Su cara se puso blanca. Puso la mano sobre la barriga.
– Incluso ahora… Es increíble…, a veces todavía me pregunto si todo fue un sueño. -Dejó transcurrir unos minutos. Aspiró profundamente.
– Lo que tiró era materia animal, vale. Pero no ternera o cerdo.
Volvió a respirar.
– Partes del cuerpo. Intestinos, extremidades, huesos, dientes. También cabezas. Ardillas y ratas, creo que también vi un gato. No pude evitarlo, eché el Cap'n Crunch. Pete pensó que aquello era gracioso. Se levantó y agarró un tenedor de barbacoa que tenían fuera y lo utilizó para esparcir por toda la lona todo tipo de cosas. Como si estuviera haciendo un sofrito. No paraba de reírse. «Hora de comer, no, de desayunar, eh tío, podemos hacer nuestro propio almuerzo.» Luego, de repente, llenó el tenedor de carne y me lo puso justo delante de la cara. Yo di un salto, todavía medio mareado. Intenté salir del garaje, pero no pude. La puerta estaba cerrada, con uno de esos cerrojos giratorios de metal y yo no tenía ni idea de cómo abrirlo. Pete siguió ondeando aquel pegote, haciendo bromas pesadas. Olía como no pueden imaginárselo.
– Asqueroso -contestó Milo. Con todo el significado de la palabra.
Kyle apoyó las manos en la alfombra, se abrazó, como si fuera a levitar.
– Yo estaba gritando y vomitando, le suplicaba que me dejara salir. Él seguía avanzando hacia mí, luego paró, se apoyó en la nevera, se bajó la bragueta, se la sacudió, cogió un trozo de carne y se lo puso allí. Empezó a tocarse. No tardó mucho. Estaba muy excitado.
Se fue al baño, cuando volvió llevaba el pelo húmedo y los ojos vidriosos.
– No quiero seguir hablando de ello.
– ¿Cómo consiguió salir del garaje? -pregunté.
– Pete acabó, me dejó salir y me ignoró el resto del día.
– Después de aquello, ¿siguió manteniendo contacto a menudo con él?
– No. Nunca volví a verlo.
– ¿Ni por obligaciones familiares?
– ¿De qué está hablando?
– ¿No lo sabe? -dije, preguntándome si de verdad no lo sabía.
– ¿Saber el qué?
– Lester Jordan…
– Es su padre, sí, ya, técnicamente es mi primo, pero no en la práctica. No había ningún contacto. Y yo no descubrí la relación hasta años después. Con todas las salidas de mi padre, podría tener primos por todo el mundo.
– ¿Cómo y cuándo descubrió que Lester era el padre de Pete?
– Ya estaba viviendo en Atherton, un par de años más tarde. Vine para pasar algo de tiempo con mi padre y él quería ir a ver a una de sus novias. En aquella ocasión me impuse y dije que si a él no le importaba pasar tiempo a solas conmigo, yo iría al museo. Se deshizo en disculpas, empezó a acusarse a sí mismo de ser un padre de mierda. Por supuesto, lo consolé, le dije que era un padre estupendo. De algún modo, en medio de todo aquello, salió el tema de Lester y Pete. Creo que surgió porque hablábamos de las líneas de sangre, de que mis genes buenos eran por parte de padre porque de la parte de mi madre eran todos un puñado de perdedores. Después del divorcio, los dos lo hacían constantemente, echaban pestes uno del otro.
– Utilizaba a Lester como un tema de discusión -apunté.
– Exacto. Luego dejó caer lo de que Lester era el padre de Pete. Hizo un comentario quitándole importancia al tema.
– Parece que él sabía que Pete tenía problemas.
– Supongo que sí.
– Pero nunca le preguntó si Pete le había maltratado a usted.
– No -respondió-. La curiosidad de mi padre no llegaba tan lejos.
– ¿Cómo supo que Pete tenía dificultades de aprendizaje? -pregunté.
Sus ojos se abrieron.
– ¿Qué quiere decir?
– Le contó a Tanya que tenía un primo que había seguido una medicación para mejorar un poco sus posibilidades. ¿O se refería a otra persona? -dije.
– Yo… no, era él. Supongo que lo describí así. Pero no porque realmente lo considere un familiar. Tanya y yo estábamos hablando en teoría. No creía que iban a analizarme gramaticalmente.
– ¿Cómo supo que Pete estaba tomando medicamentos?
– Él me enseñó las pastillas. Mary le dejaba tener el frasco en su mesita de noche y las toma sin ningún control. Me dijo que se tragaba una cuando sentía que le faltaba energía.
– ¿Ritalin?
– No vi nunca la etiqueta, él las llamaba las pastillas energéticas, me dijo que se las habían recetado porque en la escuela intentaban controlarlo. Decía que le hacían sentirse bien, pero que aun así, no iba a hacer los deberes porque la escuela se la traía floja.
– ¿Alguna vez le vio consumir otras drogas? -preguntó Milo.
– Tenía una bolsita de plástico de marihuana justo allí a la vista, al lado de las pastillas. Lo vi liar y fumar un par de veces. También bebía vino, cualquier cosa que pudiera robar del escondite de Mary.
– Todo eso y además, los trozos de animales.
– No me lo recuerde.
– ¿Por qué contactó con Tanya?
– Cuando el doctor Delaware apareció aquí y habló conmigo sobre la señorita Bigelow, me hizo recordar.
– ¿Recordar qué?
– Todo aquel período de mi vida, teniente.
– Cuando veía a Tanya en el jardín -apunté yo.
– No la estaba espiando, no era nada raro, simplemente que ella estaba allí. Mis padres todavía seguían casados, pero vivían separados, y yo iba y venía de Atherton. Mi abuelo estaba en estado vegetal. Nadie tenía tiempo para mí, excepto Patty Bigelow. Me preguntaba cómo estaba, me preparaba un bocadillo. Tanya y yo nunca nos dijimos ni una palabra. Ella dice que sabe que yo estaba allí, pero no sabría decirles. Después de que usted viniera, la busqué en Facebook y vi que se había convertido en una chica muy guapa. Copié su horario de clases y fingí encontrármela en el campus. Sé que suena a un asedio de locos, pero tenía curiosidad, eso es todo. Ni siquiera tenía previsto hablar con ella. No es que sea atrevido precisamente, por si no lo han notado.
– Se las arregló bien para hablar con ella -repliqué.
– Estaba comiendo un bocadillo. En la fuente invertida, justo donde nos encontraron. Y tan cerca del edificio de física, aquello me pareció… providencial. Saqué mi almuerzo fuera, empezamos a hablar, fue fácil entablar conversación con ella. Simplemente salí y le dije que había ido a verla. Ella se acordaba de mí, no se sorprendió, no me hizo sentir como si fuera un perfecto chalado. Fue como si nos conociéramos desde hace mucho, mucho tiempo. Como si fuéramos amigos. No la toqué. No creo que me vea de ese modo.
Nos miró fijamente, implorando que le contradijéramos.
– Ahora está preocupado por ella -dije.
– ¿Cómo podría no estarlo? Van a hablar con Lester y al día siguiente está muerto.
– ¿Quién cree que lo hizo? -preguntó Milo.
– ¿Cómo quiere que lo sepa?
– Haga una suposición racionalizada.
– Pete.
– ¿Por qué?
– Odiaba a su padre.
– ¿Él se lo contó?
– Nunca mencionó a Lester por su nombre, pero siempre decía que su viejo era un yonqui inútil y que no podía aguantarlo.
– ¿Salió en la conversación porque sí?
– Hace años de aquello, teniente.
– Intente recordarlo.
– Supongo que surgió cuando hacíamos una comparación. Tipo tu padre es estupendo y el mío una mierda.
– ¿Qué era lo que le gustaba de su padre?
– Que era rico. Y que era un semental.
– ¿Qué más le contó de Jordan?
– Nada, no es que estuviera preocupado por él. Si estaba obsesionado con alguien, era con su madre.
– ¿Pete tenía contacto a menudo con Jordan?
– ¿Pero que es esto?, ¿una pregunta con trampa? Ya les he dicho que Lester no formaba parte de mi vida y cuando dejé de ir a casa de Mary, no volví a ver a Pete.
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