Al cabo de unos momentos de vacilación altanera, Ashley se sentó en el otro extremo del sofá, tan lejos de Mark como pudo, se quitó el velo, luego cruzó las piernas y se quitó los zapatos de una patada.
– Mark, quiero saber qué ha querido decir Grace con eso de lavar el BMW.
– No tengo ni idea.
Se quedó callada.
– ¿Me quieres?
Meneando la cabeza con desesperación, Ashley se levantó.
– Sí, te quiero. En estos momentos, no tengo ni idea de por qué, pero sí que te quiero. Y la madre de Michael está esperando a que aparezca y me eche a llorar hasta que me revienten los putos ojos, que es lo que estoy a punto de ir a hacer.
– Toma una copa primero.
– Por Dios, Mark.
Él se levantó del sofá, se acercó a ella tambaleándose y la abrazó. Luego le acarició el cuello.
– ¿Sabes? Si no hubiera ocurrido el accidente, la boda habría seguido adelante. Ahora serías la señora de Michael Harrison.
Ella asintió con la cabeza, ligeramente conmovida. Mark la miró fijamente a los ojos.
– Estarías camino de Londres, del Savoy. Habrías hecho el amor con él esta noche, ¿verdad?
– Es lo que se supone que hacen las esposas en la noche de bodas.
– ¿Y cómo te habrías sentido?
– Habría imaginado que eras tú -le dijo sujetándole la cara con las manos.
– ¿Te la habrías metido en la boca? ¿Le habrías chupado la polla?
Ella lo apartó.
– ¡Mark!
– ¿Lo habrías hecho?
– Claro que no.
– ¡Ya!
– Teníamos un acuerdo, Mark.
Mark llevó la botella al fregadero, arrancó la cápsula y, luego, cogió dos copas de la vitrina. Hizo saltar el corcho, llenó las copas y le dio una a Ashley.
Ella la cogió a regañadientes y brindó con él.
– Lo teníamos todo planeado -le dijo a Mark.
– Teníamos un plan A. Ahora estamos con el plan B. -Bebió un gran trago, apurando la copa hasta la mitad-. ¿Qué hay de malo en eso?
– Primero, que estás pedo. Segundo, que resulta que ahora no soy la señora de Michael Harrison. Lo que significa que no puedo participar en su mitad de Inmobiliaria Doble M.
– En realidad, son dos terceras partes -dijo Mark.
– Pues que yo sí puedo, según nuestro acuerdo de accionistas y el seguro de vida.
– Siempre y cuando esté muerto.
– ¿Por qué dices eso de «siempre y cuando?»
– Tapaste bien el agujero, ¿verdad? ¿Utilizaste pegamento de contacto como te dije?
– Sshí -dijo Mark encogiéndose.
Ashley lo miró con dureza, viendo a través de él.
– ¿Estás seguro?
– Sshí. La tapa estaba atornillada. Saqué el tubo y eché una tonelada más de tierra encima. Si estuviera vivo, se habría puesto en contacto con alguien, ¿no?
Ella le lanzó una mirada extraña.
– ¿Quieres que vaya a clavarle una puta estaca en el corazón?
Ashley bebió champán, luego fue hacia el equipo de música y miró la estantería de los CD.
– ¿Cuánto me quieres?
– ¿Cuánto? Más de lo que podría expresar jamás con palabras.
Ella sacó un CD de la caja, lo puso en el reproductor y pulsó «play». Unos momentos después, Love is all around invadió la habitación. Dejó la copa en la mesa, cogió la de Mark y también la dejó. Luego le pasó los brazos alrededor del cuello y comenzó a llevarle al ritmo de la música.
– Si me quieres, siempre me dirás la verdad, ¿no? -le dijo apretando los labios en su oreja.
Bailaron unos momentos más y luego Mark dijo:
– Hay algo que lleva preocupándome esshtos últimoss diassh.
– ¿Qué?
– Sabes que Michael y yo usamos la Palm para leer el correo electrónico cuando no estamos en el despacho. Nos hemos guardado de no enviarle ningún mensaje sobre la despedida de soltero, pero creo que quizá la haya fastidiado.
– ¿Qué quieres decir?
– Creo que le envié uno por error. Y la lleva encima.
Ashley se apartó de él y le lanzó una mirada asesina.
– ¿Me estás diciendo que lleva la Palm encima?
– Es posible.
– ¿Muy posible?
– No la he encontrado por ningún lado, ni en su despacho ni en su piso.
– ¿Está en la tumba con él?
– Podría ser.
– ¿Podría ser?
Mark se encogió de hombros.
– Será mejor que te asegures de ello, Mark.
Él se quedó mirándola en silencio.
– Sólo te lo cuento porque…
– ¿Porque?
– Porque podría ser peligroso.
– Más te vale recuperarla, ¿no crees?
– No pasa nada siempre que nadie lo encuentre.
Ashley se sentó en un sofá y bebió su copa de champán.
– No puedo creer lo que estoy oyendo. ¿Por qué no me lo has contado antes?
Mark se encogió de hombros.
– Pensé…, yo…
– ¿Tú qué?
Mark se sentó a su lado e intentó brindar con ella. Ashley apartó su copa, con brusquedad.
– Más te vale recuperarla -le dijo-. Y deprisa. Esta noche, por ejemplo. Capisce?
Mientras regresaba con el coche a la central del Departamento de Investigación Criminal, Grace activó el manos libres del móvil y llamó a Glenn Branson.
– ¿Qué tal por Solihull? -le preguntó.
– Lloviendo chuzos. ¿Qué tal por Brighton?
– Lloviendo chuzos.
– Y la hermana de Ari se ha ido a acostar porque tiene migraña.
– O sea, que será una fiesta de cumpleaños increíble.
– Pero he sumado bastantes puntos viniendo. ¿Qué tal la boda?
– Un poco como será tu fiesta de cumpleaños. El anfitrión no ha aparecido.
– No me sorprende. Dime, ¿cuántos familiares de Ashley Harper han hecho acto de presencia?
– Sólo uno, que yo haya visto -dijo Grace-. Un tío. -Se detuvo en un semáforo-. Quería preguntarte algo. ¿Has comprobado la cuenta corriente y las tarjetas de crédito de Michael Harrison?
– Las estoy controlando continuamente. Desde el martes por la tarde nada. Lo mismo con el móvil. ¿Tú tienes alguna novedad?
– El helicóptero ha vuelto a despegar, pero no ha visto nada. Nicholl y Moy trabajan este fin de semana; están repartiendo la fotografía de Michael a la prensa y recogiendo todas las imágenes de las cámaras de circuito cerrado de la zona por la que sospechamos que puede encontrarse Michael Harrison. Un equipo ya ha comenzado a visionarlas. Vamos a tener que tomar una decisión respecto a si llamamos o no a agentes especiales para realizar un rastreo minucioso de la zona. Y a cada minuto que pasa me gusta menos su socio, Mark Warren.
– Cuenta.
– Aún no tengo nada en concreto, pero creo que sabe algo que no nos cuenta. Hay que investigarle.
– El equipo Holmes ya se ha puesto a trabajar en eso.
– Buen chico. Espera… -Grace se concentró un momento al arrancar cuando el semáforo se puso verde-. Creo que deberíamos investigar más a fondo su empresa, Inmobiliaria Doble M. Ver qué pólizas de seguro tienen.
– También tengo eso controlado y estamos investigando su empresa de las islas Caimán. ¿Qué piensas de Ashley?
– No lo sé -dijo Grace-. No tengo una opinión. Su interpretación es convincente. Creo que también deberíamos investigarla a ella. ¿Sabes lo que me parece raro?
– ¿Que no tenga familia? ¿Has visto esa peli, La última seducción, con Linda Fiorentino?
La señal telefónica se debilitó de repente y la voz de Branson llegó con interferencias.
– No la recuerdo.
– También salía Bill Pullman.
– No me suena.
– Ella también estaba en Hombres de negro.
– Vale.
– Merece la pena verla, La última seducción. Una mujer ambiciosa. Un final oscuro. En cierto modo, me recuerda a Ashley.
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