Jonathan Kellerman - Obsesión

Здесь есть возможность читать онлайн «Jonathan Kellerman - Obsesión» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Obsesión: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Obsesión»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Patty Bigelow pensaba que por fin había conseguido enderezar su vida, pero de repente, su rebelde hermana Leila abandona a su hija, Tanya, en la puerta de su casa. Tía y sobrina aprenden con dificultad a vivir juntas con la ayuda profesional del doctor Alex Delaware, psiquiatra. Ahora, quince años después, Tanya acude de nuevo a la consulta de Alex porque la única madre que ha tenido, Patty Bigelow, ha fallecido dejando a la joven un extraño legado: le confesó, en su lecho de muerte, haber matado a un hombre años atrás. Este acto de barbarie abrirá inevitablemente un túnel al pasado en el que los secretos, junto con los cadáveres, han sido profundamente enterrados.

Obsesión — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Obsesión», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Es usted Cecilia?

– No.

¿ Están los propietarios en casa?

– No.

– ¿El señor y la señora Bedard?

– No están en casa.

Blanche resopló.

– Pero viven aquí, ¿no es cierto?

– ¿Qué raza de perro es?

– Un bulldog francés.

– ¿Son caros?

– Vale la pena.

Se encogió de hombros.

– ¿Recuerda al coronel Bedard? -pregunté.

No hubo respuesta.

– El anciano que…

– No trabajo para él.

– Pero lo conoció.

– Cecilia trabajaba para él.

– ¿Conoce a Cecilia?

Tampoco hubo respuesta. Le mostré mi identificación.

– Mi hermana -contestó.

– ¿Dónde puedo encontrar a su hermana?

Una larga pausa.

– Ella no está metida en ningún lío, solo necesito hacerle algunas preguntas.

– Zacapa.

– ¿Dónde está eso?

– Guatemala.

Blanche resopló de nuevo.

– Bonito perro -dijo la mujer-, es como un monito.

Cuando dio un paso hacia atrás para cerrar la puerta, una voz masculina preguntó:

– ¿Quién está ahí, America?

Antes de que pudiera contestar, un hombre joven abrió de par en par la segunda puerta, dejando a la vista un recibidor de piedra caliza y mármol tan grande como para poder patinar en él. En los nichos de las paredes, bustos de personas fallecidas hace tiempo. La pared del fondo estaba presidida por un retrato de un hombre parecido a Georges Washington con peluca blanca. A la derecha del cuadro, un tratado, iluminado por las puertas de cristal, que exhibían unos extensos jardines.

– ¡Eh! -dijo el joven. Altura mediana, unos veintitantos, pelo oscuro encrespado, ojos marrones vacilantes. Tez clara, uno de esos príncipes encantados con aspecto de ídolos de los adolescentes con algún que otro exceso de grasa desde su infancia. Había perdido parte de su encanto. Vestía una camiseta azul arrugada, las mangas enrolladas hasta los codos, pantalones de explorador verde oliva, zapatillas de deporte amarillas con los cordones sueltos. Tenía rayas de bolígrafos en los dedos. El reloj de su muñeca izquierda mostraba signos de haber vivido grandes aventuras. Milo habría estado de acuerdo.

– La Policía -contestó America, atreviéndose a volver a tocar la frente de Blanche.

El joven la miraba, divertido.

– Bonito perro. ¿Policía? ¿Qué ocurre?

– No soy un agente de la Policía, pero estoy trabajando con el departamento en una investigación sobre una mujer que trabajó aquí hace aproximadamente diez años.

– ¿Está trabajando con quién?

Le enseñé la identificación.

– ¿Un doctorado? ¿En qué?

– Psicología.

– Excelente -observó-. Si todo sale bien, tendré uno de esos. No en psicología, en física. ¿Hace diez años? ¿Qué es? ¿Uno de esos viejos casos? ¿Está estableciendo un perfil?

– Nada sofisticado. Es una investigación sobre temas financieros.

– De alguien que trabajó aquí, ¿habla de Cecilia? Mi padre se negaba a pagar la Seguridad Social.

America se puso nerviosa.

– No es sobre Cecilia, sino una mujer llamada Patty Bigelow. Pero si Cecilia la recuerda, me sería de gran ayuda.

Miró a America. Ella le dijo:

– Ya le he dicho que Cecilia está en Guatemala.

– Recuerdo a Patty -dijo el joven-. La enfermera que cuidaba a mi abuelo. -Extendió la mano, suave y manchada de tinta-. Kyle Bedard. ¿Qué es lo que ha hecho esa mujer?

– Ha fallecido, pero no se trata de un homicidio. No puedo entrar en detalles.

– Silencio, es confidencial -susurró-. Suena interesante. ¿Quiere entrar?

– Señor -interrumpió America-, su padre dice que…

– No te preocupes, está bien -contestó Kyle.

La criada se alejó, retorciendo la gamuza, mientras él me invitaba a pasar.

Toda aquella piedra hacía que la temperatura bajase unos diez grados. Miré más de cerca la pintura colonial y Kyle Bedard dio un chasquido con la lengua.

– Mis padres pagaron por él más de lo que valía en Sotheby, porque algún especialista en pintura les convenció de que era una reliquia de la familia. En mi opinión, algún pintor de pacotilla hizo varias docenas de cuadros para los nuevos ricos Victorianos.

A su izquierda, había una puerta de nogal coronada por un pedículo de piedra caliza por la que se llegaba a la sala de lectura. El mobiliario era el de la típica biblioteca de burgués adinerado: habrían tenido que sacrificar a toda una manada para obtener todo aquel revestimiento de piel. Cortinas de terciopelo azules adornadas con borlas doradas que colgaban de una barra de metal grabada no dejaban entrar la luz diurna y reposaban sobre un suelo de parqué con incrustaciones metálicas. Una enorme alfombra persa azul y beis cubría la mayor parte de la madera.

El escritorio principal estaba esculpido y sobre él descansaban figuras en bronce de estilo Tiffany. Una lámpara de libélulas en cristal desprendía una luz de color amarillento. Los sillones de piel se combaban justo por el centro. Algunos cuadros de escenas de caza habían sido estratégicamente situados para completar la imagen del cuarto.

La habitación que Tanya me había descrito, con el anciano sentado en su silla de ruedas, leyendo, dormitando.

Pero había algunos elementos que más bien sobraban: un puf verde ácido en el centro de la alfombra, pilas de libros de texto, libretas y papeles sueltos, tres envoltorios vacíos de pollo frito, cajas de pizza para llevar, bolsas de patatas de varios sabores y colores, latas de refrescos y cerveza, servilletas arrugadas y una capa de migas.

Un portátil plateado de línea elegante descansaba en el puf, emitiendo una inquietante luz que parpadeaba mientras el salvapantallas iba transformándose: un Albert Einstein de ojos saltones se convertía en un triste Jim Morrison, luego en un conocido cómico empeñado en meterle el dedo en el ojo a otro y luego de nuevo en Albert. Estaba cargando un iPod con un cable eléctrico enroscado.

La biblioteca de un antiguo hombre de dinero convertida en un dormitorio de colegio.

La habitación olía a dormitorio.

– Estoy trabajando en unos cálculos, la soledad me ayuda -dijo Kyle Bedard.

– ¿Quién más vive aquí?

– Nadie. Mi padre está por algún sitio de Europa y mi madre vive en Deer Valley y Los Gatos.

– ¿Cálculos para su doctorado?

– Una matriz infinita.

– ¿En qué centro va a graduarse?

– En la Universidad, hice la licenciatura en Princeton, pero fue duro quedarme tan al este. Me di cuenta que ya había tenido suficiente hielo, aguanieve y demasiada gente que cree ser británica.

– ¿En qué área de la física está trabajando?

– En los láseres como fuente de energía alternativa. Si el comité acepta mi disertación, mi sueño es conseguir un puesto como ayudante de documentación con algún genio que esté trabajando en alguna investigación de vanguardia en los laboratorios del Lawrence Livermore. Sería genial formar parte de algo que cambie el rumbo del milenio.

– ¿Le falta mucho para acabar?

– Los datos ya los tengo y el trabajo escrito lo acabaré el año que viene. Pero usted ya ha pasado por esto, no hay nada seguro. Hay que pasar los orales y si algún miembro del comité la toma contigo, la has fastidiado. Tengo que practicar más como lameculos, pero el trabajo ocupa todo mi tiempo.

– Esa era mi actitud -contesté-, y acabó saliéndome bien.

– ¿Psicología? ¿Clínica?

Asentí con la cabeza.

– Gracias por esta pizca de terapia de autoconfianza, ¿nos sentamos? -apartó el portátil del puf y se dejó caer.

Coloqué una butaca para sentarme frente a él. Puse a Blanche en mi regazo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Obsesión»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Obsesión» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jonathan Kellerman - Devil's Waltz
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Billy Straight
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Test krwi
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Compulsion
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Dr. Death
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - True Detectives
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Evidence
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - The Clinic
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - The Conspiracy Club
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Rage
Jonathan Kellerman
Jonathan Kellerman - Gone
Jonathan Kellerman
Отзывы о книге «Obsesión»

Обсуждение, отзывы о книге «Obsesión» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x