Nicci French - Un amor dulce y peligroso

Здесь есть возможность читать онлайн «Nicci French - Un amor dulce y peligroso» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un amor dulce y peligroso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un amor dulce y peligroso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alice Loudon tiene veintitantos años, se lleva de maravilla con su pareja y comparten un grupo de amigos muy enrollados. Pero una mañana cualquiera, al cruzar la calle en pleno centro de Londres, su mirada se clava en la de Adam Tallis, un famoso escalador que salvó a varias personas en una accidentada expedición al Himalaya. A partir de ese instante, es como si Alice viviese en un sueño permanente. Convencida de haber encontrado el amor de su vida, se entrega a una aventura erótica que lo justifica todo. Sin embargo, a medida que el amor de Adam se vuelve una obsesión posesiva, Alice comienza a darse cuenta de lo poco que conoce de verdad a ese hombre que le ha hecho perder la cabeza y, sobre todo, de lo difícil que será romper esta extraña relación

Un amor dulce y peligroso — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un amor dulce y peligroso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Byrne le mostró la fotografía a Adam.

– ¿Qué es esto? -preguntó -. ¿Dónde está?

Adam compuso una sonrisa de perplejidad, y respondió:

– No lo sé exactamente. Le hice esa fotografía durante una excursión a no sé dónde. -Se volvió y me miró a mí.

En ese instante supe que yo tenía razón.

– No -lo contradije -. No fue una excursión cualquiera. Adam me llevó a ese sitio deliberadamente. Me dijo que lo habían decepcionado otras veces. Y que ahora, en aquel lugar tan especial para él, quería pedirme que me casara con él. Un momento y una promesa. Nos juramos fidelidad sobre el cadáver de Adele Blanchard.

– ¿Adele Blanchard? -dijo Adam-. No sé de quién habla. -Me miró muy fijamente. Noté sus ojos taladrando los míos, intentando discernir lo que yo sabía-. Esto es absurdo. No recuerdo con exactitud dónde estuvimos aquel día. Ni tú. Tú tampoco te acuerdas, ¿verdad, cariño? Te dormiste en el coche. No sabes dónde te tomé esa fotografía.

Miré la fotografía y sentí una brusca sacudida de pánico. Adam tenía razón: no lo sabía. Miré la hierba, tan verde, tan tentadoramente real, y sin embargo tan lejana. Adele, ¿dónde estás? ¿Dónde está tu cuerpo perdido, roto, traicionado? Y entonces lo entendí. Estoy aquí. Estoy aquí.

– Saint Eadmund -dije.

– ¿Qué? -preguntaron Byrne y Adam al unísono.

– Saint Eadmund, con una «a». Adele Blanchard era maestra de la escuela primaria Saint Eadmund, en Corrick, y la iglesia de Saint Eadmund también está en Corrick. Lléveme a la iglesia de Saint Eadmund, y yo lo llevaré a este sitio.

Byrne nos miró a Adam y a mí alternativamente. No sabía qué hacer, pero vi que flaqueaba. Di un paso hacia delante, hasta que mi cara y la de Adam casi se tocaron. Escruté sus claros ojos azules, y no vi en ellos ni una pizca de inquietud. Era magnífico. Por primera vez quizá, me imaginé a aquel hombre en una montaña, salvando una vida o quitándola. Levanté la mano derecha y le acaricié la mejilla, como él me había hecho antes a mí; Adam se estremeció ligeramente. Tenía que decirle algo. Pasara lo que pasara, no se me volvería a presentar una ocasión como aquella.

– Entiendo que mataras a Adele y a Françoise, porque, en cierto modo, las querías. Y supongo que Tara suponía una amenaza. ¿Le había contado algo su hermana? ¿Lo sabía? ¿Lo sospechaba? Pero ¿y los demás? Pete, Carie, Tomas, Alexis. Cuando subiste de nuevo a la cresta, ¿empujaste a Françoise? ¿Te vio alguien? ¿Lo hiciste simplemente porque resultaba fácil? -Esperé, pero Adam no dijo nada-. Nunca lo dirás, ¿verdad? Tú no darías esa satisfacción a los simples mortales como nosotros.

– Esto es ridículo -dijo entonces Adam-. Alice necesita ayuda. Puedo ejercer la custodia legal sobre ella.

– Tenga esto en cuenta -le dije yo a Byrne-: He informado de la existencia de un cadáver. He identificado el sitio donde está enterrado. Su obligación es investigarlo.

Byrne nos miró a los dos. Luego su rostro se relajó, y esbozó una sonrisa irónica. Suspiró y dijo:

– Está bien. -Luego miró a Adam y añadió-: No se preocupe, señor. Cuidaremos bien a su esposa.

– Adiós -le dije a Adam-. Adiós, Adam.

Él me sonrió; era una sonrisa tan dulce que parecía un niño pequeño, lleno de una esperanza aterradora. Pero no dijo nada: sólo me miró mientras me alejaba, y yo no giré la cabeza.

TREINTA Y NUEVE

La agente de policía Mayer aparentaba unos dieciséis años. Tenía el cabello castaño y corto, y la cara redonda, con algunos granos. Yo iba sentada en la parte trasera del coche (azul y sin distintivos, y no un coche patrulla, como había imaginado), contemplando la parte de atrás de su cuello, que sobresalía por el blanco y planchado cuello de su camisa. La encontré estirada, poco natural, y su lánguido apretón de manos y su mirada, breve y superficial, me hicieron pensar que era una persona mediocre.

No hizo ningún esfuerzo para hablar conmigo, y yo se lo agradecí. Lo único que me dijo, antes de ponernos en marcha, fue que me abrochara el cinturón. Me recosté en el frío asiento de plástico y me puse a mirar las calles de Londres, casi sin verlas. Hacía una mañana despejada, y la luz me producía dolor de cabeza, pero cuando cerré los ojos fue peor aún, porque empezaron a aparecer imágenes en la oscuridad. Sobre todo la cara de Adam, la última visión que había tenido de él. Notaba el cuerpo vacío y dolorido. Era como si pudiera sentir todos mis órganos por separado: el corazón, los intestinos, los pulmones, los riñones, la sangre circulando, la cabeza.

De vez en cuando, la radio de la agente Mayer emitía unos crujidos, y ella pronunciaba algunas frases en una especie de extraño lenguaje telegráfico, sobre puntos de reunión y horas de llegada. Fuera de aquel coche estaba la vida real: personas que se ocupaban de sus asuntos cotidianos, fastidiadas, aburridas, satisfechas, indiferentes, emocionadas, cansadas. Personas que pensaban en su trabajo, o en lo que harían para cenar, o en lo que había dicho su hija aquella mañana durante el desayuno, o en el chico que les gustaba, o en que tenían que cortarse el pelo, o en que les dolía la espalda. No podía creer que yo también hubiera estado allí, en aquel mundo tan común. Recordaba vagamente algunas veladas en el Vine, con la Panda, como si fueran imágenes de un sueño medio olvidado. ¿De qué hablábamos, una noche tras otra, como si el tiempo no importara, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo? ¿Era feliz entonces? Ya no lo sabía. Apenas recordaba el rostro de Jake, o al menos su rostro cuando yo vivía con él, su rostro de amante; no recordaba cómo me miraba cuando estábamos juntos en la cama. El rostro de Adam, su intensa mirada, interfería esas imágenes, me tapaba la visión, y yo sólo lo veía a él.

Había pasado de ser la Alice de Jake a ser la Alice de Adam. Ahora era sencillamente Alice. Nadie me decía qué aspecto tenía ni me preguntaba cómo estaba. No tenía a nadie con quien hacer planes, cotejar ideas; nadie que me protegiera, nadie en quien perderme. Si sobrevivía estaría sola. Me miré las manos, que yacían inertes sobre mi regazo. Escuché mi respiración, regular y silenciosa. Quizá no sobreviviera. Antes de conocer a Adam, nunca me había asustado demasiado la muerte, básicamente porque la muerte siempre parecía muy lejana; era algo que le iba a ocurrir a una dulce ancianita de cabello blanco con la que no acababa de identificarme. Me pregunté quién me echaría de menos. Mis padres, por supuesto. ¿Mis amigos? En cierto modo sí; pero para ellos yo ya había desaparecido cuando abandoné a Jake y mi antigua vida. Sacudirían la cabeza, como si me consideraran un bicho raro. «Pobrecilla», dirían. En cambio, Adam sí me echaría de menos. Lloraría por mí, sinceras lágrimas de dolor. Siempre me recordaría y siempre me lloraría. Qué extraño. Casi sonreí.

Saqué otra vez la fotografía del bolsillo y la miré. En aquella imagen estaba tan feliz ante el milagro de mi nueva vida que parecía una loca. Detrás de mí había una mata de espino, hierba y cielo, pero nada más. ¿Y si no me acordaba? Intenté recordar la ruta desde la iglesia, pero al hacerlo me invadió una sensación de vacío total. Ni siquiera lograba visualizar la iglesia. Intenté no pensar en ello, como si pensando fuera a alejar los últimos fragmentos de memoria. Volví a mirar la fotografía y oí mi propia voz que decía: «Para siempre». Para siempre, había dicho yo. ¿Qué había dicho Adam entonces? No me acordaba, pero sí recordaba que había llorado. Recordaba que había notado sus lágrimas en mis mejillas. Estuve a punto de llorar yo también, en aquel frío coche de policía que me llevaba a un sitio donde iba a averiguar quién había ganado y quién había perdido, si viviría o moriría. Ahora Adam era mi enemigo, pero me había amado, aunque yo no supiera exactamente qué significaba eso. Yo también lo había amado. Tuve un momento de confusión y me entraron ganas de decirle a la agente Mayer que diera media vuelta y me llevara a casa; todo aquello era un terrible error, una aberración.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un amor dulce y peligroso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un amor dulce y peligroso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Marion Lennox - Rescatando el Amor
Marion Lennox
Marion Lennox
Jacquie D’Alessandro - Maldicion de amor
Jacquie D’Alessandro
Jacquie D’Alessandro
Liz Fielding - El Milagro del Amor
Liz Fielding
Liz Fielding
libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
John Katzenbach
Отзывы о книге «Un amor dulce y peligroso»

Обсуждение, отзывы о книге «Un amor dulce y peligroso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x