Karim Fossum - No Mires Atrás

Здесь есть возможность читать онлайн «Karim Fossum - No Mires Atrás» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

No Mires Atrás: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «No Mires Atrás»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ragnhild, una niña de seis años, desaparece sin dejar rastro. Mientras la policía, encabezada por el inspector Konrad Sejer, inicia la búsqueda de la pequeña, ésta se encuentra jugando en casa de Raymond, un individuo algo retrasado que vive en el bosque con su padre. El caso parece resuelto cuando la pequeña Ragnhild regresa a su casa sana y salva esa misma noche, pero en realidad la pesadilla no ha hecho más que empezar. La niña recuerda haber visto a una chica desnuda en la orilla del lago y la policía no tarda en descubrir el cadáver de Annie Holland. Al principio Sejer no cuenta con ninguna pista que explique el atroz asesinato, pero a medida que se suceden los interrogatorios va destapando el sórdido pasado de varios miembros de la pequeña comunidad noruega…

No Mires Atrás — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «No Mires Atrás», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Si necesita saberlo, de todo y de nada.

Sejer sonrió. Halvor miraba constantemente por la ventana, como si quisiera evitar mirarle a los ojos. Tal vez se sintiera culpable o fuera simplemente tímido. Sintió por él una nostálgica compasión. Su novia había muerto y quizá él no tuviera a nadie con quien hablar aparte de su abuela, que le estaba esperando en el cuarto de estar. Y tal vez, pensó Sejer, es un homicida.

– Y ayer, ¿fuiste a trabajar como de costumbre a la fábrica de helados?

Vaciló un instante.

– No, me quedé en casa.

– Así que te quedaste en casa. ¿Por qué?

– No me encontraba muy bien.

– ¿Faltas mucho al trabajo?

– ¡No, no falto mucho! -protestó, elevando el tono de voz. Por primera vez detectaron un atisbo de enfado.

– Tu abuela podrá corroborarlo, ¿no?

– Sí.

– ¿Y no saliste de casa en todo el día?

– Sólo un rato.

– ¿A pesar de estar enfermo?

– ¡Tenemos que comer! A la abuela le cuesta mucho ir a la tienda. Sólo es capaz de andar cuando tiene días buenos, y no son muchos. Tiene artritis -explicó.

– De acuerdo. ¿Puedes decirnos lo que te pasaba?

– Sólo si tengo que hacerlo.

– No estás obligado a hacerlo ahora mismo, pero tal vez tengas que explicarlo más adelante.

– Está bien. Hay noches que no puedo dormir.

– ¿Ah sí? ¿Y entonces te quedas en casa al día siguiente?

– No puedo vigilar las máquinas si no tengo la cabeza despejada.

– Parece lógico. ¿Por qué no consigues dormir?

– Bueno, alguna reminiscencia de la infancia. ¿No es así como se dice?

Sonrió de repente, una sonrisa amarga, inesperadamente adulta en ese rostro joven.

– ¿A qué hora saliste de casa aproximadamente?

– Sobre las once, tal vez.

– ¿A pie?

– En la moto.

– ¿Y a qué tienda fuiste?

– A la tienda Kiwi, en el centro.

– ¿De modo que la moto arrancó ayer?

– En realidad arranca siempre, si no me canso antes de intentarlo.

– ¿Cuánto tiempo estuviste fuera?

– No lo sé. No podía saber que me lo iban a preguntar.

Sejer asintió. Skarre trabajaba como un loco con el bolígrafo para no perderse nada.

– ¿Pero más o menos?

– Una hora, tal vez.

– Podrá confirmarlo tu abuela, ¿no?

– Seguramente no. No se da mucha cuenta de lo que pasa.

– ¿Tienes carné de conducir coches?

– No.

– ¿Cuánto tiempo habéis sido novios Annie y tú?

– Bastante tiempo. Un par de años.

Se limpió la nariz y siguió mirando hacia el patio.

– ¿Era una buena relación, en tu opinión?

– Lo dejamos un par de veces.

– ¿Lo dejó ella?

– Sí.

– ¿Dijo por qué?

– No exactamente, aunque nunca estuvo muy interesada. Quería mantenter la relación en un plan de amistad.

– ¿Y tú no querías?

El joven se sonrojó y se miró las manos.

– ¿Manteníais relaciones sexuales?

Se sonrojó aún más y volvió a mirar al patio.

– Realmente no.

– ¿Realmente no?

– Ya lo he dicho. No estaba muy interesada.

– Pero lo habíais intentado, ¿es eso lo que quieres decir?

– Pues sí, en cierta manera. Un par de veces.

– ¿Y tal vez no fue un éxito?

La voz de Sejer sonó excepcionalmente amable en ese punto.

– No sé lo que se considera un éxito.

Su cara estaba ya tan tensa que no le quedaba ni un gesto.

– ¿Sabes si ella había mantenido relaciones sexuales con alguna otra persona?

– No sé nada de eso, pero me cuesta creerlo.

– Estuviste con Annie durante dos años, desde que ella tenía trece. Ella rompió varias veces la relación, no estaba muy interesada en mantener relaciones sexuales contigo, y sin embargo tú continuaste la relación. No eres un niño, Halvor. ¿Tanta paciencia tienes?

– Supongo que sí.

Hablaba en voz baja, no hacía sino confirmar los hechos, como cuidándose bien de no mostrar ningún sentimiento.

– ¿Crees que la conocías bien?

– Mejor que muchos.

– ¿Tenías la impresión de que se sentía infeliz por alguna razón?

– No exactamente infeliz. Pero no… no sé. Triste, tal vez.

– ¿Es diferente estar triste?

– Sí -contestó el joven levantando la vista-. Cuando uno se siente infeliz sigue esperando alguna mejoría. Y cuando uno se ha dado por vencido, la tristeza se apodera de ti.

Sejer escuchó extrañado esa explicación.

– Cuando conocí a Annie hace dos años era distinta -dijo de repente-. Se reía y bromeaba con todo el mundo. Lo contrario de como soy yo -añadió.

– ¿Y luego cambió?

– Se hizo mayor de pronto. Y más callada. Dejó de ser tan bromista. Yo esperaba que se le pasara, que volviera a ser como antes. Ahora ya no se puede esperar nada más.

Entrelazó las manos y miró al suelo. Por fin hizo un esfuerzo enorme y se encontró con la mirada de Sejer. Sus ojos brillaban como piedras mojadas.

– No sé lo que están pensando ustedes, pero yo no le he hecho nada a Annie.

– Nosotros no estamos pensando nada. Tenemos que hablar con todo el mundo. ¿Comprendes?

– Sí.

– ¿Annie consumía droga o alcohol?

Skarre sacudió el bolígrafo para que la tinta llegara a la punta.

– ¿Bromea? No sabe lo que dice.

– Seguramente -contestó con sencillez-. Yo no la conocía.

– Perdone, pero es que suena muy ridículo.

– ¿Y tú?

– Ni soñarlo.

Vaya, vaya, pensó Sejer. Un joven sobrio y trabajador con trabajo fijo. Muy prometedor.

– ¿Conoces a algunos de los amigos de Annie? ¿A Anette Horgen, por ejemplo?

– Un poco. Pero solíamos salir los dos solos. Annie no quería mezclarnos.

– ¿Por qué no?

– No lo sé. Ella era la que decidía.

– ¿Y tú hacías lo que ella quería?

– No resultaba muy difícil. A mí tampoco me gustan las aglomeraciones.

Sejer asintió comprensivo. Tal vez, y a pesar de todo, fueran una pareja bien avenida.

– ¿Sabes si Annie llevaba un diario?

Halvor vaciló un instante, detuvo un impulso en el último momento y negó con la cabeza.

– ¿Quiere decir uno de esos diarios de color rosa en forma de corazón y con candado?

– No necesariamente. Podría haber tenido otro aspecto.

– No lo creo -murmuró el joven.

– ¿Pero no estás seguro?

– Casi seguro. Ella jamás lo mencionó.

Su voz ya era apenas audible.

– ¿Tienes a alguien con quien hablar?

– Tengo a mi abuela.

– ¿Mantienes una relación estrecha con ella?

– Ella está bien. Hay paz y tranquilidad aquí.

– ¿Tienes un anorak azul, Halvor?

– No.

– ¿Qué te pones para salir?

– Una cazadora vaquera. O un plumas cuando hace frío.

– ¿Prometes llamarme si tienes algo que decirme?

– ¿Por qué iba a hacerlo? -preguntó Halvor, levantando la vista extrañado.

– Déjame decirlo de otra manera: ¿llamarás a la comisaría si se te ocurre algo, cualquier cosa, que en tu opinión pudiera explicar por qué ha muerto Annie?

– Sí.

Sejer miró el cuarto donde se encontraba, con el fin de recordarlo. Su mirada se detuvo en la Virgen. Vista de cerca, la figura parecía más valiosa.

– Es una figura bonita. ¿La has comprado en el sur de Europa tal vez?

– Me la han regalado. Me la regaló el padre Martín. Soy católico -añadió.

Esa información hizo que Sejer lo mirara más de cerca. Era un muchacho reservado y severo, daba la impresión de estar ocultando algo que no debían descubrir. Tal vez tendrían que obligarlo a abrirse, abrirse como una almeja en agua hirviendo. La idea le fascinaba.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «No Mires Atrás»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «No Mires Atrás» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «No Mires Atrás»

Обсуждение, отзывы о книге «No Mires Atrás» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x