Rex Stout - Los Amores De Goodwin

Здесь есть возможность читать онлайн «Rex Stout - Los Amores De Goodwin» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Amores De Goodwin: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Amores De Goodwin»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando un poderoso representante gubernamental de la O.R.P. (Oficina de Regulación de Precios) está preparándose para hablar ante un grupo de millonarios pertenecientes a la A.I.N. (Asociación Industrial Nacional) muere asesinado. El mundo de los negocios se tambalea ante las sospechas vertidas sobre los magnates asistentes a la conferencia. La A.I.N. exige que se encuentre al asesino y Nero Wolfe decide hacerse cargo del caso.

Los Amores De Goodwin — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Amores De Goodwin», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

»Lo importante no es lo de Kates en sí, sino lo que demuestra este hecho. Evidencia que es una insensatez que yo me confíe enteramente en nadie, en nadie absolutamente excepción hecha de Dexter y de usted. Hasta cierto punto hemos de dejar que se haga cargo del asunto el F.B.I., pero debemos reforzar nuestra posición con un mecanismo y un personal que trabaje directamente bajo nuestras órdenes. Quiero que lo piense usted para cuando hablemos mañana en una reunión a la que no invitaré a nadie más que a Dexter. Por lo mucho que me afecta el asunto, tendrá usted que dedicarse a él y no pensar en otra cosa. Me quedaré desguarnecido: pero esto es de importancia vital. Piénselo. Tengo que presentarme ante el Comité senatorial por la mañana; por ello llevaré este cilindro a Nueva York, y se lo entregaré a usted y usted podrá pasarlo mientras yo estoy informando. Empezaremos a hablar de ello por la tarde lo antes posible.

La voz cesó de hablar y en su lugar sonó un débil zumbido. Cerré el conmutador. Se produjo un silencio de muerte.

– ¿Qué me dice, señor Kates? -preguntó Wolfe en tono de inocente curiosidad-. Cuando entró usted en aquella habitación llevando el material para el discurso de Boone y él se encontró cara a cara con usted, ¿le echó las manos al cuello?

– No -dijo Kates con su rota voz y con talante indignado.

– ¡No se meta en esto, Kates! ¡Cállese! -gritó Don O’Neill.

– Es maravilloso, señor O’Neill. De veras que lo es. Casi palabra por palabra. La primera noche que estuvo usted aquí le recriminó así: «¡No se meta usted en esto, Kates! ¡Siéntese y cállese!» No fue un detalle muy inteligente; porque sonaba precisamente a orden de un jefe a su empleado, como ocurría en realidad. Este pormenor me llevó a dedicar a un hombre a descubrir un vínculo entre usted y el señor Kates, pero había sido usted demasiado circunspecto y, aun después de investigar durante tres días, no lo encontró. -Y mirando a Kates añadió-: Le he preguntado si el señor Boone quiso estrangularle, porque por lo visto lo tenía pensado y además porque ello le proporciona a usted una orientación: la defensa propia. Un buen abogado conseguiría jugar bastante con este tema. Claro que queda la señorita Gunther. Dudo de que un jurado se convenciese de que también ella quería ahogarle en mi descansillo. A propósito, hay otro detalle que me inspira curiosidad. La señorita Gunther le dijo a la señora Boone que había escrito una carta al asesino pidiéndole que devolviese el retrato de bodas. No lo creo. No considero que la señorita Gunther hubiese puesto por escrito tales cosas. Creo que usted le dio la fotografía y la licencia de conducción y que ella se las envió a la señora Boone. ¿No es así?

Como contestación, Alger Kates se echó a temblar de ira, se paso en pie, evocando aquella escena en que acusó a Breslow de rebasar los límites de la decencia y graznó:

– La policía ha demostrado ser totalmente incompetente. Debían haber descubierto de dónde salió aquel pedazo de tubo en pocas horas. Y no lo supieron nunca. Procedía de una pila de basura que había en el sótano del edificio de la Calle 41, donde están las oficinas de la A.I.N.

– ¡Está loco! -exclamó Cramer-. ¡Oigan lo que dice!

– Es un estúpido -dijo O’Neill, como sí se dirigiese al «Stenophone»-. Es un despreciable estúpido. No sospechaba yo que fuese el autor de los asesinatos. Nunca creí que fuese usted capaz de ello -dijo mirando cara a cara a Kates.

– Ni yo -dijo éste. Había dejado de temblar y estaba en pie, rígido-. Ni yo, antes de que llegase el momento. Después de ocurrir, me comprendí mejor. No me consideré tan tonto como Phoebe. Debía haberse dado cuenta de lo que yo era capaz de hacer. No tendría siquiera que haber prometido no decir nada o destruir el cilindro A usted mismo -dijo mirando a O’Neill- le hubiera matado aquella noche. Podía haberlo hecho. Usted me temía y me teme aún. Ninguno de aquellos dos me temía, pero usted sí. Dijo usted que no me creía capaz de matar, cuando sabía usted muy bien que sí lo soy.

O’Neill empezó a hacer una observación, pero Cramer le hizo callar y le preguntó a Kates:

– ¿Cómo lo supo?

– Se lo dije yo mismo. No tenía que habérselo dicho, pero se las arreglo para hablarme…

– Esto es una mentira -dijo O’Neill fría y precisamente-. Miente usted.

– Conforme. Dejémosle terminar -aprobó Kates-. ¿Cuándo ocurrió eso?

– Al día siguiente, el miércoles. Por la tarde. Nos encontramos por la noche.

– En la Segunda Avenida, entre las calles 53 y 54. Hablamos en la acera. Me dio algún dinero y me dijo que si sucedía algo y me detenían, me proporcionaría todo lo que necesitase. En aquel momento tenía miedo de mí. Estuvo observándome, mirándome las manos.

– ¿Cuánto tiempo estuvieron ustedes juntos?

– Diez minutos. Calculo que diez minutos.

– ¿Qué hora era?

– Las diez. Teníamos que encontrarnos a las diez y llegué a la hora, pero él se retrasó cosa de un cuarto de hora porque dijo que tenía que asegurarse de que no le seguían. No creo que un hombre inteligente se hubiese inquietado por esto.

– Señor Cramer, ¿no estamos perdiendo el tiempo?- preguntó Wolfe-. Luego tendrá usted que repetirlo todo allá abajo ante un taquígrafo. Parece que estará dispuesto a colaborar.

– A lo que está dispuesto es a hacerse electrocutar después de haber causado todas las molestias que pueda al prójimo con sus malditas mentiras -dijo O’Neill.

– Yo no me inquietarla mucho en su caso -le dijo a Wolfe O’Neill.

– Es más filósofo que usted y, dentro de lo desagradable de su caso, tiene la gracia de aceptar lo inevitable con una ficción de decoro. Usted, por el contrario, patalea. Por las miradas que le ha dirigido usted al señor Warder, sospecho que no tiene usted idea clara de su posición. Tendría usted que ponerse de acuerdo con él para que lleve el negocio cuando usted no esté ya.

– Yo saldré de ésta y no abandonaré mi puesto.

– Claro que sí: irá usted a la cárcel. Por lo menos esto parece -dijo Wolfe y dirigiéndose al vicepresidente, añadió-: ¿Qué le parece, señor Warder? ¿Irá usted a dar un mentís a este mensaje de ultratumba? ¿Negará o mixtificará usted su conversación con el señor Boone y hará que un jurado le declare a usted embustero? ¿O querrá usted demostrar que tiene sentido común?

Warder dejo de parecer atemorizado y cuando habló ya no mostró tendencia alguna a vociferar.

– Voy -dijo con voz firme y honorable- a decir la verdad.

– El señor Boone, ¿dijo la verdad en esté cilindro?

– Sí, la dijo.

Los ojos de Wolfe se volvieron hacia O’Neill.

– Ya ve usted, señor mío. El soborno es un delito. Necesitará usted del señor Warder. El otro aspecto, la complicidad en el crimen después de cometido éste, depende de su abogado. A partir de este momento, señor Cramer, entran en acción los letrados. Llévese a estos señores de aquí, si me hace el favor. Estoy cansado de mirarles. Archie, empaquete este cilindro. El señor Cramer querrá llevárselo.

– Téngalo usted mientras telefoneo -me dijo Cramer.

Me senté dando frente al auditorio, con la pistola en la mano para prevenir el caso de que alguien tuviese un, ataque de nervios mientras Cramer marcaba el número y hablaba. Me sorprendió ver que no se dirigía a la Brigada, de Homicidios, donde estaba instalado Ash, ni siquiera al inspector jefe, sino al propio Hombert. Cramer daba de cuando en cuando muestras de talento.

– ¿El comisario Hombert? Soy el inspector Cramer. Sí, señor. No, le llamo desde el despacho de Wolfe. No, señor, no trato de… Pero si me deja usted hablar… Si, señor, me doy cuenta de que sería una infracción de la disciplina, pero si me escucha usted un minuto. Claro que estoy con Wolfe. No he forzado la puerta, pero he conseguido detener al criminal, obtener la prueba y establecer la confesión. Esto es lo que quería decirle, y no estoy ni borracho ni loco. Aguarde un momento.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Amores De Goodwin»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Amores De Goodwin» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los Amores De Goodwin»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Amores De Goodwin» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x