Andreu Martin - No pidas sardina fuera de temporada
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Fue una bofetada de esas que suenan muy fuerte, tanto que paralizan los juegos de todo el patio y todo el mundo se vuelve para ver lo que ha pasado. Fue un estallido como de globo que se revienta, y me dejo instalado en la mejilla un escozor penetrante y persistente. Debia de tener los cinco dedos marcados en un tono grana rabioso.
O sea, que Maria Gual me dio una bofetada.
Despues, naturalmente, echo a correr, para que os quiero contar, y yo la persegui con la intencion de devolverle el golpe. De camino, mientras hacia fintas, y ponia gente y objetos entre ella y yo para evitar el castigo, gritaba que me la debia, y de una forma desesperada y atropellada me dio ciertas explicaciones.
La noche anterior, Elias habia regresado a casa hecho una fiera corrupta. Habia descubierto el jueguecito de la nota falsa porque, segun parecia, el bar Sotano habia cerrado hacia tiempo, y, logicamente, culpaba de todo a la hermanita que le habia entregado el mensaje.
– ?… Y yo no tengo ninguna culpa de que cerraran aquel bar, te lo juro! -gritaba Maria.
Por lo visto, en casa de los Gual se habia producido una situacion muy parecida a la de ahora mismo en la escuela. Solo que entonces quien habia recibido el sopapo habia sido Maria. Despues, ella y su hermano habian corrido por todo el piso y Elias la habia atrapado, la habia levantado por encima de su cabeza y la habia encerrado en el compartimento superior de un armario, con las mantas.
– Me queria meter en el armario. Me levanto asi, por encima de su cabeza y yo pense que iba a tirarme al suelo… Pero no. Me puso en el armario, con las mantas. Y queria encerrarme alli, y provocarme un ataque de claustrofobia hasta que me ahogara o me volviera loca…
Estabamos los dos jadeando, cara a cara, con un arbol de por medio.
– ?Y que paso? -pregunte.
– Que yo chillaba y vino mi padre y se saco la correa y le dio una buena tunda a Elias, y eso lo arreglo todo.
– Ah.
Hice como si me relajara, olvidando el agravio, y cuando ella se acerco recriminandome: -Ya ves que detective estas hecho, Flanagan, que te descubren a la primera…-. Me volvi y le devolvi lo que me debia. Chass!
Maria se puso a llorar a gritos, Elias salio de algun lado gritando:
– Tu no le pones la mano encima a mi hermana…-. Los profes se interpusieron separandonos, impidiendo que Elias me matara y, despues, reganandome, diciendome que me habia vuelto loco, negandose a aceptar como excusa el que ella hubiera empezado…
Mas tarde, pude hablar con Pili.
?Que habia hecho el Pantasma en la Caja?
– ?Que ha hecho? Pues nada. Ha sacado dinero. Lo que se acostumbra a hacer en los bancos. ?Que imaginabas? ?Que iba a atracarlo?
– Despues. ?Que ha hecho despues?
– Nada. Ha vuelto al colegio.
– ?Y que esta haciendo ahora?
– Esta arriba, en el despacho de las fotocopias, preparando el examen de Mates de manana.
– Ah, es verdad. Manana toca examen de Mates. Eso significa que en algun momento, entre ahora y manana por la manana, el Pantasma le dara la fotocopia a Elias… No debemos perderles de vista, ni al uno ni al otro. Yo me encargare del Pantasma. Elias me tiene muy visto.
Subi al despacho de las fotocopias en cuatro saltos. Pude observar de lejos el trabajo del Pantasma.
– ?Se puede saber que miras? -me dijo abruptamente.
– ?Yo? Nada -conteste, muy inocente.
– Pues largo de aqui.
No le hice caso, por supuesto. Al contrario, me arrime a la pared, preguntandome por que ultimamente la gente daba muestras de un humor tan agrio.
Elias, por poner un caso. Siempre habia dado de duro, pero nunca se habia pasado de la raya. Llegue a la conclusion de que aquel muchacho estaba metido en un lio. Y el Pantasma tambien. Parecia que le molestara mucho mi presencia. Y ese era un motivo formidable para que yo no abandonara mi puesto de observacion.
Despues tocaba volver a clase.
Con la excusa de que temia que Elias intentara zurrarme, les pedi a unos chicos del C que me lo vigilaran. A mediodia, a la salida, me dijeron que no se habia movido del aula en todo el rato. Eso significaba que aun no tenia el examen del dia siguiente.
Le dije a Pili que me excusara ante nuestros padres. Tenia que quedarme por alli, vigilando. Ya tomaria un sandwich en algun bar cercano.
Elias se monto en su moto y salio volando. No podia seguirle. Y me parece que tampoco tenia muchas ganas de hacerlo.
El Pantasma dejo la escuela en manos de los profes y los alumnos que se quedaban a comer y atraveso la calle, hacia los chalets. Vivia justo delante de la escuela, en una de las casitas con jardin, y su telefono estaba permanentemente conectado con el del colegio. Eso le convertia en una especie de guardian perpetuo, de dia y de noche, laborables y festivos, siempre comunicado con su lugar de trabajo.
Entro en la casa y yo me deslice subrepticiamente en su jardin.
A diferencia de los Gual, que tambien vivian en los chalets, el conserje cuidaba mucho su jardin, que no habia convertido en huerto. En el se respiraba olor a cesped, y tenia flores de muchas clases y de muchos colores diferentes. Era facil imaginarle regando las plantas, protegiendolas del pulgon y habiendoles en voz baja cuando nadie le oia. Tambien resultaba facil imaginarle acariciando un gato o haciendo punto.
Espie por una ventana. La madre del Pantasma, una especie de sargento de caballeria de cabellos blancos y alborotados, le habia preparado la sopita, el vino, la gaseosa y probablemente la carne, en un plato tapado con otro plato. Se besaron melindrosamente, se dijeron algo que no entendi y el paso a otra habitacion.
Me desplace hacia la ventana contigua. Era primavera y daba gusto gozar de un sol que habia escaseado durante mucho tiempo. Seguramente, esa era la razon de que la madre del Pantasma hubiera abierto todas las ventanas. Y gracias a ello pude ver un dormitorio de soltero. Era sobrio hasta el mas catastrofico de los aburrimientos. El unico adorno que le conferia un poco de alegria era una amarillenta foto de su difunto padre.
Le vi entrar. De repente, sus gestos me parecieron inquietos y furtivos. Saco un sobre blanco del interior del guardapolvo. Le temblaban las manos. Aquello era tan importante que me escondi tanto como me fue posible y se me pusieron todos los musculos en tension. Presencie como extraia del sobre los billetes que habia sacado de la Caja de Ahorros por la manana.
Billetes de cinco mil. Muchos. Muchos. Los contaba rapidamente. Se le caian al suelo.
?Que le pasaba? Yo queria contarlos con el, pero era imposible, dado su nerviosismo. Se le cayo el sobre, lo recogio, se le cayo un fajo de billetes, lo conto de nuevo. Mientras estaba recuperando billetes debajo de la mesa, distingui seis montones. Calcule que cada uno podia tener diez billete de cinco mil (o tal vez habia mas).
?Trescientas mil pesetas! Y diez billetes mas por los suelos redondeaban un total de trescientas cincuenta mil pesetas.
Un momento, un momento, un momento… Yo iba a por un inofensivo estudiante que copiaba los examenes… La aparicion de tanta pasta en el argumento viraba las cosas hacia un color mas oscuro que no sabia si me gustaba. Bien, debia reconocer que el caso ganaba en emocion y en interes, y que el corazon me palpitaba mas excitado, y que sentia que la sangre me corria por las venas a un ritmo mas heavy, pero eso no significaba que todo aquello me gustara. Gustar no era el verbo exacto, no.
?Que hacia el Pantasma con toda aquella pasta? Separaba dos montones para el (calcule unas cien mil pesetas), los guardaba en un cajon y el resto (doscientas cincuenta mil) lo metia en un sobre de papel de embalar, y este en una bolsa de plastico de la perfumeria Lolita del barrio.
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