gus. Él sabía cómo podían ser las cosas en aquel lugar. Todos pensaron que yo era la oveja negra… la vergüenza de la familia y todas esas mamonadas. Él me dio responsabilidades. Y yo estuve a la altura de sus esperanzas: demostré lo que valía, demostré que uno no necesita un título universitario. Todo era perfecto, yo llevaba La Casa tan perfectamente como…

– Sí, es usted un perfecto matón nazi, Tim. Pero lo que quiero son respuestas…

– Pregunte -dijo cansinamente.

– ¿Desde cuánto hace que la Brigada es una tapadera para los pervertidos sexuales?

– Desde el principio.

– ¿Cómo en Méjico?

– Justo como allá. Pero por lo que él contaba, allá abajo la policía lo sabía todo. Lo único que tenía que hacer era entregar unos cuantos sobornos. Y le dejaban que llevase allá hombres de negocios ricos de Acapulco: japoneses, muchos árabes… para que se entretuviesen con los niños. Aquel lugar se llamaba La Casa Cristiana del Padre Agustino, o algo parecido en español. Todo fue a las mil maravillas durante mucho tiempo, hasta que un nuevo comisario de policía, una especie de beato, muy religioso, se hizo cargo y no le gustó ni pizca lo que descubrió. Gus afirma que el tipo le sacó miles de dólares como soborno y luego le traicionó, cerrando el lugar de todos modos. Entonces vino aquí arriba y montó la barraca. Se trajo al loco de Earl con él.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Rama Rota»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Rama Rota» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jonathan Kellerman - Devil's Waltz
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Billy Straight
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Obsesión
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Test krwi
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Compulsion
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Dr. Death
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - True Detectives
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Evidence
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - The Conspiracy Club
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Rage
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Gone
Jonathan Kellerman
Отзывы о книге «La Rama Rota»

Обсуждение, отзывы о книге «La Rama Rota» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x