– ¿Todo bien? -repitió Logan.
– Claro que estoy bien. Solamente descansaba. No tengo la mejor vista del mundo y se me cansan los ojos.
– Como para que no se te cansen. Nunca vi a nadie trabajar con tanta intensidad. Ni Miguel Ángel debe de haber estado tan tenso mientras esculpía el David.
– Tenía más tiempo.
– ¿Cómo te está yendo?
– No lo sé. Nunca sé hasta que termino. Ya pasó el trabajo de burro. Ahora viene lo difícil.
– Un descanso te podría ayudar.
Logan estaba sentado con aire sereno, pero de pronto Eve intuyó la tensión en él.
– Es lo que estaba tratando de hacer: descansar -comentó con ironía.
– Perdón. Y yo estaba tratando de ayudarte. -Esbozó una sonrisita torcida. -En varias oportunidades, creí que te desmayarías.
– Pero no me detuvo.
– No puedo. El tiempo corre. -Hizo una pausa. -¿Cuánto falta?
– Doce horas. Tal vez un poco más. -Cansada, Eve se apoyó otra vez contra el respaldo. -No lo sé. Lo que me lleve. No me presione, diablos.
– De acuerdo. -Logan se puso de pie con movimientos rígidos. -Te dejaré que descanses. ¿Por qué no te recuestas en el sofá? ¿Cuándo quieres que te despierte?
– No quiero dormir. Solamente tengo que descansar la vista.
– Entonces volveré más tarde. -Al llegar a la puerta, agregó: – Si no te molesta, desde luego.
– No, no me importa. -Cerró los ojos de nuevo. -Dígame Logan, ¿no se queda atragantado con tanta cortesía y sumisión?
– Un poco. Pero sobrevivo. Hace mucho tiempo aprendí que si no eres el chip más importante de la computadora, simplemente te limitas a engrasar las ruedas y no entorpecer el camino.
– Qué mezcla atroz de metáforas.
– ¿Qué sabes tú de eso? Debes de tener la mente en una nebulosa.
– No tengo que pensar. De ahora en más, es instinto puro. Solamente tengo que poder ver.
– Me puedo encargar de alimentarte, pero en eso no te puedo ayudar.
– A esta altura, nadie puede ayudarme.
La puerta se cerró detrás de él.
– Nadie -murmuró Eve-. Ahora es entre nosotros dos ¿no es cierto, Jimmy?
CHEVY CHASE
MIERCOLES POR LA NOCHE, 23:45
– Ya casi terminó, Timwick -le informó Fiske-. Dijo que el trabajo resultó más fácil de lo que creía. Le deben de faltar unas doce horas.
– ¿Has visto el cráneo?
– Sí, pero no entiendo nada. Todavía no tiene ojos ni nariz. Creo que usted pierde el tiempo.
– Yo seré quien decida si pierdo el tiempo o no. Llámeme cuando el trabajo esté listo e iré de inmediato.
Fiske colgó el teléfono. Doce horas más y sabría quiénes serían los blancos: Doprel… o Logan y Duncan. Estos últimos representaban un desafío mucho más interesante, pero la verdad era que estaba hasta la coronilla de Doprel. No lo aguantaba más.
BARRETT HOUSE
JUEVES, 06:45
Alisa la arcilla.
Con delicadeza.
Con sensibilidad.
Deja que las puntas de los dedos se muevan como si tuvieran voluntad propia.
No pienses.
Ayúdame, Jimmy.
La arcilla estaba fría, pero Eve sentía las puntas de los dedos tibias, casi calientes, mientras moldeaban y alisaban.
Orejas genéricas. No tenía idea si habían sido protuberantes o si los lóbulos habían sido más largos.
Una nariz más larga y más fina.
¿Boca?
Genérica, otra vez. Sabía cuál era el ancho, pero no la forma. Hizo los labios cerrados, sin expresión.
Ojos.
Tan importantes. Tan difíciles. Sin medidas posibles y con muy pocos indicadores científicos. Bueno, no te apures. Estudia la forma y el ángulo de las órbitas. El tamaño de los globos oculares era casi siempre igual y había muy poca diferencia entre un niño y un adulto. ¿Debía ponerle a Jimmy ojos protuberantes, hundidos, o buscar un término medio? El ángulo de las órbitas y el hueso superior la ayudarían a decidir.
Pero todavía no. Los ojos eran siempre un factor determinante. La mayoría de los escultores forenses trabajaban de arriba abajo y hacían los ojos casi al principio. Eve nunca había podido hacer eso. Descubrió que tenía tendencia a apresurarse todavía más si los ojos la miraban.
Llévame a casa.
Más liso alrededor del pómulo. No demasiado profundo.
No mires la cara como un todo. Toma cada sección y cada facción por separado.
Alisa.
Rellena.
Más despacio. Todavía no puedes dejarte ir. No permitas que la mente guíe completamente las manos. No construyas imágenes mentales. Construye, nada más. Las medidas siguen siendo fundamentales. Contrólalas otra vez.
Ancho de nariz, 32 mm. Correcto.
Proyección de nariz, 19 mm. Correcto.
Altura de labio, 14 mm. No, tenían que ser 12. Baja el labio superior, por lo general es más fino que el inferior.
Rellena alrededor de la boca, hay un músculo importante allí. Dales más forma a las fosas nasales.
Una hendidura a cada lado de la nariz. ¿De qué profundidad?
¿Qué importancia tenía? Nadie nunca reconocía a alguien por una arruga.
Profundiza el área alrededor del labio inferior.
¿Por qué? No tiene importancia. Hazlo.
Alisa.
Moldea.
Rellena.
Arruguitas alrededor de los ojos. Y de la boca.
Estaba trabajando a toda prisa ahora. Las manos volaban por sobre la cara de Jimmy.
Ya casi había terminado.
¿Quién eres, Jimmy? Ayúdame. Ya casi estamos. Te tomaremos una fotografía, la haremos circular y alguien te llevará a casa.
Alisa.
Moldea.
Detente, no exageres.
Dio un paso atrás y exhaló. Había hecho todo lo que podía hacer.
Menos los ojos.
¿De qué color serían? Logan seguramente iba a preferir que utilizara ojos azules. Los ojos de Kennedy eran tan famosos como sonrisa. Al diablo con Logan. Este no era Kennedy… Además ¿por qué iba a darle el gusto a Logan? Dio otro paso atrás y por primera vez se permitió contemplar el rostro en su totalidad. Utilizaría los ojos marrones que siempre…-¡Dios todopoderoso!
Se quedó paralizada, contemplando la cara que había creado. Sintió como si le hubieran dado un puntapié en el estómago.
No.
Era mentira.
Caminó lenta y pesadamente hacia la mesa donde estaba el maletín con los ojos. Los globos oculares brillaban ante sus ojos… Azules, marrones, grises, pardos, verdes.
Tomó el estuche y lo llevó hasta el pedestal.
Estaba exhausta, la mente podía estar jugándole una mala pasada. Los ojos harían que todo fuera diferente. Marrones. Ponle ojos marrones.
Con mano temblorosa, tomó el primer ojo y lo insertó en la cavidad izquierda. Luego tomó el segundo y lo colocó en la derecha.
– Esos no son los ojos que van -dijo Logan desde un rincón-. Y tú lo sabes muy bien, Eve.
Rígida, se quedó mirando los ojos oscuros.
– No, no lo sé.
– Ponle los ojos que corresponden.
– Se trata de un error. Me debo de haber equivocado en algo.
– No eres una persona que se permite equivocaciones. Vamos, sabes qué ojos son los que van con esa cara.
Eve retiró los ojos marrones y los guardó en el estuche. Se quedó mirando sin ver los otros ojos que tenía adelante.
– Vamos, Eve, sabes cuáles tienes que usar.
– ¡De acuerdo! -Extendió la mano, tomó los ojos y los insertó con violencia en las cuencas.
– Ahora da un paso atrás y míralo.
Eve retrocedió. Era increíble. Santo Dios, no podía ser verdad.
Pero no cabía ninguna duda.
– ¡Maldito canalla! -Le temblaba la voz; no podía apartar la vista de los ojos grises. Empezó a temblar, sentía como si la Tierra entera estuviera temblando sobre su eje. -Es Ben Chadbourne. El Presidente.
CHEVY CHASE
– ¿Y bien? -preguntó Doprel en tono avinagrado-. ¿Es el terrorista que buscaban?
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