Craig Russell - Resurrección

Здесь есть возможность читать онлайн «Craig Russell - Resurrección» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Resurrección: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Resurrección»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la tercera novela de la serie de Jan Fabel, un temible asesino que cree haberse reencarnado, se venga de aquellos que le traicionaron en una vida anterior…
El detective Jan Fabel y su equipo se enfrentan a una serie de homicidios: un político de izquierdas y homosexual confeso, y un prestigioso científico. Ambos fueron asesinados siguiendo el mismo método: los cuerpos tenían el cuero cabelludo seccionado y, sobre ellos, un pelo rojo teñido en la escena, procedente de la misma cabeza y cortado veinte años antes.
Fabel descubre que las víctimas pertenecían a un grupo anarquista de los años 70. Mientras tanto, los demás miembros del grupo, que habían tratado de dejar atrás su pasado, se dan cuenta de que un temible asesino va tras ellos.

Resurrección — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Resurrección», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

A Fabel no le gustó. Brandt se había mostrado astuto y cuidadoso durante toda su campaña de crímenes, dando la impresión de estar siempre un paso delante de ellos. No tenía sentido que adoptara una estrategia tan insensata de negativa total. Pero, por otra parte, era evidente que tenía que estar loco para cometer los crímenes que había cometido.

Fabel volvió a su despacho. Había mandado a Maria a su casa más temprano; ella parecía estar realmente mal y su dolor de cabeza no había disminuido. Anna y Henk se quedaron. Había llegado la orden judicial y Anna había conseguido los códigos y contraseñas para acceder a los registros de los servicios sociales, y ahora ambos estaban tratando de confirmar como hecho legal que Franz Brandt era el niño de diez años que había visto morir a Franz el Rojo Mülhaus en una estación de ferrocarriles de Nordenham. El niño que había oído cómo su padre, con sus últimas palabras, había exigido venganza para aquellos que lo habían traicionado. Después de que salieran del interrogatorio, Fabel le dijo a Werner que podía irse a casa a descansar, pero que él se quedaría porque aún le quedaban «cosas por hacer» en su oficina.

Fabel sacó la carpeta de Ingrid Fischmann del cajón y la puso sobre el escritorio. Al hacerlo, exhaló el suspiro de un hombre que vuelve a recorrer un antiguo territorio en busca de respuestas.

21.30 H, Osdorf, Hamburgo

Grueber le había dado a Maria dos codeínas antes de meterse en el baño para darse una ducha. Ella entró en la cocina en busca de un vaso de agua para tomarlas.

Lo que había empezado como una jaqueca vaga y generalizada se había concentrado y se había convertido en una aguda migraña que la presionaba sin piedad detrás de las retinas. Siempre le había molestado un poco tomar píldoras para el dolor de cabeza: la insinuación de una austera luterana que se escondía en su interior le decía que era mejor dejar que la naturaleza siguiera su curso. Pero el agua y el puritanismo de Alemania del Norte no iban a solucionar aquello sin ayuda. Cogió un vaso del armario de la cocina y lo llenó de agua. Al girarse, el vaso se le resbaló de la mano y se hizo añicos contra las baldosas del suelo de la cocina. Maria soltó un taco y miró a su alrededor en busca de una palita y un cepillo. Los encontró en el armario de bajo mesada, donde evidentemente Grueber guardaba los materiales de limpieza.

Había un recipiente, empujado al fondo del armario y lejos de la puerta, que llamó la atención de Maria. Tuvo la sensación de que había sido escondido deliberadamente, colocado fuera de la vista y del alcance. Y por eso se puso de rodillas en las duras baldosas de la cocina y estiró la mano dentro del armario para sacar el recipiente.

Tinte para el pelo.

Era la conclusión más loca posible y ardió en su mente durante una fracción de segundo: en su cerebro se sucedieron una serie de diapositivas de las escenas de los homicidios, con los cueros cabelludos arrancados y empapados en tintura roja. Y Grueber allí de pie, con su mono de forense, sosteniendo el pelo rojo en la mano. Luego las imágenes desaparecieron. Era un pensamiento delirante: ¿qué conexión posible podría tener Frank con las víctimas? Volvió a mirar el frasco de plástico. Era moreno oscuro, no rojo. Suspiró y empezó a ponerlo donde estaba pero hizo una pausa y lo sacó para examinarlo nuevamente. Era del color del pelo de Grueber. Un moreno muy oscuro. Casi negro. ¿Frank se teñía el pelo?

Maria guardó el recipiente en el fondo del armario, con la etiqueta mirando para atrás, tal y como lo había encontrado, y volvió a colocar los otros artículos que lo habían ocultado. Se permitió una sonrisa por la coquetería de su novio. ¿Por qué se teñiría el pelo? ¿Acaso habría encanecido prematuramente? Maria había visto fotografías de sus padres. Ambos tenían el mismo pelo oscuro que Grueber pero, por lo que había podido notar, no se les había puesto blanco antes de tiempo. A menos que, desde luego, ellos también se lo tiñeran. Volvió a mirar durante un momento el tinte de pelo que estaba debajo del fregadero. No podía entender por qué un misterio tan insignificante le causaba un hormigueo de incomodidad en su interior. Estaba escondido. Tal vez pertenecía a una ex novia. Pero ¿por qué lo habría dejado allí, en lugar de tirarlo?

Se incorporó y uno de sus tacones aplastó un fragmento de vidrio roto. El estaba allí cuando ella giró. De pie, cerca. Demasiado cerca. En el mismo lugar en el que se colocaba Vitrenko en sus sueños. Sus ojos eran totalmente diferentes en color y forma, pero por primera vez Maria se dio cuenta de que albergaban la misma crueldad insensible y sin emoción.

Lo supo. Sonrió a Grueber y dijo, en tono alegre:

– No te había visto. Me has asustado.

Pero lo sabía.

Frank Grueber le ofreció un reflejo frío y estéril de la sonrisa de Maria. Extendió la mano y apartó una corta hebra de pelo rubio de las cejas de Maria.

– ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? -dijo.

Maria asintió.

– Tú estabas procesando aquel cuerpo del parque Sternschanzen. Fabel estaba fuera y yo estaba a cargo de la investigación… -Maria volvió a sonreír. Trató de mostrarse relajada. Había dejado su arma en el vestíbulo, en el antiguo perchero. Había muchas antigüedades en esa casa. Todo tenía que ver con el pasado.

– En efecto. -Grueber continuó acariciándole el pelo, la mejilla, con una mirada vacía y enfocada en otro lugar y en otra época-. Recuerdo la primera vez que te vi. Después de un solo segundo todo quedó grabado en mi cabeza, cada rasgo, cada gesto. Fue como si te reconociera. Como si nos hubiésemos conocido antes pero no pudiera recordar dónde y cuándo. ¿Tú sentiste lo mismo?

Maria pensó en mentir, pero decidió encogerse de hombros. Trató de deducir cuál sería la distancia hasta la puerta de la cocina, luego hasta el perchero, sumar a eso el tiempo necesario para sacar el arma de la cartuchera y quitarle el seguro. Si lo golpeaba con la suficiente fuerza…

Grueber sonrió. Sacó la otra mano de detrás de la espalda y levantó el arma de Maria. Se la puso contra la piel blanda de debajo de la mejilla y presionó con suavidad.

– Te amo, Maria. No quiero lastimarte, pero si debo hacerlo, debo hacerlo. Eso significa que tendremos que esperar hasta nuestra próxima vida para volver a vernos.

Maria echó la cabeza hacia atrás, pero Grueber mantuvo la presión del caño del arma y le colocó la otra mano en la nuca, acunándole la cabeza.

– No hagas nada estúpido, Maria. Soy totalmente capaz de matarnos a los dos. Por favor no me obligues. Ya hemos muerto juntos antes. En un andén de ferrocarril, hace mucho, mucho tiempo. Pero éste no es nuestro momento. Aún no.

– ¿Por qué, Frank? ¿Por qué mataste a todas esas personas?

Grueber sonrió.

– Ven, Maria. Aún no has visto todo lo que hay en la casa.

21.45 H, POLIZEIPRÁSIDIUM, HAMBURGO

Anna Wolff arqueó la espalda hacia atrás y se frotó los ojos. Necesitaba apartarse un momento de la pantalla del ordenador. Había pasado la última hora revisando los registros de los servicios sociales para encontrar dónde y cuándo Beate Brandt había adoptado a Franz. No había nada. Salió al pasillo y se sirvió una taza de café de la máquina. Un par de agentes de la brigada de Homicidios se acercaron y ella conversó con ellos un rato, postergando deliberadamente el momento de volver a la pantalla y a los interminables nombres en el archivo.

Acababa de volver a la oficina cuando entró Henk.

– ¿Cómo va? -preguntó. Anna hizo una mueca.

– No avanzo nada. No puedo encontrar ningún registro de que Brandt fuera entregado al cuidado de Beate Brandt o que ella lo adoptara.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Resurrección»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Resurrección» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Resurrección»

Обсуждение, отзывы о книге «Resurrección» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x