• Пожаловаться

Tom Egeland: El final del círculo

Здесь есть возможность читать онлайн «Tom Egeland: El final del círculo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Tom Egeland El final del círculo

El final del círculo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El final del círculo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Contratado por la Universidad de Oslo para supervisar unas excavaciones arqueológicas que se están llevando a cabo en el monasterio de Vaerne (Noruega), Bjorn Belto es testigo de un hallazgo único. Se trata de un cofre de más de dos mil años de antigüedad con un manuscrito en su interior -una serie de leyendas- que podría modificar por completo la versión oficial de la historia del cristianismo. Belto tratando de evitar que el cofre caiga en las innobles manos de unos tipos que se escudan en una fachada académica, huye del país nórdico e inicia un periplo que le llevará de Londres a Oriente Próximo. Perseguido por aquellos que quieren hacerse con el cofre, Belto recala finalmente en Rennes-le-Cháteau, un pueblo del sur de Francia donde los hermanos custodios guardan celosamente un misterioso evangelio que pone en cuestión la propia biografía de Jesucristo.

Tom Egeland: другие книги автора


Кто написал El final del círculo? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El final del círculo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El final del círculo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Con el total apoyo del profesor Arntzen.

No entiendo nada. No es asunto mío. Pero estoy furioso. Yo era el supervisor. Me han engañado. Me implicaron porque pensaban que yo era fácil de engañar. Bjorn, el albino miope.

***

Detrás del palacio de grajos en el que crecí, había un prado que llamábamos el Cercado de Caballos. En invierno improvisábamos pistas de salto de esquí en los repechos y durante los deshielos de primavera organizábamos carreras de bicicletas a través de los fangosos caminos. En verano me subía a los árboles y permanecía invisible como una ardilla espiando a los jóvenes que acudían a beber cerveza , fumar porros y dormir juntos al abrigo de la hierba crecida. Tenía catorce años y era un espía tenaz.

El 17 de mayo de 1977, día nacional de Noruega, una joven fue violada y maltratada detrás de unos arbustos. Ocurrió a pleno día. A lo lejos se oían las bandas de música, los hurras y el estrépito de los petardos. A la semana siguiente violaron a otra chica. Corrió bastante tinta en los periódicos. Dos días después, por la tarde, alguien prendió fuego a la hierba seca. Sucedía con cierta frecuencia; los chicos del barrio solían ir a quemar maleza, pero en esa ocasión no había ninguna pandilla de chiquillos preparada para detener las llamas. El incendio arrasó el cercado y parte de las arboledas. El fuego dejó tras de sí un yermo abrasado y humeante, totalmente inadecuado para violaciones. Se supuso que los hechos estaban relacionados.

En el colegio hablamos de ello durante semanas. La policía investigó el caso. Al que provocó el incendio le pusimos un mote: el Pirómano Loco. El Rey de las Llamas. El Vengador.

Nadie sabe aún que fui yo quien provocó el incendio.

Son muchos los sitios en los que el profesor puede haber escondido el cofre. Desecho la mayor parte de ellos. Sé cómo piensa.

Podría haber bajado al depósito general, podría haberlo encerrado en uno de los armarios a prueba de incendios. Pero no lo ha hecho. Todos tenemos acceso a los depósitos y él no quiere compartir el cofre con nadie.

Una de las paradojas de la vida es la de que somos incapaces de ver lo que está a la vista de todos. Así es como piensa el profesor. Sabe que arriesga menos cuando actúa de un modo aparentemente arriesgado. Si quieres esconder un libro, colócalo en la estantería.

Ha ocultado el cofre en un archivador de su despacho, detrás de unas cajas y unas carpetas. Lo veo ante mí. Mi intuición es certera. Puedo generar imágenes mentales tan claras como en una pantalla de cine. Es un don que he heredado de mi abuela.

El profesor ha cerrado la puerta del despacho con llave. No importa. Cuando en 1996 se marchó a Telemark para participar en unas excavaciones, me confió una llave y luego se le olvidó. Como tantas otras cosas.

Su despacho es el doble de grande que el mío, e infinitamente más jactancioso. En medio, sobre una alfombra persa de imitación, está el escritorio con el ordenador, el teléfono y una caja para clips que le ha hecho mi hermanastro en el colegio. La silla es de respaldo alto con amortiguador hidráulico. En un rincón ha improvisado un saloncito donde toma el café con los invitados. En la pared que da al sur, la estantería se comba cargada de conocimiento.

Me siento en la silla, cuyos muelles acogen mi peso con suave amabilidad. El fuerte olor del puro de Llyleworth se ha quedado en el ambiente.

Cierro los ojos y miro hacia mi interior, en busca de la intuición. Permanezco así unos minutos, al cabo de los cuales vuelvo a abrirlos.

Mi mirada cae sobre el archivador.

Se trata de un armario gris de aluminio, con tres cajones y una cerradura arriba, a la derecha. Me acerco e intento abrir el primer cajón.

Está cerrado, claro.

Podría haber forzado la cerradura con unas tijeras o un destornillador, pero no creo que sea necesario.

Encuentro la llave en la caja, debajo de los clips. El profesor tiene llaves de reserva guardadas por todas partes. Del muelle de la lámpara del escritorio cuelgan las del chalet y el Mercedes.

Abro y saco el cajón superior. Las carpetas verdes contienen documentos, cartas y contratos. En el cajón de en medio encuentro recortes de revistas internacionales, ordenados sistemáticamente por orden alfabético y temático.

El cofre está al fondo del último, detrás de las carpetas, envuelto en una tela, metido en una bolsa de Lorentzen que a su vez está dentro de un bolso a rayas grises y blancas, debajo de unos libros.

Con el bolso bajo el brazo, vuelvo a ordenarlo todo. Cierro los cajones del archivador y echo el cerrojo. Dejo la llave debajo de los clips. Coloco la silla ante el escritorio. Echo un último vistazo -¿está todo como debe?, ¿no me he dejado nada?- antes de escabullirme por la puerta y cerrarla tras de mí. El pasillo está en penumbra y es inacabable. Miro a un lado y a otro antes de empezar a andar.

Hombre, señor Belto, ¿qué ha estado haciendo en el despacho del profesor? ¿ Y qué es eso que lleva en brazos?

Mis pasos hacen eco, como los latidos de mi corazón . Miro hacia atrás.

¿Señor Belto? ¿Adonde se dirige con ese objeto? ¿Lo ha robado del despacho del profesor?

Empieza a faltarme el aire, intento caminar tan deprisa como sea posible sin echar a correr.

¡Alto ahí! ¡Pare un momento!

¡He llegado! Las voces resuenan en mi cabeza. Abro mi despacho y me apresuro a entrar. Me apoyo sobre la puerta mientras recupero la respiración.

Con cuidado saco el cofre del bolso y retiro la bolsa de plástico y la tela. Me tiemblan las manos.

Es sorprendentemente pesado. Dos frágiles cintas mantienen unidas las rojizas tablas putrefactas. La madera está a punto de desintegrarse. Las grietas dejan al descubierto su contenido. Otro cofre.

No entiendo de metales, pero no importa. No me hace falta bajarlo al laboratorio para entender de qué material está hecho. Oro.

A pesar de los siglos transcurridos aún reluce cálido y dorado.

Intuyo algo inevitable.

Miro la calle a través del cristal mugriento, mientras espero a que mi corazón recupere su ritmo normal.

***

Hace dos años pasé seis meses en una clínica para trastornos nerviosos.

Tuve suerte y me tocó en la misma sección a la que había acudido en otra ocasión para una terapia de grupo. El tiempo no se había movido. El linóleo del suelo tenía el mismo dibujo que antes. Las paredes seguían siendo verde pálido y estando desnudas. Los ruidos y olores eran los mismos. Martín estaba sentado en su mecedora haciendo punto. Llevaba dieciocho años tejiendo la misma bufanda. Guardaba su creación, terroríficamente larga, en un gran baúl de rafia con tapa. Me saludó con un movimiento de la cabeza como si hubiera salido al quiosco a hacer un recado. Nunca habíamos hablado, pero me reconoció y supongo que me consideraba una especie de amigo.

Ni siquiera mamá se enteró de que me interné; se preocupa con mucha facilidad. Le dije que iba a participar en unas excavaciones en Egipto.

Metí seis sobres con su dirección y una petición de ayuda en un sobre A-4 que mandé a la oficina central de Correos de El Cairo. Yo no hablo árabe, así que adjunté un billete de veinte dólares. El lenguaje universal. Un amable funcionario que entendió el guiño franqueó y envió las cartas para mamá. Con sello de El Cairo, Egipto. Bien pensado. Como en una novela policíaca. Mi plan era que mandara una al mes, al fin y al cabo había escrito el nombre del mes en la esquina superior derecha. Pero las mandó todas de una vez. El bobo. Seis meses de sucesos inventados -grandiosos hallazgos arqueológicos, romances con bailarinas del vientre egipcias, expediciones por las tormentas del desierto sobre camellos inclinados por el viento-, comprimidos en una semana. Dice bastante de mi fantasía, y de la credulidad de mi madre, el hecho de que consiguiera que se lo tragara. No estaría del todo sobria.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El final del círculo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El final del círculo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Josefina Aldecoa: Historia de una maestra
Historia de una maestra
Josefina Aldecoa
J. Coetzee: Desgracia
Desgracia
J. Coetzee
Robert Doherty: La Cuarta Cripta
La Cuarta Cripta
Robert Doherty
Douglas Preston: Venganza
Venganza
Douglas Preston
Philipp Vandenberg: El quinto evangelio
El quinto evangelio
Philipp Vandenberg
Отзывы о книге «El final del círculo»

Обсуждение, отзывы о книге «El final del círculo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.