– Vete. Estén llegando
Sin liberar su camisa. -Estás segura, Mari. ¿Me oyes? Estás segura. Pase lo que pase, independientemente de lo que aquel hijo de perra de Whitney logre hacer. Te sacaré de aquí. ¿Entiendes? Mantente viva, sabes que vendré por ti.
La lengua caliente de deseo que se mezclaba con sus miedos convirtió su corazón en gelatina. Empujó la pared de su pecho otra vez, sintiéndose un poco frenética.
– Estaré bien. Sólo vete. Tienes que irte.
Su pulgar se deslizó por la curva de su mejilla; presionó el cuchillo sangriento en su mano, y se fue, escabulléndose cuando oyó voces por el pasillo. Mari retrocedió, lejos de los dos cuerpos, acomodando su ropa y esperando a Whitney con la barbilla alzada.
El doctor se paró repentinamente cuando vio la puerta de su celda abierta y a ambos súper-soldados inconscientes en el suelo y a su guardia muerto. Su fija mirada fue de confusión oscureciendo su cara y luego al cuchillo que tenia en su mano.
– Marigold. Parece que tienes un pequeño problema.
Extendiendo sus manos inocentemente.
– Los dos llegaron para golpearme sin razón aparente. Dijeron algo sobre vitaminas, pero usted sabe que le tengo fobia a las agujas.
Violet limpió su garganta, pareciendo de repente nerviosa, su mirada fija barrió el pasillo y el techo, hasta el suelo.
– Vamos. Ed hay que salir de aquí -dijo Violet, tirando de su brazo-. Este no es nuestro problema. -Hizo señas a su equipo y ellos rodearon al senador, empujándolo hacia el ascensor.
Dándose cuenta que faltaban a su palabra, Whitney llamó a sus guardias y luego retrocedió mirando, como siempre hacia, separado e impasible, esperando a ver lo que pasaba como si estuviera en medio de un experimento científico y no en un drama de vida o muerte llegando a su fin delante de sus ojos.
El equipo de Violet y los hombres de Whitney fueron el uno contra el otro, luchando brutalmente.
Violet empujó al senador delante de ella.
– ¡Corre al ascensor!
– No hay ningún escape -dijo Whitney, satisfecho.
No le hizo caso, corriendo detrás de su marido, con su arma en la mano. Mari sacó un arma y comenzó a seguirla. Un guardia de seguridad derribado agarró su tobillo cuando pasó y la derribó con fuerza.
– Deténganlos -pidió Whitney.
Antes de que alguien más pudiera moverse, Sean caminó y con un movimiento liso y eficiente, golpeó la garganta de Whitney con un cuchillo muy afilado.
El soldado más cercano a Whitney lo agarró y lo bajó de un tirón. La hoja cortó la parte posterior del brazo del soldado. Cuando sacó su pistola con rapidez y la apuntó hacia Sean, Whitney gritó:
– ¡No! No lo mates. Lo necesito vivo.
Sean no miró a ninguno del equipo de seguridad. Miraba únicamente a Whitney, como si fuera un robot programado para destruir. A pesar de los hombres que rodeaban al doctor se abrió paso, puños volando, intentando alcanzar su objetivo.
Mari luchó por ponerse en pie. Violet y el senador ya estaban en el ascensor, y no la estaban esperando. Se las tenía que apañar sola, enfrentarse a Whitney, a sus súper-soldados y a un demoníaco Sean. Tomó un profundo aliento y se dirigió lentamente hacia el vestíbulo. La mayoría de los guardias estaban vigilando a Sean, intentando encontrar una manera de dominarlo sin salir heridos. Era rápido y peligroso y la mayoría de ellos, en un momento u otro, habían sido vencidos por él.
No podía usar el ascensor, por lo que las escaleras eran su única opción. Avanzó seis pies antes de que Whitney desviara su atención hacia ella.
– Quédate donde estás, Mari. No quieres que Rose salga herida, ¿verdad?
¿Rose? ¿Estás fuera? Mari dudó, necesitando consuelo.
Kane me hizo correr. Luchó contra un par de guardias. Alguien, debían ser tus amigos, proporcionaron fuego de cobertura. Salté por encima de la valla y estoy corriendo libre. Alguien intentó detenerme; todo el rato gritaba que me podían sacar fuera, pero no confío en nadie. Estoy siguiendo el plan original. Dispersarse y evadirse. Puedo llegar al alijo del dinero y coger mi parte.
Mari supo que había dudado demasiado. La mayoría de los soldados de Whitney en las cercanías tumbaron a Sean en el suelo, luchando. Estaba soltando sonidos inhumanos e intentando arrastrarse, con la fuerza de seguridad a sus espaldas, hacia Whitney.
Cami. ¿Están todas las chicas a salvo y fuera?
Estamos cerca. Nos dispersaremos y nos encontraremos contigo en el punto de encuentro , confirmó Cami. ¿Estás fuera? Volveré y ayudaré.
El doctor suspiró.
– Tienes mucho más talento del que nunca sospeché, ¿verdad Mari? Y pensar que casi di la orden de eliminarte. ¿Estás embarazada del niño de Norton?
– Me enviaste a Sean la noche pasada. No lo sabré hasta que nazca, ¿no? -Retrocedió otro paso, pero dos de los guardias de Whitney estaban centrados en ella. Cada paso que daba, ellos lo imitaban, por lo que estaban bailando una danza macabra con ella.
Era extraño y muy difícil estar en una danza mortal y aún así mantener una conversación telepática con su hermana. Claro que Cami arriesgaría su vida para volver y ayudar a Mari. Mari lo haría por ella. ¡No! Sigue moviéndote. Voy a ir con Ken a su casa en Montana. Envió las imágenes de su localización, que había obtenido de la cabeza de él.
– No entiendo cómo pude perderme tus habilidades durante todos estos años. -Whitney frunció el ceño y se frotó el puente de la nariz.
– Sabía que eras psíquico. Usas el contacto, ¿no? -conjeturó ella sagazmente, esperando despistar a los guardias al hablar con Whitney. Ganó unas pocas pulgadas más, pero la entrada a las escaleras todavía estaba demasiado lejos. Era rápida, muy rápida, pero el equipo de Whitney estaba realzado.
¡No! objetó Cami. No confíes en ninguno de ellos. Sigue el plan.
Vete, Cami. Ahora estoy en una pelea. ¡Márchate!
– Muy bien, querida mía. Claro que lo hago. Tengo un cerebro superior además de ser psíquico. Hay muy pocos psíquicos verdaderos y fuertes en el mundo. -Miró a Sean. El hombre estaba pegado al suelo y asegurado con esposas flexibles en ambos tobillos y muñecas. Todavía estaba luchando por llegar hasta Whitney-. Controlaste su mente, Mari. Plantaste una sugestión, además una desagradable. No te ha tocado, ¿verdad? simplemente cree que lo hizo. Pero Brett… -dijo pensativamente, un pequeño ceño de concentración en su cara.
Mari saltó para cubrir la distancia, usando la habilidad física realzada para llegar a la escalera. Agarró la barandilla, saltó sobre ella y usándola como un trampolín, saltó medio tramo de escaleras. Corrió hasta el descansillo del tercer nivel. Escuchó a Whitney gritarles a sus hombres que fueran tras ella, agarró el segundo pasamanos y realizó un segundo salto.
Ken. Estoy huyendo. ¿Las otras mujeres lograron escapar? No le gustaba la forma en que Cami casi la había expuesto y deseaba que él estuviera con ella. Podía oír a los hombres, uno brincando tras ella, el otro subiendo las escaleras al galope, hablando por radio, y diciéndole a alguien que la interceptara. Alguien estaba esperando en la siguiente escalera: oyó la radio y el zumbido de voces masculinas.
Las guié hacia fuera por el pasillo. Tu amiga Cami las está llevando el resto del camino. Depende de ellas salir una vez que estén en la superficie. Jack dice que todo se está descontrolando. Estoy volviendo hacia ti.
Estoy en las escaleras, intentando llegar al nivel dos, pero estoy atrapada entre dos equipos de seguridad. No creo que pueda llegar hasta ti. Tendrás que irte sin mí.
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