Cuando acabó con el material de Tyrrell, abrió una carpeta en su escritorio. Contenía más notas: veinticinco o treinta hojas escritas de arriba abajo con su letra minúscula, ilegible para cualquier otra persona gracias a una combinación de su taquigrafía personal y el tamaño mismo de los trazos. Las palabras «padre/madre», encabezaban una de las hojas. En algún momento se proponía viajar a Pearl River para hablar con los vecinos, los tenderos, cualquiera que hubiera estado en contacto con la familia de Parker antes de las muertes, pero antes tenía otras tareas pendientes.
Consultó su reloj. Pasaban de las ocho. Sabía que Jimmy Gallagher, antiguo compañero del padre de Parker en la comisaría del Distrito Noveno, vivía en Brooklyn. Tyrrell le había proporcionado ese dato, junto con el nombre del investigador de la fiscalía del condado de Rockland presente en los interrogatorios del padre de Parker posteriores a los asesinatos. Tyrrell pensaba que éste, un ex policía de Nueva York llamado Kozelek, quizás hablase con Wallace, y al principio se ofreció a allanarle el camino, pero eso fue antes de que la conversación degenerara hacia su áspero final. Wallace suponía que esa llamada ya no se haría, aunque no descartaba recurrir de nuevo a Tyrrell, en cuanto estuviese sobrio, si el investigador se mostraba reacio a hablar.
El antiguo compañero, Gallagher, era otro cantar. Wallace notó que Tyrrell no sentía más aprecio por Gallagher que por Charlie Parker. Volvió sobre sus notas de esa tarde y encontró la parte en cuestión.
W: ¿Quiénes eran sus amigos?
T: ¿De Parker?
W: No, de su padre.
T: Era un hombre muy querido en el Distrito Noveno, caía bien a la gente. Debía de tener muchos amigos.
W: ¿Alguno en particular?
T: Era compañero de… esto, ¿cómo se llamaba?… Ah, sí, Gallagher, eso es. Jimmy Gallagher fue compañero suyo durante años. (Risas.) Yo siempre… Bueno, no tiene importancia.
W: Quizá sí la tenga.
T: Yo siempre pensé que era marica.
W: ¿Corrían rumores?
T: Sólo eso: rumores.
W: ¿Fue interrogado en el transcurso de la investigación por los asesinatos de Pearl River?
T: Sí, claro que lo interrogaron. Vi las transcripciones. Era como hablar con un mono de esos… Ya sabe a cuáles me refiero: esos que no ven nada malo, no dicen nada malo, no oyen nada malo. Dijo que no sabía nada. Ni siquiera había visto a su compañero ese día.
W: ¿Sólo que…?
T: Sólo que los asesinatos se produjeron el día del cumpleaños de Gallagher, y él estaba en la comisaría pese a que había solicitado, y le habían concedido, el día libre. Cuesta creer que fuese a la comisaría en su día libre, y para colmo en su cumpleaños, y no se viera con su compañero y mejor amigo.
W: Así pues, ¿cree que Gallagher fue a reunirse con ciertas personas para tomar una copa en su cumpleaños y que, en tal caso, Parker estaba entre ellas?
T: Es lo lógico, ¿no? Otro detalle: ese día Parker tenía el turno de ocho a cuatro. Un policía llamado Eddie Grace sustituyó a Parker para que pudiese salir un rato antes. ¿Por qué habría pedido Parker un favor si no era para reunirse con Jimmy Gallagher?
W: ¿Dijo Grace que ésa era la razón por la que sustituyó a Parker?
T: Como todos los demás, Grace no sabía nada ni dijo nada. El secretario de la comisaría, DeMartini, vio marcharse a Parker, pero no dijo nada. Sabía cuándo hacer la vista gorda. Una camarera del Cal's declaró que Gallagher estuvo allí con alguien la noche de los asesinatos, pero no llegó a ver bien al otro hombre, y éste no se quedó mucho rato. Admitió que quizá fuera Will Parker, pero luego el camarero de la barra la contradijo, sosteniendo que el que estuvo en la barra con Gallagher era otro, un desconocido, y posteriormente la camarera decidió que se había confundido.
W: ¿Cree que alguien presionó a esa mujer para que cambiase su versión?
T: Cerraron filas. Es lo que hacen los policías. Protegen a los suyos, aunque eso no esté bien.
Mickey interrumpió la lectura de sus anotaciones en ese punto. Tyrrell cambió de expresión al mencionar el cierre de filas, la protección mutua. Quizá fuera el investigador de Asuntos Internos que llevaba dentro, un arraigado odio a los hombres corruptos y al código de omert à que los protegía, pero Mickey no creía que fuera sólo eso. Sospechaba que Tyrrell estaba ya excluido de esos círculos incluso antes de incorporarse a Asuntos Internos. No era un hombre que inspirara simpatía, como había señalado Hector, y cabía pensar que en la «Brigada de las Ratas» encontró la oportunidad de castigar a quienes despreciaba por medio de una cruzada contra la corrupción. Mickey tomó nota mentalmente de esa observación y volvió a concentrarse en la lectura.
T: Lo que yo no entendía era qué más daba si Gallagher estuvo con Parker esa noche, a menos que Gallagher supiera algo acerca de lo que iba a ocurrir.
W: Insinúa que fue un asesinato con premeditación.
Mickey recordó que, en ese momento, Tyrrell se detuvo a pensar.
T: Es posible, o Gallagher sabía por qué Parker acabó matando a esos dos chicos y quería callárselo. Fuera cual fuese el motivo, me consta que Jimmy Gallagher mintió sobre lo ocurrido esa noche. He leído los informes de Asuntos Internos. Por lo que a nosotros se refería, Jimmy Gallagher quedó marcado para el resto de su carrera a partir de entonces.
Mickey encontró el nombre de Gallagher en el listín telefónico. Se planteó llamar antes de salir hacia Bensonhurst, pero al final decidió que le convenía más aparecer por sorpresa. No sabía qué esperaba conseguir de una conversación con Gallagher, pero si Tyrrell estaba en lo cierto, al menos había una fisura en la historia construida en torno a los sucesos del día en que se produjeron los asesinatos de Pearl River. Como periodista, Mickey había aprendido a convertirse en el agua en la fisura, ensanchándola, debilitando la estructura misma, hasta que por fin se venía abajo y la verdad quedaba al descubierto. Los asesinatos y sus secuelas desempeñarían un papel destacado en el libro de Mickey. Le proporcionarían elementos para consultar a un par de psicólogos que, a cambio de cierta suma, describirían con pelos y señales cómo impactaba en un hijo la implicación de su padre en un asesinato con posterior suicidio. Los lectores devoraban esas cosas.
Fue en metro a Bensonhurst para ahorrar unos dólares y buscó la calle de Gallagher. Llamó a la puerta de la pulcra casita. Al cabo de un momento abrió un hombre alto.
– ¿Señor Gallagher?
– Yo mismo.
Gallagher tenía los labios y los dientes manchados de rojo. Estaba bebiendo vino cuando Mickey llamó. Eso era un buen augurio, a menos que tuviese compañía. Podía significar que andaba con la guardia un poco baja. Mickey llevaba el billetero en la mano. Extrajo una tarjeta suya y se la entregó.
– Me llamo Michael Wallace. Soy periodista. Me gustaría hablar con usted unos minutos.
– ¿Sobre qué?
Y ése era el momento de dorar un poco la píldora: una mentira al servicio de un bien mayor. Dudó que Tyrrell lo hubiera aprobado.
– Estoy preparando un artículo sobre los cambios en el Distrito Noveno a lo largo de los años. Sé que usted sirvió en la comisaría del barrio. Me gustaría que me hablara de sus recuerdos de otros tiempos.
– ¿Por qué yo? Por el Distrito Noveno han pasado muchos policías.
– Verá, cuando buscaba a personas con quienes hablar, vi que usted había participado en muchas actividades comunitarias aquí en Bensonhurst. Me dije que quizá la conciencia social le diera una percepción mejor de la gente y el barrio del Distrito Noveno.
Gallagher miró la tarjeta.
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