Petros Márkaris - Suicidio perfecto

Здесь есть возможность читать онлайн «Petros Márkaris - Suicidio perfecto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Suicidio perfecto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Suicidio perfecto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tras haber sobrevivido al disparo recibido mientras resolvía su anterior caso (Defensa cerrada), el comisario Jaritos arrastra una aburridísima existencia de convaleciente lejos del ajetreo policial. Una noche, mientras ve pasar las noticias por el odiado televisor, una escena lo arranca de cuajo de la mediocre monotonía en que ha caído: en medio de una entrevista, un célebre empresario griego saca una pistola y comete un acto que deja pasmados a todos los televidentes. ¿Por qué un hombre de negocios tan discreto y bien considerado realiza una acción tan espectacular? El instinto del viejo sabueso despierta y Jaritos se pone en movimiento. Aunque está de baja y otra persona ha ocupado su despacho en las dependencias de la policía, el olfato del comisario es insustituible para esclarecer un caso cuyas repercusiones aumentan cada día.
Las pesquisas de Jaritos nos llevarán por la Atenas olímpica, donde se percibe la corrupción inmobiliaria y la modernización creciente convive con el café al más puro estilo griego.

Suicidio perfecto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Suicidio perfecto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El guardia de la entrada se dispone a preguntar por mi nombre, pero mi jeta le resulta familiar y vacila.

– Comisario Jaritos, subo a la dirección general -me identifico para sacarlo del apuro. Quiere ponerse de pie pero lo detengo-. Estoy de baja. Sobran las formalidades.

El ascensor conserva sus vicios de siempre y me hace esperar diez minutos antes de concederme el honor de recibirme. Rezo para no toparme con mis ayudantes, Vlasópulos y Dermitzakis, y mucho menos con Yanutsos. Por suerte, el ascensor sube de un tirón y me deja en la quinta planta.

Me gustaría haber traído una cámara para fotografiar la expresión de Kula al verme. La manera de saber si realmente caes bien a alguien es apareciendo de improviso, después de una larga enfermedad o ausencia. Entonces leerás en su cara, como en un barómetro, si te ha echado en falta. La cara de Kula resplandece mientras ella se pone de pie de un salto y exclama con voz chillona de la emoción:

– ¡Señor Jaritos!

Se abalanza sobre mí, me abraza y me estampa un beso en cada mejilla, para que no haya favoritismos. Kula siempre me ha tratado con simpatía, aunque yo, el poli receloso, pensaba que fingía. Hoy debo reconocer que he sido injusto con ella. Tal como me mira, rubia, guapa y con una sonrisa de oreja a oreja, se me ocurre que si hubiera venido antes, sin duda, me habría levantado el ánimo gracias a sus besos.

– ¡No sabe cuánto me alegro de verle! -asegura alborozada-. No sabe cuánto le he echado de menos.

– ¿Sí? Pues no fuiste a verme en el hospital -la reconvengo, con voz de enamorado que se queja porque su amada no lo cuida lo suficiente.

– Tiene razón. -De repente, está azorada y no encuentra las palabras adecuadas-. Verá… pues… No nos conocemos mucho y no me parecía bien presentarme allí, de repente, delante de su mujer… y de su hija… Se sabría aquí, en jefatura, y eso daría que hablar…

– ¿Qué dices, Kula? ¿Quién hablaría?

– No faltan las lenguas viperinas…

– ¿Y qué dirían?

Sacude la cabeza con gesto fatalista.

– Ay, señor Jaritos. Usted es un inocente. Parece venido de otro planeta.

No sé si debo alegrarme o lamentarme de mi suerte.

– Pero veo que está muy bien -comenta para cambiar de tema-. Fuerte, sano, rejuvenecido… ¿Cuándo volverá al trabajo?

– Me quedan dos meses de baja.

– Le envidio. Procure disfrutarla.

– ¿Está en su despacho? ¿Puedo pasar a saludar?

– Desde luego, no hace falta que le anuncie. No va a interrumpir nada importante.

Sólo después de entrar en el despacho de Guikas descubro que Kula no hablaba por hablar. Guikas está sentado detrás de su escritorio, que mide tres metros de largo, es curvo y recuerda la pista de un hipódromo. Frente a él, ocupando el sillón donde solía arrellanarme yo, está Yanutsos. Es un hombre de cuarenta y cinco años, alto, delgado y linfático, que nunca se quita el uniforme, porque cuando va de paisano semeja un vendedor ambulante de costureros. Me lo he buscado. Debí hacer primero una escala en el despacho de mis ayudantes para indagar su paradero.

– Bienvenido -dice Guikas al verme-. ¿Qué te trae por aquí?

– He pasado a saludar.

– Si nos echas de menos, significa que te encuentras bien. Siéntate.

Yanutsos no se toma la molestia de darme los buenos días; me mira con expresión molesta y preocupada a la vez. Opto por mostrarle mi indiferencia y centro la vista en Guikas.

– ¿Cómo te va? -me pregunta él.

– Me aburro -respondo con sinceridad y Guikas sonríe.

– ¿Todavía no has aprendido a jugar a las cartas? -bromea Yanutsos desde el sillón de enfrente.

– Leo los periódicos, salgo a pasear, veo la televisión… Qué más puedo hacer. -Mi contestación va dirigida a Guikas; Yanutsos ya no cuenta para nada-. ¿Cómo os va a vosotros por aquí?

– La rutina de siempre, ya sabes.

– ¿El suicidio de Favieros no ha roto la rutina? -inquiero candorosamente para calibrar su reacción, pero él no se inmuta.

– El nuevo éxito de la televisión.

– ¿Y esa organización que alega haberlo empujado al suicidio?

– ¡Bueno! -interviene otra vez Yanutsos-. Cuando yo estaba en la antiterrorista, si nos hubiéramos tomado en serio esas chorradas, no habríamos dado abasto.

Cuando estabas en la antiterrorista jugabais a las cartas, pienso pero mantengo la boca cerrada para no cabrear a Guikas.

– Un desconocido ha llamado a un periódico para decir que el comunicado no es de «Filipo el Macedonio», sino un mero intento de provocación -me informa Guikas seriamente.

– A pesar de todo, algo no encaja.

– ¿Qué?

– El suicidio en público. ¿Por qué querría suicidarse delante de las cámaras?

Guikas se encoge de hombros.

– ¿Qué esperas, que tengan lógica los actos de un hombre que ha decidido poner fin a su vida?

– A los hombres como Favieros no les gusta la publicidad -insisto-. Siempre actúan con discreción. Por eso me llama la atención.

– Oye, Jaritos -salta Yanutsos de nuevo-. Nos alegramos de verte y de que estés bien, pero el señor director y yo estábamos en medio de una reunión de trabajo muy importante, y nos has interrumpido.

No me da tiempo de sorprenderme de su desfachatez, porque advierto que Guikas se levanta, como si estuviera aguardando la señal, y me tiende la mano.

– Celebro que estés mejor, Costas -dice-. Déjate caer por aquí otro día y charlamos.

Me están echando, pienso. Tienen prisa por deshacerse de mí. Estrecho la mano de Guikas, giro sobre los talones y salgo del despacho sin decir palabra.

– ¿En qué categoría incluyes a Yanutsos? -pregunto a Kula para desquitarme.

– En la de los brutos y los cobardes -responde de inmediato-. No sólo se comporta como un burro sino que trata de cargarme sus errores, y comete unos diez al día.

– Un poco de paciencia, Kula. Son dos meses, ya pasarán.

– ¡Y cuanto antes mejor! -ríe.

A pesar de los comentarios de Kula, sigo enfurecido. Me planto en la calle Dimitsanas, delante del hospital de San Sabas, a esperar a que aparezca un taxi, pese a que para pillar uno en Atenas a las dos de la tarde se necesita un máster. Yo sólo terminé la primaria, de modo que me los quitan delante de las narices antes de que pueda hacer una seña al conductor. Cuando, por fin, consigo parar un taxi estoy a punto de estallar. En cuanto me acomodo en el asiento delantero descubro que me ha tocado la norma, es decir, un taxista melómano que siempre pone la radio a todo volumen. Mis nervios se desmoronan en la esquina de Mijalakopulu con Spiru Merkuri, cuando una voz femenina empieza a cantar: «Nos lo pasamos muy bien, y eso me aterra.»

– ¡Apaga este chisme y toca el claxon, a ver si nos abrimos camino! -le exijo al conductor.

Vuelve la cabeza y me observa con esa expresión soberbia que caracteriza a los taxistas.

– ¿Por qué, está enfermo? No me lo parece.

Le estampo mi carné de policía en las napias.

– Soy policía y estoy de servicio. Tu radio interfiere con mi busca. Apágala y pega unos cuantos bocinazos, o te entrego al primer guardia urbano que encontremos y te retiro la licencia durante, al menos, seis meses.

Obedece sin más comentarios. Empieza a conducir como un kamikaze, y llegamos a la esquina con Arístocles en un par de minutos. Le pregunto qué le debo.

– Paga la casa, señor comisario. Mejor déme su nombre -pide, como si quisiera invitarme a un helado-. Nunca se sabe, podría necesitarlo alguna vez.

Dejo tres euros encima del asiento, me bajo y cierro de un portazo.

– ¿Dónde has estado todas estas horas? -pregunta Adrianí, inquieta.

– En la plaza de Omonia. Echaba de menos a los rusos y los pónticos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Suicidio perfecto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Suicidio perfecto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Petros Markaris - Deadline in Athens
Petros Markaris
Petros Márkaris - Noticias de la noche
Petros Márkaris
Petros Márkaris - Defensa cerrada
Petros Márkaris
Petros Márkaris - El Accionista Mayoritario
Petros Márkaris
Petros Márkaris - Muerte en Estambul
Petros Márkaris
Petros Márkaris - Con el agua al cuello
Petros Márkaris
Apostolos Doxiadis - Uncle Petros and Goldbach
Apostolos Doxiadis
Отзывы о книге «Suicidio perfecto»

Обсуждение, отзывы о книге «Suicidio perfecto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x