• Пожаловаться

Nicci French: Un amor dulce y peligroso

Здесь есть возможность читать онлайн «Nicci French: Un amor dulce y peligroso» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Nicci French Un amor dulce y peligroso

Un amor dulce y peligroso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un amor dulce y peligroso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alice Loudon tiene veintitantos años, se lleva de maravilla con su pareja y comparten un grupo de amigos muy enrollados. Pero una mañana cualquiera, al cruzar la calle en pleno centro de Londres, su mirada se clava en la de Adam Tallis, un famoso escalador que salvó a varias personas en una accidentada expedición al Himalaya. A partir de ese instante, es como si Alice viviese en un sueño permanente. Convencida de haber encontrado el amor de su vida, se entrega a una aventura erótica que lo justifica todo. Sin embargo, a medida que el amor de Adam se vuelve una obsesión posesiva, Alice comienza a darse cuenta de lo poco que conoce de verdad a ese hombre que le ha hecho perder la cabeza y, sobre todo, de lo difícil que será romper esta extraña relación

Nicci French: другие книги автора


Кто написал Un amor dulce y peligroso? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Un amor dulce y peligroso — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un amor dulce y peligroso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Sacudí la cabeza y volví a mirar por la ventana. Ya habíamos salido de la autopista, y estábamos atravesando un pueblecito gris. No recordaba nada de aquel viaje. Dios mío, quizá no recordara nada una vez allí. El cuello de la agente Mayer seguía rígido. Cerré los ojos de nuevo. Tenía tanto miedo que casi estaba tranquila, paralizada. Cambié de postura y tuve la sensación de que mi columna vertebral era delgada y quebradiza; noté los dedos fríos y rígidos.

– Ya hemos llegado.

El coche se detuvo ante la iglesia de Saint Eadmund, un edificio bajo de color gris. Había un letrero que anunciaba con orgullo que los cimientos de aquella iglesia tenían más de mil años. Sentí un gran alivio, porque lo recordaba. Pero allí era donde empezaba la prueba. La agente Mayer bajó del coche y me abrió la puerta. Salí y vi que nos esperaban tres personas. Otra mujer, un poco mayor que la agente Mayer, ataviada con pantalones y una gruesa chaqueta de piel de borrego, y dos hombres con chaquetas amarillas parecidas a las que utilizan los obreros de la construcción. Llevaban palas. Me temblaban las rodillas, pero intenté caminar deprisa, como si supiera perfectamente adonde quería ir.

Cuando nos acercamos a ellos, apenas me miraron. Los dos hombres estaban hablando; me miraron un momento y siguieron con su conversación. La mujer vino hacia nosotras y se presentó como la detective Paget; cogió a Mayer por el codo y se la llevó un poco lejos de mí.

– Con un par de horas bastará -le oí decir.

De modo que nadie creía ni una palabra de lo que yo había dicho. Me miré los pies. Llevaba unos botines con tacón totalmente inadecuados, que no me iban a servir para caminar por aquellos campos embarrados. Sabía en qué dirección debíamos ir: había que seguir por la carretera, dejando atrás la iglesia. Ésa era la parte más fácil; el problema vendría después. Pillé a los dos hombres observándome, pero los miré y bajaron la vista, como si mi presencia los incomodara. Yo era la loca. Me puse el pelo detrás de las orejas y me abroché el último botón de la chaqueta.

Las dos mujeres regresaron, con aire resuelto.

– Muy bien, señora Tallis -dijo la detective Paget haciéndome una seña con la cabeza-. Si quiere, puede mostrarnos el camino.

Me costaba tragar saliva, como si tuviera la garganta obstruida. Eché a andar por la carretera. Un pie y luego el otro, en silencio, mientras en mi mente resonaba la cantinela: «Izquierda, derecha, izquierda, derecha». La detective Paget caminaba a mi lado, y los otros tres se quedaron un poco rezagados. No oía lo que decían, pero de vez en cuando los oía reír. Notaba las piernas muy pesadas, como de plomo. La carretera se extendía ante mí, inacabable, monótona. Quizá aquél fuera mi último paseo.

– ¿Falta mucho? -me preguntó la detective Paget.

No tenía ni idea. Pero después de una curva la carretera se bifurcaba, y vi un monumento de guerra con un águila de piedra en lo alto.

– Es por aquí -dije, intentando disimular la euforia-. Por aquí es por donde vinimos.

La detective Paget debió de detectar el tono de sorpresa de mi voz, porque me lanzó una mirada burlona.

– Sí, es aquí -repetí. Hasta ese momento no me había acordado del monumento, pero al verlo lo recordé perfectamente.

Los guié por el estrecho camino. Notaba las piernas más ligeras, como si mi cuerpo me indicara el camino que debía seguir. Un poco más adelante tenía que haber un sendero. Miraba ansiosamente a derecha e izquierda, y de vez en cuando me paraba para escudriñar la maleza, por si la hierba había cubierto el sendero. Notaba la creciente impaciencia del grupo. Pillé a la agente Mayer y a uno de los excavadores (un joven delgado con el cuello largo y lleno de granos) mirándose y encogiéndose de hombros.

– Es por aquí cerca -afirmé.

Unos minutos más tarde, dije:

– Debemos de habernos pasado.

Nos paramos en medio del camino, mientras yo intentaba decidir hacia dónde tirar.

– Creo que un poco más arriba hay un desvío -observó la detective Paget -. ¿Quiere que nos acerquemos a mirar?

Era el sendero que yo andaba buscando. Estuve a punto de abrazarla para expresarle mi gratitud; me puse en marcha con aire decidido, y los demás me siguieron. Las zarzas se nos enganchaban en la ropa y nos arañaban las piernas, pero no me importaba. Allí era adonde me había llevado Adam. Esta vez no vacilé: me aparté del sendero y entré en el bosque, porque había visto un abedul del que me acordaba, blanco y recto, rodeado de hayas. Subimos por una cuesta, y recordé que Adam me había dado la mano y me había ayudado a subirla, porque había hojas caídas que me hacían resbalar. Estaba lleno de narcisos, y oí cómo la agente Mayer exclamaba admirada, como si estuviéramos haciendo una excursión campestre.

Al final de la cuesta había una planicie sin tantos árboles, casi un páramo. Me pareció oír la voz de Adam diciendo: «Un prado al que se llega por un sendero al que se llega por un camino al que se llega por una carretera».

De pronto no sabía hacia dónde ir. Recordaba una mata de espino, pero desde allí no la veía. Di unos cuantos pasos vacilantes; me detuve y miré alrededor, desanimada. La detective Paget se me acercó y se quedó esperando, sin hacer nada. Saqué la fotografía de mi bolsillo.

– Lo que buscamos es esto -dije.

– Un arbusto.

El tono de su voz era neutro, pero su mirada no. Estábamos rodeados de arbustos.

Cerré los ojos e intenté hacer memoria. Y entonces recordé algo que había dicho Adam: «Mira con mis ojos». Y habíamos mirado desde allí arriba la iglesia y los campos. «Mira con mis ojos.»

Era como si verdaderamente mirara con los ojos de Adam, siguiéndole los pasos. Eché a andar a trompicones, casi corriendo, por el páramo, y allí, a través de los árboles, vi el camino por el que habíamos subido. Allí estaba la iglesia de Saint Eadmund, con los dos coches aparcados delante. Allí estaba la alfombra de verdes prados. Y allí estaba también la mata de espino. Me coloqué delante, como aquel día. Me quedé de pie sobre la tierra, blanda, y recé para que el cadáver de una joven estuviera enterrado bajo mis pies.

– Aquí -dije a la detective Paget-. Aquí. Tienen que cavar aquí.

La detective Paget llamó a los hombres de las palas y repitió mis instrucciones:

– Tienen que cavar aquí.

Me aparté, y los hombres se pusieron a cavar. El terreno era pedregoso, y la tarea no era fácil. Pronto empecé a ver cómo se les cubría la frente de sudor. Intenté respirar acompasadamente. Cada vez que hundían la pala, yo esperaba ver aparecer algo. Pero nada. Cavaron hasta que hicieron un agujero considerable. Nada. Finalmente pararon y miraron a la detective Paget, que me miró a mí.

– Es ahí -insistí -. Sé que es ahí. Esperen.

Volví a cerrar los ojos e intenté recordar. Saqué la fotografía y miré fijamente el arbusto.

– Dígame exactamente dónde tengo que colocarme -le dije a la detective Paget, al tiempo que le ponía la fotografía en la mano y me situaba junto a la mata de espino.

Ella me miró con recelo, y se encogió de hombros. Me coloqué enfrente de ella, como había hecho con Adam, y la miré fijamente como si la detective fuera a hacerme una fotografía. Ella me miró entrecerrando los ojos.

– Un poco más adelante -dijo.

Di un paso al frente.

– Así.

– Caven aquí -les dije a los hombres.

Se pusieron a cavar de nuevo. Nosotras esperamos en silencio; sólo se oían los golpes sordos de las palas y la fatigosa respiración de los obreros. Nada. No había nada, sólo tierra rojiza y gruesa, y piedras pequeñas.

Los hombres volvieron a parar y me miraron.

– Por favor -dije con voz ronca-. Un poco más, por favor. -Miré a la detective Paget y le puse una mano en el brazo-. Por favor -supliqué.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un amor dulce y peligroso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un amor dulce y peligroso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
John Katzenbach
Liz Fielding: El Milagro del Amor
El Milagro del Amor
Liz Fielding
Jacquie D’Alessandro: Maldicion de amor
Maldicion de amor
Jacquie D’Alessandro
Marion Lennox: Rescatando el Amor
Rescatando el Amor
Marion Lennox
Отзывы о книге «Un amor dulce y peligroso»

Обсуждение, отзывы о книге «Un amor dulce y peligroso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.