Jonathan Santlofer - Daltónico

Здесь есть возможность читать онлайн «Jonathan Santlofer - Daltónico» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Daltónico: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Daltónico»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El hallazgo de los cadáveres de dos mujeres en el Bronx despierta la preocupación de la policía. El asesino se ensañó con las víctimas, las destripó y con su sangre pintó un lienzo que dejó como macabra firma personal en la escena del crimen. Kate McKinnon historiadora del arte y ex policía es contactada para llevar a cabo la investigación. Aunque reacia en un principio a involucrarse en el tema, McKinnon se verá empujada a hacerlo cuando el asesino, de forma brutal, reclame su atención. A medida que se suceden los crímenes, siempre acompañados del particular sello del homicida, McKinnon irá haciéndose una idea más definida del ser que se halla detrás de los mismos y descubrirá que se enfrenta a un psicópata con una extraña obsesión por el arte. Jonathan Santlofer autor de El artista de la muerte, además de reputado pintor estadounidense vuelca tensión y suspense en un thriller que toma Nueva York como escenario para presentarnos a una investigadora que debe apoyarse en sus conocimientos de arte, sus antiguos compañeros de la policía y un psiquiatra para frenar los arrebatos de un perverso asesino en serie.

Daltónico — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Daltónico», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Vamos a discutir? -Richard le rozó un pecho con los labios.

Ella se estremeció con un suspiro.

– No, nada de discutir. -Le rodeó el cuello con los brazos pensando en cuánto lo quería, tal vez incluso más que cuando se conocieron, más que cuando él la cortejaba. Richard Rothstein, el apuesto abogado; Kate McKinnon, agente de policía de Astoria. La extraña pareja, por lo menos a primera vista. Pero no eran tan diferentes si se atravesaba la deslumbrante fachada de Richard para llegar al niño de Brooklyn; o si se añadía la pátina de brillo que Kate tanto se había esforzado en adquirir cuando dejó la policía para retomar su primera vocación, la historia del arte, y obtuvo el doctorado, para luego escribir un libro de arte, para más adelante crear su propio programa de televisión, Vidas de artistas. Todo aquello seguía sorprendiéndola.

Si cuando vivía en Astoria alguien le hubiera preguntado dónde estaría cuando cumpliera los cuarenta, ella jamás habría imaginado que alcanzaría la fama y mucho menos que tendría dinero. ¿Cambiar una casa adosada por un ático de lujo? A veces hasta a ella le costaba creerlo. Tenía suerte y lo sabía. Tal vez por eso dedicaba la mitad de su tiempo a la fundación educativa Un Futuro Mejor, una entidad que subvencionaba y mantenía a niños de los barrios bajos, desde el colegio hasta la universidad.

Salvar niños. Qué demonios, no necesitaba un psiquiatra para saber el significado de aquello: la niña huérfana de Queens no quería que los niños pasaran lo que ella había vivido en su infancia. Aunque cuando por fin pudo permitírselo había pasado una temporada haciendo terapia para superarlo, o al menos para comprenderlo: el suicidio de su madre y la culpa que ella había sentido, como si de alguna manera se considerase la causa de la tragedia.

Fue precisamente el psicólogo quien le hizo ver que la decisión de seguir los pasos de su padre y hacerse policía se debía en gran parte a que quería complacerle y compensarle por haber perdido a su esposa, quien, a propósito y por si a alguien le interesaba, resultaba ser la madre de Kate.

La mitad de los hombres de su familia (tíos, primos…) eran policías. Kate fue la primera mujer. Y aunque llegó a detective en sólo dos años, no había sido fácil conseguir la aprobación y la atención de su padre. Pero cuando la destinaron a delincuencia juvenil, cuando se encargaba de menores fugados de sus casas y tuvo la ocasión de salvar niños, todos sus esfuerzos merecieron la pena. Por entonces la detective McKinnon pensaba que podía salvar al mundo entero. Pero tantos niños desaparecidos acabaron pasándole factura.

¿Cuántas veces podían romperle el corazón?

Era una cuestión que le había planteado al psicólogo, a su jefe en Astoria y más tarde a Richard, que le había prometido arreglar sus muchas grietas y fisuras cuando le propuso matrimonio y le ofreció una vía de escape. Y de momento lo había hecho bastante bien.

– Te quiero -susurró ella.

Richard sonrió admirando su peculiar belleza: nariz larga y recta, cejas expresivas, penetrantes ojos verdes. Le acarició la abundante melena oscura. Recientemente Kate había comenzado a ocuparse de su pelo, empeñada en teñirse de rubio las pocas canas que tenía. Había sido un capricho que se concedió a sí misma al cumplir los cuarenta y dos.

– ¿Nunca te han dicho que eres preciosa?

– Últimamente no. -Kate se lo quedó mirando-. ¿Lo entiendes?

Él esbozó una sonrisa de disculpa.

– Lo siento.

– Estás perdonado. -Bajó la mano por la espalda de su marido hasta meterla en los pantalones del pijama, un pijama caro que ella misma le había comprado en Florencia el mes anterior, cuando fue a dictar una conferencia en la Academia sobre artistas norteamericanos prometedores.

Richard se incorporó y acabó de quitarse los pantalones dando patadas.

«A veces -pensó Kate mientras observaba a su alto y atlético esposo- parece un niño, a pesar de que dentro de una semana cumple cuarenta y cinco.» Mientras él volvía a tumbarse sobre ella, se dijo que tal vez todos los hombres eran niños, lo cual de momento le pareció bien. Kate lo besó en la boca y le apresó la oreja con los labios.

Richard le lamió el cuello y la clavícula hasta llegar al pecho.

Ella miró con los ojos entornados sus canosos rizos castaños, sus hombros pecosos. Hacía sólo un año había estado a punto de perderle. Casi había llegado a pensar que la había traicionado.

El Artista de la Muerte.

Una imagen le vino a la cabeza: uno de los gemelos de Richard, de oro y ónice, medio escondido bajo una alfombra persa, reflejando un poco de luz, suficiente para llamar la atención… en la escena de un crimen.

– Richard, no volverás a mentirme, ¿verdad?

El se detuvo.

– ¿Qué? No. ¿Por qué lo dices ahora?

– No, por nada. Perdona.

Richard se incorporó con un suspiro.

– ¿Qué pasa? -preguntó -Nada. Es que… me estaba acordando…

– Ya hemos hablado de eso, ¿no es así, Kate? Lo hemos discutido muchas veces. Pensaba que el asunto estaba zanjado.

– Y lo está. Perdóname. -Se arrepentía de haber hablado. Quería retirar sus palabras, sentir su mano en el muslo, su lengua en el pecho-. ¿Sabes una cosa? -dijo, poniéndole la mano en la mejilla-. Prometo que no volveré a abrir la boca si sigues con lo que estabas haciendo, ¿vale? -Le acarició con los dedos el vello pectoral y luego fue bajando hasta rozar su pene medio erecto, una y otra vez, hasta que notó que se ponía tieso de nuevo.

– De acuerdo. -Richard hundió la cara en su cuello y le dio un mordisco.

– ¡Ay!

– Prometiste no abrir la boca.

Kate cerró los ojos. Pero al cabo de un segundo volvió a ver una imagen: un cuerpo tumbado en una cocina, sangre por todas partes. Mierda. Era algo que no quería ver. Y menos en ese momento. Se había esforzado mucho por olvidar. Pero ¿cómo podía olvidarlo? La muerte de una joven tan unida a ella como una hija.

Abrió los ojos y miró los detalles del techo, cualquier cosa que borrara aquella imagen horrenda. No quería verla. Aquello ya era historia, estaba zanjado. El Artista de la Muerte era historia y la relación con Richard iba bien. No; iba estupendamente. Se abrazó a él.

– Cariño, que me estrangulas.

– Lo siento.

– ¿Seguro que no ha sido a propósito?

Kate rió y le dio una palmada en la espalda. Se sentía bien. No iba a pensar en eso (las mentiras de Richard, la muerte de Elena). Eso era el pasado. Soltó un suspiro.

– Oye, ¿seguro que no estás pensando en otra cosa? -preguntó él.

– Seguro. -Le metió la mano entre las piernas.

– Hmmmm. Qué bien. -Richard hizo lo propio con una mano y le puso la otra en una nalga, jugueteando con los dedos.

Kate gimió. Él siguió con las caricias. ¿Cómo podía haber sospechado de él?

Richard le deslizó los labios por el vientre hasta apoyar la cabeza entre los muslos. Entonces comenzó a ejecutar una lenta danza con la lengua.

Kate inspiró y todas las imágenes se borraron de su mente.

El contacto con su piel, su olor, el gusto a sal y ostras en la lengua, el cuerpo de Kate que se agitaba despacio… todo aquello obraba su magia en Richard.

Llevaban juntos más de una década y todavía no había conocido a otra mujer con la que prefiriera hacer el amor. Tampoco necesitaba fantasías para mantener el interés. Kate era más que suficiente para él. Su amante, su compañera, su amiga. Kate, la persona que le había ayudado a convertirse no sólo en uno de los mejores abogados criminalistas de Nueva York, sino también en uno de los más respetados.

Richard Rothstein tenía ahora tanto dinero que ya no sabía qué hacer con él. ¿Por qué entonces quería todavía más? ¿Acaso intentaba compensar sus orígenes humildes en Brooklyn, la sensación de que por mucho que lograra, por mucho que adquiriera, siempre podría perderlo todo? Pero no, no pensaba permitir que eso ocurriera. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para conservar su ático de lujo en Central Park, su casa en los Hamptons, su envidiable colección de arte moderno y contemporáneo. Sólo con pensar en sus posesiones se excitaba. Movió la lengua más deprisa.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Daltónico»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Daltónico» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Daltónico»

Обсуждение, отзывы о книге «Daltónico» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x