Tim Green - Ambición

Здесь есть возможность читать онлайн «Tim Green - Ambición» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ambición: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ambición»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Thane Coder lleva una existencia que muchos envidiarían: un buen trabajo en la poderosa compañía King Corp, una mujer hermosa, un generoso salario… Un sueño hecho realidad pero que, como él mismo confiesa, no es suficiente. Cuando el dueño de la compañía anuncia que cederá el mando de la empresa a su hijo Scott, Thane decide que el puesto ha de ser suyo al coste que sea. Espoleado por la ambición de su esposa y cómplice, recurre al asesinato, al engaño, a los contactos con criminales… Matar le resulta cada vez más fácil, incluso tanto como engañar al FBI y a la mafia, pero pronto queda claro que Thane ha entrado en una espiral de locura para la que sólo hay un final.

Ambición — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ambición», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

También estaba el tema del Garden State, que no podía descuidarse. No pasaba un solo día sin que parte del equipo o el material desapareciera misteriosamente. Un cargamento de tuberías de cobre valorado en medio millón de dólares, metal que era tan bueno como el dinero en efectivo. Dos camiones de residuos. Una docena de generadores. Un día incluso perdimos diez Porta Pottis. Jessica me aseguraba que nos llevábamos la parte correspondiente de cada pérdida, y yo aseguraba a mis empleados que eso formaba parte de hacer negocios con gente del sur.

Ese mismo día me percaté de que Bucky era el único que podía contestar muchas de las preguntas sobre la cacería. ¿Qué cazadores iban en cada camión? ¿A qué hora empezaba la primera partida? ¿Serviríamos el café en los entoldados?

– ¿Has visto a Bucky? -pregunté a Marty, el director del refugio, al que James había sacado del Ritz Carlton de Naples, Florida.

Marty se encogió de hombros y dijo que no. Que no le había visto en todo el día.

– Haz que le busquen -ordené-. Necesito algunas aclaraciones sobre la cacería. Y Marty, asegúrate de que haya una docena de rosas amarillas en el dormitorio principal.

– ¿Rojas no?

– ¿Has olido alguna vez una rosa roja? Apestan. Mejor amarillas.

No volví a ver a Marty hasta las cuatro. Yo estaba abajo, en la sala de juntas, con Dave Wickersham, uno de los arquitectos que habían colaborado en la construcción del refugio. Dave tenía un cuaderno y un plano sobre la mesa. Señalé la zona donde quería las cintas para correr y las pantallas de plasma. Dado que yo dirigía la empresa, y que Cascade era propiedad de ella, podía disponer de él a mi voluntad, y pretendía amoldarlo a mis gustos.

– Siempre me he preguntado por qué no lo hizo James -dijo Dave, marcando el lugar.

– ¿Por qué caminar sobre una cinta cuando puedes caminar al aire libre? -repuse-. ¿No te acuerdas?

– Dios, esos malditos paseos -se lamentó Dave-. Arriba y abajo, por todo ese terrible pantano hasta llegar a la casa de Hughes. Pero -añadió un segundo después- supongo que hay que ver cosas.

– Se queman más calorías en una cinta -dije-, y además puedes ver la tele.

Dave me miró por encima de sus gafas.

– Eso es verdad.

Marty bajó las escaleras y pregunté a Dave si todo estaba claro. Lo estaba. Se marchó y me volví hacia Marty. Sus ojos me evitaban.

– No está aquí -dijo Marty.

– ¿Quién? ¿Bucky? ¿Qué quieres decir con que no está aquí?

Marty negó con la cabeza y dijo:

– He mirado por todas partes: el vivero de peces, el corral de patos… Nadie le ha visto, así que me fui a su casa. No se ha llevado el coche, pero Judy me dijo que había ido de cacería a Endicott.

– ¿Qué cacería?

– Con unos amigos. La gente de Harold Sincibaugh.

Ahogué una carcajada.

– Mañana empieza la temporada.

– Supongo que no ha caído en ello -dijo Marty y se retorció las manos.

– Pónmelo al teléfono -ordené alzando la voz.

– No hay manera de dar con él -repuso Marty.

– ¿Dónde está Russel? ¿Y Luke?

– Con él.

– Mierda. ¿Quién coño está aquí entonces, Marty? Ese personal también está bajo tus órdenes, ¿no?

– James nunca me concedió autoridad sobre los guías de caza.

– ¿Y James tenía que consultar a Bucky todos y cada uno de los detalles? ¡Maldita sea, Marty! Mañana empieza la temporada y esta noche se celebra la cena.

– No sé. -Marty dio un paso atrás-. Tal vez creyó que no debía asistir.

– Marty -dije, acercándome a él y apoyando una mano en su hombro-, envía a alguien hasta allí y tráelo aquí esta noche. Esta noche.

– ¿Quieres que vaya yo?

– Tú no puedes ausentarte, tenemos la cena. Que vaya otro. ¿Quién queda por aquí? ¿Quién hay que no sea pariente de Bucky?

– Podría ir Adam.

– Vale, quien sea -dije, soltándolo con un leve empujón-. Que lo traigan aquí.

Marty se marchó a toda prisa. Subí al gran salón donde se serviría la cena y hablé con Jessica sobre Bucky.

– Creo que me gustan más en blanco -dijo Jessica.

En las manos sostenía servilletas en rojo y en blanco.

– Él se encarga de organizarlo todo. Los mantiene juntos mientras van por el bosque. Sin él, cada uno irá por su cuenta.

Jessica me acarició la cara.

– Cielo, a nadie le importa. Pueden dormir.

– Los chicos querrán cazar.

– ¿Quién? ¿Chris Tognola del Deutsche Bank? ¿Howard Reese? ¿Tim Kingston? ¡Por favor, Thane!

– Jim Higgins, por ejemplo.

– El tío de la tienda de pesca -dijo ella, con una risa despectiva-. La gente viene a ver el refugio.

Colocó las servilletas y echó un vistazo, para asegurarse de que estábamos solos. Su semblante adoptó una expresión seria.

– Si te preocupa lo que piense la gente -susurró-, quizá deberías librarte de los que no cumplen con su trabajo. Y quizá ya sea hora de que dejen de vivir en terreno propiedad de la empresa.

– ¿Te refieres a Bucky?

– A cualquiera que intente hacerte quedar mal. Cualquiera que no te reconozca como el nuevo jefe -dijo ella, mientras movía una copa al otro lado del plato-. Si dejas que se te suban a las barbas, esto no durará mucho. Échalo.

– ¿Y su casa?

Ella me sonrió, puso un dedo en mi pecho y dijo:

– La casa pertenece a la empresa. Tú la diriges. ¿Qué decía siempre James? Come o te comerán, ¿no? Ahora estás en la parte superior de la cadena alimentaria.

– Judy está allí.

– A mí me echaron de mi casa -dijo ella. Se encogió de hombros. Abrillantó una cuchara con la manga-. Sobreviví.

Dejó la cuchara en la mesa, me miró y preguntó:

– ¿Qué hacías si en un partido alguien te propinaba un golpe bajo? ¿Lo olvidabas hasta que se repetía?

Ella se giró y se alejó en dirección a la cocina. La vi desaparecer: sentía la cara caliente y la presión me agotaba el cerebro. Bajé al aparcamiento. Adam llevaba puesta la chaqueta Carhartt, tejanos y gruesas botas de goma, y se disponía a subir al coche. Me senté en el asiento del copiloto.

– ¿Vienes conmigo? -preguntó.

Sus mejillas redondas, que solían tener un color sonrosado, enrojecieron, y sus ojos me miraron tras las gafas con expresión de asombro.

– No vamos a Endicott -dije-. Llévame a casa de Bucky.

– ¿A su casa? -dijo Adam, y puso el coche en marcha.

36

La esposa de Bucky, Judy, estaba en la sala de los trofeos, leyendo un libro frente al fuego. Los animales de Bucky nos miraban con sus ojos de cristal. Una oveja de piedra. Un búfalo enorme de El Cabo. Dos grandes pavos en pleno vuelo. Docenas de animales de seis de los siete continentes.

– Judy -dije-, lo siento pero tienes que irte.

– ¿Qué quieres decir? -preguntó.

Era una mujer tranquila, con gafas y el cabello rizado color castaño. La clase de mujer que cabría encontrar trabajando en una biblioteca pública.

– Debes irte. Adam te ayudará a recoger tus cosas. Sólo dispongo de unos minutos, así que tendrás que darte prisa.

– ¿Qué pasa?

– Bucky está despedido -dije-. Esta casa pertenece a la empresa. No pienso consentir la ineptitud más de lo que la consentía James. Si Bucky le hubiera hecho esto a James el día del inicio de la temporada de caza, James habría reaccionado de la misma forma.

Hablé en voz baja, pero con fuerza. Cuando vi que vacilaba, alcé la voz.

– ¡Ahora, he dicho!

Judy miró a Adam, cuyas mejillas estaban sonrojadas y brillantes. Adam apretó las manos y contempló con atención el barro de sus grandes botas de goma. Ella captó la idea y doce minutos después cargaba doce maletas, con la ayuda de Adam, en su camioneta mientras yo hablaba por el móvil y fingía no mirar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ambición»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ambición» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Ambición»

Обсуждение, отзывы о книге «Ambición» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x