– ¿Que te inmovilizaron? ¿Cómo? ¿Estás hablando de fuerzas elementales? ¿O de algo sobrenatural?
– De ambas cosas. Estoy hablando de alguien con la capacidad de utilizar la energía negativa. Torturar y matar a un ser humano es lo más negativo que puede haber. El sufrimiento genera energía. Morir violentamente crea una cantidad increíble de energía. La destrucción siempre crea algo que reemplaza a lo que se destruye, aunque sólo sea pura energía. Si a eso se suma una ceremonia de magia negra destinada a generar aún más energía oscura, habría suficiente veneno psíquico para incapacitar incluso a un enemigo muy fuerte.
– ¿A ti?
– Soy yo quien cayó en la trampa. Soy yo quien se despertó incapacitada.
– Podría rebatir esa afirmación, pero da igual. ¿Estás diciendo que todo esto fue pensado para ese fin? ¿Para incapacitarte y hacerte daño? ¿Usando energía?
Saltaba a la vista que lo dudaba, y Riley no podía reprochárselo. Lo que estaba sugiriendo era increíble.
«Apuesto a que ésa es la conclusión a la que yo había llegado justo antes de los episodios de amnesia, lo que empecé a explicar en el informe: que, por increíble que pareciera, alguien estaba manipulando energía oscura premeditadamente y que había sido todo un montaje para traerme aquí. Y destruirme.»
Pero había algo con lo que su enemigo no había contado, estaba casi segura de ello. Algo que ella misma sólo empezaba a entender.
El comodín de la baraja era Ash.
– Riley…
– Ash, esto no tiene nada de mágico. Nada de antinatural, excepto por cómo se usa. Es la degeneración de la capacidad perfectamente humana de manipular los campos eléctricos y magnéticos. Todo el mundo lo hace a diario en grado mínimo: nuestro cuerpo está lleno de impulsos eléctricos que se disparan constantemente. Es automático. Involuntario. Pero en este caso alguien ha encontrado un modo de absorber energía oscura, energía negativa, y servirse de ella, e incluso dirigirla hacia fuera con un propósito concreto.
– ¿Eso puede hacerse, Riley? ¿Absorber energía de otra cosa? ¿De otra persona? Ella tomó aire y exhaló despacio.
– Espero de verdad que esto no te asuste. Fíjate bien en mi cara.
Él obedeció, y su ceño se hizo más profundo.
– Pareces… Tu cara no parece tan flaca, tan exhausta como hace unos minutos. ¿Qué…?
Ash era muy rápido. Fijó la mirada en las manos de Riley, que seguían aferradas a sus muñecas, y lo entendió.
– Espera un momento. ¿Estás extrayendo energía de mí? ¿De los dos?
Satisfecha porque hubiera añadido aquello último, Riley asintió con la cabeza.
– Estoy segura, sí. Cada segundo que pasa me siento más fuerte. Antes nunca había podido hacer esto. Y lo hemos intentado, te lo aseguro.
– ¿Quiénes?
– La UCE. Una de las formas que tiene Bishop de emparejar a sus agentes es complementando sus habilidades. Compensar una debilidad con un punto fuerte. Mi debilidad ha sido siempre que consumo tanta energía durante un caso que acabo exhausta, a veces en los momentos más críticos. Así que intentó emparejarme con miembros del equipo que tuvieran energía de sobra. Pero nunca funcionó porque yo no podía conectar con esa otra fuente de energía, ni siquiera tratándose de personas en las que confiaba, gente que estaba absolutamente dispuesta a compartir sus fuerzas conmigo. Bishop decía…
– ¿Qué decía?
Riley titubeó. Pero por frágil que fuera su memoria, su cuerpo tenía al menos una certeza (la tenía, estaba claro, desde hacía algún tiempo).
– Decía que hay una forma de confianza muy rara que sólo ha visto entre algunos hermanos y algunos amantes. Una confianza tan profunda y absoluta que todas las barreras que separan a las personas desaparecen. Es lo que le pasa a él con su mujer. Comparten sus pensamientos, sus capacidades, todo lo que son. Como dos mitades de una sola alma.
Respiró hondo y concluyó diciendo:
– Decía que probablemente yo lo descubriría cuando me enamorara. Y que, si eso pasaba, encontraría también una fuente de energía asombrosa con la que podría conectar. Miranda y él son precognitivos, así que cuando él dice «probablemente», uno puede darlo por sentado.
Al ver que Ash no respondía inmediatamente, se apresuró a añadir:
– No es que sea una vampira de la energía ni nada parecido, es sólo…
Ash la besó. Larga, lenta y profundamente.
Cuando pudo, Riley murmuró:
– Guau.
El sonrió, pero su voz sonó áspera cuando dijo:
– Cariño, la primera vez que hicimos el amor generamos calor suficiente para crear una estrella pequeña. Así que créeme cuando te digo que entiendo que los seres humanos puedan crear y canalizar energía. Sobre todo si se combinan adecuadamente.
Ella se aclaró la garganta.
– Ojalá me acordara.
– Te lo recordaré esta noche. O antes. -Volvió a besarla, brevemente esta vez, y añadió-: No sé cuánta energía estás extrayendo de mí ahora mismo, pero te la doy encantado, sobre todo si te está sirviendo de algo. Además, me parece que puedo prescindir de ella.
– Sí, eres una de esas personas que tienen de sobra. Más de la que necesitas o de la que puedes usar. -Era algo que había sentido desde aquel primer momento en el lugar del crimen, con recuerdos o sin ellos: aquella intensidad palpable que irradiaba de él-. Tienes que comprarte un reloj nuevo cada mes, o casi, porque todos se te estropean, y apuesto a que tienes problemas con los cajeros automáticos y los ordenadores.
– Pues sí. Tienes razón en las dos cosas.
– Algunas personas generan un montón de energía y no pueden canalizar productivamente su exceso. Otras la queman muy rápidamente. Incluso demasiado rápidamente.
– Entonces nos complementamos perfectamente. Lo que no entiendo es por qué acabas de darte cuenta de que puedes absorber mi energía. Corrígeme si me equivoco, pero hasta ahora tenía la impresión de que yo era una de las causas principales de que perdieras energía. O de que lo era nuestra relación, en cualquier caso.
– Y así es. -Ella se quedó pensando-. Supongo que se debe a que estaba tan inquieta por no tener el control que no podía conectar con tu energía, ni consciente ni inconscientemente, hasta estar desesperada. Hasta que mis reservas estaban tan bajas que era cuestión de pura supervivencia. Tú me has enseñado mi reflejo, y a un nivel muy primitivo me he dado cuenta de que tenía que tenderte los brazos o me moría.
– ¿Has hablado con alguien de ese afán tuyo de controlarlo todo? -preguntó él con una media sonrisa.
Ella no pudo evitar echarse a reír, aunque fuera un momento.
– Sí. A ti te pasa lo mismo. Es difícil tener fe en alguien.
– Y poner tu suerte en manos de otros. Sí, lo sé. Estabas muy cabreada por eso.
Riley tuvo que reírse otra vez.
– Apuesto a que sí. Pero eso explica que me comportara de forma tan rara, ¿no? Nunca había estado enamorada.
– Eso dijiste. Mirándome con enfado.
– No es verdad.
– Sí lo es. Tenías el ceño fruncido. No es que me importara. Yo tampoco me había enamorado nunca, y al principio también estaba un poco molesto. Me preguntaste si nuestra relación iba a ser abierta. No creo que ninguno de los dos fuera capaz de ocultar gran cosa, y fuimos bastante apasionados desde que nos conocimos.
– ¿Desde que nos conocimos?
– Sí. Por desgracia, tú habías salido con Jake el día que nos conocimos. Nos presentó él.
Riley hizo una mueca.
– Uf.
– Sí.
– Entonces, no me extraña que esté tan arisco.
– He intentado hacerme perdonar -reconoció Ash.
Ella se quedó pensando un momento, pero luego sacudió la cabeza.
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