J. Robb - Desaparecida En La Muerte

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Desaparecida En La Muerte: краткое содержание, описание и аннотация

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Una mujer a bordo de un transbordador desaparece en extrañas circunstancias y la detective Eve Dallas se pregunta: si la mujer no saltó y no está a bordo, ¿dónde demonios puede estar?

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Mientras que el fiscal y el abogado de la defensa elaboraban un acuerdo de culpabilidad, Eve había hecho un hueco en trabajo administrativo, discutió la estrategia con dos de sus detectives en un caso en curso y felicitó a otro por cerrar uno. Un muy buen día, según su valoración.

Ahora, ella y Peabody, su pareja, corrían sobre el agua en un barco – que consideraba como del tamaño de una tabla de surf – hacia el casco de color naranja de un ferry detenido a mitad de camino entre Manhattan y Staten Island.

– ¡Esto es absolutamente magnifico!- Peabody estaba cerca de la proa, su rostro de mandíbula cuadrada levantado al viento, su corto cabello, agitándose al vuelo.

– ¡Jesús, Dallas!- Peabody bajo sus gafas de sol hasta su nariz, dejando al descubierto sus encantadores ojos marrones.

– Conseguimos un paseo en barco. Estamos en el agua. La mitad del tiempo uno se puede olvidar que Manhattan es una isla. -

– Eso es lo que me gusta de ella. Hace que te preguntes, ¿por qué no se hunde? Con todo ese peso… los edificios, las calles, la gente. Debería hundirse como una piedra.-

– Vamos.- Con una sonrisa, Peabody empujó las gafas en su lugar. -La Estatua de la Libertad-, señaló. -Ella es lo mejor-.

Eve no se lo discutiría. Ella estuvo a punto de morir en el interior del monumento, combatiendo a terroristas radicales empeñados en volarla. Incluso aun, mientras miraba sus líneas, su esplendor, veía a su marido, sangrando, y aferrándose a un saliente de su cara orgullosa.

Habían sobrevivido a eso, se dijo, y Roarke había desarmado la bomba, salvando el día. Los símbolos importaban, y debido a que habían luchado y sangrado, la gente podría traquetear en el ferry todos los días y tomar sus fotos de la libertad.

Eso estaba bien, eso era el trabajo. Lo que ella no entendía era porque Homicidios tenía que salir de la isla debido a que los policías del Departamento de Transporte no podían encontrar a un pasajero.

Sangre por todas partes en un cuarto de baño y una mujer desaparecida. Interesante, seguro, decidió ella, pero realmente no era su terreno. De hecho, no era su terreno en absoluto. Era agua. Era un gran bote naranja en el agua.

¿Por qué no se hundían los barcos? Un pensamiento errante le recordó que a veces lo hacían, y decidió no pensar en eso.

Cuando el turbo se acercó al gran bote naranja, noto a la gente ubicada a lo largo de las hileras de las barandillas de la cubierta. Algunos de ellos saludaban con la mano.

A su lado, Peabody les devolvió el saludo.

– Ya basta-, ordenó Eve.

– Lo siento. Es instintivo. Parece que el DOT [1]envió refuerzos-, comentó, señalando a los turbos en la base de un ferry con el logotipo del Departamento de Transporte estampado en el casco.

– Espero que ella no se cayera. O saltara. Pero alguien hubiera notado eso, ¿verdad? -

– Lo más probable es que ella se alejara de las zonas de pasajeros, se perdiera y esté tratando de caminar de regreso.-

– La sangre-, le recordó Peabody, y Eve encogió de hombros.

– Vamos a esperar y ver-

Esto, también era parte del trabajo… el esperar y ver. Había sido policía durante doce años y conocía el riesgo de sacar conclusiones precipitadas.

Ella cambió su peso cuando el turbo desaceleró, equilibrando las largas piernas mientras revisaba las barandillas, los rostros, las áreas abiertas. Su pelo corto revoloteaba alrededor de su cara, mientras que sus ojos dorados – total y completamente de policía – estudiaban lo que podría o no podría ser una escena del crimen.

Cuando el turbo se detuvo, ella bajó.

Valoro al hombre que dio un paso adelante para ofrecerle su mano, como a final de los veinte años. Llevaba pantalones caqui informales de verano y camisa celeste también con el emblema del DOT. Cabello desteñido por el sol enmarcaba un rostro bronceado por el sol o el diseño. Pálidos ojos verdes contrastaban con el tono bronceado, y le añadían intensidad.

– Teniente, Detective, soy el Inspector Warren. Me alegro de que estén aquí.-

– ¿No ha localizado a su pasajero, Inspector?-

– No. La búsqueda está todavía en curso-. Hizo un gesto para que caminaran con él. -Hemos sumado una docena de oficiales del DOT a la tripulación de a bordo para completar la búsqueda, y para asegurar el área donde se vio por última vez a la mujer desaparecida.-

Ellos subieron por unas escaleras.

– ¿Cuántos pasajeros a bordo?-

– La máquina expendedora de ticket contabilizo que tres mil setecientos sesenta y uno abordaron en Whitehall-.

– Inspector, no es el procedimiento regular llamar a Homicidios por un pasajero desaparecido.-

– No, pero nada de esto sigue el SOP (procedimiento operativo estándar). Tengo que decirle Teniente, que no tiene sentido-. Tomó el siguiente tramo de escaleras, mirando por encima de la gente que se abrazaba a la barandilla.

– No me importa admitir que esta situación está por encima de mi alcance. Hasta ahora, la mayoría de los pasajeros están siendo pacientes. Son, en su mayoría, turistas, y esto es una especie de aventura. Pero si mantenemos el ferry aquí por mucho tiempo, esto no va a ser bonito.-

Eve subió a la cubierta siguiente donde los oficiales del DOT habían acordonado el paso. -¿Por qué no me da un resumen, Inspector?-

– La mujer desaparecida es Carolee Grogan, turista de Missouri, abordo con su esposo y dos hijos. Cuarenta y tres años. Tengo su descripción y una foto tomada a bordo de esta tarde. Ella y su hijo menor fueron a buscar bebidas, pasando por el baño primero. Él entró en el de los hombres, y ella iba a entrar en el de las mujeres. Le dijo que esperara a un costado si salía primero. Él esperó, y ella no salió.-

Warren se detuvo fuera de la zona de los baños, cabeceo hacia otro funcionario del DOT en la puerta del baño de mujeres. -Nadie entro ni salió tampoco. Después de unos minutos, él la llamo a su enlace. Ella no respondió. Llamó a su padre, y el padre y el otro hijo vinieron. El padre, Steven Grogan, le preguntó a una mujer… ¡ah!, Sara Hunning… si podía entrar y chequear a su esposa.-

Warren abrió la puerta. -Y esto es lo que ella encontró dentro.-

Eve camino detrás de Warren. Ella olió inmediatamente la sangre. Un policía de homicidios tenía nariz para esto. Agriaba el olor cítrico-estéril del aire en la sala blanca y negra con fregaderos de acero, y alrededor de la pared que dividía los sanitarios de blancas puertas. Inundaba el piso, un charco oscuro que serpenteaba a través del piso blanco, cuchilladas sobre las puertas, y en la pared opuesta, como un graffiti abstracto.

– Si eso es de Grogan-, dijo Eve, -No está buscando a un pasajero desaparecido. Está buscando un muerto-.

CAPITULO DOS

– EN REGISTRO, PEABODY.- EVE encendió el suyo. -Dallas, Teniente Eve, Peabody, Detective Delia; Warren, DOT Inspector… -

– Jake-, Añadió él.

– En la escena abordo del Ferry Staten Island -.

– Es la Hillary Rodham Clinton-, agregó él. -Segunda cubierta, a babor, baño de mujeres.-

Ella arqueó una ceja, asintió con la cabeza. -Respondiendo al reporte de un pasajero desaparecido, Grogan, Carolee, vista por última vez entrando en esta área. Peabody, obtén una muestra de la sangre. Tenemos que asegurarnos de que es humano, luego el tipo.-

Abrió el equipo para sellar que no había creído, totalmente, que necesitaría. -¿Cuántas personas han entrado y salido de aquí desde que Grogan se perdió?-

– Desde que he estado a bordo, sólo yo. Antes, según mi conocimiento, Sara Hunning, Steven Grogan y dos oficiales de a bordo.-

– Hay una señal de Fuera de Servicio en la puerta.-

– Sí-.

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