Greg Iles - Gas Letal

Здесь есть возможность читать онлайн «Greg Iles - Gas Letal» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Gas Letal: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Gas Letal»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Enero de 1944. Las tropas aliadas se prepararan para el día D y el mundo entero espera la invasión aliada de Europa. Pero en Inglaterra, Winston Churchill ha descubierto que los científicos nazis han desarrollado un gas nervioso tóxico que puede repeler y eliminar cualquier fuerza invasora, el arma química final. Sólo una jugada desesperada puede evitar el desastre.
Para salvar el planificado asalto, dos hombres muy diferentes pero igualmente decididos -un médico pacifista estadounidense y un fanático sionista – son enviados a infiltrarse en el campo de concentración secreto donde está siendo perfeccionado el gas venenoso en seres humanos.
Sus únicos aliados: una joven viuda judía que lucha para salvar a sus hijos y una enfermera alemana que es la imagen de la perfección aria. Su único objetivo: destruir todos los rastros del gas y los hombres que la crearon, sin importar cuántas vidas se pueden perder, incluso las suyas propias…
Lo que se ven obligados a hacer en el nombre de la victoria y la supervivencia demuestra con terrible claridad que, en un mundo donde todo esta en juego, la guerra no tiene reglas.
Desde la primera página, Greg Iles lleva a sus lectores en un viaje en montaña rusa emocional, escenas de acción llenas de tensión, representaciones horribles de crueldad y descripciones de sacrificio y valentía.

Gas Letal — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Gas Letal», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Me cago en el avión -refunfuñó Stern mientras acomodaba el talego de cuero gastado y la Schmeisser sobre sus piernas.

– Lo siento -chilló el piloto-. No hay más remedio.

McConnell no dijo nada. La pálida luz celeste que asomaba sobre el horizonte oriental era bastante elocuente. Se aproximaba el alba y aún no estaban en tierra. Todo el vuelo había sido una carrera contra el tiempo. Después del encuentro con Churchill volaron a una pista secreta. Ahí el general Smith y su edecán los condujeron a bordo de un bombardero Junker derribado, tan secreto que ni siquiera les permitieron ver al piloto. Debido a las insignias originales de la Luftwaffe pintadas en el avión, el vuelo sólo fue peligroso mientras permanecieron en el espacio aéreo británico, pero llegaron a la Suecia neutral sin novedad. Durante el vuelo, Smith hizo abrir el compartimiento de las bombas para que pudieran ver los buques de guerra alemanes que realizaban el bloqueo.

Los problemas empezaron en Suecia. El Lysander encargado de transportarlos de Suecia a Alemania, en el cual viajaban, había sufrido una avería en el motor durante el vuelo de regreso de una misión en la Francia ocupada. Y puesto que la diminuta aeronave negra tenía un solo motor, tuvieron que refugiarse durante horas en una choza helada mientras el piloto y el misterioso tripulante del Junker realizaban las reparaciones. Cuando terminaron faltaba apenas una hora para el amanecer. McConnell había sugerido que esperaran hasta el día siguiente, pero Smith lo rechazó de plano. Les hizo abordar el Lysander casi a la fuerza y ordenó al piloto que no se volviera por ningún motivo.

McConnell había pensado que volarían casi rozando las olas para evadir el radar alemán, pero el piloto dijo que era más probable que se toparan con un buque de la Kriegsmarine que con un caza nocturno de la Luftwaffe. Cruzaron el Báltico a tres mil metros de altura. Diez minutos antes habían sobrevolado la costa boreal de Alemania.

Entonces comenzó la picada.

– Gracias a Dios -dijo McConnell cuando el avión empezó á nivelarse sobre la llanura oscura.

– ¡Vamos a aterrizar en un campo cultivado! -gritó el piloto-. Los del servicio meteorológico dicen que hubo heladas, así que no habrá problemas con el barro. -Los miró sobre el hombro. A pesar de sus veinte años, tenía cara de un as del aire que había visto de todo. -No apagaré el motor. Quién sabe si no nos espera Himmler en persona. Les doy treinta segundos para desembarcar con todo su equipo.

– ¡Qué bueno que podamos contar contigo! -replicó Stern.

El piloto meneó la cabeza.

– Siempre llevo a los del SOE a Francia. Pero Alemania… ustedes dos están locos.

"Qué bien", pensó McConnell. "Todo el mundo se da cuenta de que somos un par de idiotas." Hacia el oeste, vio un resplandor anaranjado sobre el horizonte.

– ¿Qué es eso? -preguntó.

– Rostock -dijo el piloto-. Lo redujimos a escombros en el 43, pero la fábrica de aviones Heinkel todavía funciona. Anoche seguro que usaron bombas incendiarias. Vean, todavía se ven las llamas.

McConnell advirtió que Stern tenía la cara apretada contra el plexiglás.

– ¿Qué busca? -preguntó.

– Crecí en Rostock. Me preguntaba si nuestro edificio estará en pie.

– Difícil -señaló el piloto innecesariamente-. El casco de la ciudad está destruido. Qué joder, parece una ruina romana.

– Aja, ahora comprendo por qué Smith lo eligió para la misión -dijo McConnell, olvidado de sus mareos-. Conoce la zona.

– Es una de las razones.

– ¡La señal! -exclamó el piloto-. ¡Prepárense!

Tiró de la palanca para ascender y viró para enfilar hacia la pista en ángulo cerrado. McConnell escudriñó la oscuridad; alcanzó a ver una L invertida formada por tres tenues luces amarillas dispuestas en línea recta y una roja hacia un costado. Ésta parpadeaba como si repitiera una letra en clave Morse una y otra vez.

El Lysander caía como una piedra de granizo en el viento. Aferrado a su asiento, McConnell vio cómo se acercaba vertiginosamente la L. Las ruedas golpearon el suelo, saltaron una vez y rodaron sobre el terreno poceado hasta detenerse cerca de la luz roja.

– ¡A tierra! -vociferó el piloto-. ¡Rápido!

Stern ya había abierto la escotilla. El rugido del motor invadió la cabina. McConnell lo vio arrojar su talego a tierra y bajar de un salto. Tomó su mochila, se la alcanzó y saltó al suelo.

– ¡Dejó una valija, carajo! -chilló el piloto.

McConnell subió al avión, alzó la mochila que contenía los equipos antigás y los explosivos robados.

– ¡Suerte! -gritó el piloto. El avión negro giró rápidamente sobre la tierra helada y carreteó de vuelta por donde había llegado. En pocos segundos, sólo quedó de la máquina un ruido sordo que se alejaba rápidamente.

– Usted es el atleta -dijo Stern en la oscuridad-. Lleve las garrafas de oxígeno.

Pero cuando fue a recoger la valija, no la encontró. Un hombre gigantesco, de barba negra, grueso abrigo de piel y un viejo fusil con corredera colgado sobre el hombro se encontraba a menos de un metro de él. Había alzado la pesada mochila como si contuviera apenas una muda de ropa. A la vista de McConnell, se apagaron las bengalas que habían guiado el descenso y otras dos personas aparecieron en la oscuridad. Uno era un hombre alto y flaco con gorra de pescador que le cubría la frente. El otro, más menudo, estaba envuelto de pies a cabeza en un chaquetón de hule y una bufanda gruesa que sólo dejaba ver sus ojos. No portaba arma, pero evidentemente era el jefe.

– Santo y seña -dijo en alemán detrás de la bufanda.

Schwartzes Kreuz -dijo Stern-. Cruz Negra.

– Identifíquense.

– Butler y Wilkes. Él es Wilkes. ¿Y usted?

– Melanie. Sígannos. Schnell! Hemos pasado toda la noche aquí. Si nos pesca el amanecer a descubierto, se acabó.

Los furtivos escoltas cruzaban el llano a paso tan rápido que el mismo McConnell tuvo que esforzarse para no quedar atrás. En determinado momento el jefe ordenó cuerpo a tierra. Aunque no estaba seguro, McConnell creyó oír el rugido remoto de un motor. Tres minutos después, ante una nueva orden, reanudaron la marcha.

Al atravesar los campos helados, McConnell comprendió que el frío correspondía a un orden de magnitud que nada tenía que ver con el de Escocia. Hubiera debido preverlo. No había que ser un genio para darse cuenta de que el viento del norte que barría la Alemania boreal venía del Ártico. Estaban a escasos treinta kilómetros de la costa del Báltico. El viento barría la llanura como si cumpliera una maldición nórdica; su uniforme y el de Stern nada podían contra esa fuerza.

Vio unas luces débiles a su izquierda. ¿Una ruta? ¿Un vía ferroviaria? A su derecha la oscuridad era total. Pero al cabo de unos minutos alcanzó a distinguir la cresta de una cadena de montes bajos perfilada contra una tenue corona azul. Se estremeció. Detrás de esas colinas ya asomaba el Sol.

Al bordear una estribación, aparecieron varias luces amarillentas. El líder se detuvo y conversó en susurros con sus hombres, quienes desaparecieron en las sombras sin decir palabra. Stern y McConnell tomaron las valijas.

Se acercaban a una aldea. Ya habían pasado dos granjas de las afueras. Ladró un perro, pero aparentemente no despertó a nadie. McConnell repasó mentalmente los consejos de Stern sobre los desplazamientos en territorio enemigo. Primero: no fumar en campo abierto. Stern decía que el olor del tabaco traído por el viento le había salvado la vida varias veces. McConnell había respondido con una broma, pero ahora no le parecía gracioso. Se acercaban a una casa.

En lugar de bordearla, el líder fue derecho a la puerta, la abrió con una llave y les indicó que pasaran.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Gas Letal»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Gas Letal» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Gas Letal»

Обсуждение, отзывы о книге «Gas Letal» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x