– Tenéis que responder -instruyó el gran brehon al ver que Salbach dudaba.
– Es cierto.
– Entonces se dio una casualidad. Grella os dijo, probablemente durante vuestras conversaciones íntimas, que su ex marido, Dacán, había llegado a Ros Ailithir justo con el mismo propósito. Él también buscaba a los herederos de Illian. Sabiendo que él era mejor estudioso, Grella lo persuadió para que trabajara junto a ella y así poder informaros de cómo iba avanzando la investigación. ¿No es así? Vos queríais saber quién era el heredero de Illian tanto como Dacán. Pero, mientras que Dacán lo quería encontrar para utilizarlo según el propósito de Laigin, vos lo queríais identificar para destruir al último de la familia de los reyes originarios. Esto salvaguardaría para siempre la dinastía de los Corco Loígde en el trono de Osraige.
Se hizo un silencio tenso. Nadie decía nada. Todos los ojos estaban puestos en Salbach. Fue sor Grella quien rompió el silencio con un gemido de terror, pues, por primera vez, se daba cuenta de la atrocidad que se había cometido.
– Pero no es verdad… Yo no sabía que Salbach… Yo no sabía que quería matarlos… Yo no soy responsable de la muerte de todos esos niños inocentes… Yo no.
Salbach se giró hacia ella y la hizo callar.
– Cuando Dacán descubrió el paradero del heredero de Illian -continuó Fidelma implacable-, Grella corrió a decíroslo. Fue el día anterior a la muerte de Dacán. Había averiguado que el padre superior de Sceilig Mhichil, el monasterio del arcángel Miguel, era primo de Illian. También había descubierto que habían llevado allí a salvo al heredero de Illian. Escribió todo esto y anunció que iba a marchar a Sceilig Mhichil. Lo mataron antes de que pudiera hacerlo.
– ¿Cómo descubrió esa información? ¿Seguro que los archivos aquí depositados no daban cuenta del escondrijo de los herederos de Illian? -preguntó el gran brehon.
– Curiosamente, sí daban cuenta. Dacán encontró el testamento de Illian en unas varillas de los poetas. La ironía de esta historia reside en que, cuando Scandlán mató a Illian, se apropió de su fortaleza y de sus bienes, incluyendo la biblioteca de Illian. En esa biblioteca estaba su testamento, que él había hecho escribir en ogham sobre varillas. La ironía es que Scandlán, incapaz de leerlo, lo envió junto con otros libros como obsequio a esta abadía, la principal de los Corco Loígde.
– Aun así -protestó Barrán-, seguramente cualquier estudioso con una base podría leer el ogham del testamento y descifrar la información.
– Illian era obviamente un hombre literario, pues el testamento estaba cifrado. Yo encontré una varita del testamento en la habitación de Dacán, donde se la había olvidado. El asesino no la vio, pero sólo tengo el extracto de una varilla. Las otras se han destruido.
Se giró y extrajo el trocito de varilla quemada que había sacado del sepulcro la noche anterior.
– Ahora sólo queda este trozo. Dice: «La resolución del honorable determina la adopción de mis hijos».
– Eso es un galimatías -dijo Forbassach echándose a reír.
– No si se conoce la clave y la totalidad del texto. El trocito de varilla que encontré en la habitación de Dacán decía: «Que mi dulce primo se ocupe de mis hijos en la roca de Michael tal como mi honorable primo determine».
– ¡Mayor galimatías! -soltó Forbassach con desprecio.
– Dacán no lo creyó así. Sabía que la roca de Michael era Sceilig Mhichil. Era fácil de saber que el padre superior se llamaba Mel. El significado de ese nombre es «dulce». Mel era, por lo tanto, ¡el dulce primo de Illian!
– Hacéis que la interpretación del rompecabezas parezca fácil -observó el gran brehon.
– Entonces permitidme que vuelva a ella más tarde. Por ahora, es suficiente saber que Dacán descifró el rompecabezas del testamento y escribió un informe al respecto. Sor Grella lo vio e informó a Salbach. Éste envió inmediatamente a Intat a «la roca de Michael». Pero los hijos de Illian ya no estaban allí. Es más, Intat se enteró de que había dos hijos de Illan en aquella roca, pero que se los había llevado un religioso. Ese religioso era un primo del padre Mel.
«Entonces fue cuando Grella volvió a entrar en escena para proporcionar información a Salbach. Grella se había hecho alma amiga de sor Eisten de Rae na Scríne. Eisten, por una de esas casualidades tan frecuentes en la vida, era exactamente la persona a la que habían entregado a los jóvenes hijos de Illian después de sacarlos de Sceilig Mhichil. Los habían enviado a su orfanato en Rae na Scríne. Sor Eisten cometió el mayor error de su vida: reveló la intriga a su alma amiga, sor Grella.
»Grella informó triunfante a Salbach. Éste pensó en tender una trampa e invitó a Eisten y a sus huérfanos a su fortaleza. Una vez que hubiera identificado a los niños a su cargo…; en fin, Eisten acompañó a Grella, pero no se llevó a los niños. Había peste en el pueblo y no quería mover a los niños sin motivo necesario. Esa decisión en realidad salvó la vida de los hijos de Illian, pero supuso el fin del pueblo.
»Salbach, desesperado, ordenó a Intat que fuera a Rae na Scríne y acabara con los niños. El problema era que Intat no tenía manera de identificarlos. Su brutalidad era tal que decidió destruir todo el pueblo. Cuando Cass y yo llegamos, Intat intentó disfrazar la verdadera naturaleza de ese crimen afirmando que había peste en el pueblo y presentándose él y sus hombres como unos aldeanos vecinos atemorizados. Sor Eisten y algunos de los niños sobrevivieron.
»Eisten estaba conmocionada. Yo creía que era por la muerte de la gente y en particular la muerte de un bebé al que ella había intentado salvar. Sin embargo, en realidad estaba conmocionada porque había descubierto la verdadera razón de la matanza. Incluso sabía quién la había traicionado. Me preguntó si un alma amiga podía traicionar la confianza. Yo tenía que haberla escuchado mejor, porque entonces tal vez no la habrían matado. Yo podía haberla salvado. ¿Vais siguiendo los acontecimientos, Salbach?
Salbach apretaba los labios con fuerza. Estaba claramente afectado por lo mucho que Fidelma sabía y veía que era poco lo que podía decir ante su implacable oponente, salvo recurrir a la verdad.
– Tenéis una mente brillante, Fidelma. Sabía que no tenía que subestimaros. Sí, tenéis razón.
– Cuando vinisteis a esta abadía y os encontrasteis con que sor Eisten había sobrevivido con varios niños, no podíais permitir dejarlo pasar. Intat, sin duda bajo vuestras órdenes, se las arregló para atacar por sorpresa a sor Eisten mientras estaba abajo en el puerto. La torturó para averiguar dónde se habían llevado a los hijos de Illian. Ella no contestó, así que la mató y lanzó el cuerpo a las aguas de la bahía.
»Grella os volvió a ofrecer su ayuda cuando descubrió que habían llevado a algunos de los niños de Rae na Scríne al hogar de Molua. Los cuerpos de cuatro religiosos y veinte niños y las ruinas carbonizadas de sus casas son el testimonio mudo de la visita de Intat.
– No voy a negar nada. Pero dejadme que haga constar que mi primo, Scandlan de Osraige, no conocía mis planes de salvaguardar el trono de Osraige para nuestra familia. Tampoco lo sabía Grella. Ella es inocente de la sangre que he derramado.
Fidelma miró a Salbach con una expresión de revulsión no disimulada. Le costaba aceptar que un hombre pudiera admitir la responsabilidad de tales muertes y tal destrucción pero quisiera proteger a otros con un retorcido concepto del honor y del amor. Sin embargo, el mundo era extraño y los seres humanos son las criaturas más extrañas que hay en él.
Читать дальше