»O, Caramba, Jacky, tú eres también un animal, ¿no es eso? Una vez me puso una de sus manazas en el brazo como si fuera por casualidad, pero fingí no darme cuenta. Lo peor, Krista, aunque procuro no pensar en ello, es que fue Aaron, el hijo de Zoe, quien la encontró. Es un chico triste, de todos modos, se parece a su padre, con ese aspecto de melancolía india, como apesadumbrado, y ese rostro afilado que no llega a serlo, como les pasa a la gente con sangre mezclada, la primera vez que te los tropiezas los encuentras feos y desagradables de ver, pero a la segunda ocasión resulta que son algo así como, bueno, apuestos, sexys. Quiero decir incluso ese chico, que no es más que un crío. Pero muy alto ya, tan alto como un hombre. O casi. Dijeron que Aaron llegó aquí a eso de las nueve aquella mañana, era domingo… los chicos se levantan pronto, imagino… no había visto a su madre desde hacía tiempo, según parece, de manera que se vino hasta aquí, no tiene edad de conducir, así que vino andando, tres o cuatro kilómetros deben de ser, la puerta principal no estaba cerrada con llave, así que la empujó para abrirla, entró y… dice… que de inmediato "supo que algo no funcionaba"… "olió algo malo"… se quedó abajo y llamó a Zoe sin tener contestación… pensó que estaría durmiendo, si es que estaba en la casa, acabó por subir al piso de arriba… ¡Dios del cielo, imagínatelo encontrándola! ¡Imagina que fueras el hijo de Zoe! Unas pocas horas después habría sido yo la que entrase en su habitación… Zoe solía hablar de lo culpable que se sentía por Aaron, tan joven no estaba en condiciones de ser madre, había dejado el instituto y se había casado con Delray que era seis o siete años mayor, pero que no pasaba de ser un crío exaltado. No es que Zoe no quisiera a su pequeño, pero nunca sintió que le tocara ser madre precisamente entonces. Como tampoco Delray servía para padre. Del tenía dos primos, indios seneca, con los que estaba muy unido y pasó tiempo en la cárcel para menores de Black River, Zoe dijo que no sabía nada de esa época excepto lo que él le había contado, que no era toda la verdad, ¿sabes?… uno de los primos de Del estuvo en chirona por homicidio en segundo grado, algo que fuera de la reserva podría haber sido asesinato en segundo grado, pero a ellos les importa un pimiento lo que un indio borracho le haga a otro indio borracho, ya sería harina de otro costal si uno de ellos golpeara a un blanco hasta matarlo, ¿verdad que sí? De manera que Zoe estaba siempre preguntándose acerca de eso, hasta qué punto Del había intervenido en aquel homicidio y eso la asustaba, como no podía ser menos… cuando un tipo bebe y tiene esos antecedentes, no sabes qué terminará por hacer. "Si primero hubiera hecho carrera como cantante, ahora podría tener un hijo, con poco más de treinta, sería un buen momento para eso", solía decir Zoe, "pero convertirte en madre cuando no eres más que una cría es un obstáculo en tu vida, ¿entiendes?" y yo respondí: "Bueno, Zoe, no sabría decirte". Me reía para demostrar que no me había ofendido, claro que no, y añadía: "Quizá, si mi hijo hubiera vivido, me habría ido mejor en la vida", y Zoe me abrazaba, me besaba y diría "Jacky, lo siento mucho, de verdad. No quería decir una cosa así. Pero, Jacky, ¿quién sabe? Quizá la vida te hubiera asfixiado. Ningún bebé ha salvado nunca la vida de nadie que yo sepa". Conocí a Aaron de muy pequeño, piel oscura y aspecto feroz con ese pelo oscuro tan basto como el de una ratita; lloraba con mucha fuerza y se ponía rojo, pero sin lágrimas, sólo bramaba como un becerro y pataleaba y tú pensabas Si ese niño tuviera dientes, mordería. Y Zoe se reía diciendo que Aaron chupaba con tanta fuerza cuando mamaba que casi la tiraba, y que le hacía daño. Casi todos los niños pequeños que ves son guapos de alguna manera, pero Aaron no, hasta que fue algo mayor, cuatro o cinco años: más adelante ya no tenía las facciones tan apretujadas, ni tampoco parecía tan bizco. Por entonces no conocía a Zoe demasiado bien pero creo que surgieron algunos problemas cuando Aaron empezó a ir a la escuela por las dificultades con la lectura, ¿se dice dixlia?. Sale a su padre porque tiene el genio corto y es muy susceptible, como si fuese siempre el insultado o el ofendido y no tú. "Son los Kruller", decía Zoe. "No sólo los parientes mestizos de Del, sino todos. Como un clan. Les tiene sin cuidado pisotear tus sentimientos, pero a la menor cosa que les digas, como ¡Discúlpame! ¡Confío en no estar sangrando sobre tu traje nuevo! se ofenden y estallan. O los lastimas, se les rompe el condenado corazón y necesitan romper el tuyo, para igualar el marcador. Tienen que castigarte." Para mí fue una sorpresa ver a Aaron Kruller en febrero, cuando estuvo en la comisaría al mismo tiempo que yo. ¡Santo cielo! Había crecido una barbaridad, y parecía mucho mayor de lo que es. Pasa con los seneca, ves a una chica que aparenta dieciocho años, y resulta que tiene diez u once. No les crecen pechos sino músculos, y son fuertes como toros. Aaron no es un chico que te caiga bien con facilidad, eso tengo que decirlo. No sabes lo mucho que lo sentí por él y me ofrecí a prepararle algo de cena pero dijo, no, gracias, sin mirarme siquiera. Me asusta un poco caerle mal a ese chico tan grande. Y es que les caigo mal a todos los Kruller, como si fuese yo la culpable de que Zoe se fuera de casa. Porque íbamos las dos juntas a los sitios en mi coche. Cuando Zoe ya estaba harta de Del y el hombre casado al que había estado viendo le dio más o menos la patada, o quizá fue ella quien se la dio a él, Zoe lo pasó muy mal y vino a verme y ¿qué iba a hacer yo, despedirla sin más? Zoe era mi corazón, eso no lo haría nunca.
De la boca de Jacky DeLucca salían las palabras a torrentes y estaba tan agitada que casi parecía haberse olvidado de mí. Pero ahora se limpió el rímel corrido de los ojos y me miró fijamente.
– Krista… Krissie… dijiste… eres su hija… quiero decir de Eddy Diehl, ¿no es eso? Tiene que ser una señal, que estés aquí… que hayas venido aquí, a verme…
Me apresuré a decir que tenía que marcharme. Aquella mujer rubicunda con el pelo crespo teñido de color remolacha me estaba dejando tan exhausta como si ella sola hubiera absorbido todo el oxígeno que había entre nosotras.
– No, corazón… ¡espera! No te vayas aún.
Jacky se levantó haciendo un gran esfuerzo y tambaleándose. Me obsequió con una dulce sonrisa tontorrona y un poco torcida, como si se dispusiera a abalanzarse sobre mí y besarme, pero con destreza, producto del pánico, la evité. La camisa masculina de franela se entreabrió y el enorme pecho izquierdo de Jacky -de un blanco lechoso y surcado de venas azules- casi se liberó por completo, como un apéndice supernumerario, alarmante al verlo tan de cerca. No quería que Jacky me abrazara, ni sentir aquellos pechos descomunales, semejantes a gomaespuma.
– Krissie, quédate un poco más. Eres una chica preciosa y bien educada, y además escuchas. Hay alguien que va a venir hoy… creo… se puede presentar en cualquier momento… podrías ayudarme, Krissie, podrías decirle «Jacky no está aquí en este momento», podrías decirle «Jacky está pasando unos días con su hermana en Port Oriskany». ¿Harías eso por mí, Krissie, corazón? Si te ve dentro de la casa, no intentará entrar, se quedará ahí, en la puerta de atrás, y le puedes decir que eres mi sobrina… y que tu madre está arriba… ¿harías eso por mí, Krissie? ¡Por favor! Hazlo también por Zoe.
Me asustó el apremio que sentí en la voz de Jacky. Comprendí que durante todo aquel tiempo había estado esperando a alguien por eso me quería con ella con su piel caliente y húmeda cubierta de sudor grasiento, con sus ojos suplicantes. El olor a ron era intenso, embriagador. Quería huir de Jacky y al mismo tiempo sentía el impulso de arrojarme entre sus brazos, de apretarme contra aquel cuerpo de gomaespuma. Tartamudeé de nuevo para decir que me tenía que marchar, que mi madre me echaría de menos y le preocuparía mi ausencia.
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