Kate miró a su hermana menor, luchando para evitar que su cara mostrara su emoción. Jackson nunca la había llamado Katie, ni una vez en todo el tiempo desde que se conocían. Y la expresión de su cara cuando él miraba a Elle hacía que se le llenasen los ojos de lágrimas. La miraba como si el sol saliera y se pusiera por ella, y más que cualquier cosa, todos querían que Elle fuera feliz.
– Trajimos algunas velas y otras cosas más, Elle -dijo Kate con voz algo inestable-. Hemos estado hablando sobre la mejor manera de intentarlo y darte privacidad. ¿Estás dispuesta?
Jonas se puso en pie.
– Mejor os dejaremos con ello. Podemos salir al porche y tomarnos algo de café de hombres para variar.
Había una nota en su voz que Jackson entendió. Jonas quería hablar. Jackson dio un respingo en su interior. Jonas era un agente de la ley hasta el final, pero él conocía a Jackson, y conocía la forma de pensar de Jackson. Él quería arrestar a Gratsos, creía que había alguna manera de atraparlo dentro de la ley y Jackson no tenía muchas ganas de discutir.
Jonas suspiró y sacudió el pulgar hacia la puerta.
Jackson puso los pies de Elle cuidadosamente en el suelo.
– Estaré en la parte de atrás algunos minutos, cariño. Pero no te preocupes, no te dejaré ir. -Él se movió en su mente, recordándole que la ayudaría a crear una fuerte barrera entre ella y sus hermanas para que no percibieran lo que había soportado.
La intimidad entre Elle y Jackson había crecido rápidamente, desde que ella había conectado con él cuando estaba en el campo de prisioneros. Cuanto más compartían sus mentes, más intrincadamente entretejida se volvía la conexión. Él había estado solo la mayor parte de su vida, no únicamente solo, sino que intencionadamente era un ermitaño, y ahora no podía imaginar su vida, ni su mente, sin Elle en ella. Su toque, no sólo psíquico, era adictivo. El calor que ella compartía con él, su amor sin reserva, inflexible, que ella derramaba sobre él era ya una parte de sí. Cuando él miraba su casa, sabía que era un hogar porque ella estaba allí.
Jonas carraspeó. Él captó la sonrisa que Hannah y Joley se dirigieron entre sí. Las Drake querían a Jonas. Era más que el marido de Hannah, era verdaderamente su hermano en sus corazones. El único que tenían. Su feroz protector y su dolor más grande. Sabían que él quería hablar con Jackson a pesar del intento de Jonas por mantenerlo en secreto.
Elle le dedicó una pequeña sonrisa y él le guiñó el ojo. Su sonrisa se amplió.
– Vas a hacerlo, entonces, Elle. -Jackson hizo más una declaración que una pregunta-. Una vez que lo hagas, regresaremos a la casa Drake. Es el centro del poder y tendremos aún más munición contra ese hijo de puta. Mientras tanto, esa casa puede protegerte mejor que yo.
Ella negó con la cabeza.
– No, no puede. Él estaría siempre sobre mí si tú no lo detuvieras, Jackson. -Había una tranquila convicción en su voz-. Él no puede sobrepasarte.
Damon estaba en pie, apoyado con fuerza en su bastón.
– ¿Estás segura?
– Absolutamente. No puedo mantenerlo fuera. No sé si es por las lesiones o porque no puedo mantener una barrera natural contra él, o porque él conoce exactamente cada punto débil. Tan pronto como Jackson se aparta de mí, puedo oír a Stavros murmurando en mi oído, diciéndome que viene a por mí. Que si no regreso matará todos los que amo y que tarde o temprano conseguirá a una persona que me importa más que nada. -Ella miró a Jackson y hubo dolor en sus ojos-. Se refiere a ti.
Jackson curvó la palma alrededor de su nuca y la llevó hacia él, inclinando su cabeza hacia atrás con el pulgar, presionando la frente contra la de ella.
– Entonces está a punto de sufrir una gran decepción, cariño. Ambos sabemos que no se me mata tan fácilmente.
– No podría soportar que alguien más fuese herido o resultase muerto por mi causa -susurró ella, acercándose más-. Ya no sé ni cómo vivir sin ti.
– Mira a tu alrededor, Elle -dijo Jackson-. Fíjate bien en tu familia. Nada va a sucedernos a ninguno. Aunque sólo sea en esto, confía en mí. Él no va a ganar.
Jackson se dio la vuelta abruptamente y salió de la sala con Bomber a su lado. Abrió la puerta de un empujón y salió al porche, la furia fluía en su interior. Por un breve momento le consumió, se alimentó de él, hasta que sintió las tablas bajo las plantas de sus pies.
Damon e Ilya lo siguieron, Damon se dejó caer en una de las sillas del porche.
– Vas a ir tras él.
– No tendré que ir tras él. El muy hijo de puta vendrá directo hacia mí -dijo Jackson-. Está tan pagado de sí mismo que piensa que puede venir a mi terreno y llevarse a mi mujer. -Su voz era cortante como un glaciar.
– Tienes un plan.
Ilya y Jackson intercambiaron una larga y conocedora mirada. Jackson se encogió de hombros. Sólo necesitaba su arma y al hombre en su punto de mira e Ilya ya estaba con él al cien por cien en la estrategia.
Damon le sonrió.
– Creo que deberíamos volver a pensar tu plan un poco más. -Palmeó la silla junto a él.
– Ese bastardo no va a salir vivo. -La hosca declaración no daba pie a discusión. Jackson miró a Jonas, que los había seguido, con Tyson, Alexandr y Matt justo detrás.
– Jackson -advirtió Jonas-. No puedes matar a alguien a sangre fría. Eres un ayudante del sheriff, has jurado defender la ley.
– Puedes retirarme la placa, Jonas -dijo Jackson tranquilamente-. Redactaré mi dimisión y la tendrás en tus manos en cinco minutos. -Comenzó a regresar a la casa.
Jonas dio un paso para ponerse delante de él.
– No seas idiota. ¿Qué vas a hacer? ¿Disparar contra él e ir a la cárcel?
– Ese es básicamente el plan.
Fue Damon el que contestó.
– Yo podría tener uno mejor. ¿Por qué no te sientas y me escuchas? He estado dándole muchas vueltas y aunque no tenga todos los detalles resueltos, creo que podemos deshacernos de él sin que nadie vaya a la cárcel. Aunque tengo que estar de acuerdo con Jackson en querer al hombre muerto, no me apetece mucho perder a un cuñado. Jonas, si crees que es que mejor que no oigas esto, tal vez deberías entrar y ver si Hannah necesita cualquier cosa. -Se volvió a mirar a los demás-. Si alguno no queréis oír lo que tengo que decir, ahora es el momento de marcharse.
Jonas se encogió de hombros.
– No puedo actuar como un hipócrita. Pero no quiero que Jackson se meta en problemas. Me hice a la mar para matar al hombre que amenazaba a Hannah. Y si llegase hasta Gratsos, le mataría. Puedo ser un cabezota, Damon, pero sé que arrestar a Gratsos no va a detenerle.
– Entonces, tengo un plan. -Damon sonaba orgulloso de sí mismo-. O al menos el principio de uno.
– Oigámoslo -dijo Jackson, y se sentó sobre la barandilla, levantando una barrera para que Elle no pudiera leer su mente. Él necesitaba permanecer en la de ella, pero no podía dejarla saber lo que discutían.
Elle percibió el momento en que Jackson erigió un escudo entre ellos. Tampoco es que hubiera sido muy sutil. Ella miró hacia el porche donde los hombres se apiñaban alrededor de Damon. Frunciendo el ceño, miró a Sarah buscando una explicación.
– Se traen algo entre manos.
– Damon tiene la cabeza bien equilibrada -le recordó Sarah-. Nunca se involucraría en ninguna locura. Siempre es la voz de la lógica y la razón. Probablemente los está tranquilizando a todos. Tenemos algunos cascarrabias en la familia.
Hannah le sonrió.
– No te referirás, por casualidad, a mi marido, ¿verdad?
Todas se rieron y comenzaron a colocar las velas alrededor del cuarto mientras hablaban.
– Jonas no va a cambiar nunca -dijo Joley-, pero le queremos como es, Hannah.
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