Barry Eisler - Sicario

Здесь есть возможность читать онлайн «Barry Eisler - Sicario» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sicario: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sicario»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

John Rain, de profesión asesino, está especializado en hacer trabajitos finos en los que sus víctimas parecen morir de forma natural. Aquel que le contrata sabe que es un hombre fiel a sus principios: trabaja en exclusiva; liquida únicamente al protagonista del juego, no a sus familiares, y no asesina a mujeres. Por eso, cuando tras finalizar un trabajo le piden wque se encargue de la hija del objetivo, empieza a sospechar que hay gato encerrado y decide investigar por qué quieren matar a Midori. La investigación le hará descubrir peligrosas conexiones entre el gobierno nipón y la yakuza, que comprometerán su anonimato y complicarán su vida.

Sicario — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sicario», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Qué se supone que tenías que hacer conmigo cuando acabaras de formularme las preguntas?

– Nada. Sólo quieren el disco.

Le cerré otra vez la garganta.

– Tonterías, Benny, ni siquiera tú puedes ser tan imbécil. Ya sabías qué pasaría después, aunque no tuvieras los huevos de hacerlo tú.

Empezaba a encajar. Me daba cuenta. Holtzer le dice a Benny que lleve a ese tipo del Boeikyoku a mi apartamento para «interrogarme». Benny se imagina qué va a pasar. El pequeño burócrata está asustado pero está en el medio. Tal vez racionalice que en realidad no es asunto suyo. Además, el señor del Boeikyoku se encargaría del trabajo sucio; Benny ni siquiera tendría que mirar.

Menuda sabandija cobarde. De repente le apreté los huevos con fuerza y habría gritado si no le hubiera tenido la garganta bien cerrada. Entonces le solté por ambos sitios y se desplomó al suelo, haciendo arcadas.

– De acuerdo, Benny, vas a hacer lo que te diga -declaré-. Vas a llamar al colega que está en mi apartamento. Sé que tiene un móvil. Dile que llamas desde la estación de metro. Me has visto y tiene que reunirse contigo en la estación de inmediato. Díselo con estas mismas palabras. Si lo dices de otro modo o te oigo decir algo que no se corresponda con el mensaje, te mato. Hazlo bien y podrás marcharte. -Por supuesto, existía la posibilidad de que aquellos tipos utilizaran un código de luz verde, cuya ausencia sería indicio de problemas, pero no me parecía que fueran tan listos. Además, no había escuchado nada parecido a un código de luz verde en la llamada que Benny había recibido en mi apartamento.

Alzó la mirada hacia mí con expresión de súplica.

– ¿Me dejarás marchar?

– Si lo haces al pie de la letra. -Le pasé el teléfono.

Lo hizo siguiendo mis indicaciones. Habló con voz bastante seria. Volví a quitarle el teléfono en cuanto acabó. Seguía estando de rodillas y mirándome.

– ¿Me puedo ir? -preguntó.

Entonces se fijó en mi expresión.

– ¡Me lo has prometido! ¡Me lo has prometido! -exclamó jadeando-. Por favor, estaba obedeciendo órdenes. -Fue capaz de decirlo.

– Las órdenes son un coñazo -dije mirándolo.

Había empezado a hiperventilar.

– ¡No me mates! ¡Tengo mujer e hijos!

Yo ya estaba colocando las caderas en la posición adecuada.

– Haré que te manden flores -susurré y le propiné un golpe contundente en la nuca con el borde afilado de la mano. Noté que se le astillaban las vértebras y tuvo un espasmo. A continuación se desplomó.

No podía hacer otra cosa que dejarle allí. Pero mi apartamento ya estaba descubierto. Tendría que buscarme otro de todos modos, por lo que me resultaba irrelevante que el cadáver atrajera a la pasma a Sengoku.

Esquivé el cadáver y retrocedí unos cuantos pasos hasta la zona de aparcamiento por la que había pasado. Oí que se cerraba la puerta del edificio de mi apartamento.

La parte delantera del parking estaba acordonada y las cintas estaban sujetas a pilones plantados en arena. Agarré un puñado de arena de cerca de uno de los pilones y retomé mi posición en la esquina del muro; me asomé por el borde. No vi al colega de Benny. Mierda, había girado a la derecha por el callejón que enlazaba mi calle con la paralela a ésta, a unos quince metros de mi apartamento. Había supuesto que tomaría las calles principales.

Aquello suponía un problema. Me llevaba la delantera y no había ningún sitio donde pudiera tenderle una emboscada y esperar. Además, ni siquiera sabía qué aspecto tenía. Si llegaba a la arteria principal que había junto a la estación, no podría distinguirle entre el resto. Tenía que ser entonces.

Corrí calle abajo y me paré de repente en el callejón. Asomé la cabeza por la esquina y vi una figura solitaria alejándose de mí.

Inspeccioné el suelo en busca de alguna arma. No vi nada que tuviera el tamaño correcto para hacer de garrote. Mala suerte.

Me interné en el callejón, a unos siete metros por detrás de él. Llevaba una cazadora de cuero hasta la cintura y tenía una complexión rechoncha y fuerte. Incluso desde atrás me daba cuenta de que tenía un cuello enorme. Llevaba algo que parecía un bastón. Lo que faltaba. Más valía que la arena me sirviera.

Había reducido la distancia a unos tres metros y estaba a punto de llamarle cuando miró hacia atrás por encima del hombro. Yo no había emitido ni un sonido y había fijado la vista en otro sitio casi todo el rato para no llamarle la atención. Tenemos un elemento primitivo y animal en nuestro interior que nota cuando nos siguen. Lo aprendí en la guerra. Pero también aprendí a no emitir las vibraciones que disparan la alarma de otra persona. Este tipo tenía unas antenas muy sensibles.

Se volvió, me miró y advertí su expresión confundida. Benny le había dicho que me había visto en la estación. Yo venía de la otra dirección. Estaba intentando despejar la discrepancia en el ordenador central.

Le vi las orejas, hinchadas como coliflores, desfiguradas después de tantos golpes. Los judokas y kendokas japoneses no creen en las prendas protectoras; a veces los profesionales lucen las cicatrices en los lóbulos, que les salen por los cabezazos del judo y los golpes con la espada de bambú en el kendo, como si fueran un símbolo de honor. En algún recoveco de mi conciencia tomé nota de sus posibles habilidades.

Utilicé todos los medios disponibles para transmitir la idea de que era un transeúnte más que quería sobrepasarlo para concederme un segundo adicional. Me situé hacia la izquierda, di dos pasos más. Percibí que el reconocimiento se hacía más evidente en su rostro. Vi que el bastón empezaba a alzarse a cámara lenta al tiempo que adelantaba el pie izquierdo para reforzar el golpe.

Le lancé la arena a la cara y salté a un lado. Echó la cabeza hacia atrás pero el bastón siguió subiendo; al cabo de una décima de segundo lo sacudió con tal fuerza que quedó desdibujado en el aire. A pesar de la fuerza del golpe se quedó corto al intentar dar en el blanco y entonces, con la misma velocidad fluida, cortó el aire en sentido horizontal. Me desplacé en diagonal, fuera de la línea de ataque, sosteniéndome sobre los dedos del pie. Le vi haciendo una mueca, con los ojos bien cerrados. La arena le había alcanzado de lleno. El hecho de que no se frotara los ojos con las manos ponía de manifiesto que había recibido mucho adiestramiento. Pero no veía.

Dio un paso hacia delante con cautela, con el bastón en guardia. Le brotaban lágrimas de los ojos heridos. Él sabía que yo estaba delante pero era incapaz de precisar dónde.

Tuve que esperar hasta que me sobrepasara para actuar. Ya había visto lo rápido que era con el bastón.

Se mantuvo en la misma posición, ensanchaba las narinas como si estuviera olfateando para captar mi olor. «Dios mío, ¿cómo consigue evitar no frotarse los ojos? -pensé-. Debe de estar desesperado de dolor.»

Dio un salto hacia delante profiriendo un fuerte kiyai , al tiempo que sacudía el bastón como si fuera un látigo a la altura de la cintura. Pero había calculado mal, pues yo estaba más atrás. Entonces, con la misma rapidez, dio dos pasos largos hacia atrás, soltó el bastón y se frotó los ojos preso de la desesperación.

Aquello era lo que había estado esperando. Me abalancé sobre él y levanté el puño derecho para asestarle un mazazo en la clavícula. Bajé el puño con fuerza pero en el último momento se movió ligeramente y los músculos del trapecio recibieron el golpe. Continué con un golpe del codo izquierdo dirigido al esfenoides aunque sobre todo le alcancé en la oreja.

Antes de que le encajara otro golpe, movió el bastón por detrás de mí y lo agarró con la mano que tenía libre. Entonces me atrajo hacia él estrechándome con fuerza entre los brazos y me hundió el bastón en la espalda. Arqueó la espalda hacia atrás y despegué los pies del suelo. Me quedé sin aliento. El dolor me explotó en los riñones.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sicario»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sicario» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Sicario»

Обсуждение, отзывы о книге «Sicario» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x