Craig Russell - Resurrección

Здесь есть возможность читать онлайн «Craig Russell - Resurrección» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Resurrección: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Resurrección»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la tercera novela de la serie de Jan Fabel, un temible asesino que cree haberse reencarnado, se venga de aquellos que le traicionaron en una vida anterior…
El detective Jan Fabel y su equipo se enfrentan a una serie de homicidios: un político de izquierdas y homosexual confeso, y un prestigioso científico. Ambos fueron asesinados siguiendo el mismo método: los cuerpos tenían el cuero cabelludo seccionado y, sobre ellos, un pelo rojo teñido en la escena, procedente de la misma cabeza y cortado veinte años antes.
Fabel descubre que las víctimas pertenecían a un grupo anarquista de los años 70. Mientras tanto, los demás miembros del grupo, que habían tratado de dejar atrás su pasado, se dan cuenta de que un temible asesino va tras ellos.

Resurrección — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Resurrección», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Entiendo que usted era guía turístico, ¿verdad, Herr Dorfmann?

– Fui profesor durante veinte años. De inglés. Luego me hice guía turístico. Al principio trabajaba para el ayuntamiento, y luego por libre. Como hablo muy bien el inglés, la mayor parte del tiempo buscaba grupos de Canadá, los Estados Unidos, Gran Bretaña, además de grupos del interior de Alemania. Para mí no era como un trabajo. Adoro mi ciudad y me gustaba ayudar a la gente a descubrirla. Me jubilé hace más de diez años, pero todavía hago algunos trabajos esporádicos para la Rathaus… paseo a turistas por las cámaras del ayuntamiento. ¿Usted quería preguntarme sobre Karl Heymann? -Herr Dorfmann sirvió el café-. Déjeme decirle que hace mucho, mucho tiempo que no oía ese nombre.

– ¿Lo conocía bien? -Fabel le mostró la fotografía de los dos adolescentes, sonriendo inseguros ante la cámara.

– Por Dios. -Dorfmann sonrió-. ¿De dónde demonios sacó usted eso? La hizo la hermana de Karl. Recuerdo haber posado para esa fotografía como si fuera ayer. Era un día muy soleado. El verano de 1943, uno de los más calurosos que recuerdo. -Levantó la mirada-. Sí, conocía a Karl Heymann. Era mi amigo. Éramos vecinos y él estaba en la misma clase que yo en la escuela. Karl era un muchacho brillante. Pensaba demasiado las cosas, en una época en la que no convenía pensar. También conocí a su hermana Margot, que tenía unos años más que Karl y que siempre lo seguía como una gallina clueca. Era una muchacha hermosa, y todos los chicos estaban enamorados de ella. Pero Margot adoraba a Karl… después de su desaparición, siempre dijo que se había escapado de Alemania, que había aceptado un puesto en un buque de carga para no hacer el servicio militar. Yo fui a verla después de la guerra y ella me dijo que Karl había ido a Estados Unidos y que le estaba yendo muy bien. Dijo que Karl siempre había hablado de hacer algo así desde antes de la guerra.

– ¿Usted la creyó?

Herr Dorfmann se encogió de hombros.

– Eso fue lo que ella me dijo. Quise creerlo. Pero todos sabíamos que Karl había desaparecido la noche de la tormenta de fuego, como mucha otra gente. Y fue aquella noche cuando lo vi por última vez. Aquella noche pertenecía a los muertos, Herr Fabel, no a los vivos. Después, siempre supuse que él era uno de los muertos. Otro nombre en un papel clavado en una pared. Eran miles, ¿sabe? Miles y miles de innumerables pedacitos de papel con nombres en ellos, a veces con una fotografía, preguntando si alguien los había visto, clavados en las ruinas de una casa o de un edificio de apartamentos, donde se decía dónde podían encontrar a sus familias. ¿Recuerda que hicieron lo mismo cuando aquellos terroristas atacaron las torres de Nueva York? ¿Paredes cubiertas con notas y fotos? Era así, pero diez veces más grande.

– ¿Dice que vio a Karl aquella noche? ¿La noche del 27 de julio?

– Vivíamos en la misma calle, muy cerca de aquí. Éramos amigos cercanos. Él no era mi mejor amigo, pero sí un amigo cercano. Karl era un muchacho tranquilo, sensible. En cualquier caso, habíamos quedado en cruzar al otro lado del Alster donde tomaríamos un tranvía para ir juntos al centro. Pero no lo hicimos.

– ¿Por qué?

– Estábamos a punto de subirnos al tranvía cuando Karl, de pronto, me cogió de la manga. Dijo que le parecía que tenía que quedarse cerca de su casa. Le pregunté por qué y no tenía ninguna razón. Era más bien una sensación instintiva, supongo. Como sea, no fuimos. Volvimos a casa y cogimos nuestras bici» cletas. Él tenía razón. Era una noche para estar cerca de casa.

– ¿Usted estaba con él cuando comenzó el bombardeo?

Heinz Dorfmann le dedicó una sonrisa triste e insegura y por primera vez Fabel pudo detectar el fantasma del joven en la fotografía con Heymann.

– Como le he dicho, era un verano maravilloso. Recuerdo que estábamos muy bronceados. -Echó la cabeza hacia atrás, como si la dirigiera hacia el fantasma de un sol extinguido mucho tiempo antes-. Había tanta luz, tanto calor… Todo estaba muy seco. Los británicos lo sabían. Lo sabían y se aprovecharon de ello. Sabían que estaban acercando una llama a una caja de yesca.

»Nos habíamos acostumbrado a los bombardeos. Los británicos bombardearon Bremen y Hamburgo en 1941, pero no habían podido lanzar incursiones significativas. Los aviones debían regresar después de haber pasado sólo un minuto sobre la ciudad. Más aún, Hamburgo estaba bien preparado; nos habían aconsejado que fortificásemos nuestros sótanos y los convirtiéramos en refugios para bombas. Y además había unos inmensos refugios públicos. Eran enormes, y podían albergar a cuatrocientas personas con total facilidad. Estaban construidos con hormigón de dos metros de espesor y probablemente eran los más resistentes a las bombas de cualquier ciudad europea. Tal vez nos protegieron de las explosiones, pero no nos protegieron del calor.

»En 1943 los británicos ya podían traer cargamentos de bombas más grandes y mantenerse más tiempo sobre la ciudad. Y nosotros pasábamos más tiempo en los refugios. Hasta que, a finales de julio de 1943, los británicos vinieron con todo. Dos noches antes habían bombardeado el centro de la ciudad… eso fue cuando atacaron el Nikolaikirche y el zoológico. La noche siguiente hubo sólo una incursión minúscula, para inquietarnos a todos. Pero la noche del 27 y la mañana del 28 convirtieron Hamburgo en un infierno. Dejaron muy clara su intención con el nombre que le dieron a la operación… no había forma de que pudieran sostener que lo ocurrido fue un accidente. "Operación Gomorra", la llamaron. Usted sabe lo que le pasó a la ciudad de Gomorra en la Biblia, ¿verdad?

Fabel asintió.

– Fue justo antes de la medianoche. Por alguna razón, las sirenas no sonaron con bastante anticipación, como sí lo habían hecho otras veces. Nosotros no teníamos un sótano en nuestro edificio, de modo que nos volcamos a la calle. Era una noche hermosa, clara y cálida, y de pronto el cielo se llenó de «árboles de Navidad», como todos los llamábamos por entonces. Eran hermosos, realmente hermosos. Inmensos racimos de centelleantes luces rojas y verdes, grandes nubes de luces, descendiendo con elegancia sobre la ciudad. Incluso me detuve a mirarlos. Desde luego, eran bengalas indicadoras para la siguiente oleada de bombas. Yo lo oí acercarse. No puede imaginarse cómo sonaba: los motores de casi ochocientos aviones de guerra combinados en un único zumbido reverberante y ensordecedor. Es asombroso el terror que puede evocar un sonido. Fue entonces cuando oímos otro estruendo. Un sonido todavía más terrible. Como el trueno, pero mil veces más fuerte, rugiendo en el cielo. La gente empezó a entrar en pánico. A correr. A gritar. Todos se volvieron locos y yo perdí de vista a mi familia en medio de la multitud. Y a Karl. A él tampoco pude verlo. Entonces apareció de la nada y me agarró del brazo. Estaba enloquecido de preocupación… él también había perdido a su familia. Decidimos dirigirnos al refugio principal, suponiendo que nuestras familias harían lo mismo.

«Llegamos al refugio público pero las puertas estaban cerradas y tuve que golpear con fuerza antes de que un viejo con un casco de guardián, de Luftschutz, nos dejara entrar. Buscamos pero no pudimos encontrar a nuestras familias, y exigimos que nos dejaran salir nuevamente, pero ellos se negaron a abrir las puertas. Recuerdo haber pensado que no importaba, a que en cualquier caso todos moriríamos. Nunca había oído que nos atacaran con tantas bombas. La oleada siguiente no fue tan intensa. Explosiones más silenciosas, como si estuvieran usando bombas más ligeras. Pero, por supuesto, no era eso. Los cabrones nos estaban tirando fósforo. Lo tenían todo planeado: primero explosivos de alto impacto para destruir los edificios y luego el fósforo para iniciar los incendios. Yo me vi obligado a quedarme ahí sentado y pensar en mi madre y mis dos hermanas que estarían fuera. Sólo podía albergar la esperanza de que hubieran encontrado un refugio. A Karl le ocurría lo mismo, pero estaba histérico. Quería salir para buscar a su hermana y a su madre. Al principio, en el refugio todos estábamos calmados, pero nuestros nervios estaban tan destrozados como los edificios de fuera. Entonces empezó a hacer más calor. Un calor que no podría describir. Aquel refugio público se convirtió en un horno. Como todos los otros, era hermético, salvo por las bombas que dejaban pasar el aire de fuera. Estábamos usando una bomba manual, de fuelles, pero tuvimos que dejarlo porque estábamos llenando el refugio de humo y un aire tan caliente que quemaba. Finalmente, comenzamos a asfixiarnos. Lo que no sabíamos era que lo mismo ocurría en sótanos y refugios de todo Hamburgo. La tormenta de fuego, ¿sabe? Era como una bestia hambrienta que se alimentaba de oxígeno. Chupaba todo el aire. En toda la ciudad, primero los niños y los ancianos, luego los demás, se asfixiaron o murieron cocinados en refugios sin aire. Algunos de nosotros insistimos en que abrieran las puertas para ver lo que ocurría fuera, pero los otros dijeron que no. Finalmente, cuando cesó el sonido de los bombardeos, todos estaban tan desesperados por la falta de aire que se decidió correr el riesgo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Resurrección»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Resurrección» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Resurrección»

Обсуждение, отзывы о книге «Resurrección» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x