Petros Márkaris - Defensa cerrada

Здесь есть возможность читать онлайн «Petros Márkaris - Defensa cerrada» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Defensa cerrada: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Defensa cerrada»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El rico empresario Dinos Kustas, conocida figura de la noche ateniense y propietario de un lujoso restaurante y varios clubs nocturnos, es asesinado de madrugada.
Todo apunta a que ha sido víctima de un ajuste de cuentas de la mafia. Sin embargo, para el comisario Kostas Jaritos algo no encaja: cuatro disparos hechos casi a ciegas no parecen obra de un profesional. Cínico, escéptico y obstinado, el investigador recorre las calles de Atenas, corroída por los intereses internacionales y la delincuencia, en busca de respuestas.
Desde los bajos fondos hasta las altas esferas, Jaritos se adentrará en el lado más sórdido de la Grecia contemporánea, al tiempo que desvela un oscuro entramado de blanqueo de dinero y corrupción.

Defensa cerrada — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Defensa cerrada», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Es una visita de rutina, señorita Kusta. No había prisa.

– Claro; qué puedo decirles yo, si no sé nada en absoluto. Me enteré del asesinato de mi padre por la radio. -Habla siempre con la misma sonrisa, aunque se apresura a añadir-: No pretendo acusar a nadie. En su dolor, Élena ni siquiera se acordó de avisarme. O tal vez no quiso sobresaltarme en plena noche y decidió esperar hasta la mañana.

– ¿Estuvo usted en casa toda la noche? Tal vez llamó y no la encontró.

– No, estaba en casa con mi hermano.

La respuesta me sorprende.

– ¿Con su hermano? ¿Viven juntos?

– No pero Makis tiene problemas y…

– Conozco sus problemas. Me habló de ellos su… -Evoco la imagen de la señora Kusta en sus tiempos de artista, con el profundo escote y la pierna desnuda, y no me parece apropiado decir «su madrastra»-. Me lo dijo la señora Kusta.

De nuevo la sonrisa infantil asoma en su rostro.

– Me facilita las cosas, teniente. Makis está bien ahora, pero a veces se desanima y corre el peligro de sufrir una recaída. Entonces necesita apoyo. La noche del crimen fue una de esas ocasiones. Estuve con él toda la noche, cuidándolo.

Pudo superar el bache la noche del crimen, pienso, pero anoche, no. Ayer tomó su dosis y estaba colocado.

– ¿Es su comportamiento habitual? ¿Cuando necesita apoyo suele acudir a usted?

– Mi padre era un hombre chapado a la antigua. Creía que la severidad y la inflexibilidad lo curan todo. Makis tuvo tres recaídas, pero mi padre no cambió de táctica. -Tras una pequeña pausa añade, vacilante-: Su relación con Élena no es buena.

Finjo no saber nada del tema.

– ¿Por qué? ¿Existe alguna razón en concreto para que se produzcan roces?

– Makis nunca llegó a superar el trauma que le causó lo de nuestra madre.

– ¿Qué trauma?

– ¿No lo sabía? -Parece extrañada-. Nuestra madre nos abandonó.

No, no lo sabía. Como nadie me lo había dicho, pensaba que había muerto o que se había divorciado de Kustas.

Por lo visto Vlasópulos suponía lo mismo, porque pregunta sorprendido:

– ¿Les abandonó?

– Sí. Se fue con un cantante. Que yo sepa, siguen juntos. Si no me equivoco, él ya no canta, tiene una empresa discográfica. Desde que abandonó a papá, no quiso vernos más. Nos borró de su vida. -Habla sin amargura, sin emoción, como si relatara la vida de otras personas-. Makis nunca lo superó. Él tenía catorce años y yo, doce. Cuando Élena llegó a casa, mi hermano le dedicó todo su odio, como si le echara la culpa de lo sucedido. -Se interrumpe de nuevo, como si necesitara reconsiderar sus palabras. Luego prosigue con la misma sonrisa-: Bueno, tal vez esté siendo injusta con él; para mí fue más fácil. Verá, yo me he distanciado un poco. Raras veces voy a verles. En realidad sólo les visito en Navidad y el día de su santo. Sin embargo, de no ser por Élena no iría nunca.

– ¿Por qué? ¿Tenía problemas con su padre? -Si afirma que visita la casa paterna sólo por la señora Kusta, es evidente que no se llevan bien.

– No. Pero soy una persona independiente, me gusta arreglármelas yo sola. Cuando terminé mis estudios y volví a Grecia, le pedí a mi padre el apartamento que tenía en la calle Fokilidu, en Kolonaki. El primer piso de su propiedad. Desde entonces vivo allí. Luego encontré este trabajo y decidí llevar mi propia vida.

– ¿En qué consiste exactamente su trabajo, señorita Kusta?

– Hice un máster sobre estudios de mercado en Inglaterra, aunque aquí también me ocupo de realizar sondeos y calculo índices de audiencia. Ahora mismo nos han encargado un sondeo sobre la imagen pública de los líderes políticos. ¿Le interesa saber quién es el más popular?

La cuestión no me interesa particularmente, pero la chica es tan amable que no quiero ser descortés. Me inclino sobre el ordenador.

Los números me confunden hasta que leo el nombre de un ex ministro, actual diputado de la oposición mayoritaria. En una columna junto a su nombre aparece el porcentaje de popularidad que le corresponde: 62 por ciento.

– ¿Su índice de popularidad es del sesenta y dos por ciento? -pregunto incrédulo.

– Pues sí. Mayor que el del líder de su partido. El sesenta y dos por ciento de los encuestados le votarían para el cargo de primer ministro.

Es uno de esos políticos que aparecen cada día en la televisión y se oyen a todas horas en la radio, hablando de todo y de todos. Suele meterse con su jefe para «diferenciarse», por usar la expresión tan en boga. Cada vez que lo oigo hablar me tiro de los pelos, pero tal como antiguamente todos los caminos conducían a Roma, ahora conducen a la pequeña pantalla. Si apareces con suficiente frecuencia, puedes llegar a primer ministro. Y él lo sabe bien.

– Gracias, señorita Kusta. Si necesito algo más, ya la llamaré.

Me encamino hacia la puerta antes de que se me escape algún taco. Soy funcionario público y, si por mala suerte acaba convirtiéndose en ministro de Orden Público, yo podría acabar en un puesto fronterizo.

Ya he llegado a la puerta cuando se me ocurre una última cuestión y me vuelvo.

– Anoche vi a su hermano -digo-. Estaba en Los Baglamás y declaró ante Jortiatis que ahora se ocupa él del negocio.

Se pasa las manos por el corto cabello y suspira profundamente.

– Era el sueño de Makis -asiente-. Llevaba años pidiéndolo. Si mi padre hubiese aceptado, quizá Makis hubiese seguido un camino muy distinto. Él no dejaba de insistir, pero mi padre no quería ni oír hablar del tema. Ahora que está muerto, cree que podrá conseguirlo, aunque se verá decepcionado.

– ¿Por qué?

– Porque mi padre heredó sus propiedades indivisas, y ni Élena ni yo aceptaríamos que Makis se encargara de la gestión de un club nocturno. Al menos en su actual situación. Sería la ruina de mi hermano y también la del negocio.

– Tal vez su padre dejó un testamento.

La chica se echa a reír.

– ¿Mi padre? ¡Inconcebible! -Al reparar en mi desconcierto, se apresura a explicar-: Mi padre detestaba los documentos, teniente. Odiaba los acuerdos firmados, los contratos y los escritos en general. Nunca escribía. Incluso concertaba acuerdos verbales con los artistas que actuaban en sus clubes. Ellos sabían que siempre cumplía su palabra y confiaban en él.

– Ya, pero tenía muchas empresas… Libros de contabilidad, recibos, facturas, declaraciones de Hacienda…

– Él no tocaba nada de eso. Se ocupaba el contable. ¿Quiere que se lo presente?

– Si no es molestia. -Sorprendido, veo que descuelga el auricular y habla con un tal Yannis-. ¿El contable de su padre trabaja aquí?

– Sí, yo misma se lo recomendé. Es buen chico, y honrado. Así papá tenía un contable de confianza y Yannis un trabajo extra. Los dos estaban contentos.

Tal vez el término «chico» resulta algo exagerado aunque el contable no debe de ser mayor que ella. Se trata de un joven de estatura media, modesto y discreto. Se queda en la puerta, sin mirarnos. Por el contrario, contempla a Niki Kusta con ojos tiernos.

– Yannis -dice ella con dulzura-, estos señores son policías y querían hacerte algunas preguntas acerca de la contabilidad de papá.

En realidad, las preguntas que desearía plantearle son muchas, pero prefiero no interrogarlo delante de ella y me limito a lo primordial.

– De momento, sólo quiero ver las cuentas bancarias del señor Kustas -digo.

Nos observa por primera vez. Después su mirada vuelve a la chica, pero no pronuncia ni una palabra.

– Escucha -intervengo con calma-. Puedo averiguar con qué bancos trabajaba Kustas y conseguir una orden para investigar sus cuentas. No obstante, si accedes a facilitarnos el trabajo, ganaremos tiempo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Defensa cerrada»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Defensa cerrada» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Defensa cerrada»

Обсуждение, отзывы о книге «Defensa cerrada» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x