Francisco Pavón - El hospital de los dormidos

Здесь есть возможность читать онлайн «Francisco Pavón - El hospital de los dormidos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El hospital de los dormidos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El hospital de los dormidos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El hospital de los dormidos es otra novela policiaca de García Pavón. Tipo de novela con escasos antecedentes en nuestro país, que él supo españolizar en el mejor de los sentidos y de manera personalísima, entre otras muchas características, con los dos protagonistas, ya populares: Plinio. jefe de la G.M.T. (Guardia Municipal de Tomelloso), y su colaborador y viejo amigo, el albéitar don Linaria.El caso de El hospital de los dormidos es originalísimo, gracioso, y está tratado con tal habilidad, que mantiene al lector en permanente suspensión y sonrisa -cuando no carcajada- hasta el final, totalmente imprevisible. En ello colaboran: la plasticidad de su lenguaje, la sorna de su realismo, el trazado de los tipos y la prosa tan sorpresiva del autor, que hasta refleja la sociedad de su pueblo, sin el menor parcialismo.

El hospital de los dormidos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El hospital de los dormidos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No ha habido más remedio, Manuel -le dijo Rosa-, compréndelo.

– ¿Y por qué no lo despertasteis entonces?

– Por si se podía hacer todo por las buenas. Nos quedaba alguna esperanza… Él siempre fue un hombre muy normal, pensábamos. Pero no sé qué ha pasado. Todo ha sido de golpe, como un ataque.

Arrancó el coche y echó por la calle de Socuéllamos.

– A ver dónde meto yo ahora el sillón éste -dijo

inta a Plinio , como pidiéndole ayuda.

– Déjalo aquí en el Ayuntamiento hasta que puedas mandar a por él.

– Muchas gracias, Manuel. Menos mal que todo ha salido como pensamos.

Cogieron el sillón entre Plinio y don Lotario y echaron plaza adelante, mientras Recinta se iba con la gabardina colgada del brazo.

– Haced el favor, dejad este sillón ahí en el cuarto pequeño hasta que manden por él… ¿Dónde está Cerezo?

– Jete, Cerezo marchó. Ya hemos hecho el relevo.

Plinio, como movido por un presentimiento, se lanzó hacia su despacho, abrió la puerta y sin entrar, miró.

– ¿Se ha despertado ya, Manuel? -dijo don Lotario, que estaba tras él sin poder ver lo que pasaba.

– Sí…, despertó y se largó.

– ¡No me digas!

– A la vista está. Entre sueños, relevos e ingenieros empaquetados, el camionero se pudo ir a sus anchas, si es que le apetecía, o aburrido de que nadie le hiciera caso.

– Vaya mañana…

– Vaya dos días enteros, querrá usted decir… para no hacer nada útil ni dormir.

– ¿Y qué hacemos, Manuel?

– Qué quiere usted que hagamos, callarnos, como difuntos… e irnos a desayunar a la Rocío, que ésa no falla.

– Y que lo digas. ¿Pero por qué habrá huido el camionero?

– … Por lo mismo que se calló El Toledano… Despertarse en el despacho del jefe de la Policía Municipal, sin nadie que te vigile, sin que nadie te conozca y seguro que sin ganas de contar lo que te ha sucedido, como lo ocurrido al de San Juan, pues tirado.

– Es verdad. ¿Y por qué se te ocurre a ti que no quieren hablar estos dormidos?

– Ah. sé tan poco de eso como del Arribatasuna.

– Venga, que te conozco las ganas de comer churros y de echar el primer cigarro con el estómago lleno.

– Eso, que ya sabremos por qué se callan… Aunque más difícil es saber por qué se calla la gente, que por qué larga.

Capítulo III

El roncador

En el mes de agosto los pájaros que duermen o velan entre las hojas de los chopos del Casino de San Fernando, parece que defecan muchísimo más, aunque según los entendidos en culos ornitológicos, sólo cagan más que pían en marzo. Lo que ocurre es que la gente en agosto anda más despacio, se sienta más tiempo en la terraza y tiene más ocasiones de recibir en el traje, en el sombrero y hasta en el caballete de la nariz, las mierdecillas grises-blancas.

Plinio y don Lotario, sentados en la terraza del Casino, con las gafas de sol puestas, se contaban las pajaritadas que en las dos horas que llevaban allí de sobremesa les moteaban el uniforme gris, y al veterinario la chaqueta mil rayas.

– Yo salgo a unas cincuenta caquillas pajareras por día, según dice mi mujer cada mañana, cuando con un trapillo empapado en agua caliente me vuelve la chaqueta a su ser.

– Mi mujer no las cuenta, don Lotario, las cuento yo.

– ¡Coño, Manuel! ¿Entonces tú coges la guerrera cada mañana y vas enumerando las diarreíllas, que también las hay… La mía distingue muy bien las cagaditas normales de las diarreas. Hace falta vista, ¿eh?

– Decía que mi mujer, cuando de suyo, cada mañana me limpia la guerrera, va enumerando en voz alta, cada vez más alta: «Otra, otra, anda, otra: ¡¡pero otra aquí!!»

Y yo desde la cama, mientras me toco los sonrosados o descabezo el último sueño, cuento «las otras» que grita.

– ¿Y qué media te sale?

– La verdad es que no paso de treinta.

– Como eres el jefe, se conoce que los culos pajareros te tienen más respeto y apuntan para otros cuerpos y escotes sin autoridad.

– ¿Y escotes?

– Rara es la mujer de Tomelloso que no se acuesta cada noche con las tetas moteadas de gris claro o chorretones, si son pájaros con rayo de vientre.

– Y por mucho que madrugue uno para venir al Casino, cuando llega a la terraza no quedan rodales sin techo de ramas, ni rama sin pájara. De modo que te pongas donde te pongas, con blusa, chaqueta, guerrera o escote palpitante, inodoro de pájaros te haces.

– … La otra noche, Manuel, y no me salgo del tema, soñé que el novio ingeniero, el que estaba en huelga de novio caído, amaneció, la mañana que se le llevaron, tan cubierto de excrementillos voladores, que no se le veía…

Y el pobre, al despertar, se creyó ya tan muerto, aunque con mortaja suave, húmeda y gris clara, que empezó a corretear por todo el pueblo, gritando: ¡Perdóname, señor, perdóname!

– ¡Ay!, qué don Lotario éste: cuanto mayor, más imaginación tiene.

– Déjate de imaginación. Son sueños… Cuando uno no está consciente es cuando ve las cosas buenas… Yo, como tú, nunca pude pensar que la Narcisa Romero tenía el culo bonito, porque era horrible, ovalado y con caídas, hasta que se lo soñé: Cuando se lo soñé, dos o tres siestas, no sé por qué me pareció precioso, de nalgarrosas, de nalgaprieta, de nalgadura, de nalgatiento, de mollete cumplido, de ojetebeso.

– Don Lotario, si no fuese por usted, con sus cosas y cariño, me moriría de tristeza… Todos los días aquí en la terraza de San Fernando, desayunando en la buñolería de la Rocío, viéndole las corvas a tantos concejales como he visto subir las escalerillas del Ayuntamiento, tomando las mismas cervezas y escuchando el mismo reloj…; es pesadísimo.

– Hasta que te mueres.

– Y estás toda la muerte viendo la tapa de la caja por dentro, y luego la bovedilla del nicho, y luego la calavera del tonto del pueblo que te toque encima, o el fémur del cura, en castigo por no haberte confesado nunca, encima de tus dientes amarillos, toda la eternidad.

– Joder. Luego dices que yo le echo imaginación a la cosa. Pero anda que tú… Muerto, con el fémur verdoso de un cura encima de tus dientes secos, toda la vida… Hombre, Manuel, Tomelloso no es tan pesado.

– No Tomelloso, la vida, aunque sea en Torremolinos. Y amigos como usted la alivian, le dan un algo.

– Lo mismo digo, Manuel. Que yo, como dices, le echo imaginación a las cosas por sacarte la risa.

– Y yo, don Lotario.

– Si no nos hacemos nosotros solos nuestras risas, a base de cosquillas en el cerebro, con dichos e imágenes, ¿quién nos las va a hacer?

– La gente tiende mucho a la pesadez, a lo igual, al nicho en la vida.

– Nosotros, por lo menos, tenemos imaginación y buen humor y nos lo pasamos todo por el ombligo, o le instalamos altares, según nos venga… Por cierto, que yo sólo había dicho el fémur de un cura muerto…, muerto…, que ya es bastante, no fémur verdoso.

– Es que los fémures enterrados mucho tiempo se ponen muy overos.

Dos jóvenes con pantalones vaqueros y las barbas como alquiladas se reían mucho en la puerta del Casino. Se unieron con ellos dos chicas con el suéter atado alrededor del culo, cigarrillos, sonrisas americanas, y empezaron a carcajearse con ellos. Luego alguno debió advertir algo, y todos miraron hacia Plinio y don Lotario. Como puestos de acuerdo se aproximaron unos pasos.

– Manuel y don Lotario -dijo el de las gafas-, ¿quieren venirse con nosotros a pasar un rato bueno?

– ¿Con qué?

– Con Pepe Tachuelas , El Roncador.

– ¿Pero ha vuelto?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El hospital de los dormidos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El hospital de los dormidos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El hospital de los dormidos»

Обсуждение, отзывы о книге «El hospital de los dormidos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x