Juan Escribano - Yo, psicópata. Diario de un asesino

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Escribano - Yo, psicópata. Diario de un asesino» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Маньяки, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Yo, psicópata. Diario de un asesino: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Yo, psicópata. Diario de un asesino»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Diario de un enfermo mental, un psicópata asesino que ve la decadencia de la sociedad y se encuentra a sí mismo como el salvador de una raza en declive. Hilo de pensamientos íntimos de un loco que decide plasmar por escrito sus más oscuras y desconocidas ideas.

Yo, psicópata. Diario de un asesino — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Yo, psicópata. Diario de un asesino», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Llego nuevamente a casa y dejo pasar las horas sin hacer nada, sentado en un sillón. Pienso en todo lo que me está ocurriendo. Suena el teléfono. Es tarde, casi las once de la noche. Es el inspector. Se disculpa por las horas de la llamada. Quedamos para charlar mañana. Cuelgo. Me visto. Recojo un cuchillo afilado de mi maletín. Lo guardo entre mi ropa. Hace una gran noche. Creo que daré un paseo, pienso mientras una sonrisa se dibuja en mi rostro.

Día 26

Mi paseo nocturno no duró demasiado. Una extraña sensación de inseguridad invadió todo mi cuerpo. La calle estaba completamente vacía. No había ni un alma. Las noticias de un posible asesino en serie corren por todos los telediarios nacionales del país. La gente está asustada. Tienen miedo a salir de casa. ¿Debería yo también asustarme? Un coche de policía pasó cerca mío. Noté sus miradas clavadas en mí. Escrutaban mis movimientos. Continué mi camino un par de calles más y giré en una esquina, lejos de la mirada inquisitiva de los agentes. Decidí volver a mi casa. Aquella no había sido finalmente la gran noche que pensaba.

Despierto. Mejor dicho, no duermo. Las imágenes siguen pasando por mi cabeza sin control. Ideas que surgen de algún oscuro rincón de mi mente. Las ojeras están cada vez más marcadas en mi rostro. Mi cerebro funciona lento. Soy incapaz de concentrarme en mis objetivos. Tengo que hacer algo. Salgo de casa. Camino del trabajo recuerdo que tengo una cita con el inspector. Mierda, tengo que ir hasta la comisaría. Aún tengo tiempo así que decido ir dando un paseo. El día ha amanecido algo nublado y fresco, pero necesito que me dé el aire en la cara. La gente camina a mi alrededor deprisa. Muy deprisa. P or la calle los coches aceleran y frenan desquiciados. Veo a un tipo gritando a través de la ventanilla, desde dentro de su vehículo. Creo que está gritando a un motorista que está parado a su lado. Gilipollas. Son como simios, los dos. Patéticos. El motorista da una patada al coche del gilipollas número uno. Él es el gilipollas número dos. La gente sigue su ritmo. Yo también.

Continúo mi paseo. Un tipo delgado, con ojos rojos y barba de varios días me detiene. Balbucea. Creo que me está pidiendo dinero. Miro alrededor. No hay nadie. Ha aprovechado una callejuela vacía para pedirme algo. No, no me pide, me exige. Entre sus tristes palabras consigo entender cuchillo. Me está atracando. Joder, me atraca un puto heroinómano, a mí. No llevo nada para defenderme. Voy camino de una comisaría. Esto es el colmo. El tipo comienza a sacar un cuchillo de su pantalón. Justo antes de que lo saque del cinturón me acerco rápidamente a él. Cojo su cuello desde atrás con mi mano izquierda. Mi mano derecha agarra su brazo y aprieta fuerte. Empujo hacia él y hacia abajo. Un breve gruñido sale de su boca. Un quejido. Un comienzo de lamento. Le miro. Creo que me intenta decir algo. Alrededor sigue sin haber nadie. Vuelvo a empujar su mano. Una mancha oscura comienza a surgir de su pantalón, cerca de la ingle. Su cara comienza a palidecer. De repente, sus ojos pierden el color rojo de hace unos segundos. Le empujo. Por éste nadie llorará. Para éste no habrá primera plana en los periódicos. A éste no le ha matado un asesino en serie. Continúo mi camino. No quiero llegar tarde a mi cita.

La reunión con el inspector es de lo más curiosa. Me comenta que hay una pista que le puede conducir al asesino de Lorena y las otras chicas. Me comenta algo de una banda de Europa del este. Me enseña unas fotos. No reconozco a ninguno de ellos. La mayoría, me comenta, están fichados y reclamados desde hace tiempo. Son unos hijos de puta muy deseados. No entiendo por qué me enseña estas fotos. Creo que quiere ver la expresión de mi cara. Hace un comentario sobre mi aspecto cansado. El trabajo, respondo. Asiente con la cabeza. Recoge las fotografías con parsimonia. Ordena sus carpetas. Clava su mirada en mí. Silencio. Por fin, habla. – Eres el mayor cabrón que he conocido. Pero eres listo, hijo de puta. – dice, con la voz suave, tranquila. Se levanta y me acompaña a la puerta. Empieza a molestarme su presencia, y mucho más su grosería. No soporto la grosería.

Día 27

La conversación con el inspector no fue nada interesante. La única conclusión a la que pude llegar es que ni siquiera un hombre con su cargo se salva de la degeneración a la que se somete la raza día a día, mes a mes, año a año… Pronto seremos mamíferos bípedos que habrán perdido las capacidades del habla y razonamiento mientras volvemos a la caverna de la que, tal vez, nunca debimos haber salido.

Reflexiono sobre estas y otras cosas mientras camino hacia mi casa. Decido tomar un autobús que me deje algo más cerca. Quiero tener tiempo para bajar al parque un rato. Anhelo volver a verla hoy. Su imagen no deja de aparecer en mis pensamientos.

Espero en la parada. Hay varias personas junto a mí. Todas miran con ansia en la dirección por donde tiene que venir el autobús. Algunas de esas personas echan ojeadas furtivas a sus muñecas, observando la hora en sus relojes. Yo les observo a ellos. Lo hago con disimulo. No quiero que piensen que soy un loco. Sólo observo. Miro.

Hay dos señoras bastante mayores con algunas bolsas. Hablan en bajo entre ellas y no apartan la mirada de la calle. Cerca hay una mujer de mediana edad. Po r su aspecto creo que se cuida bastante. Hace deporte. Viste ropa elegante pero no demasiado cara. Un intento de mujer triunfadora de cuarenta y tantos. Su pena es que se ha quedado en eso, un intento. No debió de tirarse al consejero adecuado en su empresa. Te equivocaste y ahora no sólo no tienes el puesto que deseabas, sino que has dejado que un maldito cerdo podrido de dinero te la metiera, tú a cuatro patas y él sujetando tu cintura, con los calcetines puestos. Mala suerte.

Un chico joven, de unos 18 años también está esperando. Lleva una mochila. De vez en cuando deja de mirar al infinito y clava sus ojos en la mujer. Se la está follando con la imaginación. Escucha música. Miro sus ojos. Casi se puede ver a través de su cabeza vacía. El poco cerebro que gasta está repleto de mierda, basura. No culpes a la sociedad de tu escasa valor intelectual, chaval. Eres tú el que decides lo que ves en cada momento. Eres puta escoria. Eres el futuro de una raza sin esperanza. Eres su epitafio.

Por fin llega el ansiado transporte. De repente todos parecen activarse. Empiezan a moverse con disimulo. Miran hacia otra parte y van dando pasitos cortos, intentando llegar los primeros a la puerta ya casi abierta del autobús. Permanezco allí de pié, parado, esperando mi turno. Recibo empujones. El chaval ha conseguido el primer puesto. Enhorabuena, animal. Lo observo todo y una sensación de ira se apodera de mi mente. Estoy a punto de agarrar a cualquiera de ellos y aplastar su maldito cráneo contra el cristal de la puerta. Tengo que controlarme. Finalmente decido ir a casa andando. Creo que iré directamente al parque. Seguro que ella está allí, esperando. Creo que me estoy volviendo loco.

Día 28

La oficina apesta a descerebrado. Cada día un poco más. No estoy seguro de poder seguir aquí mucho tiempo. Lo único bueno es que me pagan lo suficientemente bien para seguir haciendo mi trabajo, sin escuchar de mí demasiadas protestas. Llego a mi puesto. Tomo un café y comienzo mi jornada. No suelo despistarme demasiado. No me paso todo el día hablando como mis compañeros. Yo trabajo. Trabajo y pienso en salir de aquí lo antes posible. Una hora más metido en esta jaula y empezaré a enfurecerme. Miro el reloj. Sólo queda media hora para poder salir por la puerta sin que nadie me lance una mirada de desprecio. Odio eso. Da igual que la hora de salir sean las seis de la tarde. Salir al menos a las siete es un rito ancestral que nadie comprende, nadie apoya, a nadie agrada. Todo el mundo lo hace.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Yo, psicópata. Diario de un asesino»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Yo, psicópata. Diario de un asesino» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Yo, psicópata. Diario de un asesino»

Обсуждение, отзывы о книге «Yo, psicópata. Diario de un asesino» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x