– Malvado. -Sonó complacido-. Jackson el tipo malo.
Ella frotó la mano sobre el frente de sus vaqueros.
– Jackson en problemas.
La alejó firmemente y forzó su cuerpo a controlarse para poder caminar a la puerta principal sin que cada paso fuera doloroso. Había una congregación en su porche delantero. Bomber inclinó la cabeza para mirarle.
– Sí, déjala hacer la señal de no ladrar. ¿De qué lado estás? -Miró enfurecido a su perro, al traidor, y abrió la puerta para dejar entrar a la familia de Elle.
Todos. Toda la familia Drake. Sarah con Damon. Realmente, le gustaba Damon, el más tranquilo entre ellos y probablemente el más brillante, aunque Tyson, el prometido de Libby, estuviera compitiendo por ese título también. Damon era más mayor y mucho más asentado. Tenía una influencia calmante en todos, sin decir nunca mucho, pero cuando lo hacía, todos escuchaban.
Jackson tenía debilidad por Sarah. La mayor de las hermanas Drake, que cuidaba realmente de sus hermanas y de todos. Sarah tenía una buena cabeza sobre los hombros. La sintió tocar la mente de Elle, el más libero de los roces y algo dentro de ella se inmovilizó. Apretó la mano de Damon y sonrió antes de dirigirle a Jackson una rápida mirada. Supo que ella estaba muy enterada de que él y Elle habían hecho el amor. Sarah se inclinó para besarlo en la mejilla.
– Gracias, Jackson. Ella se siente feliz -susurró Sarah.
Él miró a Elle y se sorprendió de que no estuviera ya en el cuarto. Sarah quería decir que ellas podían sentir la diferencia en ella y se dio cuenta de que él también. Podía. El espíritu de Elle era más ligero. Más fuerte. Elle había regresado a ellos. Todas sus hermanas le miraban con estrellas en los ojos. Se retorció bajo las miradas cariñosas, no estaba acostumbrado a ser el centro de atención.
– ¿Cómo estás, Abbey? -Giró hacia su cómplice, evitando la mirada furiosa de Alexandr. El hombre tenía un brazo envuelto apretadamente alrededor de la cintura de su mujer y no parecía que fuera a soltarla durante mucho tiempo.
– En problemas. Alexandr es peor que el tiburón. -Le guiñó un ojo-. Magulladuras en su mayor parte. Algunos puntos.
– Infección -dijo con brusquedad Alexandr.
Abbey hizo muecas.
– Tuve antibióticos intravenosos anoche y Libby me está ayudando así que estaré bien. Los delfines están vivos y eso es lo que cuenta. Gracias por ayudarme anoche.
Libby dio un paso con Tyson. Los grandes ojos buscaron la cara de Jackson y algo en ella pareció asentarse.
– Inez llamó a Sarah esta mañana.
Jackson no pudo evitar que la sonrisa se esparciera por su cara. Sintió el impacto del momento en que Elle entró en el cuarto. Ella le robaba el aliento y el corazón. Estaba allí parado como un idiota con una gran sonrisa tonta en la cara y nada en absoluto que decir. Ella caminó hacia él pareciendo una reina. Con la cabeza en alto. Regia. El largo cabello rojo desparramado sobre la espalda. Los ojos en los de él. El estómago de Jackson se apretó. Ella encajó bajo su hombro, deslizando un brazo alrededor de su cintura, parada con él en la puerta mientras su familia entraba en la casa.
Se sentía como un bobo, no malvado y tipo malo, sino tan feliz sobre esa cosita que le quedó mudo, pero nadie lo sabía excepto él. Elle alzó la mirada. Jackson suspiró. Bien. Nadie sabía en que idiota podía convertirlo ella, y podía vivir con eso. Sintió su sonrisa. En su mente. En su corazón. Y le calentó.
Kate entró con Matt. Apretó la mano en el hombro de Elle. Kate parecía fuerte y bien descansada, serena como siempre. Podía traer calma a la situación más tempestuosa. Ella le envió una de sus sonrisas especiales y se sintió incluido en su pequeño círculo. Matt había servido con él, entrenado con él, ayudado a rescatar a Elle, sin vacilar ni una vez. Jackson no pudo evitar sentirse un poco culpable de pedirle a Kate que hiciera algo tan peligroso. Como si leyera sus pensamientos, o simplemente le leyera el lenguaje del cuerpo, Kate tendió la mano y la colocó suavemente en su brazo. Inmediatamente sintió paz. Le sonrió dándole las gracias cuando ella asintió y entró en el salón.
Entró Hannah. Adoraba a Hannah. Era sencillo. Había algo elegante, encantador y dulce en Hannah. Y pertenecía a Jonas, ella caminaría a través del fuego por Jonas. Hannah le abrazó. Siempre le había abrazado y sabía que ella no tocaba a demasiadas a personas así que siempre se había sentido privilegiado y un poco apocado por su aceptación.
La besó en la mejilla.
– ¿Cómo te sientes, cariño?
– Aparte de tener a Jonas cerniéndose sobre mí y estar vomitando constantemente a causa de esto… -Se frotó con la mano el pequeño bulto del bebé-. Estoy bien. ¿Te importa si hago unas pocas galletas para acompañar nuestro té? Si vamos a hacer otra sesión curativa con Elle, quizás necesitemos un poco de azúcar extra.
– La cocina es toda tuya. -Hannah hacía que todo supiera un poquito mejor.
Le pone amor a todo.
– Maldita sea, Elle. ¿Vas a dejarlo? -dijo con brusquedad Jackson-. Eres tan jod… -Las palabras se desvanecieron con todas las hermanas mirándole-. Eres terca.
Ella se rió, maldita fuera, no le daba el más mínimo miedo su ira. Por el rabillo del ojo captó a Jonas sacudiendo la cabeza y articulando palabras que se parecían sospechosamente a «calzonazos». Por detrás de la espalda de Elle le enseñó el dedo. Jonas sólo se rió de él.
Joley entró la última con Ilya cerniéndose sobre ella. Ella trajo instantáneamente energía y brillo al cuarto. Era como mercurio y Jackson estaba un poco asombrado de que Ilya hubiera logrado realmente convencerla para que se casara con él. Se imaginaba que la ceremonia tendría lugar pronto. Ella, como Hannah, estaba embarazada.
– Me gusta tu casa -dijo Joley.
– Espera a ver su piano -contestó Elle con engreimiento.
El silencio sorprendido le dañó las orejas. Él podía decir que estaba con las puntas rojas y ardiendo. Tú, muchacha traicionera. Pagarás por esto más tarde.
Elle se rió en voz alta.
– Es asombroso al piano. Joley, tienes que oírle tocar las canciones que ha escrito. Son unas piezas sorprendentes.
– ¿Compones? -preguntó Joley, obviamente interesada.
Adoraba todo lo relacionado con la música y Jackson podía ver que le iba a llevar mucho frenarla ahora. Carraspeó varias veces.
– Está exagerando. Toqueteo un poquito, nada de particular.
– ¿Tocas el piano? -preguntó Jonas como si fuera un pecado.
Jackson se inclinó, levantó el pelo de Elle lejos de su cuello y la mordió. Ella gritó y él suavizó la mordedura con la lengua. Sácame de esto .
Ella le miró con furia y se frotó el cuello.
– ¿Dónde has aprendido? -preguntó Sarah.
Desesperadamente bajó la mano de Elle y le mordió el dedo, luego lo chupó en su boca, moviendo la lengua sobre el pequeño picor. Ella apartó la mano de un tirón. Eres muy oral, ¿verdad?
Fue un signo de su desesperación que no la reprendiera.
– Mi madre me enseñó cuando era niño -admitió, dejándolo escapar.
Elle se compadeció de él. A Jackson no le gustaba hablar sobre su familia o su niñez. Le dirigió una sonrisa a Libby.
– Pensé que quizá si todas estuvierais dispuestas, podríais trabajar con otra sesión curativa en mí, todas menos Kate, y entonces Kate podría tratar de trabajar en mi talento. -Miró a Sarah-. ¿O piensas que debería ser al revés, Kate primero, por sí acaso algo falla?
– ¿Fallar cómo? -preguntó Matt.
Como distracción, era una buena, y Jackson decidió sentarse en un sillón con Elle cayendo elegantemente a sus pies. A las hermanas Drake les gustaba sentarse juntas en el suelo. Lo había descubierto unos cuantos años atrás cuando las conoció por primera vez.
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