– Estilo de vida burgués decadente… Mmm… Es una acusación muy popular -de pronto Li se incorporó y aplastó su cigarrillo a medio fumar en el cenicero-. Camarada inspector jefe Chen, hay una razón por la que he querido que viniera a verme a mi despacho esta noche. No se trata sólo del caso, sino de otra cosa.
– ¿Otra cosa?
– Para que escuche un informe redactado contra usted.
– ¿Un informe contra mí? -Chen a su vez se incorporó-. ¿Qué he hecho yo?
– A propósito de su estilo de vida burgués decadente, exactamente el mismo cargo… El informe sostiene que, durante su investigación en Guangzhou, se convirtió en acompañante inseparable de un hombre de negocios de dudosa reputación, yendo a todo tipo de restaurantes elegantes tres veces al día.
– Sé de quién está hablando, camarada secretario del Partido. Se trata del señor Ouyang, ¿verdad? Es un hombre de negocios, pero ¿qué hay de malo en ello? Hoy en día nuestro gobierno estimula a la gente para que cree sus propias empresas. En cuanto a las razones por las que me invitó un par de veces, se debe a que también escribe poesía.
– Todavía no he terminado -repuso Li-. El informe también dice que fue usted a un salón de masajes.
– ¡Ah, el salón de masajes!, sí. Fui porque tenía que encontrarme con Xie Rong, la testigo que acabo de mencionar. Ella trabaja allí.
– Verá, una copia del recibo del salón de masaje dice que usted pagó por lo que se denomina "servicio completo". Los de Seguridad Interior tienen la copia, y todo el mundo sabe lo que significa eso.
Era la segunda vez ese día que a Chen le hablaban de Seguridad Interior. Primero, en el despacho de la directora Yao, ahora en el de Li. Se trataba de una institución especial, temida especialmente por la policía. Era la policía de la policía.
– ¿Por qué Seguridad Interior?
– Bueno, si no ha hecho nada malo, no tendrá que preocuparse si viene el diablo a llamar a su puerta por la noche.
– No tengo ni idea de cómo habrán obtenido ese recibo, a mí no me han dado ninguno. De hecho, lo había pagado el señor Ouyang. Antes de ir, ni siquiera sabía que era un salón. En cuanto a lo del "servicio completo»", no sé qué significa para otras personas, pero yo no disfruté de nada de eso.
– ¿Y por qué acudió a ese lugar para hablar con su testigo? -inquirió Li y encendió otro cigarrillo-. Yo, para empezar, no entiendo por qué no hizo que llevaran a la chica a la comisaría de Guangzhou para interrogarla. Es una práctica habitual y da buenos resultados.
– Bueno, yo pensé que así sería mejor.
El inspector jefe Chen había pensado en llevarla a la comisaría local, pero había hecho una promesa a la profesora Xie y también debía un gran favor a Ouyang. Además, el Secretario del Partido Li, que vivía en una urbanización para altos cargos en la parte oeste de la calle Huaihai, no podía entender por qué las personas normales como Xie Rong se sentían intimidadas por los cuadros superiores y sus hijos. Xie no se habría atrevido a decir ni una palabra en contra de Wu en la comisaría de policía de Guangzhou.
– Sólo me he quedado en Guangzhou cinco días -prosiguió-. Con tantas cosas esperándome aquí, no podía tomarme el tiempo para investigar de forma rutinaria, y los responsables de la comisaría de Guangzhou estaban demasiado ocupados para ayudarme. No tenía otra alternativa.
– Pasó más de dos horas a solas con ella en el interior del salón de masajes. Después la llevó al hotel El Cisne Blanco, a una sala también privada, y pagó más de quinientos yuanes por la comida, una suma superior al salario de un mes. ¿A eso le llama usted "investigación»", camarada inspector jefe Chen?
Chen entendió que habían seguido todos sus movimientos en Guangzhou y supo que estaba metido en un buen lío. El Secretario del Partido Li estaba bien informado sobre su viaje.
– Tengo una explicación, camarada Secretario del Partido Li.
– ¿La tiene usted?
– Sí, le pagué una comida para asegurarme de que cooperaría con nosotros. Era una comida cara, pero todo en Guangzhou es caro, y yo me propuse pagar de mi propio bolsillo.
– ¡Por una chica que hace masajes! Es usted muy generoso.
– Camarada Secretario del Partido Li, estaba investigando un caso de asesinato. Como policía, decidí abordar a la testigo de una manera que me pareció la adecuada y correcta. ¿Por qué han vigilado mis movimientos en Guangzhou?
– Lo que hizo allí quizá haya despertado las sospechas de algunas personas.
– Camarada Secretario del Partido Li, usted fue el que me presentó en el Partido. Si no confía en mí, ¿qué sentido tiene seguir hablando?
– Yo confío en usted, camarada inspector jefe Chen. De hecho, le he dicho a los de Seguridad Interior que todo lo que ha hecho en Guangzhou era parte de la investigación, incluso les he contado que ya lo había discutido todo conmigo.
– ¡Oh, gracias!, Secretario del Partido Li. Me ha hecho muchos favores desde mi primer día en la oficina. Le estoy muy agradecido.
– No tiene por qué -sacudió la cabeza-. Sé que ha hecho un buen trabajo, y en este caso también.
– Entonces tenemos que… -se detuvo de improviso y se tapó la boca con el puño cerrado-. Tenemos que seguir adelante con nuestra investigación.
– Ni se le ocurra -suspiró inclinándose sobre su mesa-• Estaban dispuestos a presentar una reclamación formal contra usted. Por eso he tenido que hacer todo lo que estaba en mi poder para evitarlo, pero ya no puedo hacer más.
Chen hizo ademán de levantarse de su silla y luego se dejó caer. Miró las fotos de Li en la pared, imágenes que mostraban la larga carrera de un político con otros colegas. Intentó sacar un paquete arrugado de cigarrillos del bolsillo, pero Li le ofreció uno de la caja que tenía sobre la mesa.
– Con que debo renunciar, ¿no?
– No, si no les da motivo para que vuelvan a irritarse. Deje que las cosas se calmen. Les prometí que usted estaría ocupado con otras pesquisas.
– ¿Entonces tengo que suspender la investigación? -Sí.
– Pero se trata de un caso de asesinato, ¿por qué los de Seguridad Interior tendrían que perseguirme a mí y no al asesino?
– No es un caso de asesinato normal.
– No hay casos de asesinato normales.
– De acuerdo… -el secretario del Partido Li parecía abrumado-, puede que tenga sus razones, pero otras personas tienen las suyas, camarada inspector jefe. -¿Sí?
– ¿Ha pensado en algún momento en las repercusiones de este caso? Quiero decir, ¿en las repercusiones políticas?
– Bueno, puede que tenga alguna, sí -reconoció Chen después de un momento de vacilación-.
– Los hay que piensan que pueden ser muchas.
Chen esperó a que Li siguiera.
– Lo fundamental en este caso es la coyuntura. En el actual clima político, ¿cree usted que su investigación sería favorable a la imagen del Partido? -Li calló midiendo el efecto de sus palabras antes de seguir-. ¿Quién está implicado en el caso? Una trabajadora modelo de rango nacional y el hijo de un cuadro superior, casado. Los dos con una relación adúltera… si su hipótesis es correcta. ¿Qué pensará la gente?
¡Bancarrota ideológica! Peor aún: la gente vería a los hijos de los cuadros superiores como un producto de nuestro sistema de Partido y culparían a los cargos de la vieja generación de todos los problemas, y algunos hasta podrían utilizar el asunto como excusa para difamar al gobierno. Tras lo que sucedió en la plaza Tiananmen el pasado verano, muchas personas siguen dudando de la solidez de nuestro sistema socialista.
– ¿Cree que llegaría tan lejos? Con la historia de la familia de Wu, es probable que nuestros medios de comunicación ni siquiera hablen del caso, y no pienso que la gente reaccione de la manera que usted dice.
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