Los gritos y las balas corrían a través de la selva por lo que los pájaros se elevaron de las copas de los árboles, chillando en el aire. Los gritos de los heridos se mezclaban con los sonidos desesperados que los líderes enfadados gritaban para establecer el orden. Un soldado se elevó delante de Jack, barriendo el área con un rifle de asalto. Jack golpeó la tierra y dio una voltereta, dando golpes con su pie, tirándolo al suelo, sacando el rifle de sus manos, y usando su fuerza realzada, dando un golpe mortal con la culata del rifle. Colgó las armas alrededor de su cuello para dejar sus manos libres y enganchó un cuchillo grande y otro rifle mientras corría hacia la cobertura de la selva. El soldado le había provisto sin querer, de fuego de cobertura, disparando a varios de sus colegas rebeldes.
Jack se zambulló en el follaje más espeso cerca de él, dando volteretas en los helechos frondosos, y corrió agachado a lo largo del estrecho rastro hecho por algún animal pequeño. Las balas llovían a su alrededor, una o dos estuvieron demasiado cerca para su comodidad. Se mantuvo moviéndose deprisa en la jungla profunda donde la luz apenas penetraba la gruesa canopia. Era un Caminante Fantasma y las sombras le dieron la bienvenida.
La selva tropical estaba hecha de varias capas. En el nivel emergente, los árboles crecían tan altos como 270 pies. La canopia estaba a unos 69 pies sobre él, donde muchos de los pájaros y la vida salvaje residían. Los musgos, el liquen y las orquídeas cubrían los troncos y las ramas. Vides parecidas a serpientes bajaban como tentáculos. Palmas, filodendros y helechos se extendían con hojas grandes para proveer incluso más cobertura. El sotobosque veía muy poca luz solar y estaba oscuro y húmedo, perfecto para lo que necesitaba.
Una vez en las áreas más oscuras, se mezcló con el follaje, las rayas y el patrón de la selva cubrieron su piel, desde su cara por el cuello, el pecho y los brazos. Los pantalones de camuflaje especialmente diseñados recogieron los colores a su alrededor y los reflejaron, por eso prácticamente desapareció en la vegetación, como si la jungla se lo hubiera tragado.
Jack saltó a los árboles, usando las ramas mas bajas, trepando rápidamente hasta la bifurcación de un gran árbol de hoja perenne que era particularmente pesado en follaje. Desde su posición, podía ver fácilmente el suelo del bosque. Parecía desnudo pero sabía que estaba repleto de insectos, como una alfombra viva sobre un suelo pobre. Esperó, sabiendo que los rebeldes vendrían en tropel a través de la selva. El mayor Biyoya estaría furioso de que Jack hubiera escapado. Biyoya tendría que responder ante el general, y el General Ekabela no era conocido por tratar amablemente a los que les fallaban.
Las maldiciones y las órdenes gritadas, rabia y miedo en sus voces, fueron a la deriva junto con el humo a través de los árboles. Jack deseó que uno de los troncos ardiendo que había pateado fuera del hogar hubiera prendido fuego a la pequeña cabaña cubierta por hojas que al mayor le gustaba usar.
Jack examinó sus armas. Tenía dos rifles de asalto con munición limitada, un machete, y dos cuchillos, y cosidos a sus pantalones había varios garrotes. Más que armas y cuchillos, Jack tenía sus realces físicos y psíquicos, producto de la experimentación permitida por él para convertirse en un miembro del equipo encubierto de los Caminantes Fantasmas.
A su alrededor, el pesado follaje le mantuvo escondido y las parras le permitían moverse rápidamente arriba y abajo en los árboles que necesitase. El sonido de la lluvia era un compañero seguro, pero las pesadas gotas apenas penetraban la gruesa canopia por encima de él. La humedad que le tocaba le ayudó a mitigar el calor opresivo.
Los soldados entraron en la jungla en un modelo estándar de búsqueda, los hombres estaban separados por no más de unos cuatro pies, pero se dispersaron para cubrir una zona más amplia. Esto le dijo que el mayor estaba en escena y dirigiendo a sus hombres en medio del caos. Jack se agachó, el rifle en sus brazos, y vio a los rebeldes saliendo a través de las anchas plantas frondosas y los helechos gigantes. Pensaban que eran silenciosos, pero escuchaba el jadeo estable del aire moviéndose a través de sus pulmones. Incluso sin esto, todavía los habría señalado fácilmente. Con su visión realzada de Caminante Fantasma, las olas de calor rojo y amarillo de sus cuerpos brillaban como neón brillante contra el frío follaje de la jungla. Olió la excitación rezumando de sus poros. Debería haber sido miedo. Sabían que entraban en la selva detrás de un depredador herido y que él los cazaría, no tenían manera de conocer que tipo de hombre era.
Jack se había movido deprisa a través de la tierra desnuda del campamento, pero una vez bajo la cobertura de las sombras, estaba seguro porque había escondido sus rastros. Había sido muy cuidadoso para no perturbar las plantas en los árboles mientras subía, saltando la mayor parte del camino, aterrizando ligeramente en los talones para no estropear el musgo o el liquen y delatar su presencia. Ellos esperaban que corriese hacia Kinshasa, escapando tan rápido como fuera posible. Nadie miró hacia arriba, seguramente no hacia lo más alto de la canopia, y se sentó silenciosamente mientras la primera oleada de cerca de 30 soldados lo dejaba atrás.
Examinó las armas a fondo, familiarizándose con el sentimiento de cada una. Se tomó su tiempo haciendo una vaina para el machete, usando una vid para colgárselo. Todo mientras miraba y escuchaba, buscando en su mente, escogiendo sus rastros desde su posición ventajosa, escuchando los susurros de los hombres mientras pasaban justo por debajo de su árbol. El tercero era un problema, y tan pronto como el último de los rezagados pasó, guardó uno de los rifles en la intersección de la rama del árbol y volvió al borde del campamento en silencio. Usando las vides para pasar a través de las copas de los árboles, cortó unas suculentas uvas rellenas de líquido y las mantuvo en su boca, impidiendo cuidadosamente derramar una gota.
Un chimpancé grito una advertencia a varios cientos de yardas a su izquierda, y se congeló, gradualmente permitió que la vid vacía volviese al enredo con el resto. Invirtiendo su cuerpo con lenta precisión, se movió como un espectro, de cabeza abajo, por la vid hacia el suelo forestal. Colgando a unos pocos pies del suelo, hizo un gracioso giro para poner sus pies cuidadosamente sobre la superficie húmeda, aterrizando en una posición agachada, las armas en alto y listas. Se congeló cuando los dos guardas del perímetro lo miraron directamente pero no lo vieron, su cuerpo mezclándose con los árboles y el follaje a su alrededor. Los dos soldados solitarios miraban alrededor con cautela, e intercambiaban comentarios acalorados que culminaban en uno dándole al otro la razón.
El humo ondeaba en una de las chozas, y Jack captó vistazos de pequeñas llamas que todavía parpadeaban entre los restos. Dos soldados trabajaban apilando los cuerpos de los muertos mientras un tercero y un cuarto ayudaban a los heridos. Jack bordeó alrededor del claro, manteniéndose en el pesado follaje mientras se acercaba a la armería. Sabía que el alijo de armas era enorme.
Las provisiones habían pertenecido al gobierno anterior y venían de los Estados Unidos. Cuando el general y sus soldados abandonaron sus trabajos en el ejército y se dispersaron, habían asaltado un número de las armerías gubernamentales. Como un ejército, estaban bien abastecidos, bien entrenados y completamente móviles, unas buenas cinco mil tropas. El general gobernaba la zona con mano despiadada y sangrienta, manteniendo a la gente a raya con violencia rápida siempre considerándolas lecciones necesarias. El campamento principal estaba al menos a cien millas en el interior, y los pequeños campos satélites se extendían como una telaraña.
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