Era sorprendente como podía Elle ovillarse tan pequeña como una pelota. Ocupaba muy poco en su regazo y se sentía pequeña y ligera en sus brazos. Quería estar a solas con ella.
– Tal vez deberíamos dejar descansar a Elle -concordó con Ilya. Jackson estaba ocupado examinando el daño causado a Elle tratando de hacerlo sin que fuera obvio. Gratsos estaba furioso con ella. Había querido hacerle daño y así lo había hecho. Ella estaba estremeciéndose e intentando ocultárselo a su familia.
Libby cruzó el cuarto para plantarse delante de ellos.
– Sé que no quieres que yo sienta algo que te pasó a ti y lo respeto, Elle. Pero soy médico así como tu hermana, y puedo curar.
– Ya lo has hecho. Puedo decirte que mis heridas ya están mejor -dijo Elle en voz bajita, sin alzar la vista. Se arrebujó aún más en Jackson.
Libby suspiró.
– Esto no está lo suficientemente bien, cielo. Hay cosas que tengo que comprobar y tú lo sabes. No podemos esperar. No creo que necesite tocarte, a menos que encuentre algo. -Ella esperó. Elle permaneció silenciosa y Libby se acercó un poco más con calma a su hermana y mantuvo las palmas de sus manos hacia afuera empezando en lo alto de la garganta, como si fuera una máquina de rayos X. Muy despacio pasó hacia abajo sus manos por el cuerpo de Elle, sobrevolando durante mucho tiempo cerca de su ingle.
Elle podía sentir el calor que manaba en ella. Curvó sus dedos alrededor de Jackson y aguantó. Era humillante para ella el no haber podido parar a Stavros, había logrado secuestrarla y someterla a un mes de tortura y violación. Ella no podía ni imaginar a las mujeres que habían sido tomadas y usadas como esclavas sexuales durante meses y años seguidos. Qué desesperadas tuvieron que sentirse, qué pequeñas e insignificantes. Qué avergonzadas.
Déjalo, nena. Ellas no tienen ningún motivo para sentir vergüenza y tú tampoco. La gente que hace este tipo de cosas a otros es quien debería sentir vergüenza. Jackson le rozó la cabeza con besos.
Libby dejó caer la mano, tambaleante y Sarah envolvió su brazo alrededor de la cintura de su hermana.
– No hay ninguna enfermedad, ni embarazo, y curé los desgarros y contusiones como mejor pude sin tocarte, Elle -susurró Libby con voz ahogada. Se alejó recostándose pesadamente contra Sarah.
Las hermanas de Elle se juntaron alrededor de Libby mientras se ponían en marcha hacia la puerta.
– Estaremos de vuelta para hacer otra sesión de curación y esta vez, seremos mucho más minuciosas -prometió Sarah-. Ilya llevarnos a casa. Sabes que eres bienvenida si quieres venir.
– Aún no puedo. Dadme otro par de días -suplicó Elle-. Estaré más fuerte y luego tal vez Kate pueda ayudar un poco y yo pueda ocuparme de la casa.
Jackson miró en torno a su casa, a la sutil diferencia en las paredes. No quería creerlo, pero comenzaba a pensar que tal vez la casa de las Drake se desplazaba.
– No te preocupes, Sarah -le prometió Jackson-. Cuidaré bien de ella.
Sarah asintió con la cabeza, sus ojos se encontraron con los suyos.
– Creo que lo harás, Jackson. Gracias por lo que hiciste.
Jackson vio a las hermanas Drake seguir a Ilya afuera. Inmediatamente la tensión se drenó de Elle. Casi se volvió lasa en sus brazos.
– Estuve tan asustada por ti. Aterrorizada. -Elle presionó la cara fuertemente contra su pecho-. Arriesgaste tanto. ¿Y si él hubiera entrado en tu cabeza? ¿Y si él pudiera causarte dolor, o incluso matarte, Jackson? Eres tan imprudente.
Él acarició su pelo húmedo, sólo parcialmente desenredado.
– Yo sabía que él no podría. A mi me diste la bienvenida. Me invitaste. Él es un intruso y no tiene cabida. Ya no tienes fe en tus propias habilidades, Elle, porque piensas que éstas te fallaron, pero tú todavía eres fuerte.
Un pequeño estremecimiento la atravesó.
– No fui lo bastante fuerte como para impedirle entrar.
– Déjame mirarte. ¿Cuánto daño te hizo? -La alzó separándola de él, y la obligó a quedarse de pie en el suelo.
Podía ver las manchas de huellas de dedos en su garganta. Tiró de la parte superior de la camisa bajándola más. Las contusiones oscuras creaban un patrón a través de la pendiente de sus pechos y se apreciaban señales de dientes apenas visibles. Ella todavía estaba aferrada a la mente de Jackson, a la espera de su retirada, esperando su reacción, así que él no le proporcionó ninguna, apisonó el crudo filo de violencia que había sido una herencia por parte de su padre. Era paciente y encontraría y mataría a Gratsos, pero ahora mismo, Elle necesitaba consuelo y Jackson estaba decidido a facilitarle todo lo que ella necesitara.
– No es tan malo. El muy bastardo. Y fíjate bien que esta vez no lo llamé jodido bastardo. Estoy aprendiendo.
Ella sonrió como él sabía que haría.
– No creo que comprendas completamente el concepto de lo que quiero decir. -Acarició la cabeza a Bomber y le restregó las orejas-. Eres un perro tan bueno. Gracias por tratar de salvarme.
– Tal vez podríamos usar eso -dijo Jackson de repente-. Voy a hacerte un té al modo tradicional y a terminar con tu pelo mientras pienso sobre ello.
– ¿Sobre qué? -Le observó recoger las tazas de té y llevarlas a la cocina, yendo tras él pisándole los talones-. ¿En qué estas pensando?
– Bomber y sus instintos. Obviamente reconoció la energía psíquica de Gratsos mucho antes de que lo hiciéramos nosotros. Cada vez que tú has estado en problemas, él se ha puesto antes en alerta. No me percaté de inmediato, pero esto es lo que él hace. -La echó un vistazo por encima del hombro-. ¿Tienes hambre?
Ella sonrió otra vez, esta vez sus ojos se encendieron. Había estado alterada por no querer que sus hermanas tuvieran que curarla, pero estaba agradecida a Libby. Se había sentido tan sucia, y Libby la hizo sentirse entera otra vez, no por completo sucia y usada.
– Jackson Deveau, vas a ser todo un empleado doméstico para mí. En realidad no eres tan mal encarado después de todo.
Él sonrió abiertamente, un poco avergonzado.
– Soy un mal encarado total. No vayas a arruinar mi reputación por ahí.
– Mis hermanas lo apoyarán. Se calientan para sus adentros cuando me gritas.
Sonaba engreída, y bromista. A él le gustó esto. Le proporcionaba una sensación cálida en el hueco del estómago. Siempre se había preguntado lo que una persona solitaria como él haría con una mujer permanentemente a su alrededor; ahora sabía que la quería con él.
– Te estoy leyendo el pensamiento -le recordó ella, entrando descalza en la cocina embaldosada-. Háblame sobre tu gran plan.
Él suspiró y la cogió en brazos, depositándola sobre la encimera junto a él mientras guardaba en su sitio los comestibles que Inez les había traído. Sostuvo en alto varias bolsas de la fruta favorita de Elle desecada: la mandarina.
– Esa mujer es tan dulce a veces.
– Nunca pensé que te oiría decir eso de Inez. No te hablas con ella.
– Me hablo con ella. -Él se aclaró la garganta y apartó la mirada, un apenas perceptible rubor ascendió por su cuello-. Me trae comestibles a veces.
– ¿Sin que se los pidas?
Él se encogió de hombros y sacó los ingredientes para hacer bocadillos.
– Jackson. -Elle esperó hasta que la miró-. ¿Por qué te trae comestibles?
– No lo sé. Le digo que no es necesario, pero ella piensa que me lo debe o algo así.
Podría decirse por su rubor y renuencia que realmente estaba avergonzado. Elle se movió en su mente. Alzó la ceja.
– ¿Le prestaste dinero?
– Maldita sea, Elle. No lo digas en voz alta. Nadie lo sabe y no se lo presté exactamente a ella. Es una mujer muy orgullosa y constantemente está ayudando a la gente. Demasiado. Insistió en mantener la galería de arte de Frank Warner abierta. Él va a salir de prisión cualquier día de estos.
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