Parecía que Midach estaba demasiado abatido para contestar.
Forbassach, todavía en pie, seguía hablando repitiendo unas mismas ideas.
– Nosotros buscábamos a los herederos de Illian simplemente para identificarlos. Para descubrir su paradero. Nuestro propósito era ofrecerles nuestro apoyo en sus reclamaciones y restaurarlos en el trono de Osraige. Tan sólo hay un poder aquí que se opondría a tal propósito: Cashel. Tal como hemos venido alegando, el interés de Cashel está en destruirlos. Cashel pretendía matar a Dacán. Insistimos en nuestra reclamación inicial, que Osraige sea el precio de honor que se pague por la muerte de Dacán. -Sonrió dirigiéndose a los dos niños-. Sin embargo, como ninguno de los chicos está próximo a la edad de elegir y, por lo tanto, ser proclamado rey, el derecho al trono debe ser transferido a Fearna.
Al momento, Colgú, haciendo caso omiso al protocolo del tribunal, se puso en pie encolerizado.
– Cashel no está en el centro de esta conspiración para hacer daño a estos niños. Salbach admite que es culpable. Por eso, Cashel lo castigará. ¡La maldad del jefe de los Corco Loígde no ha de recaer sobre los hombros de Cashel!
– Sin embargo, Corco Loígde debe lealtad a Cashel -replicó Forbassach-. ¿En qué otros hombros sino en los de Cashel ha de recaer la culpabilidad?
Barrán levantó las dos manos. Estaba consternado y sus ojos revelaban enfado.
– Es motivo de tristeza que uno y otro olviden el protocolo de este tribunal. Es motivo de multa que ambos persistan en pelearse ante mí. Colgú, os pongo una multa de un séd, el valor de una vaca lechera, por no permitir que vuestra dálaigh exponga vuestros argumentos. Forbassach, sois más culpable, pues, además de conocer las leyes, sois el abogado de vuestro rey. Os impongo una multa de un cumal, el valor de tres vacas lecheras. Si esto vuelve a ocurrir, las multas no serán tan leves.
Barrán permitió que todo el mundo se aposentara y mandó que los dos niños fueran llevados ante el cos-na-dála.
– ¿Debo entender que estos niños no han llegado a la edad de elegir? -preguntó girándose hacia Midach.
– Así es -admitió el médico, aceptando su papel de padre adoptivo.
– Entonces no podemos dar ningún peso a su prueba -suspiró el gran brehon-. Sin embargo, podemos llamarlos, pero, si lo que dicen se contradice con otras pruebas, no ha de ser tenido en cuenta. Así es la ley.
– Soy consciente de ello, Barrán -admitió Fidelma-. Y, a menos que Forbassach insista, no deseo llamarlos.
– Yo preferiría, sor Fidelma, que os ocuparais del asunto específico del asesinato de Dacán -replicó Forbassach.
– Entonces haré eso -contestó Fidelma-, Resulta obvio ahora que la muerte de Dacán estaba esencialmente relacionada con la tarea que había venido a llevar a cabo a Ros Ailithir. Fue asesinado porque se pensó que representaba una amenaza. Pero dejadme señalar que es cierto que Dacán con vida valía más a Salbach que Dacán muerto. Así pues, ¿para quién era una amenaza Dacán? Era una amenaza evidente para los hijos de Illian, como ya he dicho anteriormente.
Forbassach se había vuelto a poner en pie.
– Y he dicho que Laigin no era una amenaza para esos niños. Quería ayudarlos.
– ¿Pero los niños lo sabían?
La pregunta de Fidelma era muy aguda y dejó un silencio incómodo.
Se giró hacia Midach. El que había sido un médico gracioso parecía cansado y exhausto ante ella.
– Dacán llevaba dos meses en la abadía investigando antes de que vos os enterarais de que buscaba a vuestros hijos adoptivos. Cuando lo descubristeis, fuisteis inmediatamente a sacarlos de Sceilig Mhichil. Os marchasteis de aquí la misma noche en que Dacán fue asesinado, la noche que escribió para informar a su hermano Noé que se iba a Sceilig Mhichil.
Barrán intervino creyéndose que se adelantaba a Fidelma.
– ¿Y matasteis a Dacán, hermano Midach?
– Dacán estaba con vida cuando yo abandoné la abadía -replicó Midach con calma pero firmemente.
– Es cierto -confirmó Fidelma rápidamente.
El gran brehon levantó las manos en señal de protesta.
– ¿Cómo lo sabéis?
– Muy simple. Sabemos que Dacán fue asesinado alrededor de medianoche. Tenemos la certeza de que no pudo ser antes. Midach tenía que estar a bordo de su barco justo después de vísperas para poder zarpar con la marea de la noche hacia Sceilig Mhichil. He comprobado las mareas con los marineros del lugar. Si se hubiera atrasado, no habría podido zarpar hasta la mañana siguiente.
– ¿Entonces quién mató a Dacán? -preguntó Barrán totalmente perplejo.
– Alguien que, al igual que Midach, creía que Dacán tenía intención de hacer daño a los hijos de Illian.
Se hizo un silencio, pues todo el mundo se dio cuenta, después de todo el proceso, que estaban llegando al final.
Fidelma se extrañaba de que nadie hubiera llegado a la misma conclusión que ella. Como nadie hablaba, nadie se movía, Fidelma sacudió la cabeza.
– ¿Quiénes sino los hijos de Illian se sentirían amenazados por Dacán? -preguntó-. ¿Quién sino el hijo mayor de Illian, que se veía más amenazado que sus hermanos?
Todo el mundo se quedó mirando al joven Cétach.
– Pero acabáis de afirmar que estos dos niños estaban todavía en Sceilig Mhichil en aquel momento. Estaban a dos o tres días de travesía de Ros Ailithir -indicó Barrán.
– Yo no he dicho que fuera uno de estos chicos -dijo Fidelma bien alto para que se oyera por encima del alboroto.
Una vez más, el efecto de sus palabras fue como el del agua sobre el fuego. Se hizo un silencio de asombro.
– Pero vos ahora habéis dicho… -empezó a decir el gran brehon.
– He dicho que el hijo mayor de Illian mató a Dacán.
– ¿Entonces…?
– Illian tenía tres hijos. ¿No es así, Midach? Dacán, en la carta que escribió a su hermano, decía que el hijo mayor de Illan acababa de llegar a la edad de elegir. Eso descarta a estos dos chicos, que están todavía lejos de los diecisiete años. Eso también significa que Illian tenía un tercer hijo.
– Parece que lo sabéis todo, Fidelma -dijo Midach en tono grave-. Sí, mi primo Illian tenía tres hijos. Todos se quedaron a mi cargo cuando lo mataron. Los dos más jóvenes fueron enviados a Sceilig Mhichil con nuestro primo, Mel. Sin duda todo sucedió como habéis explicado.
– ¿Y dónde enviasteis al hijo mayor? -preguntó Barrán.
Midach apretó los dientes.
– No puedo traicionar la confianza de mi familia.
– El hijo mayor fue traído a Ros Ailithir con una identidad falsa -intervino Fidelma.
Se giró y recorrió con la vista las filas de religiosos que abarrotaban la iglesia de la abadía y encontró el rostro blanco de sor Necht.
– Adelantaos, sor Necht, ¿o debería decir Nechtan? -añadió Fidelma, convirtiendo el nombre femenino en la forma masculina.
La desgarbada «hermana» se levantó; sus ojos iban de un lado a otro como si buscara la manera de escapar y luego se le cayeron los hombros en señal de resignación.
Uno de los miembros de la guardia del Rey Supremo atravesó la nave hasta ella y le dio un golpe en el hombro para que se presentara ante los jueces. Lentamente y con renuencia, «sor Necht» obedeció.
No se oyó ni un sonido mientras todos los ojos observaban a la figura que avanzaba lentamente hasta donde estaba esperando Fidelma. Ahora no intentaba disfrazar su porte masculina.
– Permitidme que os presente a Nechtan, hijo de Illian de los Osraige. Nechtan es el hermano mayor de Cétach y Cosrach.
«Sor Necht» se cuadró y alzó su barbilla desafiante al situarse ante Fidelma.
Читать дальше