Anne Fortier - Juliet

Здесь есть возможность читать онлайн «Anne Fortier - Juliet» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Juliet: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Juliet»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Bautizada por la prensa americana como El código Da Vinci para mujeres, Juliet, el sensacional debut de Anne Fortier, transforma la inmortal historia de Romeo y Julieta en una trepidante aventura del siglo XXI. Una historia a caballo entre la Edad Media y la actualidad, un apasionante viaje al corazón de Italia que combina historia, intriga, misterio y romance.
Juliet y su hermana, huérfanas desde pequeñas, se han criado con su tía en Virginia. Cuando ésta muere, Juliet se ve obligada a viajar a Italia para saber qué se esconde tras la enigmática herencia que ha recibido de ella. Pronto descubre que en realidad es italiana y que, además, es descendiente de las personas en las que se inspiró Shakespeare para escribir Romeo y Julieta. Dispuesta a conocer la verdadera identidad de sus padres y los secretos que rodean sus repentinas muertes, Juliet se ve envuelta en una peligrosa trama que enfrenta a las dos familias más poderosas de Siena desde la Edad Media. Descubre que una antigua maldición recae sobre ellas y que únicamente la búsqueda de un supuesto tesoro llamado, «Los ojos de Julieta» podría detenerla…Juliet puede ser la próxima víctima y sólo un hombre puede salvarla de su destino, pero ¿dónde está?
«Esta novela lo tiene todo: Romeo y Julieta, la nobleza italiana y el mundo de la mafia, aventuras y valientes heroínas; documentos secretos y tesoros escondidos; amores apasionados y violentas venganzas que perduran a lo largo de los siglos. Un debut sensacional.»
KATHERINE NEVILLE, autora de El ocho y El fuego.

Juliet — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Juliet», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Estando junto al bufet, noté por primera vez que algo me sucedía. Al querer agenciarme uno de los muslos de un pato asado exquisitamente dispuesto en una bandeja de plata, una ola de irresistible abandono barrió la orilla de mi conciencia meciéndome con suavidad. Fue algo leve, pero la cuchara se me cayó de la mano, y los músculos dejaron de responderme de pronto.

Tras respirar profundamente un par de veces, pude levantar la vista y enfocar lo que me rodeaba. El espectacular bufet de Eva Maria se hallaba en la terraza, a la puerta del gran salón, bajo la luna, y allí fuera las altas antorchas desafiaban la oscuridad con semicírculos concéntricos de fuego. A mi espalda, las decenas de ventanas iluminadas y los focos externos hacían fulgurar la casa, como un faro empeñado en mantener a raya la noche, último reducto del orgullo de los Salimbeni, y, o mucho me equivocaba, o las leyes del mundo no regían allí.

Cogí de nuevo la cuchara de servir y procuré desprenderme de aquel repentino mareo. Sólo me había tomado una copa de vino -que me había servido Eva Maria, interesada en saber mi opinión sobre su nuevo sangiovese-, pero había tirado la mitad a un tiesto por no desmerecer su aptitud para la producción vinícola no terminándomela. Dicho esto, y teniendo en cuenta todo lo que había sucedido ese día, no era de extrañar que me sintiera algo trastornada.

Entonces vi a Alessandro. Salía del jardín en penumbra y, apostado entre dos antorchas, me miraba fijamente; aunque me alivió y me emocionó volver a verlo, en seguida noté que pasaba algo malo. No me pareció enfadado, sino más bien preocupado, con cierto aire de condolencia, como si llamase a mi puerta para informarme de un terrible accidente.

Presa de una corazonada, dejé el plato y me dirigí a él.

– «Cada instante -dije forzando una sonrisa-, pues los minutos se me antojan días. ¡Qué vieja voy a ser, si mido el tiempo así, cuando vuelva a ver a Romeo!» -Me detuve delante de él e intenté leerle el pensamiento, pero su rostro entonces, como cuando lo había conocido, parecía completamente falto de emoción.

– Shakespeare, Shakespeare… -replicó despreciando mi poesía-, ¿por qué siempre tiene que interponerse entre nosotros?

Me atreví a alargar la mano.

– Es nuestro amigo.

– ¿Ah, sí? -Me cogió la mano y me la besó, luego le dio la vuelta y me besó la muñeca sin dejar de mirarme-. ¿En serio? Dime, ¿qué nos haría hacer en este momento? -Al ver la respuesta en mis ojos, asintió despacio con la cabeza-. ¿Y después?

Tardé en entender a qué se refería. Tras el amor, venía la separación, y tras la separación, la muerte…, según mi amigo, el señor Shakespeare. Pero, antes de que pudiera recordarle que estábamos a punto de escribir nuestro propio final feliz -¿no?-, Eva Maria se nos acercó grácil y extraordinaria, como un cisne dorado, con aquel vestido que refulgía a la luz de las antorchas.

– ¡Sandro! ¡Giulietta! Grazie a Dio! -Nos hizo una seña para que la siguiéramos-. ¡Venid! ¡En seguida!

No nos quedaba otra más que obedecer, así que entramos en la casa tras la estela difusa de Eva Maria, sin molestarnos en preguntarle qué podía ser tan urgente. O quizá Alessandro ya sabía adonde nos dirigíamos y por qué; a juzgar por el brillo de sus ojos, nos encontrábamos de nuevo a merced del Bardo, o de la caprichosa fortuna, o de quien gobernase nuestros destinos esa noche.

De vuelta al gran salón, Eva Maria nos condujo fuera de la estancia por entre la multitud, por un pasillo a un comedor más pequeño y formal, increíblemente oscuro y silencioso, teniendo en cuenta la fiesta que se estaba celebrando a un paso de allí. Sólo entonces, al cruzar el umbral, se detuvo un instante y se volvió -con los ojos muy abiertos de emoción- para comprobar que la seguíamos y guardábamos silencio.

A primera vista la sala me pareció vacía, pero el teatro de Eva Maria me hizo mirar mejor. Entonces los vi. A ambos extremos de la larga mesa había sendos candelabros con velas y en cada una de las doce sillas altas de comedor se sentaba un hombre, ataviado con el atuendo monocromo de los clérigos. A un lado, oculto entre las sombras, de pie, había un joven con hábito de monje que movía discretamente un incensario.

Al verlos, se me aceleró el pulso y recordé de pronto la advertencia de Janice. Eva Maria, me había dicho con exagerado sensacionalismo tras su conversación con Peppo, era, al parecer, una mañosa enredada en actividades turbias, y allí, en su castillo, se reunía una sociedad secreta que practicaba sangrientos sacrificios para convocar a los espíritus de los muertos.

Atontada como estaba, habría salido de allí pitando si Alessandro no me hubiese pasado un posesivo brazo por la cintura.

– Estos hombres -me susurró Eva Maria con voz algo trémula-son los miembros de la Hermandad de Lorenzo. Han venido desde Viterbo para conocerte.

– ¿A mí? -Los miré muy seria-. Pero ¿por qué?

– ¡Chis! -me dijo escoltándome muy solemne hasta la cabecera de la mesa para presentarme al monje de mayor edad, hundido en una especie de trono en la presidencia.

– No habla tu idioma, así que yo te traduzco. -Le hizo una reverencia al monje, que tenía los ojos clavados en mí o, mejor dicho, en el crucifijo que llevaba colgado del cuello-. Giulietta, éste es un momento muy especial. Me gustaría presentarte a fray Lorenzo.

VIII. II

¡Oh, feliz, bendita noche! Sólo temo que todo sea esta noche un sueño sólo, demasiado dulce para ser verdad.

– Giulietta Tolomei! -El anciano monje se levantó de la silla, me enmarcó el rostro con las manos y me miró intensamente a los ojos. Sólo entonces tocó el crucifijo que yo llevaba colgado del cuello, no con recelo, sino con reverencia. Cuando hubo tenido suficiente, se inclinó para besarme la frente con sus labios secos como la mojama.

– Fray Lorenzo -me explicó Eva Maria- es el líder de la Hermandad de Lorenzo. Siempre adopta el nombre de Lorenzo en recuerdo del amigo de tu antepasada. Es un gran honor que estos hombres hayan accedido a estar aquí esta noche para entregarte algo que te pertenece. ¡Los monjes de esta comunidad llevan siglos esperando este momento!

Cuando Eva Maria dejó de hablar, fray Lorenzo les hizo una seña a los demás monjes para que se levantaran también, y éstos lo hicieron sin rechistar. Uno de ellos, inclinándose, cogió una cajita del centro de la mesa de comedor y, con gran ceremonia, fueron pasándosela uno a otro hasta llegar a fray Lorenzo.

En cuanto asocié la cajita con la que había visto antes en el maletero de Alessandro, reculé, pero, al notar que me movía, Eva Maria me clavó los dedos en el hombro para inmovilizarme. Fray Lorenzo se embarcó entonces en una extensa explicación en italiano, que ella tradujo palabra por palabra con entrecortada celeridad.

– Éste es un tesoro que la Virgen ha guardado durante muchos siglos y que sólo tú debes llevar. Pasó años enterrado bajo el suelo de la celda del verdadero fray Lorenzo, pero, cuando se trasladó su cuerpo del palazzo Salimbeni a suelo sacro en Viterbo, los monjes lo hallaron entre sus restos. Se cree que lo ocultó en alguna parte de su cuerpo para que no cayera en manos equivocadas. Después estuvo desaparecido muchísimos años, pero al fin podemos volver a bendecirlo.

Fray Lorenzo abrió entonces el estuche y dejó al descubierto el sello de Romeo, alojado en el interior de regio terciopelo azul, y todos -incluso yo- nos inclinamos para verlo.

– Dio! -susurró Eva Maria, admirando la maravilla-. Es el anillo de boda de Giulietta. Y un milagro que fray Lorenzo lograra salvarlo.

Miré de reojo a Alessandro, esperando detectar en él al menos una pizca de culpabilidad por pasear el condenado anillo en el maletero todo el día y contarme sólo la mitad de la historia, pero su gesto era de absoluta serenidad; o no se sentía culpable o lo disimulaba de maravilla. Entretanto, fray Lorenzo impartió una elaborada bendición sobre el anillo, lo sacó de su estuche con manos temblorosas y se lo entregó a Alessandro, no a mí.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Juliet»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Juliet» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Juliet»

Обсуждение, отзывы о книге «Juliet» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x