– Vaya, Pitt, tiene bastante habilidad para el chantaje. ¡Qué interesante! Reconozco que jamás lo habría imaginado tratándose de usted.
– Hay que tener cierta idea de en qué consiste el delito para resolverlo con éxito -reconoció Pitt secamente.
Voisey se metió las manos en los bolsillos.
– Lo que acaba de decir es evidente en el caso de Wetron, pero me pregunto cómo es posible que no me diera cuenta de que usted también la posee. Acepto la crítica.
Súbitamente Voisey se incorporó y sonrió.
Pitt se dio cuenta de qué intentaba hacer: pretendía ofenderlo comparándolo con Wetron.
– No se dio cuenta porque Wetron es el jefe del Círculo Interior -respondió con ecuanimidad- y sólo lo comparó con usted mismo.
El dardo dio en el blanco. Voisey retrocedió ligeramente y, sorprendentemente, se encogió de hombros.
– Pitt, lo he subestimado. Si no se pone nervioso podría resultar realmente muy útil. Tiene más inteligencia de la que le atribuía. Lo que me preocupa es su voluble conciencia.
Pitt sonrió.
– Todos tememos lo desconocido.
Voisey dejó escapar un ligero gruñido, pero su mirada estaba cargada de humor. Comenzó a alejarse del sepulcro. Pitt se volvió y lo alcanzó.
– Al parecer se le ha olvidado algo.
– ¿A mí? -Voisey no se detuvo.
– Cuando propuso… cuando propuso esta colaboración me dijo… que usted podía aportar determinados conocimientos relativos al Círculo Interior. Ya es hora de que ofrezca algunos. Para empezar, ¿Sheridan Landsborough es uno de sus miembros?
– No -respondió Voisey titubeante-. A no ser que se haya sumado durante los últimos seis meses, lo cual es posible, aunque lo dudo. Tiene grandes ideales… otra vez nos topamos con la conciencia… y con la satisfacción inmoderada de los deseos. -Su mirada se cruzó con la de Pitt y luego la desvió-. Landsborough jamás habría abandonado Waterloo por un duelo personal, aunque podría haber dejado el campo de batalla para rescatar a un perro que se ahoga o algo por el estilo. Es muy poco práctico. Quizá ahora todos hablaríamos francés.
– Siempre pensé que la anarquía era poco práctica. -Pitt caminaba a su lado-. Los ideales me atraen, pero solo los realizables. Y hablando de lo que funciona, sin duda conoce a varios parlamentarios que forman parte del Círculo y los conoce lo suficiente para saber que preferirían mantenerse al margen de la intervención de la policía. Recuérdeles los peligros.
– Los integrantes del Círculo Interior no se traicionan entre sí -declaró Voisey mientras se acercaban a la escalera que conducía a la nave central de la catedral-. Es una de sus principales virtudes: la lealtad por encima de todo.
– Lo sé. Y el castigo por la traición es la muerte. Ya lo he visto. ¿Los parlamentarios aspiran a que solo los policías del Círculo Interior tengan poder para interrogar a los criados?
Voisey se volvió y perdió el equilibrio, pero lo recuperó aferrándose a la barandilla.
– Tomo nota de lo que ha dicho. Se trata de un arma que debemos emplear. La próxima vez nos encontraremos en el monumento a Turner.
– De acuerdo -accedió Pitt-. Turner me gusta. Voisey sonrió.
– ¡Por lo visto los policías ganan más de lo que creía! ¿Tiene muchos Turner en casa o solo tiempo de sobra para visitar las galerías?
– Formé parte del departamento de robos de obras de arte -respondió Pitt y sonrió-. No tiene mucho sentido tratar de recuperar un cuadro robado si es imposible distinguirlo de una falsificación.
– Fascinante -opinó Voisey secamente-. Está claro que el trabajo policial es más complicado de lo que pensaba.
Subió la escalera hasta el montón de gente que estaba allí congregada y miraba a su alrededor.
– En la casa en la que me crié había un Turner -añadió Pitt-. Siempre me ha gustado más que Constable. Tiene que ver con el empleo de la luz.
Sonrió a Voisey y se alejó. Era cierto: la finca en la que su padre había sido guarda de caza contaba con varios cuadros de excelente factura. De todos modos, dejó que Voisey extrajera sus propias conclusiones.
Pitt informó sucintamente a Narraway. Tenía que saber lo de Piers Denoon y Simbister, aunque suponía que no se llevaría una gran sorpresa.
– De modo que Denoon le pone una vela a Dios y otra al diablo -comentó Narraway, se repantigó en el sillón y observó a Pitt-. ¿Padre e hijo están en bandos distintos? Qué interesante. ¿Y los Landsborough? ¿También estaban en bandos distintos? En su juventud Sheridan Landsborough fue extremadamente liberal. Tenía una gran conciencia social y estaba en contra de lo que consideraba un gobierno autoritario. Utilizaba la palabra «interferencia». Como suele decirse, todo hombre con corazón es liberal en la juventud y todo hombre con cabeza es conservador en la vejez. Pitt, ¿qué es Landsborough ahora? ¿Un maduro conservador del orden o un senil defensor de las libertades? -Enarcó las cejas-. ¿Político sensato, padre inconsolable, marido que busca la paz en el hogar? ¿Hermano que defiende al hijo de su hermana? O, simplemente, ¿un hombre confundido, dolido y perdido?
– No lo sé -reconoció Pitt-. He estado muy ocupado investigando la corrupción policial.
Su actitud era desafiante, no porque le molestara ser atacado sino, simplemente, para dejarle claro a Narraway cuál era su prioridad. Le preocupaba mucho quién había asesinado a Magnus Landsborough, pero esclarecer ese crimen estaba supeditado a la cuestión principal. Ni siquiera sabía si el motivo de esa muerte había sido personal o político. Averiguarlo era el siguiente paso que se proponía dar. Habló con Narraway de Jones el Bolsillo y de su plan de recoger personalmente el dinero de la extorsión. Narraway se sentó muy tieso.
– Pitt, no me gusta -precisó quedamente-. No puedo protegerlo… y a Tellman tampoco. Lo ha dejado muy expuesto.
– Lo sé -confirmó Pitt.
Aquello le dolía y era muy consciente del peligro.
– ¿Qué pasa con Voisey? ¿Cuál es su papel en todo esto?
– Hará lo que pueda para frenar el proyecto referente a la policía, particularmente en lo relacionado con interrogar a los criados en secreto. Gracias a que pertenece al Círculo Interior debe de saber lo suficiente como para asustar a unos cuantos.
Narraway observó atentamente a Pitt.
– De todos modos, la información ya debe de estar en manos de personas como Wetron. No la empleará para destruir a los suyos. Los miembros de Círculo Interior jamás se enfrentan, salvo en el caso de Voisey y Wetron, y este se ocupará de que no vuelva a suceder. Si a alguien se le ocurre hacerlo acabará destrozado por los demás. Sobreviven gracias a la lealtad. Pitt, debería saberlo.
– Lo sé -aseguró Pitt y se sentó frente a Narraway-. ¿Cree que cualquier policía al que una ley parlamentaria dé poder pasará la información a su superior y lo olvidará sin más? La mayoría de ellos son honrados, pero la corrupción engendra más corrupción. Ese contagio es lo que más detesto. Los hombres que podrían haber sido buenos policías terminan manchados y, cuanta más corrupción hay, más difícil resulta sobrevivir sin quedar contaminado. Si tienen poder, tarde o temprano las personas caen en la tentación de abusar de él. Hace falta alguien muy fuerte para no aprovecharse, alguien lo bastante sensato para ver las consecuencias, tan valiente como para ir contra la corriente y, por si fuera poco, puede costarle muy caro.
El rostro de Narraway se ensombreció y se irguió en el sillón; ya no estaba cómodo.
– Tenga cuidado con quien esté detrás de la extorsión -aconsejó-. Recuerde que usted se rige por las reglas y ellos no.
Pitt se dio cuenta de que su superior estaba preocupado por él, pero la advertencia no dejó de irritarlo.
Читать дальше