– Sigue a Ken, cariño. Te guiará a través de la maleza. Tenemos montado un pequeño campamento no muy lejos de aquí. Allí podrás descansar hasta el anochecer.
– ¿No crees que vendrán tras nosotros?
– Esa es la idea. Pensarán que estamos atrapados aquí, y tarde o temprano se pondrán en marcha.
– Necesito encontrar a Luther, Jack. Puede llevarnos hasta Mari.
– ¿Estás completamente segura de que tienes una hermana? Whitney podría ser capaz de implantar recuerdos como lo es de hacerlos desaparecer.
Briony alargó la mano hacia él, mente con mente, intentando hacerle sentir lo que ella sentía, el vacío, la alegría del descubrimiento, el sonido de dos voces entremezcladas. Jack y Ken usaban la telepatía al igual que Briony y Mari.
– Inténtalo. Inténtalo ahora -le sugirió Jack. Le cogió del brazo mientras caminaban por un arroyo poco profundo-. Las piedras son peligrosas, aquí, Briony. Vigila donde pisas.
Briony se concentró en recordar a su hermana lo que se sentía al estar con ella, al verla y relacionarse con ella. Sentía las rocas afiladas y resbaladizas bajo los pies y el agua fría filtrándose en sus zapatos, pero su mente ya estaba alejándose, alargándose hacia Mari. ¿Dónde estás? No puedo encontrarte. ¿Sabes quién… me recuerdas? Mari. Contéstame.
Silencio. Soledad. Briony apretó su mano contra su dolorido corazón.
– No puedo alcanzarla, Jack.
– Entonces sabemos que no está cerca -contestó él.
La usual calma de él, la tranquilizó.
– Aún así, probablemente esté aquí, en los Estados Unidos, ¿no?
– No será difícil rastrear a Luther. Si en algún momento vuela dentro o fuera del país, deberíamos poder encontrar el punto de partida.
– No creo que Whitney esté en los Estados Unidos. Solía ponerme enferma, entonces mamá hacía una llamada y el doctor Sparks estaba allí en un día. A veces en horas. Kadan me contó que Whitney tenía varios jets privados que podían aterrizar en cualquier base militar alrededor del mundo. Si tiene esa clase de influencias, fácilmente podría sacar a alguien del país y llevarlo a otro -protestó Briony-. Si esos jets se usan para llevar prisioneros de un lugar a otro sin que nadie lo sepa, Whitney ciertamente podría mover a Luther fuera y dentro de los Estados Unidos sin problemas -colocó ambas manos de forma protectora alrededor del estómago-. Podría sacarme del país.
– Ni hablar, encanto -dijo Ken-. Los Estados Unidos son el territorio de Whitney. Tiene amigos en las altas esferas, y sin duda alguna usa tácticas de la CIA para llevar a cabo operaciones encubiertas. Está enclaustrado hondamente aquí, y sí, puede que tenga sitios al otro lado del mundo, pero querrá estar allí donde sabe que tiene ayuda, y eso es en los Estados Unidos.
– ¿Cómo podemos confiar en alguien? -preguntó Briony-. En el archivo que me dio Kadan, había una sección entera sobre corporaciones que hacían de tapaderas, jets y bases militares en todo el mundo, y laboratorios secretos. Sabes que va a tener ayuda. No está solo en esto. Está creando un ejército de súper soldados para alguien.
Jack la ayudó a pasar sobre una serie de rocas particularmente largas, y subir al terraplén.
– No suenes tan asustada, Briony. No va a atraparte.
– Él tiene a mi hermana.
– La encontraremos. Tengo algunos amigos en los que confío -dijo Jack, lanzándole un vistazo a Ken sobre la cabeza de ella.
¿Sigue siendo cierto eso? ¿En quién podemos confiar?
Confiamos el uno en el otro y en los miembros de nuestro equipo, ya que es todo lo que tenemos, Jack. Ellos están en esto con nosotros. Si nosotros somos prescindibles, ellos también.
Ken se aclaró la garganta.
– Estamos asumiendo que tú hermana si de verdad existe quiere salir. Whitney se las ha arreglado para conseguir que algunos pocos hombres trabajaran para él y parecen fanáticos. ¿Es posible que ella quiera estar exactamente donde está?
– Luther dijo que no era necesario que las mujeres estuviesen de acuerdo. Creo que Whitney quiere ver lo lejos que ella llegará para luchar contra él y lo lejos que sus súpersoldados “bancos de semen andantes” irían para retenerla -se tocó la mejilla-. Luther pasó de ser amable conmigo, y hablarme de forma razonable, a tener momentos de celos y furia. No, no creo que ella quiera estar ahí, Ken. Creo que está retenida como prisionera y que le están haciendo daño para conseguir su colaboración. Quiero encontrarla.
– La encontraremos, Briony -le aseguró Jack.
Siguieron un tenue camino de ciervos hasta un grueso bosquecillo. Las ramas en lo alto se entrecruzaban para formar una gruesa cubierta, proporcionándoles sombra y un refugio contra la metódica búsqueda del helicóptero sobre ellos. Jack pasó directamente sobre varios helechos gruesos y apartó las hojas, tanteando el suelo hasta que encontró una cuerda.
La puerta trampa se abrió para revelar un hoyo lo suficientemente ancho para ocultar algunas provisiones. Sacó un pesado cacharro y lo colocó a un lado. Tras él vino un segundo.
– ¡Demonios! ¿Estáis planeando quedaros aquí una temporada?
– Nos gusta la comodidad -explicó Ken-. Todas las comodidades de una casa. Se llama estar preparados, hermanita. Mejor esconder unas pocas provisiones aquí y allí a que te pillen con la guardia baja.
Jack extendió en el suelo el aislante y echó un saco de dormir sobre él, haciéndole gestos a Briony para que se sentase.
– Todo excepto el libro sobre bebés. La próxima vez creo que incluiremos cosas de ese tipo con los víveres, así, si perdemos uno, tendremos otro.
– Tienes que estar bromeando.
– No -dijo Ken-. Siempre tiene libros para leer. Yo soy un hombre más musical.
Ella se sentó a la sombra, mirando cómo los dos hombres establecían un área letal alrededor del pequeño campamento. Parecía que habían pensado en todo. Tenían pastillas para conseguir fuego si necesitaban calor y víveres para comer. Sobre todo, notó Briony, tenían municiones, armas y explosivos.
– Acuéstate, nena. Deja que me encargue de la herida de tu costado -le ordenó Jack. Calentó agua usando una de las pastillas. Se acuclilló detrás de ella, le levantó la camisa y le indicó que apartara los vaqueros lo suficiente para darle espacio para trabajar.
– No duele tanto ahora que ya no corremos -le dijo ella.
– Estás cubierta de sangre.
– Estaba corriendo. Tenía que sangrar mucho. No me clavé nada importante -dijo Briony-. Tuve mucho cuidado.
Él le quitó la gasa empapada de sangre y examinó atentamente los pequeños puntos.
– No está mal, sólo un poco irregular. Lo hiciste mejor conmigo.
– ¿No está mal? -Briony chirrió las palabras, fulminándolo con la mirada-. La cosí yo misma, muchas gracias.
Ken rompió a reír.
– Él me dijo lo mismo una vez.
Briony hizo una mueca de dolor cuando Jack le volvió a limpiar la herida con el agua caliente y el antiséptico. Ardía y escocía tanto como para llevarle lágrimas a los ojos.
– ¿Dónde estabais? ¿Cómo te heriste?
– Afganistán -dijo Ken-. Fue en una cumbre de 100 pies de altura conocida como “Whale’s Back” en el oeste de un valle. Al este se levantan las montañas Shah-e-Kot, con el enemigo sentado a unos once o doce mil pies, usando desde pequeñas armas hasta morteros y pesadas ametralladoras. La infantería estaba atrapada en el valle, cargando a campo descubierto un pesado equipo y sin cobertura. El enemigo tenía todas las ventajas, disparando desde cualquier posición defensiva, y provocando importantes bajas entre los soldados de infantería.
– Cuando dices infantería, ¿te refieres a muchos escuadrones?
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