Harlan Coben - Muerte en el hoyo 18

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Muerte en el hoyo 18: краткое содержание, описание и аннотация

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El golf, precisamente, no es el deporte preferido de Myron Bolitar. Pero ahí está: presenciando entre bostezos el Abierto de Estados Unido. Es el mejor escaparate para un agente deportivo en busca de clientes. Y parece que va a tener suerte: Linda Coldren, número uno en la lista de ganancias en el circuito americano promete contratarle. Antes, sin embargo, tendrá que encontrar a su hijo, que ha desaparecido misteriosamente justo cuando el marido de Linda, Jack, parece que va a tener de nuevo la posibilidad de ganar el torneo. Win, para sorpresa de Bolitar, sin embargo, le va a pedir que no acepte el caso. Myron, por una vez, decide ignorarle y se lanza a la búsqueda de Chad. Muy pronto comprenderá que nunca debió de hacerlo. Descubrirá que un mundo de falsas apariencias, estafas, dolor y muerte, pero, sobre todo, obligará a Win a revivir su pasado, traumas de la infancia que no se olvidan jamás.

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Aquel sonido llamó la atención de Myron.

Había algo en aquel sonido… Myron hizo memoria. Había algo extrañamente familiar en aquella situación, en la forma en que se había doblado y rodaba por el suelo, como si ya lo hubiese visto antes. Pero era imposible. ¿Cuándo habría…? De pronto dio con la respuesta.

En el ring.

«Dios mío -pensó Myron-. ¡Está fingiendo!»

Myron miró de reojo a Carl. Había un esbozo de sonrisa en su rostro.

Vaya hijo de puta. ¡Era un farol!

Reginald Squires se aclaró la garganta.

– Hace días que viene demostrando un interés malsano por mi hijo, señor Bolitar -prosiguió con voz atronadora-. ¿Acaso es una especie de pervertido?

Myron estuvo a punto de soltar otra agudeza, pero se tragó las palabras.

– No.

– Entonces dígame qué quiere de él.

Myron miró hacia la luz entornando los ojos. Seguía sin poder ver más que la silueta desdibujada de Squires. ¿Qué era lo mejor que podía decirle? Sin duda, el tío estaba loco de atar, así que, ¿cómo debía jugar sus cartas?

– Imagino que se habrá enterado del asesinato de Jack Coldren -dijo Myron.

– Por supuesto.

– Trabajo en el caso.

– ¿Pretende descubrir quién asesinó a Jack Coldren?

– Sí.

– Pero a Jack lo mataron anoche -señaló Squires-, y usted preguntó por mi hijo el sábado.

– Es una larga historia -dijo Myron.

La sombra de Squires se encogió de hombros.

– Tenemos todo el tiempo del mundo.

¿Por qué sabía Myron que iba a decir aquello?

Como no tenía nada que perder, Myron le refirió a Squires cuanto sabía sobre el secuestro de Chad. O casi todo. Insistió varias veces en que el secuestro propiamente dicho había tenido lugar en el Court Manor Inn. Tenía una razón para ello, relacionada con el egocentrismo. Reginald Squires reaccionó de forma previsible.

– ¿Me está diciendo -gritó- que secuestraron a Chad Coldren en mi motel?

Su motel. Myron se lo había figurado. Eso explicaba la presencia de Carl.

– Exacto -dijo Myron.

– Carl.

– Sí, señor Squires.

– ¿Sabías algo sobre este secuestro?

– No, señor Squires.

– Bien, habrá que hacer algo al respecto -señaló Squires-. Nadie hace algo así en mi territorio. ¿Me oyes? Nadie.

Aquel tío había visto demasiadas películas de gángsteres.

– Quienquiera que lo haya hecho, es hombre muerto -añadió-. ¿Me oye? Los quiero muertos. ¡Muertos! ¿Comprende lo que estoy diciendo, señor Bolitar?

– Muertos -dijo Myron, asintiendo.

La sombra de Squires lo señaló con un dedo.

– Encuéntrelo para mí. Descubra quién hizo esto y entonces llámeme. Yo me haré cargo. ¿Lo comprende, señor Bolitar?

– Lo llamo. Usted se encarga.

– Ahora, váyase. Encuentre a ese miserable cabrón.

– Eso está hecho, señor Squires -dijo Myron-, pero el caso es que necesito ayuda.

– ¿Qué clase de ayuda?

– Con su permiso, me gustaría hablar con su hijo Matthew. Necesito averiguar qué sabe sobre este asunto.

– ¿Qué le hace pensar que él está al corriente de algo?

– Es el mejor amigo de Chad. Puede que haya oído o visto algo. No lo sé, señor Squires, pero me gustaría comprobarlo.

Se produjo un breve silencio.

– Hágalo -dijo Squires al cabo-. Carl lo acompañará de regreso al colegio. Matthew hablará sin ninguna traba con usted.

– Gracias, señor Squires.

La luz se apagó, sumiéndolos de nuevo en una densa oscuridad. Myron tanteó el camino hasta la puerta del coche. Esperanza, que seguía «recobrándose», se las ingenió para hacer lo mismo. También Carl. Los tres subieron al coche.

Myron se volvió y miró a Carl, que se encogió de hombros y dijo:

– Imagino que olvidó tomar la medicación.

32

– Chad me dijo que se había ligado a una tía mucho mayor que él.

– ¿Te dijo cómo se llamaba? -preguntó Myron.

– Qué va -respondió Matthew Squires-. Sólo me dijo que era para fardar.

– ¿Para fardar?

– Ya sabes; era china.

Dios mío.

Myron estaba sentado frente a Matthew Squires. El chaval era de cuidado… Llevaba el pelo largo y estropajoso, con raya en medio, y hasta los hombros. Tenía la cara picada de viruelas. Medía más de un metro ochenta y debía de pesar unos cincuenta y cinco kilos. Myron se preguntó cómo habría sido para aquel chico crecer al lado de un padre como el suyo.

Carl estaba a su derecha. Esperanza había tomado un taxi para ir a comprobar la coartada de Esme Fong y seguir hurgando en el pasado de Lloyd Rennart.

– ¿Te dijo Chad dónde se encontraba con ella?

– Claro; ese antro es como la guarida de mi viejo.

– ¿Sabía Chad que tu padre es el dueño del Court Manor?

– Qué va. Como que no hablamos del dinero de papá ni nada por el estilo. No es legal, ¿sabes a qué me refiero?

Myron y Carl cambiaron una mirada. Los dos se compadecían de la juventud de hoy en día.

– ¿Fuiste con él al Court Manor?

– Ni hablar. Fui más tarde. Ya sabes, me imaginé que el tío querría salir de marcha después de pasárselo en grande. Como para celebrarlo.

– ¿A qué hora fuiste al Court Manor?

– A las diez y media o las once, más o menos.

– ¿Viste a Chad?

– Qué va. Las cosas se pusieron como raras enseguida. No tuve ocasión.

– ¿Qué quieres decir con «como raras»?

Matthew Squires titubeó. Carl se inclinó hacia él.

– Adelante, Matthew. Tu padre quiere que le cuentes todo lo que sepas.

El muchacho asintió.

– Vale. Cuando metí mi Mercedes en el aparcamiento, vi al viejo de Chad.

Myron sintió náuseas de repente.

– ¿Te refieres a Jack Coldren? ¿Viste a Jack Coldren? ¿En el Court Manor Inn?

Squires asintió.

– Estaba ahí, sentado en el coche -dijo Matthew-. Al lado del Honda de Chad. Se lo veía hecho polvo. Yo no quería líos, así que me las piré.

Myron procuró no mostrarse desconcertado. Jack Coldren en el Court Manor Inn. Su hijo en una habitación follando con Esme Fong. La noche anterior a que Chad fuese secuestrado.

¿Qué diablos estaba pasando?

– El viernes por la noche -prosiguió Myron-, vi que alguien salía por la ventana de la habitación de Chad. ¿Eras tú?

– Sí.

– ¿Te importa decirme qué hacías allí? -Quería saber si Chad estaba en casa. Así es como lo hacemos. Trepo hasta su ventana. Como hacía Vinny con Doogie Howser. ¿Te acuerdas de esa serie?

Myron asintió. La recordaba, lo cual no dejaba de ser lamentable.

No había mucho más que sonsacar al joven Matthew. Cuando terminaron, Carl acompañó a Myron hasta su coche.

– Todo esto es muy raro -musitó.

– Desde luego.

– ¿Llamará cuando descubra algo?

– Sí. -Myron no se tomó la molestia de decirle que Tito ya estaba muerto-. Buen golpe, por cierto. Me refiero al puñetazo fingido que le diste a Esperanza.

Carl sonrió.

– Somos profesionales. Me disgusta que se haya dado cuenta.

– Si no hubiese visto a Esperanza en el ring no lo habría notado. Buen trabajo, Carl, muy bueno. Puedes estar orgulloso.

– Gracias.

Carl le tendió la mano. Myron se la estrechó. Subió al coche y arrancó. ¿A dónde debía dirigirse ahora?

De regreso a casa de los Coldren, supuso.

Seguía sintiendo vértigo a causa de la última revelación: Jack Coldren había estado en el Court Manor Inn. Había visto el coche de su hijo aparcado allí. ¿Cómo diablos encajaba aquello? ¿Jack Coldren había seguido a Chad? Tal vez. ¿Estaba allí por pura casualidad? Era improbable. Entonces, ¿qué otras opciones quedaban? ¿A santo de qué iba Jack Coldren a seguir a su hijo? Y ¿desde dónde lo había seguido? ¿Desde la casa de los Squires? ¿Tenía sentido? Primero el tipo juega en el Open, realiza un excelente primer recorrido, y luego se planta frente a la finca de los Squires a esperar a que salga su hijo.

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