Joyce Oates - Ave del paraíso

Здесь есть возможность читать онлайн «Joyce Oates - Ave del paraíso» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ave del paraíso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ave del paraíso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Situada en la mítica ciudad de Sparta, en Nueva York, Ave del paraíso es una punzante y vívida combinación de romance erótico y violencia trágica en la Norteamérica de finales del siglo XX. Cuando Zoe Kruller, una joven esposa y madre, aparece brutalmente asesinada, la policía de Sparta se centra en dos principales sospechosos, su marido, Delray, del que estaba separada, y su amante desde hace tiempo, Eddy Diehl. Mientras tanto, el hijo de los Kruller, Aaron, y la hija de Eddy, Krista, adquieren una mutua obsesión, y cada uno cree que el padre del otro es culpable. Una clásica novela de Oates, autora también de La hija del sepulturero, Mamá, Infiel, Puro fuego y Un jardín de poderes terrenales, en la que el lirismo del intenso amor sexual está entrelazado con la angustia de la pérdida y es difícil diferenciar la ternura de la crueldad

Ave del paraíso — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ave del paraíso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Durante todo aquel tiempo bebía el chocolate que Jacky había calentado en el fogón y que era un preparado comercial. Después, durante horas, la boca me latiría con un dolor agradable.

– Zoe era mi mejor amiga, ¿sabes? Zoe era como una hermana para mí. Nos conocíamos desde… ¡Jesús! Años y años. Antes incluso de que se casara. ¡Ah, aquel Delray Kruller! Viéndolo ahora nunca te imaginarías cómo era Delray entonces, Zoe y él, ella no tenía más de quince o dieciséis años cuando se conocieron, y estaba loca por él y Delray también estaba loco por ella excepto… ya sabes… esos tipos con mezcla de razas… se dice que tienen lo peor de la sangre de los indios seneca, que se pueden volver más locos que nadie y dan muchísimo miedo, y lo peor de los blancos, de nosotros; la raza blanca también está muy loca, ¿sabes?… como… ¿los nazis?, ¿alemanes?, ¿vikingos, no es eso? No tienen inconveniente en colgarte por los pies y encender una pira… un fuego… en el nombre de la religión, o de lo que sea… -Jacky perdió pie, sin saber muy bien de qué era de lo que estaba hablando; luego se acordó-: ¡El tal Delray! Era más guapo que nadie, la cara india de rasgos muy marcados, y el pelo negro de los indios que es tan sexy, te sorprenderás cuando te diga que era… que es… sólo una cuarta parte indio… eso es lo que Zoe decía… el padre de Delray era alguna clase de… ¿austriaco?… ¿parecido a alemán?… «Kruller» es algún tipo de… no lo recuerdo, pero Delray por ese lado no es un indio seneca, eso es seguro. Y Zoe, siempre ha sido tan guapa, al menos para mí, una cerda gorda como yo, Jesús!… allí estaba Zoe como una especie de… cómo se dice… hada… con alas… sólo revoloteando… no serías capaz de apresar nada así con las manos… quiero decir que tendrías que agarrarlo, y apretar mucho, porque de lo contrario se escaparía. Había gente… todavía hay… que nunca creyó que Zoe fuese nada del otro mundo, con todas esas pecas. Los dos, en la Harley-Davidson tic Delray. Zoe es un poco más joven que yo. Era joven de verdad cuando ligaron, puede que Delray «se saltara» alguna norma… alguna ley… creo que se llama violación «estatuaria»… quiere decir que la chica es menor de edad… por eso es un delito… pero Zoe desde luego quería, estaba loca por casarse, le apetecía quedarse embarazada con el bebé de Delray, fue para ella como encontrar a Cristo en tu corazón, ¿sabes? Como para otras personas encontrar a su salvador en el corazón, así fue para Zoe, el porqué de que se casara con tan pocos años, dejara de estudiar y tuviera a su hijo, Aaron, tan joven… si los hubieras visto a los dos hace unos años, habrías pensado, seguro, que el chico era su hermano, no su hijo. Quiero decir que nunca pensarías que Zoe pudiera tener un hijo tan mayor y tan grande como Aaron -hizo una pausa, sonriendo. Luego se sirvió más ron y bebió despacio.

Volvió a oírse ruido de gritos en la calle, pero Jacky no pareció oírlo.

– Es cierto, Zoe y yo no fuimos siempre amigas. Zoe y Jacky no fueron siempre «hermanas». Los hombres se interponen en determinadas circunstancias. Una vez que Zoe dejó a Delray, y que las cosas no funcionaron con… ya sabes… Eddy Diehl… una vez que aquello tampoco funcionó como ella había pensado… hubo tensión entre nosotras en lo relacionado con los hombres. Porque siempre había un hombre… siempre había hombres… interesados en Zoe. Tenía una veta alocada, nadie me puede echar la culpa a mí. Una vez que se subió al escenario y se puso a cantar y el público estaba feliz con ella, le costaba demasiado trabajo decir que no. Si preguntas quién hizo que Zoe empezara con las drogas, no fui yo. Ni tampoco tengo la culpa de que bebiera mucho. Quiero decir que ya bebíamos en el instituto, los chicos nos abastecían. Nos proporcionaban hierba, anfetas, cocaína. Crack, no… eso vino después. Ahora los chicos de instituto consumen esa porquería, pero nosotras, no. Bebíamos cerveza y perdíamos el conocimiento. Fumábamos hierba y perdíamos el conocimiento. Éramos lo más parecido a… ¡hippies! Unas inocentes, si quieres saber la verdad. Crecí a menos de un kilómetro de Zoe, en North Fork Road. Íbamos juntas a la parada del autobús que nos llevaba a clase. Más adelante hubo tipos que nos llevaban en coche a las dos. Zoe podía ser la cosa más dulce del mundo, pero un poco retorcida. Nunca explicaba lo que quería pero siempre se salía con la suya. Algo así como el camino de un sacacorchos. Su familia eran los Hawkson. Podrían haberse ocupado de ella (cuando más o menos se desmoronó y vino aquí a vivir conmigo) pero no quisieron. La consigna en el caso de Zoe era «lavarse las manos». ¡Los muy cabrones! Se dicen cristianos, presbiterianos, la peor especie de santurrones. Bueno, Zoe hizo cosas que yo no hubiera hecho nunca… rompió promesas a determinadas personas que yo no habría roto nunca… Tenía una manera peligrosa de pensar que, como era muy sexy, como era guapa y una cantante de country con su grupo, se le iba a perdonar hacer cosas que otras, quizá no tan guapas, quizá con una figura no tan sexy ni con tan buena voz, nunca haríamos -Jacky dejó de hablar unos instantes, agitando la cara, de mejillas anchas, con el aire de satisfacción de un bulldog. Luego continuó, alzando la voz, como si se enfrentara con sus acusadores-: Hay gente que me culpa a mí, la maldita familia de Zoe me acusa a mí de ser quien la metió en las drogas duras… heroína… ¡Dios del cielo! Eso sí que es un chiste. Malditos hipócritas… ¿hipócritas?… Diciendo esas cosas sobre mí a la policía, citadas en el condenado periódico, salen de la comisaría y dicen… esa «amiga» de Zoe Kruller… esa tal Jacqueline DeLucca… es la responsable de que Zoe «se echara a perder». ¡Sandeces! ¡Es una mentira tan burda, tan cruel! Lo que pasó entre Del y ella, fuera lo que fuese, ¿cómo pude tener nada que ver con eso?… o cuando Zoe dejó su empleo en la granja porque estaba más aburrida que una mona, dijo, cuando aseguró que el olor de la leche le daba ganas de vomitar, por no decir nada de que nunca te daban propinas en un empleo como ése cuando la mitad del tiempo has de atender a unas condenadas criaturas. Y si un local no tiene licencia para servir alcohol, olvídate. Porque entonces no te van a dar ni una maldita propina. Ni lo sueñes. Sobre todo por estos alrededores, en los Adirondack, donde hay escasez de empleos. Por eso era c-n The Strip donde Zoe podía ganar dinero de verdad. En Tip Top, en Chet's Keyboard, Zoe era más popular que nadie, le daban más propinas que a ninguna de las camareras que servían cócteles, pero tenía la esperanza de cantar allí, y también estaba la esperanza de que su grupo, Black River Breakdown, consiguiera un contrato para grabar un disco cualquier día de éstos. Eso no pasó nunca, pero podía haber pasado. Y en The Strip los fulanos se pisaban para llegar hasta Zoe e invitarla a un trago, o a cenar, o a hacer un viaje a Montreal, o a Atlantic City, o a Las Vegas… que era a donde iba a ir, a Las Vegas, con un amigo nuevo al que acababa de conocer. Al menos eso era lo que creía cuando -Jacky hizo una pausa como si le hubiera venido un mal sabor a la boca y no le quedara otro remedio que tragárselo- sucedió lo que sucedió. Pero ¿te das cuenta?, Zoe a mí no me necesitó nunca. Es cierto que la presenté a unos cuantos tipos, gente como Csaba, el dueño de Chet's Keyboard Lounge y algunas otras personas en The Strip, porque yo los conozco y ellos me conocen a mí, y querían que les presentara a Zoe. Y esas personas, relacionadas con The Strip, que frecuentan los clubs, y tienen dinero, no son gente de Sparta, no habían nacido aquí y ni siquiera sabían quién era Delray Kruller, nunca habían oído hablar de él. «Motocicletas Kruller», «Taller de reparaciones Kruller», nunca lo habían oído y les tenía sin cuidado. Cosas que son importantes en Sparta, en algunos círculos de Sparta, la gente no sabe nada de ellas ni les importa un pimiento en otros sitios. Seguro que algunos de los tipos sabían que Zoe estaba casada, o que lo había estado, pero ¿qué más daba? Ella les decía que estaba «separada», que tramitaba el «divorcio». No había manera de que nadie adivinara que su marido era una especie de exaltado peligroso, con sangre de indio seneca y bebedor, o si lo sabían no se lo tomaban en serio o les importaba un comino, como ya te he dicho, ninguno de ellos hubiera sabido quién era Delray Kruller. Zoe tenía la esperanza de que el viaje que iba a hacer, a Las Vegas, pudiera terminar en algo más permanente, no es que Zoe quisiera casarse de nuevo, no quería, pero pongamos que un tipo estuviera dispuesto a invertir en su carrera de cantante, y de hacer algo así como cuidar de ella… eso a Zoe le hubiera gustado. Era capaz de sentirse muy esperanzada a veces, casi como si fuera una jovencita. ¡Podía haber tenido los años que tienes tú! «Necesito un cambio de escenario, Jacky», me dijo, «siento que hay un mundo distinto en algún otro sitio que me está esperando. Noto que aquí me voy a asfixiar» -en imitación de su amiga, Jacky habló con voz baja y gutural, muy juvenil. Luego, como si tomara conciencia poco a poco, una expresión de horror le apareció en la cara-. Es que no me puedo creer que Zoe… se haya ido. De todas las personas que conozco no había nadie que estuviera más vivo. Y ahora… pensar… que… -se le llenaron los ojos de lágrimas, de manera compulsiva se acarició la garganta magullada, en la que se marcaba el paso de los años-. Yo estaba convencida de que Delray le hacía otra vez la vida imposible. Porque aún estaba enamorado de ella… siempre estuvo loco por ella, y Zoe por él… excepto, ¿sabes?, a veces las cosas se interponen… «intervienen»… Delray aceptaba durante un tiempo que se podían divorciar, pero luego cambiaba de idea, y daba largas, y él, o uno de sus amigos, se presentaba donde estaba Zoe, como si la «acechara». Zoe me dijo: «Si me pasa algo malo, Jacky, será Delray». Se lo conté a la policía, pero hasta ahora, por lo que sé, no lo han detenido, ni a él ni a nadie, sólo lo interrogaron y le dejaron ir, estuvo «a disposición de la policía» y luego le dejaron marchar, ¿cuánto tiempo ha pasado ya, desde febrero? ¿Cuántas semanas? ¡Dios mío! ¡Pobre Zoe! Sabes que tu amiga se ha ido pero… de algún modo no te lo acabas de creer. Sigo pensando que Zoe va a bajar por la escalera… por ahí, ¿ves?… la escalera… medio dormida y bostezando o quizá vestida ya de punta en blanco, con tacones altos y muy buen aspecto, porque algún amigo va a llegar dentro de unos minutos a recogerla, y yo le pregunto que cuándo va a volver, si tiene una idea aproximada, y Zoe se ríe y dice: «Volveré cuando me parezca y esté dispuesta, Jacky. No cambias nunca». Aquella noche, Krista, quizá tuve yo la culpa, porque me había marchado. Aquella noche y la mitad del día siguiente. Un tipo, amigo mío de Watertown, apareció de pronto y quería verme, ir de fiesta, estuve con él mientras aquí mataban a Zoe, a muchos kilómetros de distancia a esa misma hora. Todo eso se lo conté a la policía. No volví a Sparta hasta cerca del mediodía y para entonces la puerta de la casa estaba abierta de par en par, como si hubiera habido un fuego, y la pobre Zoe… el cuerpo… se lo habían llevado… supongo… al depósito de cadáveres. ¡Como lo oyes! Entro por el jardín hasta la casa y me encuentro con un tipo muy fornido que me mira fijamente. «Jacqueline DeLucca, ¿es así como se llama usted?», con una expresión en la cara como si estuviera oliendo algo desagradable. Porque habían mirado por toda la casa, en todas las habitaciones, que no estaban muy limpias, supongo, y habían hablado con los vecinos. Porque te juzgan: sólo con mirarte los muy hijos de mala madre piensan que te conocen. Piensan que te pueden poner una etiqueta: «chica de alterne», «puta». El tal detective va y me dice: «Jacqueline DeLucca, usted se viene con nosotros», sin darme siquiera tiempo para enterarme de lo que le había sucedido a mi amiga, sin tiempo para llorar por Zoe, ni reponerme de la impresión cuando me dijeron que la habían asesinado. «Se ha cometido un homicidio aquí, ésta es la escena del crimen» estaban diciendo, a nadie le importaba un comino lo mucho que llorase yo, estuve a punto de desmayarme de la impresión, y ellos sin dejarme subir, sin dejarme entrar en mi propia casa… no estoy demasiado bien de salud… me han surgido «complicaciones» después de una operación… tengo la tensión alta… hay diabetes en mi familia y me da mucho miedo que me pase también a mí… temblaba y lloraba y a los hijos de puta de la policía de Sparta les traía al fresco como si mi pena por Zoe no fuese sincera… «Menos aspavientos, Jacky. Modérate.» Como si me conocieran y tuvieran derecho a llamarme Jacky. Me vi obligada a quedarme con unos amigos, ni siquiera me dejaron volver a mi propia casa durante no sé cuántos días, y luego tuve que… nadie me lo advirtió… tuve que limpiar el dormitorio de Zoe. Pensarías que la policía o alguien haría ese trabajo tan horrible, pero no, has de hacerlo tú misma, da igual lo agotada y desconsolada que estés. Y ahora ni siquiera soy capaz de subir al piso de arriba. Duermo abajo en un sofá cama. No consigo conciliar el sueño de todos modos, es como si quienquiera que vino aquí y se ensañó con Zoe como lo hizo, también me hubiera hecho daño a mí, el corazón me late a veces con tanta fuerza que parece que me va a estallar. No paro de pensar… ¿y si vuelve para matarme? ¿Y si me hace a mí las cosas terribles que le hizo a Zoe? La policía dijo que les tenía que contar todo lo que sé, los nombres de todos nuestros conocidos, me tuvieron mirando fotografías hasta que ya no pude más. Les supliqué «¡No quiero morir! No me pueden proteger ustedes todas las horas del día». Se lo dije, y también les conté que sabía de «testigos protegidos» a los que habían matado, y me miraron como si fuera basura, y dijeron: «Si no nos cuentas todo lo que sabes, te podemos detener, Jacky»… porque encontraron algunas drogas en la casa, aunque sólo calmantes y una bolsita de cocaína. Hay una ley, dijeron: sobre «sustancias controladas» si las tienes en tu casa, y me aseguraron que si no cooperaba me iban a acusar de posesión de estupefacientes con intención de distribuirlos. ¡Con una acusación como ésa te pueden caer hasta veinte años de cárcel! En aquel momento mismo casi me vine abajo. Apenas conseguí llegar a tiempo a un cuarto de baño. Les pareció todavía peor que a mí, como si yo hubiera hecho que se me descompusiera la tripa aposta. Lo que me indigna es que si había en la casa menos de cien dólares en drogas que, además, las había traído Zoe y no yo, ¿qué es eso comparado con todos los miles de dólares que esos tipos venden todos los días, de un extremo a otro del estado, y los polis lo saben perfectamente y cobran además un porcentaje? ¡Como si necesitaran perseguir a Jacky DeLucca para que les diga lo que ya saben! ¡Como si les fuese a dar los nombres de mis amigos! Y de los que no son amigos míos, ni que estuviera loca. ¡No te imaginas cómo temblaba! Los condenados polis no sienten ninguna simpatía por una persona como yo, una mujer que no es ni esposa ni madre, diciéndome «Necesitas ir a rehabilitación, Jacky. Eres una borracha y una yonqui», insultarme así, a la cara. «Vas a acabar como tu amiga Zoe si no cooperas con nosotros.» Les dije que no sabía absolutamente nada sobre la vida privada de Zoe, y es la verdad. No sabía quién era el tipo, el nuevo amigo que hacía a Zoe sentirse tan esperanzada, ni siquiera si era un amigo «nuevo» o alguien con quien ya había salido en el pasado. Porque Zoe era así, aunque rompiera, el novio no se marchaba exactamente. Mira Delray, que no llegó nunca a irse del todo, siempre estaba tratando de volver con ella. Y Zoe tenía otro amigo, no voy a decir su nombre, Krista, un hombre casado y loco por ella, decía Zoe, pero con él no tenía «futuro», ni siquiera estaba dispuesto a dejar a su familia. A su mujer podía dejarla, pero a sus hijos no, eso no era capaz de hacerlo. De manera que Zoe decía que era una situación imposible y no quería verlo, pero él la llamaba, y se presentaba aquí, eran como una mala costumbre el uno para el otro, y no había manera de quitársela. Tuve que decirle a la policía cómo se llamaba, lo hubieran descubierto de todos modos y me habrían causado problemas. Estaba muy asustada, me hubieran detenido por «obstrucción de la justicia»… por «obstaculizar una investigación de la policía». Nunca se creyeron que no supiera el nombre del otro, del que iba a llevarla a Las Vegas, con el que Zoe estaba tan esperanzada. Una noche en Chet's la invitaron a cantar con el grupo de jazz de allí, no eran más que tres músicos… y a Zoe le pidieron que cantara… «Both Sides Now», una de sus mejores canciones… y hay un fulano en el bar escuchando, dice que está impresionado, que le ha impactado de verdad… que puede arreglar las cosas para una audición en Las Vegas en uno de los casinos, dice, donde tiene contactos. Según recuerdo era al día siguiente cuando se iban a poner en camino para Las Vegas. Creo que es eso lo que me dijo Zoe. Dijo, incluso: «¡Hasta puede que no vuelva nunca, Jacky!», emocionada, me besó en la mejilla y me abrazó, demasiado nerviosa para quedarse sentada. «Dile adiós a Aaron de parte de su mamá, y que le telefonearé con toda seguridad, quizá dentro de pocos meses sea una primera figura allí, en uno de los casinos, y le pueda enviar un billete de avión para que venga a reunirse conmigo.» De manera que le dije a Zoe que claro que sí, que haría eso por ella. Y va Zoe y dice: «Y tú también, Jacky… podrás venir a visitarme a Las Vegas», como si fuese una cosa segura, tal como habla a veces la gente cuando está «colocada». Cuando estás colocado eres optimista. Te quitan las drogas y se llevan la esperanza. Y aquella noche… ¡Dios santo! -Jacky hizo una pausa, limpiándose con una servilleta de papel el rímel que se le había corrido. En las mejillas tenía churretes de algo de color ceniza que eran como lágrimas mezcladas con barro-. No sé qué es peor… pensar que, si yo hubiera estado aquí, aunque ya sé que no estaba, no habrían asesinado a Zoe; o que, si hubiera estado aquí, y ese tipo venía a por Zoe, me habría matado también a mí. Traté de decírselo a la policía, pero siguieron haciéndome las mismas preguntas. Me esforcé por explicarles que no conocía el nombre del fulano de Las Vegas o que, si Zoe me lo había dicho, no se me quedó. Y el tipo con el que estuve aquella noche, fuimos al casino Oneida, allí se emborrachó y perdió una barbaridad jugando a blackjack, a mí me pasó incluso quinientos dólares, y me habría gustado guardar algo, en lugar de perderlo todo; como ya te he dicho, cuando te colocas tienes esperanzas y entonces la cagas. El caso es que el nombre que me dijo era falso, según resultó luego; me aseguró que se llamaba «Cornell George Hardy», dando a entender que pertenecía a una familia con mucha clase, pero la policía descubrió que no se llamaba así, naturalmente se comportaron como si fuese yo quien lo había inventado… «Cornell George Hardy.» Dijo que era algo así como «banquero de inversiones» de Syracuse, aparecía de cuando en cuando, los fines de semana… se hospedaba en una suite muy lujosa en el Marriott, daba fiestas… montones de cocaína, era muy generoso… ¿cómo iba a saber que «Cornell George Hardy» no era su nombre? En primer lugar, había creído que decía «coronel», como en el ejército. ¿O es en la marina? Pero no era «coronel», era «Cornell». En cualquier caso era un nombre falso. Pero nos lo pasábamos estupendamente juntos. Me trataba como es debido. No era un borracho malasangre, sino divertido; eso sí, un poco triste, y acababa durmiéndose. La policía habló con el recepcionista del motel donde nos alojamos para ver si yo les estaba diciendo la verdad y resultó que sí, entonces, ¿para qué necesitan saber su nombre, si «Cornell George Hardy» estuvo conmigo toda la noche y yo con él? Se llamara como se llamase no podía tratarse del que acabó con Zoe, ¿verdad que no? ¡Como tampoco podía ser yo! IX' manera que a la larga me dejaron en paz. «No te vamos a trincar, Jacky. Lo nuestro son los homicidios, no el vicio.» Ja, ja. ¿Cómo regresé aquí aquel día? Tuve que llamar a un tipo que conocía, despertarlo a mediodía y pedirle que me fuese a buscar. Los muy cabritos tampoco querían traerme aquí. Y es que no tenía ningún otro sitio donde ir. Porque si me presentaba en casa de mi madre, me iba a decir «Jacqueline, Jesús te puede ayudar si le haces sitio en tu corazón». Eso me da miedo, es muy posible que mi madre tenga razón, pero ahora mismo no puedo hacer entrar a Jesús en mi corazón, hay demasiadas cosas más. No soy digna. La mayor parte de los días me enferma pensar en Zoe. Dios del cielo, me refiero a perder a Zoe. Mi amiga más íntima y mi hermana Zoe. Y estaba la pared, embadurnada con la sangre de la pobre Zoe. Y la cama empapada. Todas las sábanas, que yo le había prestado. Había un bonito edredón rosa. Y además la habían estrangulado… con una toalla, dicen. Algunas personas dirían que con las manos, pero no es exacto, fue con una toalla. Y le golpeó la cabeza con tanta fuerza que le rompió el cráneo. Ésa fue la causa de que saliera tanta sangre. Una herida en la cabeza sangra como un demonio, dijo el detective. Dijo que quienquiera que lo hiciese utilizó la toalla como «garrote»… se puede apretar, y soltar y apretar de nuevo. La golpeó con algo así como un martillo de carpintero, dijeron. No encontraron el martillo en la casa. El asesino se lo llevó consigo, probablemente lo tiró al río y no aparecerá nunca. ¿Quién demonios va a encontrarlo? Me preguntaron si yo tenía un martillo en casa y les dije que no, que me parecía que no, pero la casa es alquilada, podía haber estado en el sótano o en un armario en algún sitio. Pero si lo trajo él, eso querría decir que tenía intención de matarla ya antes de venir y hace que me asuste de verdad… ¿quizá vuelva y me mate a mí?. El asesino abrió una ventana, dijeron, de manera que entró nieve en el dormitorio y el aire estaba muy frío y el cuerpo de Zoe llegó a helarse en parte, dijeron, y él la cubrió con algo de la ropa de la cama y también con alguna prenda suya y, eso hace que me estremezca, roció a Zoe, y también la cama, por todas partes, con polvos de talco míos, polvos de talco blancos, «White Shoulders». Los esparció por las paredes, donde la sangre estaba húmeda y pegajosa, y se congeló allí. Y por todo el suelo. También dejó sus huellas en el suelo sobre el talco. De manera que parecía una «helada» dijeron los polis. Lo primero que pensaron fue que tenía que ser cocaína, pero no, era sólo «White Shoulders», que huele como lirios del campo, polvos de talco que Zoe compartía conmigo. Y esos polvos, mezclados por todas partes con sangre, también tuve que limpiarlos. Sollozaba y temblaba de lo horrible que era. No podía limitarme a pasar la aspiradora, la sangre se hubiera metido dentro y la hubiese echado a perder. Tuve que usar toallas de papel y una fregona con esponja, hasta que vomité y ahora ya no subo nunca al piso de arriba… a ningún sitio que esté cerca de esa habitación, nunca más. «¿Por qué haría eso con los polvos de talco?», le pregunté al detective, el que siempre me miraba como si diese mal, pero al que por otra parte le gusta bromear y sonreírse con suficiencia y me llama «Jacky» como si fuésemos viejos amigos, se apellida Egloff, nunca había oído yo de ningún «Egloff» y me pregunto de qué nacionalidad será, no me gusta, no me fío de él, y va y me dice: «¿Por qué tendría que haber un motivo en lo que hace ninguno de ellos? No hay lógica en lo que hace un animal». Una expresión desdeñosa en la cara como si estuviera pensando ¿No son amigos tuyos todos esos?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ave del paraíso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ave del paraíso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Ave del paraíso»

Обсуждение, отзывы о книге «Ave del paraíso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x