Robin Cook - ADN
Здесь есть возможность читать онлайн «Robin Cook - ADN» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:ADN
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
ADN: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «ADN»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
ADN — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «ADN», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Los siguientes minutos parecieron arrastrarse. Laurie volvió la mirada hacia la ventana y la fuente vacía, preguntándose si debía salir huyendo. Lo siguiente que supo fue que Sue le ponía la mano en el hombro y la llamaba por su nombre. Resignada, Laurie se volvió para encontrarse ante el atezado y sonriente rostro del hombre apuesto y vigoroso que se hallaba de pie al lado de su amiga. Podría haberse tratado de un marino o de alguien que había pasado mucho tiempo a la intemperie. Iba cuidadosamente acicalado y vestía un traje azul oscuro con camisa blanca y corbata de llamativos colores. Sobre el traje llevaba una impecable bata blanca como la de Sue. En conjunto desprendía un aire de refinada elegancia que lo hacía destacar entre el resto de médicos, en su mayoría más descuidados. En lo que a su nariz hacía referencia, a Laurie le pareció del tamaño justo.
– Quiero presentarte al doctor Roger Rousseau -dijo Sue.
Laurie se puso rápidamente en pie y estrechó la mano que le tendían. Era cálida y fuerte. Cuando lo miró a los ojos, se sorprendió al encontrar que eran de un azul pálido. Tras balbucear que estaba encantada de conocerlo, Laurie hizo una mueca para sus adentros. Tenía la impresión de estar comportándose con la misma torpeza que aquella ocasión en el instituto.
– Por favor, llámame Roger -dijo el hombre cálidamente.
– Y a mí, Laurie -repuso ella recobrando la compostura. Se fijó en su sonrisa, que era como Sue se la había descrito, y la encontró atractiva.
– Sue acaba de mencionarme que tienes cierta información confidencial que quieres compartir conmigo.
– Así es -repuso sencillamente Laurie-. Supongo que también te habrá dicho que he de permanecer en el anonimato. Cualquier filtración podría poner en peligro mi carrera. Por desgracia, ya he tenido alguna mala experiencia en el pasado.
– Tu necesidad de confidencialidad no es ningún problema. Te doy mi palabra. -Contempló la abarrotada cafetería-. Este no es el mejor lugar para una conversación confidencial. ¿Puedo invitarte a mi modesto pero muy privado despacho? No tendremos que gritar y sin duda no nos espiarán.
– Me parece bien -contestó Laurie y miró a Sue que sonrió traviesamente, le guiñó el ojo y la despidió simultáneamente con un gesto de la mano.
Cuando Laurie hizo ademán de recoger la bandeja, su amiga le indicó silenciosamente que la dejara y que ella se ocuparía.
Laurie siguió a Roger mientras él se abría paso hacia la entrada de la cafetería que estaba aún más llena que antes. Él se detuvo más allá de la muchedumbre y esperó a que llegara Laurie.
– Está un piso más arriba. Normalmente yo subo por la escalera, ¿te importa?
– Cielos, no -exclamó Laurie, sorprendida de que se lo hubiera preguntado siquiera-. Sue me dijo que estuviste con Médicos sin Fronteras -añadió ella mientras subían.
– Pues sí. Durante casi veinte años -contestó Roger.
– Estoy impresionada -comentó Laurie, sabedora de la humanitaria labor que desarrolla esa organización y que le había reportado un premio Nobel. Por el rabillo del ojo se fijó en que Roger subía los peldaños de dos en dos-. ¿Por qué lo hiciste?
– Cuando a mediados de los ochenta acabé mis prácticas en enfermedades infecciosas, me apetecieron aventuras. Además, también era un idealista de izquierdas con ansias de cambiar el mundo, así que me pareció que encajaría.
– ¿En la aventura?
– Desde luego, pero también como entrenamiento en dirigir hospitales. Sin embargo, me llevé mi parte de desengaño. La necesidad que tiene el mundo de hasta los servicios médicos más básicos resulta apabullante. De todas maneras, no permitas que me lance.
– ¿Dónde te destinaron?
– Primero al Pacífico Sur; luego, a Asia y por fin a África. Me aseguré de hacer todo el recorrido.
Laurie se acordó del viaje que había hecho con Jack a África Occidental e intentó imaginar lo que podía significar trabajar allí. Antes de que pudiera mencionar su experiencia, Roger corrió a abrirle la puerta de la escalera.
– ¿Y qué te hizo dejarlo? -le preguntó mientras iban por el atestado pasillo principal camino de la zona de Administración. Teniendo en cuenta que Roger era una incorporación reciente a la plantilla, le sorprendió la cantidad de gente que lo saludaba al pasar.
– En parte, la desilusión de no ser capaz de cambiar el mundo, y en parte también la necesidad de volver a casa para formar un hogar. Siempre me he visto como un hombre de familia, pero eso no era posible en el Chad o en Mongolia Exterior.
– Eso es romántico -dijo Laurie-. Así se podría decir que el amor te hizo volver de las estepas africanas.
– No del todo -contestó Roger abriendo la puerta que daba a la enmoquetada y tranquila zona administrativa-. No había nadie esperándome aquí. Soy como un ave migratoria que regresa al nido donde empezó siendo un polluelo, con la esperanza de encontrar compañera. -Rió mientras saludaba a las secretarias que no habían salido a comer.
– ¿Entonces eres de Nueva York?
– De Queens, para ser exacto.
– ¿A qué escuela de medicina fuiste?
– Al Columbia College de Médicos y Cirujanos.
– ¿En serio? ¡Qué coincidencia! ¡Yo también! ¿En qué años te graduaste?
– En el ochenta y uno.
– Yo, en el ochenta y seis. ¿No tuviste por casualidad a un tal Jack Stapleton en tu clase?
– Pues sí. Era uno de los mejores jugadores de baloncesto de Bard Hall. ¿Lo conoces?
– Sí -contestó Laurie sin añadir más. Se sentía extrañamente incómoda, como si estuviera siendo infiel a su relación con Jack con solo mencionar su nombre-. Es colega mío en el Departamento de Medicina Legal -añadió tímidamente.
Entraron en el despacho de Roger que, tal como él había dicho, era modesto. Se hallaba situado en la zona interior del ala de Administración y en consecuencia carecía de ventanas. En compensación, las paredes estaban cubiertas de fotografías de distintos lugares del mundo donde Roger había trabajado. Había unas cuantas en las que aparecía él rodeado de pacientes o de dignatarios locales. Laurie no pudo evitar fijarse en que Roger sonreía en todas ellas como si cada foto celebrara un acontecimiento. Resultaba especialmente notable teniendo en cuenta que los demás aparecían serios y hasta ceñudos.
– Por favor, siéntate -le sugirió Roger acercando un asiento al escritorio. Tras cerrar la puerta, se sentó a su mesa, y se recostó en su silla cruzando los brazos-. Bueno, ahora dime qué te ronda por la cabeza.
De nuevo, Laurie hizo hincapié en la necesidad de que su nombre quedara fuera de la situación y Roger le aseguró que no tenía nada que temer. Razonablemente confiada, le explicó la historia igual que había hecho con Sue, pero esa vez utilizó el término «asesino múltiple». Cuando hubo terminado, se acercó y le dejó delante una tarjeta con los cuatro nombres.
Durante el relato de Laurie, Roger se había mantenido en silencio, observándola con creciente interés.
– Apenas puedo dar crédito a lo que me estás contando -le dijo finalmente-, y te agradezco enormemente que te hayas tomado la molestia.
– Mi conciencia me decía que alguien más necesitaba saberlo -añadió Laurie-. Puede que cuando consiga copias de los historiales clínicos o si Toxicología encuentra algo tenga que tragarme mis palabras. No me importaría, y nadie estaría más contento que yo. Pero hasta ese momento seguiré creyendo que ocurre algo raro.
– La razón de que esté tan sorprendido y te lo agradezca tanto es porque aquí me han echado una reprimenda igual que a ti y por las mismas razones. He presentado esos mismos cuatro casos ante el Comité de Mortalidad. La verdad es que la última vez ha sido esta misma mañana, con el caso de Darlene Morgan. Y cada vez me he topado con una negativa e incluso con malos modos, especialmente del presidente en persona. Como es lógico, no tenía el beneficio de los resultados de las autopsias porque todavía no nos han llegado.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «ADN»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «ADN» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «ADN» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.