Alan Furst - El corresponsal

Здесь есть возможность читать онлайн «Alan Furst - El corresponsal» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El corresponsal: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El corresponsal»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En 1938, cientos de intelectuales se refugiaron en París huyendo del gobierno fascista de Mussolini. En el exilio fundaron la resistencia italiana filtrando noticias y ánimo a su país. Armados con máquinas de escribir, crearon 512 periódicos. El corresponsal narra su historia, y la del reportero Carlo Weisz, la del «Coronel Ferrara», cuya causa está en el frente español, la de Arturo Salamone, líder de la resistencia parisina, y la de Christa von Schirren, miembro de la resistencia en Berlín. En un hotelito de París, la OVRA, la policía secreta de Mussolini, elimina al editor del periódico clandestino Liberazione. Mientras, el periodista designado para sucederle, Carlo Weisz, informa desde España sobre la guerra civil. A su regreso, le aguardan la Sûreté francesa, los agentes de la OVRA y los oficiales del Servicio Secreto de Inteligencia británico. En la desesperada política de una Europa al borde de la guerra, un corresponsal es un peón que hay que vigilar, chantajear. o eliminar. Declarado unánimemente heredero de John le Carré, en la mejor tradición de Graham Greene, Alan Furst está especializado en «novelas históricas de espionaje» ambientadas en Europa en los años 30 y principios de los 40. Sus señas de identidad: una ambientación asombrosa, una elegante estética cinematográfica estilo Casablanca y tramas colectivas sustentadas en héroes anónimos. Sus novelas arrasan en Estados Unidos y en Europa y tienen un espectacular consenso de prestigio ante la crítica.

El corresponsal — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El corresponsal», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ella contestó afirmativamente.

Weisz salió del despacho a las tres y media. Fuera, la sombra de la guerra se cernía sobre la ciudad: la gente caminaba deprisa, el rostro reservado, la mirada baja, mientras los coches del Estado Mayor de la Wehrmacht pasaban a toda velocidad y Grosser Mercedes con banderines ondeantes en el parachoques delantero se alineaban a la puerta del Adlon. Al pasar junto a los corrillos de huéspedes que se habían formado en el vestíbulo, volvió a oír la palabra dos veces. Y, a los pocos minutos, la sombra se hallaba en su habitación.

– Esto se nos viene encima -dijo Christa.

– Eso creo. -Estaban sentados en el borde de la cama-. Christa.

– ¿Sí?

– Cuando me vaya el domingo quiero que vengas conmigo. Coge lo que puedas, tráete a los perros, en París hay perros, y reúnete conmigo en el expreso de las 22:40, en el andén, junto a los coches cama de primera. -No puedo -rehusó ella-. Ahora no. No puedo marcharme. -Echó un vistazo a la habitación como si hubiera alguien escondido allí, como si hubiera algo que ella pudiera ver-. No es por Von Schirren -explicó-. Son mis amigos, no puedo abandonarlos. -Sus ojos se clavaron en los de él, asegurándose de que la entendía-. Me necesitan.

Weisz titubeó y repuso:

– Perdóname, Christa, pero lo que haces, lo que hacéis tú y tus amigos, ¿realmente cambiará algo?

– Quién sabe? Pero lo que sí sé es que si no hago algo seré yo quien cambie.

Él empezó a rebatir su justificación, pero se dio cuenta de que daba igual, de que no había modo de convencerla. Cuanto más acechara el peligro, comprendió, menos escaparía ella de él.

– Vale -admitió, dándose por vencido-, nos veremos el viernes.

– Sí -convino ella-, pero no para decirnos adiós, sino para hacer planes, porque iré a París, si tú quieres. Tal vez dentro de unos meses, sólo es cuestión de tiempo. Esto no puede seguir así.

Weisz asintió. Sí. No podía.

– No me gusta decir esto, pero si por algún motivo no estoy aquí el viernes, pásate por recepción. Te dejaré una carta.

– ¿Crees que no estarás?

– Es posible. Si sucede algo importante, puede que me envíen Dios sabe dónde.

No había más que decir. Ella se apoyó en él, le cogió la mano y la apretó.

La mañana del día catorce la temperatura bajó a diez grados y comenzó a nevar. Era una fuerte nevada primaveral, densa y pesada. Quizá eso cambiara las cosas, quizá calmara los ánimos de una ciudad apagada y silente. Los teléfonos sólo sonaban de vez en cuando -eran informadores que propalaban un mismo rumor: los diplomáticos apaciguarían la crisis-, y el teletipo había enmudecido. De la oficina londinense llegaban cables exigiendo noticias, pero las únicas noticias estaban en Londres, donde, a última hora de la mañana, Chamberlain había hecho una declaración: cuando Gran Bretaña y Francia se comprometieron a proteger Checoslovaquia de las agresiones, se referían a las agresiones militares , y esa crisis era diplomática. Weisz regresó al hotel después de las siete, cansado y solo.

A las cuatro y media de la mañana sonó el teléfono.

Weisz se levantó de la cama, se acercó a la mesa tambaleándose y cogió el auricular.

– ¿Sí?

La conexión era horrible. Entre el chisporroteo de las interferencias, la voz de Delahanty se oía lo justo.

– Hola, Carlo, soy yo. ¿Qué tal todo ahí?

– Está nevando, con ganas.

– Ya puedes ir haciendo la maleta, muchacho. Nos hemos enterado de que las tropas alemanas están saliendo de sus cuarteles en los Sudetes, lo que quiere decir que Hitler ya no tiene nada más que hablar con los checos y que tú te subes al primer tren que salga para Praga. Nuestro hombre en la oficina de Praga ha ido a Eslovaquia (la Eslovaquia independiente, esta mañana), donde han cerrado la frontera. Tengo delante un horario y hay un tren a las 5:25. Hemos enviado un cable a la oficina de Praga, te esperan, y tienes reservada una habitación en el Zlata Husa. ¿Necesitas algo más?

– No, salgo para allá.

– Llama o manda un cable cuando llegues.

Weisz entró en el cuarto de baño, abrió el grifo del agua fría y se lavó la cara. ¿Cómo sabía Delahanty en París lo de los movimientos de tropas? Bueno, tenía sus fuentes. Muy buenas fuentes. Fuentes oscuras, tal vez. Weisz hizo el equipaje deprisa, encendió un cigarrillo y, después, del bolsillo del abrigo, sacó el listado que le había dado el amigo de Christa, se paró a pensar un instante y rebuscó en el maletín hasta dar con un comunicado de prensa de doce páginas: «Producción de acero en el valle del Sarre, 1936-1939», retiró la grapa con sumo cuidado, insertó la lista de nombres entre las páginas diez y once, volvió a poner la grapa e introdujo el documento modificado en medio de un montón de papeles similares. A no ser que llamara a un sastre de confianza, a las cuatro de la mañana, para que le hiciera un falso bolsillo, eso era lo mejor que podía hacer.

A continuación, en una hoja de papel del Adlon, escribió: «Amor mío, me han enviado a Praga, y es probable que cuando termine vuelva a París. Te escribiré desde allí, te esperaré allí. Te quiero, Carlo.»

Metió la carta en un sobre dirigido a Frau Von S., lo cerró y lo dejó en recepción cuando se fue.

En el expreso de las 5:25, Berlín-Dresde-Praga, Weisz coincidió con otros dos periodistas en un compartimento de primera clase: Simard, una pequeña comadreja muy bien vestida de Havas, la agencia de noticias francesa, e Ian Hamilton, con un sombrero de piel con orejeras, del Times de Londres.

– Supongo que habéis oído lo mismo que yo -dijo Weisz mientras dejaba la maleta sobre la rejilla.

– Esos pobres hijos de puta no han tenido suerte -contestó Hamilton-. Ahora Adolf les va a echar el guante.

Simard se encogió de hombros.

– Sí, pobres checos, pero siempre podrán agradecérselo a París y a Londres.

Se acomodaron para el viaje de cuatro horas por lo menos, tal vez más con la nieve. Simard se quedó dormido y Hamilton se puso a leer el Deutsche Allgemeine Zeitung .

– Hay un artículo sobre Italia -le dijo a Weisz-. ¿Lo has visto?

– No. ¿De qué va?

– De la situación de la política italiana, la lucha contra las fuerzas antifascistas. Todas ellas influidas por los bolcheviques, o eso quieren que creas.

Weisz se encogió de hombros. Vaya una novedad.

Hamilton le echó un vistazo a la página y leyó:

– «… frustrado por las patrióticas fuerzas de la OVRA…» Dime, Weisz, ¿qué significa? Aparece de vez en cuando, pero sólo suelen usar las iniciales.

– Dicen que significa Operazione di Vigilanza per la Repressione dell' Antifascismo, que sería la organización de vigilancia para la represión del antifascismo. Pero hay otra versión: he oído que procede de una nota que escribió Mussolini en la que decía que quería una organización policial de ámbito nacional cuyos tentáculos se introdujeran en la vida italiana como una piovra , que es un mítico pulpo gigante. Pero mecanografiaron mal la palabra y escribieron ovra , y a Mussolini le gustó cómo sonaba, pensó que era aterradora, y OVRA pasó a ser el nombre oficial.

– ¿En serio? -repuso Hamilton-. Es bueno saberlo. -Sacó libreta y lápiz y anotó la historia-. ¡Cuidado, que viene la piovra !

Weisz esbozó una agria sonrisa.

– No tiene tanta gracia en la vida real -espetó.

– No, supongo que no. De todas formas cuesta tomarse a ese fulano en serio.

– Lo sé -reconoció Weisz.

Mussolini el Bufón, una opinión compartida por muchos, pero lo que había hecho no era nada divertido.

Hamilton dejó el periódico alemán.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El corresponsal»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El corresponsal» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El corresponsal»

Обсуждение, отзывы о книге «El corresponsal» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x