• Пожаловаться

John Katzenbach: El profesor

Здесь есть возможность читать онлайн «John Katzenbach: El profesor» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

John Katzenbach El profesor

El profesor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El profesor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Adrian Thomas es un profesor universitario retirado, al que acaban de diagnosticarle una demencia degenerativa que lo llevará pronto a la muerte. Ha dedicado toda su vida a estudiar los procesos de la mente y a transmitir a sus alumnos todo su conocimiento. Ahora, jubilado, viudo y enfermo cree que lo mejor que puede hacer es quitarse la vida. Pero al salir del consultorio del médico es testigo involuntario del secuestro de Jennifer Riggins, una conflictiva adolescente de dieciséis años con un largo historial de huidas, que desaparece sin dejar rastro dentro de una camioneta conducida por una mujer rubia. El profesor Thomas se debate entre poner fin a su vida y ser útil una última vez antes de morir. Decide ayudar a encontrar a Jennifer, intentar darle la oportunidad de vivir su joven vida. Para eso debe sumergirse en el oscuro mundo de la pornografía en Internet, un mundo perverso y criminal donde todo su saber académico se pone en juego, y donde debe utilizar los pocos momentos de lucidez para avanzar en una investigación para la que hay muy poco tiempo?

John Katzenbach: другие книги автора


Кто написал El profesor? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El profesor — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El profesor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No más demoras, insistió. Adrián se puso de pie y se sacudió un poco el polvo de esquisto de los pantalones. Podía ver las sombras que se filtraban a través de los arbustos y los árboles mientras el sendero que bajaba de la montaña se iba oscureciendo a cada segundo que pasaba.

Se dio la vuelta para mirar el valle. Allí era donde yo enseñaba. Allá es donde vivíamos. Deseó poder ver todo el camino hasta el apartamento en Nueva York donde conoció a su esposa y se enamoró por primera vez, pero no se podía. Deseó poder ver los sitios de su infancia y los lugares que recordaba de su juventud. Deseó poder ver la Rué Madeleine en París y el bistró de la esquina donde él y su esposa habían tomado café todas las mañanas durante los años sabáticos, o el Hotel Savoy en Berlín; se habían alojado en la suite Marlene Dietrich cuando había sido invitado a dar un discurso en el Institut für Psychologie y fue donde concibieron a su único hijo. Se esforzó mucho mirando hacia el este, hacia la casa sobre el cabo, donde había pasado los veranos desde su juventud, y las playas donde había aprendido a lanzar una mosca a las lubinas estriadas o a cualquiera de las truchas en los arroyos de la zona, por donde había caminado en medio de rocas antiguas y aguas que parecían estar llenas de energía.

Mucho para echar de menos, pensó. No puedo evitarlo. Se apartó de lo que podía y de lo que no podía ver y empezó a descender por el sendero. Lentamente fue entrando en la creciente oscuridad.

* * *

Estaba a sólo un par de calles de su casa, atravesando las hileras de modestas casas de clase media, hogares de madera blanca ocupados por una ecléctica colección de profesores de otra universidad y gente del lugar, empleados de la compañía de seguros, dentistas, escritores por cuenta propia, instructores de yoga y entrenadores que componían su vecindario, cuando descubrió a la chica que andaba por la acera.

Normalmente no habría prestado mucha atención, pero había algo en la manera resuelta con que esa chica caminaba que le sorprendió. Parecía llena de determinación. Tenía el pelo rubio grisáceo recogido debajo de una gorra de los Boston Red Sox, y pudo ver que su abrigo oscuro estaba roto en un par de lugares, al igual que sus vaqueros. Lo que más llamó su atención fue la mochila, que parecía repleta de ropa. En un primer momento pensó que simplemente se dirigía hacia su casa después de bajar del último autobús del instituto de enseñanza secundaria, el autobús que llevaba a los alumnos que se tenían que quedar más tiempo en la escuela por razones disciplinarias. Pero vio que atado a la mochila había un enorme oso de peluche, y no pudo imaginar por qué alguien iba a llevar un juguete tan infantil al instituto. Eso la habría convertido de inmediato en objeto de burlas.

La miró a la cara cuando pasó junto a ella. Era joven, casi una niña, pero hermosa en la manera en que lo son todas las niñas al borde del cambio, o al menos eso pensó Adrián. Le pareció que la chica -tendría unos quince o dieciséis años, ya no podía calcular con precisión la edad de los jóvenes- daba muestras de una resolución que manifestaba algo más. Esa mirada lo fascinó, picó su curiosidad.

Ella miraba hacia delante con fiereza. A él le pareció que ni siquiera vio su coche. Adrián entró a su jardín, pero no se movió de detrás del volante. La miró en su espejo retrovisor mientras seguía caminando con paso rápido hacia la esquina.

Entonces vio algo que parecía apenas un poco fuera de lugar en su vecindario tranquilo y obstinadamente normal. Una furgoneta blanca, como una camioneta de reparto pequeña pero sin ninguna inscripción publicitaria de algún electricista o servicio de pintura, avanzaba lentamente por su calle. La conducía una mujer y había un hombre en el asiento del acompañante. Esto le sorprendió. Pensó que debería ser al revés, pero de inmediato se dijo que simplemente estaba siendo machista y estereotipado. Mientras miraba, la furgoneta disminuyó la velocidad y parecía estar siguiendo a la joven que caminaba. De pronto se detuvo, ocultándose de su vista.

Pasó un momento y luego la furgoneta aceleró repentina y bruscamente para doblar en la esquina. El motor bramó, y las ruedas traseras giraron enloquecidas. Le pareció extrañamente peligroso en su tranquilo vecindario, de modo que trató de ver la matrícula antes de que desapareciera en los últimos momentos de penumbra que quedaban previos a la noche.

Miró otra vez. La chica había desaparecido.

Pero en la calle había dejado la gorra de béisbol rosa.

Capítulo 2

Jennifer Riggins no giró inmediatamente cuando la furgoneta se le acercó con sigilo. Estaba totalmente concentrada en llegar rápido a la parada del autobús, apenas a unos setecientos metros, en la calle principal más cercana. En su plan de escape cuidadosamente diseñado, el autobús urbano la llevaría al centro del pueblo, donde podía coger otro autobús que la transportaría a una terminal más grande, a unos treinta kilómetros, en Springfield. Desde allí, imaginó, podía ir a cualquier lugar. En el bolsillo de los vaqueros tenía más de trescientos dólares, que había robado poco a poco, para no ser descubierta -cinco aquí, diez allí- del monedero de su madre o de la billetera del novio de su madre. Se había tomado su tiempo, juntando el dinero durante el último mes para ir guardándolo en un sobre dentro de un cajón debajo de su ropa interior. Nunca había cogido de una vez una cantidad tan grande como para que se dieran cuenta; sólo cantidades pequeñas que pasaran inadvertidas.

Su objetivo era juntar lo suficiente para llegar a Nueva York, o a Nashville, o incluso a Miami tal vez, o a Los Ángeles, por lo tanto, en su último robo, temprano aquella misma mañana, había cogido sólo un billete de veinte y tres de uno. Agregó también la tarjeta Visa de su madre. No estaba segura aún de adónde iba a ir. A algún lugar cálido, esperaba. Pero cualquier lugar lejano y muy diferente iba a estar bien para ella. En eso estaba pensando cuando la furgoneta se detuvo junto a ella. Puedo ir a donde quiera…

El hombre en el asiento del acompañante dijo:

– Eh, señorita…, ¿podría robarle un momento? Necesito orientarme.

Dejó de caminar y miró al hombre del vehículo. Su primera impresión fue que no se había afeitado esa mañana y que su voz sonaba extrañamente aguda y con más emoción de la que requería su muy común pregunta. Se sintió un tanto molesta porque no quería que nada la retrasara; quería irse de su casa y de su petulante vecindario, de su pequeño y aburrido pueblo universitario, lejos de su madre y del novio de su madre, de la manera en que él la miraba y de algunas de las cosas que le había hecho cuando estaban solos, de su horrible instituto y de todos los muchachos que conocía y odiaba y que se burlaban de ella todos los días de la semana.

Quería estar en un autobús yendo a cualquier lugar esa noche porque sabía que hacia las nueve o las diez su madre habría terminado de llamar a todos los números en los que podía pensar, para luego, tal vez, llamar a la policía, porque eso era lo que había hecho anteriormente. Jennifer sabía que la policía iba a estar por toda la terminal de autobús en Springfield, de modo que tenía que estar ya en marcha para cuando todo eso entrara en acción. Al escuchar la pregunta del hombre, todas estas ideas, amontonadas, se le vinieron a la cabeza.

– ¿Qué es lo que está buscando? -replicó Jennifer.

El hombre sonrió. Algo anda mal, pensó. No debería estar sonriendo.

Su sospecha inicial fue que el hombre iba a hacer algún comentario vagamente obsceno y sexual, algo ofensivo o denigrante, algo desagradable, como: Hola,preciosa, ¿quieres que nos divirtamos un poco?, coronado por un chasquido de labios. Estaba preparada para seguir caminando y decirle que se fuera al cuerno, cuando miró por encima del hombro del tipo y vio a una mujer al volante. La mujer llevaba sobre el pelo una gorra de lana tejida y, aunque era joven, había algo duro en sus ojos, algo duro como el granito, algo que Jennifer no había visto nunca antes y que de inmediato la asustó. La mujer tenía en la mano una pequeña videocámara. Apuntaba en dirección a Jennifer.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El profesor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El profesor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «El profesor»

Обсуждение, отзывы о книге «El profesor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.