Anne Perry - La médium de Southampton Row

Здесь есть возможность читать онлайн «Anne Perry - La médium de Southampton Row» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La médium de Southampton Row: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La médium de Southampton Row»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Londres, Junio de 1892. Pronto habrá elecciones. El clima está caldeado. En el Parlamento y en las calles se discute sobre la autonomía de Irlanda. La reducción de la jornada laboral a ocho horas, el coste y la preservación del Imperio, el derecho al voto de las mujeres. Los liberales creen que podrán acceder al poder; los conservadores, que deben jugar todas sus bazas para no perderlo. Y una de sus principales cartas es Charles Voisey, el acérrimo enemigo del superintendente Thomas Pitt.
Voisey va a presentarse a un escaño en un distrito electoral conflictivo. Pitt, que, pese al éxito de la resolución del complot de Whitechapel, ha vuelto a ser destinado a la Brigada Especial, recibe la orden de vigilar todos sus pasos. Sin embargo, cuando la médium consultada por toda la alta sociedad victoriana aparece muerta en su casa en sospechosas circunstancias, Pitt es apartado de sus actuales obligaciones para indagar en este extraño crimen. Ignora que ambos casos pueden estar más relacionados de lo previsto.

La médium de Southampton Row — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La médium de Southampton Row», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El cartero se mantenía a la espera.

– Gracias. Está en Whitby -respondió Pitt, soltando el primer nombre que acudió a su mente.

– ¿Yorkshire? -El hombre parecía extraordinariamente satisfecho consigo mismo-. Entonces no debería tardar más de dos días como mucho, en esta época del año tal vez uno. Tendrá noticias pronto, señor. Tal vez está disfrutando demasiado para sentarse a escribir. Buenas tardes, señor.

– Buenas tardes. -Pitt tragó saliva, y vio que le temblaban las manos al abrir la carta. Era de Emily y tenía fecha de la tarde anterior.

Querido Thomas:

Rose Serracold es amiga mía, y después de haber ido a verla ayer, creo que sé ciertas cosas que podrían interesarte.

Te ruego que vengas a verme en cuanto tengas ocasión.

Emily

La dobló y volvió a guardarla en el sobre. A esa hora de la tarde ella solía ir de visita o bien recibía alguna, pero no dispondría de una oportunidad mejor, y tal vez lo que ella tenía que decirle fuera de ayuda. No podía permitirse rechazar ninguna posibilidad.

Dio media vuelta y echó a andar de nuevo hacia Tottenham Court Road. Media hora después estaba en la sala de Emily y ella le explicaba, con frases torpes y cierta timidez, su discusión con Rose Serracold. Le habló de su creciente convicción de que Rose tenía tanto miedo a algo que se había visto impulsada a visitar a Maude Lamont aun a riesgo de ponerse en ridículo, y si no había engañado a Aubrey, al menos se lo había ocultado.

La advertencia de Emily la había enfurecido hasta el punto de poner en peligro su amistad.

Cuando terminó se quedó mirándolo, y sus ojos reflejaban un tremendo sentimiento de culpabilidad.

– Gracias -susurró él.

– Thomas… -empezó ella.

– No -la interrumpió él antes de que siguiera-. No sé si ella la mató o no, pero no puedo mirar para otro lado, y me da igual quién salga perjudicado. Todo lo que puedo prometer es que no causaré más daño del necesario. Espero que ya lo supieras. -Sí -asintió ella, con el cuerpo rígido y la cara pálida-. Por supuesto que lo sé. -Tomó aire como si fuera a decir algo más, luego cambió de opinión y le ofreció té, pero él rechazó la invitación. Le habría gustado aceptar, porque estaba cansado y sediento, y también hambriento ahora que pensaba en ello, pero se respiraba demasiada emoción en el ambiente, y habían compartido demasiada información para que se sintieran cómodos. Volvió a darle las gracias y se despidió.

* * * * *

Esa noche, Pitt telefoneó a las oficinas de Jack para averiguar dónde iba a dar un discurso ese día, y en cuanto le informaron del lugar se dirigió a él, en primer lugar para escuchar y ver la actitud del público, y luego tal vez para evaluar con más exactitud a qué se enfrentaba Aubrey Serracold.

Reconoció que él mismo estaba cada vez más preocupado por Jack. Iban a ser unas elecciones mucho más reñidas que las anteriores. Muchos liberales podían perder sus escaños.

Cuando llegó había unas doscientas o trescientas personas reunidas, la mayoría trabajadores de las fábricas cercanas, pero también un buen número de mujeres, vestidas con faldas y blusas manchadas del polvo y el sudor del trabajo duro. Algunas no contaban más de catorce o quince años, otras tenían la piel tan ajada y demacrada y el cuerpo tan deformado que resultaba difícil calcular su edad. Tal vez tenían los sesenta que aparentaban, pero Pitt sabía muy bien que era muy probable que tuvieran menos de cuarenta, solo que estaban exhaustas y no se alimentaban como era debido. Muchas habían traído al mundo muchos hijos, y les habían dado lo mejor de sí mismas a ellos y a sus maridos.

Se produjo un débil murmullo de impaciencia y se oyeron un par de silbidos. Seguía llegando mucha gente. Media docena de asistentes se fue protestando.

Pitt cambió el peso del cuerpo de un pie a otro y trató de escuchar con disimulo las conversaciones. ¿Qué pensaba esa gente, qué quería? Dejando de lado a un puñado de ellos, ¿les afectaba en algo a quién votaban? Jack había sido un buen diputado de su distrito, pero ¿se daban cuenta de ello? No contaba con una gran mayoría. En medio de una vorágine de éxitos liberales no habría tenido motivos para preocuparse, pero aquellas eran unas elecciones en las que ni siquiera Gladstone deseaba del todo ganar. Luchaba por pasión e instinto, y porque siempre había luchado, pero no actuaba de un modo racional.

Se armó un repentino revuelo y Pitt levantó la mirada. Jack había llegado y se abría paso entre la gente, estrechando manos, tanto a hombres como a mujeres, e incluso a un par de niños. Luego se subió a la parte posterior de un carro que había sido arrastrado hasta allí a modo de tarima improvisada y empezó a hablar.

Casi inmediatamente se vio interrumpido. Un hombre casi calvo y con un abrigo marrón agitó el brazo y le preguntó cuántas horas al día trabajaba. Sonaron más carcajadas y silbidos.

– ¡Bueno, si no vuelvo a la cámara, me quedaré en paro! -respondió Jack-. ¡Y la respuesta será «ninguna»!

El tono de las risas cambió; en ellas se advertía sentido del humor, y no burla. Les siguió una discusión sobre la semana laboral. Las voces se volvieron más ásperas, y la ira latente adquirió una nota desagradable. Alguien arrojó una piedra, pero falló por unos metros y el proyectil rebotó ruidosamente contra la pared del almacén y rodó por el suelo.

Al escudriñar la cara de Jack, atractiva y aparentemente tranquila, Pitt advirtió que estaba haciendo un esfuerzo por contener su cólera. Hacía unos años tal vez ni siquiera lo habría intentado.

– Votad a los tories -propuso Jack, abriendo los brazos-, si creéis que van a reducir la jornada laboral.

Se oyeron maldiciones, abucheos y silbidos de burla.

– ¡Sois un puñado de inútiles! -gritó una mujer escuálida, cuyos labios dejaban ver su dentadura mellada-. Lo único que hacéis es chuparnos la sangre con impuestos y sujetarnos con leyes que nadie entiende.

Y así continuó la reunión durante otra media hora. Poco a poco la paciencia de Jack y alguna que otra broma empezaron a convencer a algunos, pero Pitt vio en la creciente tensión de su cara y el cansancio de su cuerpo el esfuerzo que le estaba costando. Una hora después, cubierto de polvo, exhausto y acalorado por el hacinamiento de la multitud y el aire viciado y bochornoso de los muelles, bajó del carro y Pitt le alcanzó mientras se dirigía a la calle en busca de un coche de punto. Al igual que Voisey, había tenido el sentido táctico de no acudir en su propio coche.

Se volvió sorprendido hacia Pitt.

Pitt le sonrió.

– Una actuación lograda -dijo con franqueza. No añadió ningún comentario fácil acerca de su victoria. A tan poca distancia de Jack como se encontraba, vio el cansancio en sus ojos y la mugre en las finas arrugas de su piel. Anochecía y las farolas estaban encendidas. Debían de haber pasado junto al farolero sin darse cuenta.

– ¿Has venido a darme apoyo moral? -preguntó Jack dubitativo.

– No -reconoció Pitt-. Necesito más información sobre la señora Serracold.

Jack le miró sorprendido.

– ¿Has comido? -preguntó Pitt.

– Aún no. ¿Crees que Rose puede estar involucrada en ese lamentable asesinato? -Jack se detuvo, volviéndose hacia Pitt-. Hace un par de años que la conozco, Thomas. Es excéntrica, no lo niego, y tiene algunas opiniones idealistas que son muy poco prácticas, pero eso es muy distinto de matar a alguien. -Se metió las manos en los bolsillos, algo insólito en él-. No sé qué demonios le entró para ir a ver a esa médium precisamente en este momento. -Hizo una mueca-. Me imagino cómo la va a ridiculizar la prensa. Pero, con franqueza, Voisey está robando terreno a los liberales. Al principio creía que Aubrey saldría elegido siempre que no hiciera ninguna estupidez. Ahora me temo que la posibilidad de que Voisey gane no es tan disparatada como parecía hace un par de días. -Siguió andando, mirando al frente. Los dos eran vagamente conscientes de la presencia de unos policías de paisano a veinte metros de ellos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La médium de Southampton Row»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La médium de Southampton Row» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La médium de Southampton Row»

Обсуждение, отзывы о книге «La médium de Southampton Row» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x