No puedo pensar con claridad. Pero estoy pensando. Estoy intentando pensar.
Nuestros amigos llegan poco después de las dos de la mañana, en un solo coche. Susan y Ron, Jeanne y Dan y su hija de catorce años, Lily, a la que Ray y yo conocemos desde que nació. Cuando entran y me abrazan, es como si me hubiera metido en un violento oleaje.
Aunque nuestros amigos se quedan hasta las cuatro, la mayor parte de lo que nos dijimos se me ha borrado de la memoria. Nuestros amigos me dicen después que me comporté con calma pero era evidente que estaba en estado de shock. Puedo recordar a Jeanne al teléfono, en la cocina, llamando a empresas funerarias. Puedo recordar mi asombro por que una funeraria estuviera abierta a esas horas de la noche. Puedo recordar que expliqué a mis amigos cómo murió Ray -por qué murió Ray-, «la infección secundaria», el hecho de que «su tensión arterial había caído en picado», «sus pulsaciones se habían acelerado», esas palabras siniestras que he memorizado y que todavía hoy, a cualquier hora del día, invaden mi mente, junto con mi última visión de Ray en la cama del hospital, como relámpagos.
Mis amigos son extraordinarios, pienso yo. Venir hasta aquí tan deprisa en mitad de la noche, como han venido.
Porque la viuda vive un relato que no ha inventado ella. La viuda vive una pesadilla y, sin embargo, es probable que la viuda viva un benigno cuento de hadas de los hermanos Grimm en el que los amigos acuden en su ayuda. Queríamos a Ray y te queremos a ti .
Déjanos ayudarte. A Ray le habría gustado .
18. Registro de correos electrónicos
18 de febrero de 2008, 9.26 a.m .
A Elaine Pagels
Me disponía a escribirte para decir que, de forma repentina, Ray falleció anoche hacia la una de la mañana.
Estoy demasiado exhausta para hablar ahora pero va a venir Jeannie para acompañarme a una funeraria de Pennington a planear todo lo necesario.
He pensado en ti cuando te quedaste viuda, una joven -jovencísima- viuda y madre. He visto en ti la trascendencia de esta herida inexpresable y su sombra, que no puede olvidarse jamás.
Con mucho cariño,
Joyce
18 de febrero de 2008
A Mary Morris
Ray falleció a la una de esta madrugada en el centro médico, de una terrible neumonía. Estoy totalmente aturdida y volveré a ponerme en contacto contigo [sobre la entrevista para la revista italiana Storie ] en otro momento.
Con mucho cariño,
Joyce
19 de febrero de 2008
A Richard Ford
Gracias, Richard. Muchos de mis problemas -¿«problemas»?- son físicos y emocionales; me siento agotada, aturdida cuando estoy con gente, quiero arrastrarme a algún rincón y dormir.
Pero sé que tienes razón. Estoy intentándolo.
Con cariño,
Joyce
19 de febrero de 2008
A Sandra Gilbert
Estaba pensando en ti, y tu maravilloso marido fallecido… Fue algo similar, aunque no un «homicidio involuntario» por negligencia, de eso estoy segura; Ray estaba hospitalizado por neumonía -una infección por E. coli que es una de las peores- y estaba «mejorando» claramente día tras día, le iban a dar el alta pronto para que hiciera rehabilitación, cuando, de pronto, recibí una llamada a las doce y media para que fuera corriendo al hospital, donde acababan de certificar su muerte. Una infección secundaria le había provocado una parada cardiorrespiratoria y falleció.
Es increíble. Me siento totalmente sola.
Aunque rodeada de los amigos más maravillosos.
Gracias por escribir. Con mucho cariño,
Joyce
19 de febrero de 2008
A Gary Mailman
Tengo aquí el documento «Últimas voluntades y testamento» de Raymond Smith… ¿Qué se hace con ello, como documento? ¿Lo presento en algún sitio? Me han dicho que tengo que llevar los «certificados de defunción» a un juzgado (?) de Trenton pronto. Jeanne Halpern se ha ofrecido a acompañarme, lo cual es una maravilla asombrosa por su parte.
Qué contentos estamos de que salieras bien de tu estancia hospitalaria… Creí sinceramente que Ray también iba a salir. Incluso después de muerto, no parecía nada enfermo, estaba muy guapo, con el rostro sin arrugas y pacífico. En la habitación del hospital, todo el personal se había marchado y estaba él solo en la cama, sin la vía intravenosa ni la máscara de oxígeno, y con el precioso jarrón de flores que Emily y tú le habíais enviado en una mesilla a su lado. Es un recuerdo que no me abandonará jamás.
Agradeceré muchísimo cualquier consejo [legal] que puedas darme,
Joyce
19 de febrero de 2008
A Gloria Vanderbilt
[Ray] falleció a la una de la mañana del 18 de febrero, ¡ayer solamente!
Qué difícil resulta de asimilar.
Te escribiré más adelante. Me encantaría verte. Estoy abrumada de cosas que debo hacer, como un zombi que camina pesadamente a lo largo de su día interminable; ayer fue una pesadilla que no acaba jamás. No parece que mi vida tenga mucho más propósito en estos momentos que estas tareas sin sentido pero necesarias (como hablar con el director de una funeraria, comprar una tumba en el cementerio, buscar el testamento).
Pero tu mera existencia es un consuelo y estás muy presente en mis pensamientos, aunque no estés delante de mí.
Con mucho cariño,
Joyce
19 de febrero de 2008
A Eleanor Bergstein
Eleanor, no me siento capaz de hablar por teléfono ahora. Estoy abrumada y atontada y tratando de mantenerme cuerda a base de hacer una multitud -una infinidad- de cosas pequeñas pero necesarias. Ray murió ayer de madrugada; han ocurrido tantas cosas desde entonces que parece increíble.
Sé que tú perdiste a tu madre y tu padre hace mucho tiempo. Qué herida descarnada y terrible debió de ser. Perder a quien ha sido tu cónyuge durante 47 años es como perder una parte de ti, la parte más valiosa. Lo que queda atrás parece vacío, roto.
Muchas gracias por tu cariño y tu amistad,
Joyce
20 de febrero de 2008
A Dan Halpern
Hay ataques de total soledad y una sensación de estar a la deriva. Pero pasé una velada agradable con Ron y Susan, aunque era raro que no estuviera Ray, y Jeanne ha llamado esta mañana, y mañana estaré en tu casa con Emily y Gary y (evidentemente) Gloria.
Jeanne y Gary están dándome consejos útiles sobre el abogado y los trámites testamentarios, de los que no sé nada.
¡Qué sola está esta casa! Es casi insoportable. Pero lo soportaré…
Estoy muy agradecida por tu amistad y la de Jeanne y por los demás amigos que me han ayudado tanto.
Con mucho cariño,
Joyce
19 de febrero de 2008
A Jeanne Halpern
Me gusta y necesito tu presencia cuando estoy con gente, siento que me puedo romper con facilidad y me parece que tú sabes valorar esas cuestiones. Estoy destrozada, acabo de oír viejos mensajes -«viejos» quiere decir de hoy y ayer-, porque no suelo coger el teléfono; debe de haber habido quince llamadas y el último mensaje (que era el más antiguo, del domingo por la tarde) era de Ray, mientras yo estaba de camino al hospital. Me asombró oír su voz… Ahora está en la cinta, la última grabación que voy a tener de su voz. Es completamente desgarrador. Parecía estupendo por teléfono y tenía ganas de verme. Es increíble que ocho horas después estuviera muerto.
Con mucho cariño,
Joyce
19 . Las últimas palabras
Es sorprendente descubrir, entre varios mensajes telefónicos de los dos días anteriores, estas palabras de Ray, que son las últimas que le oiré decir jamás.
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