– No sé realmente cómo se siente un hogar. -Hizo gestos hacia el bosque-. Miro eso y me siento como si me llamara. Quiero correr libre, Ken. Solamente correr entre los árboles. -Sus ojos se encontraron con los suyos-. ¿Puedo hacer eso?
Él intentó tranquilizar el latido de su corazón. Sabía mejor que nadie lo que era intentar retener a un pájaro silvestre, pero quería asirla con ambas manos.
– Por supuesto. Mañana te conseguiremos un par de zapatillas. Puedes salir cuando quieras. Yo prefiero las mañanas, pero es hermoso todo el tiempo.
Ella no respondió, solo se quedó de pie mirando fijamente a los árboles que la llamaban.
Ken estiró la mano hacia ella. Quizás no estaba completamente comprometida en una relación con él, pero él lo estaba con ella. Ella parecía correcta y se sentía bien en su santuario. Por encima de todo, por toda su intranquilidad sobre lo que decir y hacer, se sentía feliz, realmente feliz con ella en su propiedad. Todo lo que tenía que hacer era encontrar una manera de hacerle sentir lo mismo.
Mari puso la mano en la suya y de mala gana le siguió a la sólida puerta, tratando de no mostrar miedo.
– ¿Cómo mantenéis la casa caliente cuando nieva?
– Usamos el calor de la madera. Tenemos chimeneas muy eficientes en los dormitorios, el gran salón y en la cocina. Podemos bloquear cada ala de la casa para que sea privada y aislada, o abrirlas y tener una gran casa.
– ¿Y Briony vive aquí todo el año? -Ella se aferró a eso. Quería ver a Briony, una vez nada más. Una vez había vivido con recuerdos y fantasías sobre su gemela durante tanto tiempo, quería verla.
– No la dejaríamos aquí sola si salimos en una misión. Jack nunca lo permitiría. -Las palabras escaparon antes de que pudiera censurarlas.
Mari le miró bruscamente mientras daba un paso por el umbral.
– ¿ Permitir ?
– Cuando se trata de Briony, somos muy conscientes de su seguridad. Imagino que tú también lo serás. Está esperando gemelos, y Whitney ha hecho varios intentos de cogerla. Su último intento nos costó parte de la casa y un edificio exterior, pero el hijo de puta no la cogió.
Mari miró a su alrededor. Podía ver el toque de una mujer en la casa, y su corazón hizo un pequeño y divertido salto. Su hermana. Briony estaba viva realmente y bien y vivía justo aquí, en esta casa. Su hermana, a quien no había visto en años, pero en quien había pensado cada día.
Había gruesas colchas colocadas en los muebles bien hechos, la clase de colchas que Mari sabía que estaban hechas con amor, a mano. Había vidrieras sobre cada ventana, un trabajo intrincado y hermoso, los colores se arremolinaban para formar imágenes de fantasía indudablemente escogidos, o hechos, por su hermana.
Mari anduvo por las habitaciones vacías, oyendo el eco de risas, sintiendo los lazos del amor tejidos en las paredes. Cuando alcanzó el dormitorio de Ken, lágrimas ardían en sus ojos y se atascaban en su garganta. No podía hacer esto. ¿Por qué había pensado que podría? No era ni un poquito femenina. No podía decorar una casa, o ser alguna clase de esposa o compañera. No sabía nada excepto luchar en una batalla. Debería haberse ido con sus hermanas, las únicas que conocía, las únicas diferentes en la manera en que ella lo era. Nunca habían vivido en una casa y no sabían ni una cosa sobre vivir en una relación.
Briony vivía aquí, y Briony sabía exactamente como ser esposa y madre. Obviamente se preocupaba por ambos hombres, no sólo por Jack. Mari nunca sería capaz de estar a la altura de su hermana. Y estaba feliz por Briony, realmente lo estaba. Sólo estaba triste por ella misma y se sentía como una completa tonta por haber pensado que podía ser alguien que no era.
El corazón de Ken casi se detuvo cuando entró en su dormitorio. Mari se paró en la mitad, llorando.
– ¿Qué pasa, cariño? ¿Qué está mal?
Ella abrió los brazos tanto como pudo.
– Mira este lugar. No sé que hacer con todo este cuarto. Mis ropas entran en un armario al final de mi catre. No sé cocinar, o cuidar una casa, o incluso tener una relación. ¿En qué estaba pensando?
La atrajo a sus brazos, manteniéndola cerca. Su cuerpo temblaba contra el suyo y le sujetó la cabeza con su palma, presionando su cara contra su corazón, refugiándola lo mejor que podía contra su propio cuerpo.
– Escúchame, cariño. Ninguno de nosotros ha hecho esto alguna vez. Nos asustaremos pero no importa. ¿Me oyes, Mari? No importa. Esto es nosotros. Los dos. Lo que es normal para los otros no importa. Construiremos nuestra relación ladrillo a ladrillo, y será tan fuerte que nadie jamás la derribará. Nunca me alejaré de ti. Nunca . Si hay una cosa con la que puedes contar, es que estaré a tu lado. No habrá errores aquí. Trabajaremos a nuestro propio ritmo.
– Pero Briony hizo de este lugar un hogar, no sólo para Jack, sino también para ti. Puedo ver que lo hizo. Ella es tu familia lo mismo que Jack.
– Ella ilumina el mundo de Jack, Mari -dijo, tratando de seguir su tren de pensamientos-. ¿No quieres que me preocupe por ella?
– Por supuesto que quiero. Deberías, pero no puedo ser como ella. No tengo ni idea de qué hacer. Ni siquiera tengo ropas, Ken. Estoy aquí con absolutamente nada.
Le levantó la barbilla y le acarició la boca con la suya. Ella sonaba tan apenada que él se sintió apenado también.
– No tienes que hacer nada. Te quiero, Mari, no a las ropas ni a un sirviente.
– ¿Debería estar poniendo flores en un jarrón? ¿O fingiendo cocinar la cena? -Ella parecía totalmente alarmada-. No tengo ni idea de cómo cocinar. Nunca he cocinado. Nunca . Esto no va a funcionar, Ken.
Él se dio cuenta de que estaba totalmente aterrorizada. Miraba fijamente a la estantería y a los CD de música. Ken la besó otra vez.
– ¿Crees que eso importa? Mañana podemos ir a la ciudad y conseguirte suficientes ropas como para llenar el armario y el vestidor si es lo que quieres. Y compraré flores y un jarrón, y meteremos las malditas cosas juntos. Nada de eso realmente me importa.
– Quizás no ahora, este minuto, pero alguna vez querrás que sepa cómo llevar una casa. -Se sentía totalmente inadecuada pensando en todas las cosas que no sabía hacer, pero que su hermana sí. Su hermana era una extraña para ella, había vivido en una familia amorosa, no en barracones militares . ¡Cami! Te necesito. Oh, Dios, ¿Qué he hecho? El pánico era nuevo para ella. No había estado asustada cuando había sido capturada. No había estado asustada cuando fue disparada, pero estando de pie en una casa real rodeada de cosas no familiares para ella…
– Si quieres llevarla, averiguarás como; si no, bien, ha estado bien durante años.
Ella se colgó de él, su confianza sacudida.
– Nunca he decidido cuando ir a la cama por la noche. Luces fuera a las once, a menos que hubiera causado problemas, y entonces era las nueve o diez.
– Puedes estar levantada toda la noche, cariño.
– Nunca he tenido permiso para estar fuera de mi cuarto después de las nueve.
– Si sientes que te gustaría conducir hasta California, saltaremos al coche e iremos. O si sólo quieres ir a la cocina y conseguir una pieza de fruta, hazlo.
– ¿Y sentarme fuera en el porche? -Apretó los dientes para evitar que castañetearan. No podía evitar el pensamiento de abandonar a Ken, pero no podía quedarse. Esta no era ella. Nunca lo sería. Pertenecía a sus hermanas, las mujeres que conocían todo lo que era la vida con Whitney.
– Toda la noche, Mari. A Briony le gusta el techo, aunque Jack ha puesto un poco de inclinación ahora. Pero si es el techo, subiré contigo. Es uno de mis lugares favoritos. Y hay árboles para escalar y trepar. ¿Has montado alguna vez en bicicleta?
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