James Ellroy - Jazz blanco

Здесь есть возможность читать онлайн «James Ellroy - Jazz blanco» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Jazz blanco: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Jazz blanco»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Para el teniente David Klein, muertes, palizas y extorsiones sólo son gajes del oficio. Hasta que en otoño de 1958 los federales abren una investigación sobre la corrupción policial y el mismo Klein se convierte en el cetnro de todas las pesquisas y acusaciones. Sin embargo, aunque él haya contribuido a crear ese mundo monstruoso, poblado por la codicia y la ambición, está dispuesto a salir vivo de él a cualquier precio.

Jazz blanco — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Jazz blanco», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No soy ningún soplón.

– Abe, ¿Tommy y J.C. han tenido que ver con la muerte del sargento George Stemmons, Jr.?

– No. -Ronco.

– El sargento murió de sobredosis de heroína. Tommy y J.C. podrían haber preparado algo así.

– No. Quiero decir, no sé.

– ¿Cuál de los dos?

– Quiero decir, no lo creo.

– Abe, no tienes precisamente cara de póquer. Bien, siguiendo con lo que hablábamos, sabemos que Tommy toca el saxo en el Bido Lito's. ¿Es un habitual del local?

– Quinta Enmienda.

– Eso déjalo para la televisión. Hasta los chicos que rompen una ventana se acogen a la Quinta Enmienda. Abe, ¿hasta qué punto los Kafesjian conocían a Junior Stemmons?

– Quinta Enmienda.

– Stemmons y un tal teniente David Klein les estaban incordiando acerca de un robo que se produjo en la casa hace un par de semanas. ¿Qué sabes de eso?

– Quinta Enmienda.

– ¿Esos policías intentaron extorsionar a los Kafesjian?

– No…, quiero decir: Quinta Enmienda.

– Abe, eres un libro abierto. Vamos, Stemmons era un yonqui y Klein, el policía más sucio que puede existir.

Voldrich tosió; el altavoz cogió estática.

– No. Quinta Enmienda.

Milner:

– Cambiemos de tema.

– ¿Hablamos de política?

– Hablemos de Mickey Cohen. ¿Lo conoces?

– Nunca me he encontrado con él.

– Tal vez, pero tú eres un veterano del Southside. ¿Qué sabes del negocio de Mickey con las tragaperras?

– No sé nada del negocio. Sé que las máquinas tragaperras son para gente con mentalidad de pordioseros, lo cual explica su atractivo para esos negros estúpidos.

– Hablemos de otra cosa -Milner.

– ¿De los Dodgers, por ejemplo? Si yo fuera mexicano, me alegraría de abandonar Chavez Ravine.

– ¿Qué me dices de Dan Wilhite?

– Quinta Enmienda.

– Hemos echado un vistazo a sus declaraciones de impuestos, Abe. J.C. le cedió el veinte por ciento de la tienda de la cadena en Alvarado.

– Quinta Enmienda.

– Abe, todos los hombres que trabajan en Narcóticos tienen propiedades que no pueden permitirse con su sueldo y pensamos que las han conseguido por medio de J.C. Hemos hecho una auditoría de las declaraciones de renta y, cuando llamemos a los agentes para que nos expliquen la procedencia de esos bienes y les digamos, «Cuéntanos cómo los conseguiste y te dejaremos en paz», J.C. se verá hasta el cuello con veinticuatro cargos por soborno y fraude fiscal federal.

– Quinta Enmienda.

– Abe, voy a darte un consejo: siempre que te acojas a la Quinta, hazlo desde el principio hasta el final. Eso de intercalar respuestas explícitas entre las apelaciones a la Quinta sólo sirven para subrayar las respuestas que indican un conocimiento culposo.

Silencio.

– Abe, te estás poniendo un poco verde.

Ninguna respuesta.

– Abe, hemos oído que Tommy andaba buscando a un tipo llamado Richie. No sabemos el apellido, pero hemos oído que Tommy y él solían tocar jazz y robar cosas juntos.

Seguí con el ojo aplicado a la mirilla. Humo, distorsión.

– Quinta Enmienda.

– Abe, tú nunca has ganado un centavo jugando al póquer.

Apretado contra la mirilla, forzando la vista, aguzando el oído.

– Estoy convencido de que quieres colaborar con nosotros, Abe. Cuando te decidas a admitirlo, te sentirás mucho mejor.

Ruidos en la puerta de la estancia. Me aparté de la pared. Dos federales flanqueando a Welles Noonan. Yo hablé primero:

– Noonan, usted quiere presentarme como testigo, ¿verdad?

Noonan se atusó el cabello.

– Sí, y mi mujer está a favor de usted. Vio su foto en los periódicos y está impresionada.

– ¿Favor por favor?

– No está lo bastante desesperado, pero pruebe.

– Richie no sé qué. Dígame qué sabe de él.

– No. Y le voy a dar una buena bronca al agente Milner por dejar conectado ese altavoz.

– Noonan, podemos hacer un trato.

– No. Todavía no está maduro para ruegos. Caballeros, acompañen al señor Klein a un taxi.

31

Bido Lito's. Amanecer. Ruinas chamuscadas, el escenario justo en el centro. Montones de cenizas, cristales hechos añicos.

Teléfonos de la acera, intactos. Una moneda en los bolsillos. Que esté en casa, por favor.

Seis timbrazos:

– ¿Sí? -Voz adormilada.

– Soy yo.

– ¿Dónde estás?

– Estoy bien.

– No es eso lo que… David, ¿dónde estabas?

Hormigueo, sólo de oírla.

– No puedo… Oye, ¿han ido a interrogarte?

– Sí, dos hombres del sheriff. Dijeron que era rutina, que estaban preguntando a todas las actrices bajo contrato con Hughes. No parecían saber que Howard me tenía bajo vigilancia y no tuve que dar ninguna coartada para un momento concreto porque no han podido determinar la hora de la muerte de Miciak…

– No digas nombres.

– ¿Por qué? ¿Desde dónde estás llamando?

– Desde un teléfono público.

– David, pareces asustado. ¿Dónde estabas?

– Te lo diré si…, quiero decir, cuando esto termine.

– ¿Es ese asunto de los Kafesjian?

– ¿Cómo lo has sabido?

– Lo sé y ya está. Hay cosas que tú no me cuentas, así que…

– Hay cosas que tú no me cuentas.

Silencio.

– ¿Glenda?

– Sí, y hay cosas que no te contaré.

– Dime lo que quieras, entonces.

– Ven.

– No puedo, tengo que dormir.

– ¿Qué quieres que te diga?

– No sé, cosas buenas.

Con voz suave, soñolienta:

– Bien, cuando me veía con H.H., le pedí consejo para alguna inversión en acciones y compré barato. Esas acciones suben ahora, de modo que voy a sacar unos buenos beneficios, creo. Anteanoche, cuando viniste a verme, cené con Mickey. Todavía está enamorado de mí y me obligó a hacer una crítica de su estilo de actuar; algo relacionado con un discurso importante que tiene que hacer pronto. Mi coche anda mal de embrague y…

– Escucha, todo va a salir bien.

– ¿Todo? ¿Seguro?

– Sí, seguro.

– No suenas muy convencido.

– Te llamaré cuando pueda.

Unos vándalos me habían robado los tapacubos. Hora de pasar la película, una vez más: «POR FAVOR, NO ME MATES.»

«POR FAVOR, NO ME MATES COMO MATASTE A TODOS LOS DEMÁS.»

Dos puertas más abajo, una licorería.

Entré y compré un frasco de whisky. De vuelta al coche: tres tragos, rápidos.

Escalofríos: sin hormigueos ni calor interno.

Arrojé el resto: el alcohol era para pervertidos y para cobardes.

Meg me lo había enseñado.

32

Mi casa, sano y salvo. Repuse existencias en la sobaquera: mi 45 de los marines. Acto seguido, un grito:

Mi espada japonesa sobre un estante, salpicada de sangre. Al lado, cinco de los grandes.

Sueño. JOHNNY, SUPLICANDO.

Mediodía. Desperté buscando el teléfono. Un reflejo; una llamada rápida: Alcaldía de Lynwood.

Consulta:

Spindrift, 4980; un edificio de cuatro plantas, vacío: ¿quién era el dueño? Gestiones del oficinista, la respuesta:

Hipoteca ejecutada por la Alcaldía de Lynwood. El propietario murió hacia el 46. Abandonada durante doce años, ofertas de reconstrucción recientes: posible alojamiento de desahuciados de Chavez Ravine. ¿Búsqueda de títulos de propiedad? Imposible: una inundación en el sótano del archivo había destruido los archivos.

Lynwood. ¿Por qué reunirnos allí?

«Pruebas», había dicho Duhamel.

Salí a por los periódicos, volví a por un café. Cuatro diarios de L.Á. llenos de barrio negro:

El tiroteo en el local: cinco muertos, sin rastros, sin sospechosos. Cuatro morenos identificados; el «negro» Steve Wenzel, retrasado. Exley: «Expertos detectives de Homicidios se dedican a este caso exclusivamente. Es un asunto de máxima prioridad para el LAPD.»

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Jazz blanco»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Jazz blanco» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Jazz blanco»

Обсуждение, отзывы о книге «Jazz blanco» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x