• Пожаловаться

Stephen King: Colorado Kid

Здесь есть возможность читать онлайн «Stephen King: Colorado Kid» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Stephen King Colorado Kid

Colorado Kid: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Colorado Kid»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una obra atípica en la trayectoria del autor de Carrie, en la mejor tradición de la novela negra; un crimen en las costas de Maine, aparentemente irresoluble. En una isla de las costas de Maine, un hombre es encontrado muerto. No hay identificación de su cuerpo. Solo el esforzado trabajo de un par de periodistas locales y de un graduado en medicina forense logra descubrir algunas pistas para, después de un año, saber quién es el muerto. Pero es aquí donde comienza el misterio. Porque cuanto más descubren del hombre y de la extrañas circunstancias de su muerte, menos comprenden. ¿Se trata de un crimen imposible? ¿O algo aún más extraño…? Con ecos de El halcón maltés de Dashiell Hammet y de la obra de Graham Greene, Stephen King presenta un relato sorprendente y conmovedor, cuyo tema es nada menos que la naturaleza del propio misterio.

Stephen King: другие книги автора


Кто написал Colorado Kid? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Colorado Kid — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Colorado Kid», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Seguro que no queréis postre? -sugirió Helen-. Mac ha hecho tarta de chocolate y cerezas. No está en la carta, pero aún queda.

– Paso. ¿Tú, Steffi?

La joven denegó con la cabeza, al igual que Dave Bowie, aunque a regañadientes.

Helen dedicó a Vince Teague una mirada severa.

– No te vendría mal engordar un poco, Vince.

– El Gordo y el Flaco, esos somos Dave y yo -replicó Vince, risueño.

– Ya -masculló Helen antes de volverse hacia Stephanie y guiñarle un ojo en un sorprendente ademán de buen humor-. Con menuda pareja se ha juntado, señorita -comentó.

– Son buena gente -aseguró Stephanie.

– Claro, pero seguro que después de esto se vuelve corriendo al New York Times -vaticinó Helen al tiempo que empezaba a recoger los platos-. Ahora vuelvo a retirar el resto -anunció antes de alejarse.

– Cuando encuentre los cuarenta dólares en su bolsillo, ¿sabrá que se los ha dado usted? -preguntó Stephanie.

Echó otro vistazo por la terraza, donde unas dos docenas de clientes tomaban café, té helado o un pedazo de la tarta de chocolate y cerezas que no figuraba en la carta. No todos parecían capaces de deslizar cuarenta dólares en el bolsillo de una camarera, pero algunos sí.

– Probablemente -repuso Vince-, pero dime una cosa, Steffi.

– A ver si puedo.

– Si no se entera, ¿eso lo convertiría en algo ilegal?

– No sé a qué se…

– Yo creo que sí -la atajó el anciano-. Y ahora volvamos al periódico; las noticias no esperan.

2

Lo que más le gustaba a Stephanie del Weekly Islander, lo que la embelesaba aun después de pasar tres meses dedicada de forma casi exclusiva a redactar anuncios, era que en las tardes despejadas, bastaba con alejarse seis pasos de la mesa para disfrutar de una panorámica espectacular de la costa de Maine. Bastaba con salir al porche sombreado que daba al canal y ocupaba toda la longitud del edificio con aspecto de granero que albergaba la redacción del Islander. Eso sí, el aire olía a pescado y algas, pero todo en aquella isla olía a pescado y algas. Terminabas por acostumbrarte, según había descubierto Stephanie, y de repente sucedía algo hermoso; después de desterrar aquel olor de tu mente, tu sentido del olfato lo buscaba y volvía a encontrarlo, solo que esta vez te enamorabas de él.

En las tardes despejadas, como aquella de finales de agosto, todas las casas, los embarcaderos y las barcas de pesca de la orilla del lado de Tinnock centelleaban al sol; Stephanie distinguía el rótulo de sunoco fijado al surtidor de gasóleo y el nombre de LeeLee Bett en el casco de un barco de pesca de eglefino atracado para el repaso de fin de temporada. Veía a un niño ataviado con pantalón corto y una camiseta de los Patriots de mangas recortadas pescando en el muelle sembrado de basura bajo el bar de Preston, así como mil diamantes de sol sobre cien tejados de hojalata. Y entre Tinnock Village, una población de dimensiones considerables, y la isla de Moose-Lookit, el sol brillaba sobre el mar más azul que había visto en toda su vida. En días como aquel, Stephanie se preguntaba si alguna vez sería capaz de regresar al Medio Oeste. Y en los días que la niebla se apoderaba de la isla, aislándola por completo del continente, cuando el lamento de las sirenas aviso aullaba como una bestia ancestral…, se preguntaba lo mismo.

Ten cuidado, Steffi, le había advertido en cierta ocasión Dave al encontrarla sentada en el porche con el cuaderno amarillo sobre el regazo y una columna inacabada sobre artesanía garabateada en su enorme caligrafía inclinada. La vida de la isla se te mete en la sangre, y una vez se apodera de ti, es como la malaria, una enfermedad muy difícil de curar.

Tras encender las luces, pues el sol seguía su avance inexorable y la estancia alargada empezaba a quedar sumida en la penumbra, Stephanie se sentó a su mesa y cogió su fiel cuaderno amarillo, en cuya primera página se veía un nuevo artículo para la sección de artesanía. Era más o menos igual que la media docena que ya había entregado hasta entonces, pero Stephanie lo contempló con innegable cariño. A fin de cuentas, era su trabajo, artículos por los que le pagaban, y no le cabía duda de que lo leían residentes en toda el área de influencia del Islander, que no era pequeña.

Vince se sentó a su mesa con un gruñido leve pero audible. A ese sonido siguió un crujido cuando el anciano giró el torso hacia un lado y luego hacia el otro. Era lo que llamaba su «estiramiento de columna». Dave le advertía que cualquier día de aquellos se quedaría parapléjico haciendo uno de esos «estiramientos de columna», pero a Vince no parecía preocuparle aquella posibilidad. Encendió el ordenador mientras su gerente se sentaba sobre el canto de su mesa, cogía un palillo y empezaba a hurgarse los dientes superiores.

– ¿Qué va a ser? -inquirió Dave mientras Vince esperaba a que su ordenador arrancara-. ¿Incendios? ¿Inundaciones? ¿Terremotos? ¿O la revolución de las masas?

– Había pensado comenzar por la historia dé Ellen Dunwoodie arrancando la boca de incendios en Beach Lañe cuando se soltó el freno de mano de su coche. Y después del calentamiento, reescribir mi artículo de fondo sobre la biblioteca -repuso Vince, haciendo crujir los nudillos.

Dave miró a Stephanie desde el canto de la mesa de Vince.

– Primero la espalda y después los nudillos -resopló-. Si aprendiera a tocar el himno con la caja torácica, podríamos llevarlo a Operación Triunfo.

– Siempre tan crítico -lo reconvino Vince con amabilidad mientras seguía aguardando a que su ordenador se pusiera en marcha-. ¿Sabes, Steffi? Aquí hay algo que falla. Aquí estoy yo, con mis noventa años y un pie en la tumba, utilizando un Macintosh nuevecito, mientras que tú, con tus veintidós añitos y tu belleza lozana como un melocotón recién cosechado, sigues escribiendo a mano en un cuaderno como una solterona en una novela romántica victoriana.

– No creo que en la época victoriana existieran estos cuadernos amarillos -puntualizó Stephanie mientras rebuscaba entre los papeles amontonados sobre su mesa.

Al entrar en el periódico en el mes de junio, los jefes le habían asignado la mesa más pequeña de la redacción, poco más que un pupitre infantil, en realidad, situado en un rincón. A mediados de julio la trasladaron a una mesa más grande en el centro de la sala. Stephanie se sintió halagada, pero al mismo tiempo la mayor superficie de trabajo representaba más riesgo de que se traspapelaran documentos. Siguió rebuscando hasta dar con una circular color rosa chillón.

– ¿Alguno de ustedes sabe qué organización se beneficia del Baile, Picnic y Acarreo de Heno Anual Gernerd, este año con la actuación de Little Jonna Jaye y los Straw Hill Boys?

– Pues la organización de Sam Gernerd, su mujer, sus cinco hijos y sus múltiples acreedores -repuso Vince al tiempo que su ordenador emitía un pitido-. Por cierto, Steffi, quería comentarte que has hecho un trabajo excelente con tu columna.

– Cierto -convino Dave-. Hemos recibido unas dos docenas de cartas, y la única negativa es de la señora Edina Steen, Reina de la Gramática Norteña, y está como una cabra.

– Como un auténtico cencerro -añadió Vince.

Stephanie sonrió, diciéndose cuán infrecuente era sentir aquella felicidad sencilla y perfecta una vez dejada atrás la infancia.

– Gracias -respondió-. Gracias a los dos. ¿Puedo preguntarles algo?

Vince hizo girar la silla para mirarla.

– Lo que quieras con tal de mantenerme un ratito más alejado de la señora Dunwoodie y la boca de incendios -aseguró.

– Y a mí de las facturas -agregó Dave-, aunque no puedo irme a casa hasta que las termine.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Colorado Kid»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Colorado Kid» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Dan Simmons: Fases De Gravedad
Fases De Gravedad
Dan Simmons
Stephen King: Carrie
Carrie
Stephen King
Minette Walters: La Casa De Hielo
La Casa De Hielo
Minette Walters
Matthew Pearl: La Sombra de Poe
La Sombra de Poe
Matthew Pearl
Donna Leon: Veneno de Cristal
Veneno de Cristal
Donna Leon
Donna Leon: Muerte y juicio
Muerte y juicio
Donna Leon
Отзывы о книге «Colorado Kid»

Обсуждение, отзывы о книге «Colorado Kid» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.