Sara Paretsky - Punto Muerto

Здесь есть возможность читать онлайн «Sara Paretsky - Punto Muerto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Punto Muerto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Punto Muerto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El jugador de los halcones Negros de Chicago, Boom Boom Warshawski, fue una leyenda del hockey. Más de mil personas asisten a su funeral, consternados al enterarse de que ha resbalado en un muelle y se ha ahogado. La policía se apresura a declarar que ha sido un accidente. Y no les gusta la idea de que V.I. Warshawski, meta su nariz femenina en un caso tan evidente. Pero entre atentados contra su propia vida y tragos de scotch, la intrépida e ingeniosa detective, se abre camino a través de un mundo de silos de cereal y cargueros de mil toneladas. Se introducirá en una senda que le hará descubrir si se está tomando las cosas de un modo demasiado personal o si su adorado Boom Boom fue en realidad asesinado…

Punto Muerto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Punto Muerto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Después de comer y encontrar un taxi que me llevara hasta el silo 67, pasaban ya de las tres y media. El sol del mediodía calentaba el aire lo suficiente como para poder quitarme el jersey y meterlo en mi bolsa de lona antes de trepar una vez más por la escalerilla que conducía a la cubierta del Lucelia.

Habían terminado de cargar. Las pesadas rampas se metieron en el silo desde arriba. Bajo la dirección del segundo de a bordo, los hombres comenzaron a manipular dos pequeñas grúas para colocar las tapas de las escotillas en las aberturas de las bodegas. Un hombre manejaba cada grúa utilizando los controles frente a un pequeño asiento a estribor. Levantaba la tapadera mientras dos marineros la sujetaban por cada lado. Eran cubiertas de acero muy grandes e inestables. Luego bajaba la tapadera mientras los otros dos la ajustaban con veinte o treinta tuercas. Los tres se desplazaban hacia la tapadera siguiente mientras un cuarto hombre les seguía con una enorme llave inglesa, apretando las tuercas.

Cuando estaba allí mirando, sentí vibrar el barco. Las máquinas se habían puesto en marcha. Pronto el aire se llenó de ruido. Un rastro de humo negro de diesel se alzó por la gigantesca chimenea. Yo no sabía el tiempo que las máquinas tenían que estar en marcha antes de que el barco se pusiese a navegar, pero advertí a un par de marineros en tierra sujetando las amarras, listos para soltarlas. Había llegado por los pelos.

Me sentí muy emocionada. Sabía que estaba perdiendo tiempo allí en la cubierta cuando debería estar en el puente enfrentándome a los que hubieran vuelto, pero estaba demasiado nerviosa y no sabía qué decir cuando estuviera arriba. Desde mi puesto de observación creí ver a una persona nadando, alejándose del muelle y acercándose al barco. Me moví tan rápido como pude por entre aquella confusión, pero no vi nada. Me quedé mirando el agua reluciente con fijeza y al final vi a una figura saliendo a la superficie a unas veinte yardas, cerca de la orilla.

Cuando me di la vuelta, Bledsoe subía al barco. Se detuvo a hablar con el segundo de a bordo y luego se dirigió al puente sin verme. Estaba a punto de seguirle cuando se me ocurrió que tal vez debiera mantenerme aparte y presentarme después de zarpar. Así pues, fui hacia la parte trasera de la cabina, donde una serie de grandes bidones de petróleo servían tanto de cubos de basura como de escudo ante los que estaban en el puente. Me senté sobre una caja de metal, apoyé la bolsa en un rollo de cuerda y me recosté para disfrutar del panorama.

Me había olvidado de la persona que vi, pero ahora le -o la- volví a ver saliendo del agua a unas cincuenta yardas de allí, al otro lado del patio del silo. Un grupo de árboles la ocultó en seguida de mi vista. Después de aquello no ocurrió nada durante unos cuarenta y cinco minutos. Luego, la sirena del Lucelia sonó dos veces y el barco se separó lentamente del muelle.

Dos grandes surcos gris verdoso se abrieron a mis pies: el despertar de las hélices gigantes. La distancia entre el barco y el muelle empezó a agrandarse rápidamente. Pero el barco no parecía moverse, más bien parecía que la costa se alejase de nosotros. Esperé diez minutos más hasta que nos alejamos una milla o dos de tierra y no hubiera nadie dispuesto a volver para dejarme en tierra.

Dejando mi bolsa junto al rollo de cuerda, caminé hasta el puente. Saqué la pistola de su funda y le quité el seguro. Por lo que yo sabía, iba a enfrentarme a uno o más asesinos. Unos cuantos miembros de la tripulación se cruzaron conmigo mientras subía. Me miraron con curiosidad, pero no cuestionaron mi derecho a estar allí. Con el corazón latiendo a toda prisa, abrí la puerta que conducía al puente.

Subí el tramo de estrechos escalones de madera. Un murmullo de voces en lo alto. La escena mostraba a unas personas muy atareadas: Winstein estudiaba unos planos sobre la mesa de trabajo. Un hombre pelirrojo y fornido con dos pulgadas de cigarro en la boca estaba al timón siguiendo las indicaciones del capitán Bemis. «Pasando la segunda isla del puerto», decía Bemis. «Pasando la segunda isla del puerto», repetía el timonel, girando el timón lentamente hacia la izquierda.

Bledsoe estaba detrás. Ni él ni el capitán advirtieron mi entrada, pero Winstein levantó la vista de los planos y me vio.

– Ahí está -dijo en voz baja.

El capitán se volvió.

– Ah, señorita Warshawski. El piloto me dijo que iba usted a aparecer por aquí.

– Técnicamente eres un polizón, Vic -Bledsoe insinuó una sonrisa-. Podríamos encerrarte en las bodegas hasta que llegásemos a Sault Ste. Marie.

Me senté ante la mesa redonda. Ahora que estaba allí, la tensión nerviosa cedió; me sentía tranquila y dominando la situación.

– No tengo más que unos conocimientos rudimentarios de las leyes marítimas. Creo que el capitán es el amo absoluto del barco; que puede juzgar los delitos cometidos bajo su jurisdicción, ¿es así?

Bemis me miró muy serio.

– Técnicamente, sí, mientras el barco esté en el mar. Si se comete algún delito a bordo, lo que haría sería retener a la persona en cuestión y entregarla a las autoridades del puerto al que arribáramos.

Se volvió a Winstein y le dijo que fuera al puente durante unos minutos. El piloto acabó de dibujar una línea sobre el plano y subió a acompañar al timonel. Íbamos por un canal salpicado de islitas: trocitos de tierra con uno o dos árboles o un arbusto flacucho pegados a ellas. El sol se reflejaba en el agua gris verdosa. Detrás de nosotros, Thunder Bay era aún visible con su fila de silos.

Bledsoe y Bemis se unieron a mí en la mesa.

– Se supone que no se debe subir a bordo sin permiso del capitán -Bemis estaba serio pero no enfadado-. No me parece usted una persona frivola y dudo que lo haya hecho frivolamente, pero sigue siendo una infracción de las leyes marítimas. No es un delito en sí, pero no creo que sea eso a lo que se refíería usted, ¿no?

– No, lo que en realidad quería saber es esto: suponga que lleva usted alguien a bordo que haya cometido un crimen mientras estaba en tierra. Lo descubre cuando está a bordo. ¿Qué hace con esa persona?

– Dependería en parte de la clase de delito que sea.

– Intento de homicidio.

Bledsoe frunció las cejas.

– Supongo que eso no será una hipótesis, Vic. ¿Crees que alguno de los de esta tripulación intentó matar a alguien? ¿Quién y por qué?

Le miré con firmeza.

– Yo debía ser la víctima. Estoy intentando descubrir si alguien de este barco no querría matarme.

Durante diez segundos no se oyó más sonido en el cuarto que el débil ruido de las máquinas. El timonel mantenía la vista al frente, pero su espalda se movía. La mandíbula de Bemis se tensó.

– Tendrá que explicarnos eso, señorita Warshawski.

– Encantada. El jueves por la noche, el señor Bledsoe me llevó a cenar. Dejé mi coche en el patio del silo. Mientras estábamos fuera, alguien me rompió la dirección y vació el líquido de frenos. Fue un milagro que cuando mi coche se estrelló en la Dan Ryan yo saliese con heridas leves. Un conductor inocente murió, sin embargo, y uno de los pasajeros está paralizado para el resto de su vida. Eso es asesinato, asalto y un montón de cosas feas más.

Bledsoe soltó una exclamación.

– ¡Dios mío, Vic! -miró a su alrededor para encontrar algo más que decir, pero hizo varios intentos en falso antes de poder decir algo coherente. Le miré fijamente. La sorpresa es un sentimiento fácil de fingir. Parecía sincero, pero…

El capitán me miró con los ojos semicerrados.

– Parece usted muy tranquila.

– ¿Sería más creíble si me tirase al suelo y chillase?

Bemis hizo un gesto de fastidio.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Punto Muerto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Punto Muerto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sara Paretsky - Body Work
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Golpe de Sangre
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Marcas de Fuego
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Indemnity Only
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Deadlock
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Sin previo Aviso
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Medicina amarga
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Sisters on the Case
Sara Paretsky
Sara Paretsky - A Woman’s Eye
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Windy City Blues
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Fire Sale
Sara Paretsky
Sandra Brown - Punto Muerto
Sandra Brown
Отзывы о книге «Punto Muerto»

Обсуждение, отзывы о книге «Punto Muerto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x